jueves, 3 de diciembre de 2015

NAVIDAD

Personajes navideños

Artabán es un personaje ficticio protagonista del cuento navideño The Other Wise Man (El otro rey mago), escrito en 1896 por Henry van Dyke (1852 – 1933), teólogo presbiteriano estadounidense.
Cuenta el relato que Artabán era el cuarto Rey Mago que encaminó sus pasos hacia Occidente, siempre guiado por el fulgurante mapa celestial, en busca del niño Jesús.
El nombre "Artabán" proviene del persa y corresponde a cuatro reyes partos, así como a un hermano de Darío I y un general de Jerjes.

Sinopsis

El zigurat de Borsippa, con sus altos muros y siete pisos, era el punto de encuentro de los cuatro reyes e inicio de la travesía conjunta. Hacia allí acudía Artabán, con undiamante protector de la isla de Méroe, un pedazo de jaspe de Chipre, y un fulgurante rubí de las Sirtes como triple ofrenda al Niño Dios, cuando topó en su camino un viejo moribundo y desahuciado por bandidos: interrumpió el rey su viaje, curó sus heridas y le ofreció el diamante al viejo como capital para proseguir el camino. Llegado a Borsippa, sus compañeros de viaje habían partido.
Continuó en soledad en pos de su destino, pero arribado a Judea, no encontró ni a los Reyes ni al Redentor, sino hordas de soldados de Herodes degollando a recién nacidos: a uno de ellos, que con una mano sostenía a un niño y en la otra blandía afilada espada, ofrece el rubí destinado al Hijo de Dios a cambio de la vida del niño. En esta actitud es sorprendido: es apresado y encerrado bajo llave en el palacio de Jerusalén.
Treinta años duró el cautiverio, y fueron llegando ecos de los prodigios, consejos y promesas de un Mesías que no era sino el Rey de Reyes al que fue a adorar. Con la absolución y errando por las calles de Jerusalén, se anunció la crucifixión de Jesucristo; encamina sus pasos al Gólgota para ofrecer la adoración largamente postergada, cuando repara en un mercado en el que una hija es subastada para liquidar las deudas su padre. Artabán se apiada de ella, compra su libertad con el pedazo de jaspe, la última ofrenda que le quedaba es ofrecida y Jesucristo muere en la Cruz: tiembla la tierra, se abren los sepulcros, los muertos resucitan, se rasga el velo del templo y caen los muros. Una piedra golpea a Artabán y entre la inconsciencia y la ensoñación, se presenta una figura que le dice: “Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me curaste, me hicieron prisionero y me liberaste”. Desorientado y exhausto pregunta: “¿Cuándo hice yo esas cosas?”, y con la misma expiración recibe la respuesta: “Lo que hiciste por tus hermanos, lo hiciste por mí”. Con él se elevó a los mismos cielos que en su juventud le guiaron en pos del Destino finalmente alcanzado.

Artabán, ¿el cuarto rey mago?

Henry van Dyke fabuló con un cuarto rey y lo llamó Artabán… el rey perdido que llegó tarde a la cita y cuando lo hizo, ya todo había terminado… En ningún sitio bíblico se habla de tres reyes magos, pero los mitos y las leyendas se construyen a base de añadidos, de sinrazones que se van postulando como verdades adquiridas mediante la magia de la imitación y la repetición: el rito. Es así como construyen nuestras mentes, nuestras culturas. Es así como en tiempos de crisis nos dicen que debemos consumir. Es ley de vida, si no consumes tú fábrica no vende y si no vende te despiden y el círculo vicioso se vuelve cada vez más insoportable para el propio mecanismo social. Por eso, el planteamiento ritual de la economía, de la amistad, de la familia, está tan arraigado en nosotros. Tanto que hablar de un cuarto rey mago podría parecer no sólo una herejía, sino una sinrazón imposible… Pero algún día, quizás en uno o dos siglos alguien clamará que había un cuarto rey mago, representante, esta vez, del continente americano, y tiempo más tarde quedará como una verdad asumida… Así somos, animales de costumbre, incapaces de pensar por nosotros mismos, incapaces de romper con nuestras experiencias pasadas y doblegar la realidad a nuestro sentir. ¿Nuestro sentir? ¿Cual es nuestro sentir? ¿Qué somos, qué deseamos? Yo quiero ser como el rey Artabán… Deseo llegar tarde a la fiesta y ser recompensado al final de mis días con la ignorancia de mi existencia…













La Befana es una típica figura del folclore de algunas partes de Italia. Su nombre deriva de la palabra epifanía, a cuya festividad religiosa está unida a la figura de la Befana. Pertenece por tanto a las figuras folclóricas, repartidoras de regalos, vinculadas a las festividades navideñas.
La leyenda sostiene que la Befana visita a los niños la noche anterior a la epifanía (6 de enero) para rellenar los calcetines, colgados a tal fin por los niños esa noche, si han sido buenos con caramelos y chocolates, en cambio si han sido malos los rellena de carbón(formado en realidad por dulces de color y forma parecida al carbón). A menudo la Befana es descrita como una anciana, que vuela sobre una escoba. A diferencia de una bruja suele estar sonriente y tiene una bolsa o un saco lleno de dulces, regalos, pero también de carbón.
La distribución de regalos a los niños en nombre de la Befana fue fuertemente animada por el Fascismo, en el ámbito de la obra de "romanización" de la península italiana.

Leyenda

Según el cuento popular, los Reyes Magos, de camino a Belén para llevar sus presentes al Niño Jesús, al no conseguir encontrar el camino correcto, pidieron ayuda a una anciana. Esta los atendió y les regalo dulces entonces estos pidieron que los acompañara en la búsqueda del niño Jesús. A pesar de la insistencia de estos para que les siguiese en su visita al pequeño, la mujer no salió de casa para acompañarlos.
Más tarde, al arrepentirse de no haber ido con ellos, y tras preparar un cesto con dulces, salió de casa y se puso a buscarlos, sin conseguirlo.
De esta forma se paró en cada casa que encontraba a lo largo del camino, dando chucherías a los niños que encontraba, con la esperanza de que alguno de ellos fuese el pequeño Jesús.
Desde entonces vagaría por el mundo haciendo regalos a todos los niños para hacerse perdonar.

Origen

La fiesta de la Befana puede derivar de antiguos elementos folclóricos pre-cristianos, adoptados y adaptados por la tradición cristiana.
El origen de esta figura probablemente se puede vincular con tradiciones agrarias paganas relacionadas con el comienzo del año.
En este sentido la característica de anciana tendría relación con el año que termina, ya preparado para ser quemado para "renacer" como año nuevo. En muchos países europeos, de hecho, existía la tradición de quemar muñecos, vestidos con ropas raídas, en el comienzo del año (ver por ejemplo la Giubiana).
Desde este punto del vista el uso de los regalos asumiría el valor de propiciar el año nuevo.
Una hipótesis sugerente es la que vincula la Befana con una fiesta romana, que se desarrollaba al comienzo del año en honor de Jano (dios de las puertas) y de Strenia(de la que deriva el término "estreno"), durante la cual se intercambiaban regalos.

Befana 2015.jpeg
Snow woman.jpg

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