miércoles, 11 de noviembre de 2015

Historia territorial por países - España

historia de castilla - león 

Castilla y León, Comunidad histórica por excelencia I

La Comunidad Autónoma de Castilla y León surge de la moderna unión de los territorios históricos que componían y dieron nombre a las antiguas coronas de León y Castilla.
Hace mil cien años se constituyó el Reino de León, del cual se desgajaron en calidad de reinos a lo largo del siglo XI los de Castilla y Galicia, y, en 1143, el de Portugal. Durante estas dos centurias los monarcas que ostentaron el gobierno de estas tierras alcanzaron la dignidad de emperadores, tal como atestiguan las intitulaciones de Alfonso VI y Alfonso VII.
El proceso de colonización del Valle del Duero durante los siglos IX y X, y el desarrollo de la vida urbana a lo largo del Camino de Santiago y la Vía de la Plata en este mismo tiempo, constituyeron hechos históricos que definen nuestra configuración geográfica, cultural y social.
En el momento de su unión definitiva con la corona de Castilla, en 1230, la corona de León se componía de los territorios de León, Asturias, Galicia y Extremadura. Por su parte, la de Castilla englobaba a la Vieja Castilla histórica y a la actual Castilla-La Mancha.
Juntos, Castillla y León, se embarcaron en empresas comunes de trascendencia universal, como el descubrimiento de América de 1492.
Castilla y León han ofrecido a Europa un ejemplo de respeto, de convivencia, de diálogo en la diversidad y de interculturalidad a lo largo de sus siglos de vida, afianzados a menudo en los Fueros leoneses y en las costumbres y "fazañas" castellanas, que regularon sus derechos desde el s.IX, y en una defensa de la libertad, la democracia, el pluralismo, la justicia y la paz, que se concretaron en diversos momentos, como en 1188, cuando se celebraron en León las primeras Cortes de la historia de Europa en las que se documenta la participación de los ciudadanos, creando un precendente que hoy en esencia sobrevive a través de las actuales Cortes autonómicas.
Castilla y León es una Comunidad rica en territorios y gentes, configurada por castellanos y leoneses; respetuosa con la pluralidad que la integra y defensora de la convivencia, que la enriquece desde su mismo nacimiento.
Comunidad histórica y cultural reconocida, Castilla y León ha forjado un espacio de encuentro, diálogo y respeto entre las realidades que la conforman y definen. Su personalidad, afianzada sobre valores universales, ha contribuido a lo largo de los siglos de modo decisivo a la formación de España como Nación y ha sido un importante nexo de unión entre Europa y América.

Castilla y León, Comunidad histórica por excelencia II

La historia hizo pasar por Castilla y León culturas que dejaron huellas en diferentes monumentos: los Toros de Guisando (Ávila), celtas; el Acueducto de Segovia, romano; San Pedro de la Nave (Zamora), visigodo; San Miguel de la Escalada (León), mozárabe; el Castillo de Gormaz (Soria), árabe; San Martín de Frómista (Palencia), románico; la Catedral de Burgos, gótica; la Universidad de Salamanca, plateresca; la fachada de la Universidad de Valladolid, barroca. Pero, de entre todos los monumentos representativos de Castilla y León merecen una mención especial los castillos, a cuya abundancia obedece el nombre de Castilla.
Los Toros de Guisando, el Acueducto de Segovia, y San Pedro de la Nave

En todas las épocas del año se pueden contemplar sus joyas monumentales. De proyección internacional es el Camino de Santiago, cuya importancia histórico-artística transciende hasta mucho más allá de nuestra Comunidad e incluso de nuestra nación. Especial mención merece la Ruta de la Plata, que históricamente sirvió para enlazar el puerto de Sevilla con el de Gijón, sin olvidar los yacimientos arqueológicos de Atapuerca o Numancia.
San Miguel de la Escalada, el Castillo de Gormaz y San Martín de Frómista

Castilla y León, motor de grandes acontecimientos de la historia de España ha sido cuna y residencia de ilustres personajes en las más variadas facetas de la actividad humana. El emperador Teodosio el Grande, Alfonso VI, Rodrigo Díaz de Vivar, Alfonso X el Sabio, María de Molina, Jorge Manrique, Pedro  y Alonso Berruguete, Isabel la Católica, Cristóbal Colón, Santa Teresa de Jesús, Fray Luis de León,  Felipe II, Juan de Herrera, Miguel de Cervantes, Gregorio Fernández o Miguel de Unamuno son una pequeña muestra de la variedad de personajes que han desarrollado sus actividades y saberes en nuestras tierras a lo largo de su historia.
Catedral de Burgos, fachada de la Universidad de Salamanca y Universidad de Valladolid




La unión dinástica de la monarquía de los reinos históricos de León y de Castilla (que había nacido como parte del anterior), generó lo que más tarde se llamó Corona de Castilla, se produjó, por primera vez cuando Fernando I hereda el Reino de Castilla, en 1037, y se casa con Sancha I reina de León: así en una sola pareja se establece una unión que se romperá al heredar.
 La segunda unión dinástica de Castilla y de León se producirá en el reinado de Alfonso VI de León, quien venció a su hermano Sancho de Castilla;
La tercera y definitiva unión de ambos reinos se produce bajo el reinado de Fernando III el Santo que en 1230, siendo ya rey de Castilla, tras el Pacto de las Damas que deja fuera a Sancha II y a Dulce -hijas de Alfonso IX y herederas del reino- se corona rey de León con gran oposición del clero y la nobleza media leonesa. Sin embargo hasta siglo y medio después las cortes no se reúnen juntas.
Las Cortes de Castilla y León, cuyos orígenes más remotos se sitúan a principios del siglo XII, pueden ser reconocidas como de  una las instituciones de representación en sede parlamentaria más antiguas de Europa. Antes que en ningún otro lugar del viejo continente, en las Cortes de Castilla y León aparecen representantes de las ciudades y de las villas, al lado de los estamentos tradicionales del clero y la nobleza, como consejeros naturales del rey.
Todas estas asambleas que tienen lugar a lo largo del siglo XII y principios del XIII, y que tendrían su continuidad en los siglos siguientes, constituyen, por tanto, el antecedente más remoto de las actuales Cortes de Castilla y León e incluso de la tradición parlamentaria del continente europeo.

Durante los siguientes siglos la historia de los reinos de Castilla y León, permanecerá ligada durante todos los acontecimientos importantes: el reinado de los Reyes Católicos, el Imperio Español,
la Guerra de Independencia.

Antecedentes de autonomía

En tiempos de la I República (1873-1874), ya existió el proyecto de crear un único estado federado de once provincias en el valle del Duero español, que además tambien estaria compuesto por las provincias de Santander y Logroño. El fin de la I República, a principios de 1874, dio al traste la iniciativa.
En 1921, con motivo del cuarto centenario de la batalla de Villalar, el ayuntamiento de Santander abogó por la creación de una mancomunidad castellana de once provincias. Idea que se mantendría en años posteriores.
Durante la II República, sobretodo en 1936, hubo una gran actividad regionalista favorable a una región de once provincias, e incluso se llegaron a elaborar unas bases de estatuto de autonomía.
Tras la muerte de Franco, surgieron organizaciones regionalistas, autonomistas y nacionalistas como Alianza Regional de Castilla y León (1975), Instituto Regional de Castilla y León (1976) o PANCAL (1977).
La actual comunidad autónoma de Castilla y León es el resultado de la unión de las antiguas regiones de León y de Castilla la Vieja en 1983, a excepción en este último caso de las Comunidades Autónomas de Cantabria (antigua provincia de Santander) y La Rioja (antigua provincia de Logroño).

Prehistoria. 
  • Primeros asentamientos humanos
  • Paleolítico
  • Neolítico
  • Edad de los Metales


Los restos humanos de la Sierra de Atapuerca (Burgos) permiten ofrecer un nuevo enfoque sobre el origen del hombre.
Del 25.000 al 10.000 A.C.: Las pinturas rupestres de Pinal, Peña de Cándamo, El Pendal, Pasiega, Ribadesella y Altamira expresan la existencia de un gran cultura en el periodo Magdaleniense. 
A.C.: Los fenicios fundan Gadir o Gades (Cádiz), Baria Adra, Almuñécar y Málaga.
A.C.: Civilización de los tartesios. Los celtas comienzan a llegar a través de los Pirineos.
Siglo VII A.C.: Los griegos fundan Hemeroscopion y Manake.
Siglo VI A.C.: Fundación de Emporio (Ampurias) y Rhodaes (Rosas).
Los primeros pueblos indoeuropeos que se asentaron en Castilla y León lo hicieron hacia el año 1200 a.C. y posteriormente celtas y celtíberos intensificaron sus asentamientos. A estas culturas pertenecen las numerosas estatuas de animales de posible significado totémico, como los Toros de Guisando
237 A.C.: Amílcar Barca ocupa el Sur y el Sureste y funda Akra Leuke (Alicante). Asdrúbal funda Cartago Nova (Cartagena). 
220. Aníbal llega ante Arbucala (Toro)
Del 218 al 201 A.C.: Aníbal ocupa Sagunto (Guerra púnica). Los cartagineses invaden Italia. Escipión llega a España y derrota a Asdrúbal en Tarraco (Tarragona), Illipa (Alcalá del Río) y Gadir. Roma se anexiona el país y lo divide en dos provincias: Hispania Citerior e Hispania Ulterior.

Edad Antigua
  • Pueblos prerromanos de Castilla y León
  • Conquista y romanización
La presencia de Roma en la península siguió la ruta de las colonias comerciales griegas; sin embargo esa presencia comenzó con una lucha entre este gran imperio y Cartago por el control de Mediterráneo occidental durante el siglo II a.C. De cualquier manera, fue en ese periodo cuando la península se introdujo como entidad en la escena política internacional de la época, y desde entonces se convirtió en un objetivo estratégico codiciado, debido a su peculiar situación geográfica entre el Atlántico y el Mediterráneo, y a la riqueza minera y agrícola de su parte meridional.
La penetración y la consiguiente conquista de la península por parte de Roma cubrió el prolongado periodo que va desde el año 218 al 19 a.C. Las fechas más significativas de ese periodo son:
209 a.C.: Declive del ejército de Aníbal en Italia y comienzo de la gran conquista de España por parte de Roma. Esta se anexiona el país y lo divide en dos provincias: Hispania citerior e Hispania ulterior.
Del 143 al 139 a.C.: Viriato y los lusitanos luchan contra las legiones romanas.
133 a.C.: Los habitantes de Numancia prefieren morir quemados por las llamas de la ciudad a rendirse a Escipión Emiliano.
27 a.C.: Los romanos pacifican la península de una vez por todas y la dividen en provincias: La Tarraconense, la Bética y Lusitania. La presencia de Roma en Hispania duró siete siglos, durante los cuales, se trazaron las fronteras más importantes de la península en relación con otros países europeos. Sin embargo, los romanos no sólo transmitieron una administración territorial, sino que también dejaron un legado de referencias sociales y culturales, tales como la familia, la lengua, el Derecho y el gobierno municipal, cuya asimilación situó definitivamente a la península en el mundo greco-latino primero, y en el judeo-cristiano más tarde.
98 D.C.: Comienzo del gobierno de Trajano, el primer emperador romano de origen español.
264 D.C.: Los francos y los suevos invaden el país y ocupan temporalmente Tarragona.
411 D.C.: Las tribus bárbaras firman una alianza con Roma que les autoriza para establecer colonias militares dentro del imperio.
568-586 D.C.: El rey visigodo Leovigildo expulsa a los funcionarios imperiales e intenta unificar la península. Fin del Imperio Romano en España.

Castilla y León, no la gran Castilla y León que gobernaron reyes como Fernando III el Santo o su hijo Alfonso X el Sabio o que dijo a catalanes y aragoneses: “Vosotros quedaos con algunas islitas del Mediterráneo que yo me reparto con Portugal el Mundo”, si no la pizpireta Comunidad Autónoma de Castilla y León está cerca de cumplir tres décadas (este mes de febrero se cumplirán 29 años de Estatuto). Ahora que ha pasado tanto tiempo, aceptamos con total naturalidad que existan diecisiete Comunidades Autónomas, que Albacete esté en Castilla-La Mancha y no en la Región de Murcia o que el País Vasco lo compongan tres provincias y no cuatro o dos. Sin duda alguna, la mayor parte de nosotros hemos olvidado como en unos pocos años, con mucho desorden, tensión e ilusión, un puñado de personas movidas por intereses digamos, mmm…, altruistas cerraron un mapa totalmente nuevo de España, donde Castilla y León se quedó así, con nueve provincias, como, con la misma facilidad, podía haber quedado con seis, once o dieciséis. Así que, gracias a la invitación de Los 4 Palos, vamos a repasar en tres entregas todo lo que ocurrió en aquellos años para recordar cuál es el origen de nuestra Comunidad Autónoma y por qué es la que es.
Esta historia no puede comenzar con un “Todo empezó una mañana de…”. En realidad, el sentimiento regional castellano y leonés estaba de toda la vida ahí, de fondo, como cada vez que eran las fiestas de los pueblos y las señoras se ponían a bailar una jota o cuando el Real Ávila jugaba contra el Palencia o la Segoviana. Aunque si nos ponemos serios se puede decir que las primeras manifestaciones públicas de regionalismo se vieron a mediados de los años 70, después de llevar dormidas casi cuarenta años debido, claro está, a la Guerra Civil y la posterior dictadura. En aquella época, la España Una, Grande y Libre poseía un modelo hipercentralista donde la capital manejaba el 80% del presupuesto, dejando el 20% restante al resto de instituciones locales y provinciales. La ineficiencia de este modelo hizo que, catalanes y vascos por un lado y los tecnócratas del Régimen por el otro, comenzasen un debate sobre el modelo de estado cuyo run-run si somos sinceros, aún no ha terminado.
(Los motivos por los que se constituye la asociación son) la preocupación por losgraves problemas que en estos momentos afectan a Castilla la Vieja y León queven desertizarse gran parte de su territorio, el empobrecimiento progresivo de laagricultura y el aumento en su desfavor del desequilibrio regional si que frente a esosfactores se alcen los necesarios movimientos de defensa y con el deseo de contribuiral resurgimiento de Castilla y León despertando sus personalidades espirituales:historia, arte, cultura, folklore, como de sus intereses materiales de todo ordenEstatutos de Alianza Regional
¿Y cómo se vivía este debate en nuestra tierra? Pues en Castilla y León todo el mundo estaba de acuerdo con el modelo centralista (86% en Castilla y 90% en León), creo que porque nunca se lo habían planteado o porque pensaban que les iba bien con él. Sin embargo, existían unos pocos, sobre todo universitarios (estudiantes y profesores), que habían vivido fuera, en regiones más ricas de España y al regresar se habían dado cuenta que algo fallaba. Se suponía que el centralismo era malísimo para Cataluña y el País Vasco, pero allí había trabajo y una calidad de vida mucho mejor que la castellana, donde los pueblos se despoblaban más rápido que en una guerra. Estaba claro que el centralismo no sólo no había corregido las desigualdades entre Castilla y la periferia, sino que las había incrementado. La presentación en Madrid del borrador del IV Plan de Desarrollo (para los legos: conjunto de normas y planificaciones políticas y económicas franquistas para levantar el País a lo soviético) les dio la razón, por lo que en diciembre de 1975, un grupo de procuradores en las cortes franquistas y profesores universitarios se reunieron para constituir una asociación que defendiese los intereses de la región ante el Plan y el debate territorial que se avecinaba (Franco aún estaba caliente).
La asociación se llamó Alianza Regional y su objetivo más inmediato era movilizar a la gente promoviendo el sentimiento regional, que en aquella época era pequeñito. ¿Por qué? Pues los expertos coinciden en tres razones principales: el uso de las señas de identidad castellanas por parte de las autoridades franquistas como arma antiseparatista, la ausencia de hechos diferenciales como, por ejemplo, una lengua propia y el hecho de que como Castilla montó ese “club” llamado España, la condición de fundadores hacía recelar de cualquiera que pretendiese salirse o erosionarlo. Para la cuestión territorial, la asociación proponía un modelo similar al francés donde las provincias (departamentos) manejaban el cotarro, pero se unirían para desarrollar ciertas competencias juntas en mancomunidades de provincias. La idea era crear una unión de provincias castellanoleonesas que tuviese los mismos derechos y poderes (sobre todo el de recaudar impuestos) que cualquier provincia aforada, como Álava o Navarra.
Los postulados de la Alianza Regional no gustaban a todos los regionalistas, sobre todo a los de izquierdas. No les terminaba de convencer eso de que la Alianza estuviese fundada por franquistas y el proyecto de la mancomunidad les sabía a poco. Por lo que un mes más tarde, en enero de 1976, un grupo de intelectuales, profesores universitarios, empresarios, periodistas, ecologistas y miembros de partidos políticos progresistas se reunió para crear una asociación progresista regionalista a la que llamaron Instituto Regional Castellano-Leonés. Sus objetivos eran los mismos que los de la Alianza, pero discrepaba con ella en algunos asuntos como el color de la bandera de Castilla (morado para los miembros del Instituto o rojo para los de la Alianza) o las provincias que constituían Castilla y León (Castilla la Vieja más León para los aliancistas o las nueve provincias actuales para el Instituto). Y pese a lo que estamos acostumbrados en Castilla y en España, las dos nuevas agrupaciones, a pesar de competir entre sí, se llevaron más o menos bien entre ellas (repito: compartían el mismo objetivo). Aunque como era de esperar, la Alianza, al estar constituida por miembros del Régimen en el poder, tenía más influencia y mejor financiación y al final era la que se llevaba el gato al agua. Una curiosidad para que os deis cuenta de tampoco estaba todo tan politizado como se podría pensar: el Partido del Trabajo de España, de ideología maoista, apoyaba a la Alianza en lugar del Instituto.
Bandera de Castilla según la Alianza
Bandera de Castilla según la Alianza
Bandera de Castilla según el Instituto
Bandera de Castilla según el Instituto
Además existía una diferencia fundamental entre la Alianza y el Instituto. En la España del final del franquismo no existía libertad de asociación. No era como ahora, que si quieres hacer una Asociación para la Independencia de Solosancho (AIS) pues redactas unos estatutos, vas al registro y la creas sin ningún problema. En aquella época, la norma vigente era la Ley de Asociaciones de 1964 que permitía la creación de agrupaciones con fines políticos, siempre que no buscasen obtener poder, es decir, presentarse a unas elecciones. Eso sí, cada vez que se reuniese la asociación había que avisar con 72 horas de antelación al Gobernador Civil de la provincia y, después, permitir asistir a representantes de la autoridad. Alianza Regional no tuvo problemas con estos requisitos y su fundación siguió esta Ley. Sin embargo, el Instituto Regional, para evitar el control del Régimen y a la vez, ser lo más legal posible, se constituyó como una sociedad anónima mercantil.
Esa forma jurídica tan “peculiar” fue utilizada como escusa por el ministro de la gobernación, Manuel Fraga, que en paz descanse, para prohibir, utilizando la ley de orden público de 22 de Julio de 1939, la reunión/manifestación que iba a celebrar el Instituto Regional el 25 de abril en Villalar. “Una sociedad anónima no puede organizar manifestaciones”.  Esta idea se le olvidaba al Sr. Ministro cuando las concentraciones las organizaba GODSA (en aquella época como nadie hablaba inglés, pocos pillaban el chiste), una sociedad anónima que fue el embrión de Alianza Popular. Pese a la prohibición, el día marcado cerca de 400 castellanos y leoneses se dirigieron hacia Villalar por caminos y carreteras secundarias (los accesos principales habían sido cortados) y aunque fueron recibidos por el alcalde de la localidad, los concentrados fueron disueltos por la Guardia Civil.
Mientras tanto, la idea de formar una mancomunidad seguía adelante. El 16 de febrero de 1976, bajo auspicio de la Alianza Regional, se reunieron en Tordesillas treinta procuradores de las Cortes de Franco de las once provincias de Castilla la Vieja y León para pedir medidas descentralizadoras al gobierno (por primera vez desde la Segunda República), con conciertos económicos para las diputaciones similares a los de las provincias aforadas (los procuradores solían ser alcaldes de la capital de provincia y presidentes de la diputación). El día 23 de febrero se repitió la reunión (con la ausencia de los representantes de Logroño y Soria) y se empezó a estudiar cómo se podían mancomunar algunos servicios. Ya en estas primerísimas reuniones apareció un problema que se va a dar en toooodo el proceso autonómico: qué pasaba con León. Los delegados de la provincia hicieron saber que no estaban seguros con quién casaban mejor, si con Asturias, con Galicia o con Castilla. La entrada de Asturias en las reuniones pospuso la discusión. El 17 de mayo, en una nueva reunión, las 12 diputaciones concretaron sus peticiones de conciertos para la región castellano-leonesa-asturiana y acordaron estudiar la constitución de la Mancomunidad de Castilla y León.
No obstante, la mayor parte de los castellanos y leoneses vivían ajenos a los tejemanejes de sus diputaciones y se encontraban pendientes del transcurso de la transición. El 3 de julio, el Rey, que estaba hasta las reales narices del inmovilismo de Arias Navarro, encargó al abulense Adolfo Suárez la formación de un nuevo gobierno. Tres días más tarde, el nuevo presidente salió en horario prime time por la televisión anunciando una Ley de Reforma Política y elecciones democráticas. Estaba claro que los próximos meses iban a ser determinantes para el modelo de estado. Sin embargo, en agosto, la primera acción del gobierno con respecto a Castilla fue un jarro de agua fría para las agrupaciones regionalistas. Adolfo Suárez decidió crear una comisión que estudie la posibilidad de hacer una Región Centro a la medida de Madrid para aliviarla de su sobredesarrollo demográfico. Esta región contaría con las provincias de Madrid, Ávila, Segovia, Toledo, Ciudad Real, Cuenca y Guadalajara. El texto del BOE la justificó así:
“si bien no coincide con la tradicional delimitación regional, sí se aproximamás al concepto moderno de región como territorio capaz de formular yprotagonizar un crecimiento autosostenido y singular; a la vez que integrado enlos grandes planteamientos territoriales y socioeconómicos regionales”.
La idea se recibió con poco entusiasmo por parte de los Presidentes de las Diputaciones implicadas, pero si realmente se descartó fue porque COPLACO (acrónimo de Comisión de Planeamiento y Coordinación del Área Metropolitana de Madrid), un organismo central previo algo caciquil y turbio se opuso frontalmente, ya que veía que la nueva región le iba a quitar muchas competencias, sobre todo las urbanísticas.
Las reuniones para formar la Mancomunidad siguieron su curso durante 1976. A lo largo de este año se crearon dos nuevas asociaciones regionalistas, Amigos de La Rioja y Asociación del Pueblo Cántabro, que se organizaron para desligar sus provincias del proceso regional castellanoleonés. Su presencia era un signo más del desapego creciente de estas regiones por la cuenca del Duero. Sin embargo, ese debate interno sólo consiguió retrasar, pero no impedir la inclusión de Logroño y Santander en la Mancomunidad, que se constituyó el 22 de febrero de 1977 en Burgos. Por primera vez en la historia contemporánea, las provincias de Castilla y León se habían unido para defender juntas sus derechos y hablar de tú al resto de regiones de España. En el ambiente de euforia por el éxito logrado, el Instituto Regional y la Alianza Regional acordaron organizar unidos el primer Día de Castilla y León legal en Villalar el día 24 de abril. El vídeo final, fragmento de un documental sobre la Transición, muestra el transcurso de la fiesta y la opinión de algunos de los asistentes, más o menos enterados, sobre los comuneros, regionalismo y autonomía.
La asistencia de más de 20.000 personas a la Campa confirmó a las asociaciones regionalistas que su trabajo para fomentar la conciencia regional estaba funcionando y les dio esperanzas para afrontar el complicado futuro que se avecinaba con la definición del nuevo modelo de estado y la reaparición en la fauna regional de una especie que desde hacía mucho tiempo no se había visto en libertad: los políticos.

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