jueves, 3 de mayo de 2018

Santos por meses y días

santos del 8 de mayo

Pedro de Tarantasia, Santo
Obispo 14 de septiembre


Por: n/a | Fuente: Archidiócesis de Madrid 



Obispo de Tarantasia

Martirologio Romano: En el monasterio de Bellevaux, en la región de Besançon, en Francia, tránsito de san Pedro, obispo, que, siendo abad cisterciense, fue promovido a la sede de Tarantasia, rigiéndola con fervorosa diligencia y esforzado fomento de la concordia entre los pueblos (1174).
Etimológicamente: Pedro = Aquel que es firme como la piedra, es de origen latino.
Fecha de canonización: Su canonización la realizó en 1191 el Papa Clemente III
Breve Biografía

Nació en Saboya, en el Bourg de Saint Maurice, cerca de Vienne. Fue hijo de labradores y también debería ser labrador en el futuro, ya que el primogénito Lamberto se dedicaría a los estudios, pero su inteligencia desde pequeño hizo que también ocupara los duros bancos del cultivo intelectual y se enfrentara con los pergaminos para leer latín y griego, adquirir las nociones de filosofía y familiarizarse con los escritos de los Padres antiguos, la Sagrada Escritura y los cánones de la Iglesia.

A los veinte años comunica a su padre los deseos de entrar en la vida contemplativa y dedicarse a las cosas de Dios en el silencio del recién fundado monasterio cisterciense de Boneval.

La primera generosidad del padre se ve premiada con la vocación de todos los miembros de la familia a la vida contemplativa; los varones se van incorporando sucesivamente al mismo monasterio, incluido el padre, y las hembras van pasando a ocupar el recoleto recinto del convento de religiosas, sin que falte la madre.

Proliferan las vocaciones; no hay sitio en el convento; nacen nuevos monasterios. El abad de Boneval establece una nueva casa en la ladera de los Alpes, donde confluyen los pasos y caminos, que recibe el nombre simbólico de Estamedio y allí va nombrado como abad Pedro. Pronto corren las voces que hablan de las virtudes del joven abad por el ducado de Saboya y por el contiguo Delfinado.

Al morir el obispo de Tarantasia (Tarentaise o Tarantaise) en la provincia saboyana en cuyo territorio está afincado el monasterio-hospital de Estamedio, el clamor popular clama porque ocupe la sede el abad; parece que el papa aprueba y nombra a Pedro que sigue resistiéndose a mudar la paz del claustro por los asuntos episcopales. Hace falta que el clero y el pueblo acudan al Capítulo General de la Orden del Císter para pedir a Bernardo que le mande aceptara

Así se ha convertido Pedro en obispo de la diócesis más abandonada del mundo que parece encerrar todos los males de la época: la dureza del régimen feudal, fermentos de herejía, hurtos, simonía, flaquezas, codicias y supersticiones. No queda otro remedio que ponerse a rezar, hacer penitencia y tener comprensión que es caridad; son necesarias energía y austeridad para servir de ejemplo a los orgullosos señores y hacerse respetar por los clérigos levantiscos, perezosos y aseglarados que han conseguido fabricar unos fieles indolentes. Piensa que el régimen conventual es la llave del secreto que va a propiciar un cambio a mejor; se levanta para maitines y ya no se vuelve a acostar; su dieta son legumbres cocidas y sin condimentar, aunque las puertas del palacio episcopal están abiertas para el indigente que llama; va y viene a pie de un sitio a otro por su diócesis buscando al pecador arrepentido, consolando al que está apesadumbrados y acompañando a los menesterosos; alguna vez da a un mendigo su propia ropa para mitigar su frío, porque no tiene otra cosa que dar. Deja tras de sí un reguero de paz, incluso monta dos refugios en los abruptos pasos alpinos y encomienda su custodia a los monjes de Estamedio para que sirvieran de abrigo a peregrinos y caminantes.

El fiel cumplimiento de su ministerio episcopal llevado con sacrificio continuado da el normal resultado con la gracia de Dios. El éxito en lo humano es tan grande que tiene miedo de dejarse prender en las redes de la soberbia y toma una decisión espectacular por lo infrecuente. De noche y a escondidas desaparece del palacio episcopal, pasa a Alemania y pide un sitio en una abadía de la Orden como un simple hermano converso, empezando a cargar con los oficios más sencillos y penosos de la casa. Sólo con el paso del tiempo se conoció la verdadera personalidad del famoso y misteriosamente desaparecido obispo de Tarantasia cuya historia llevaban los soldados, mercaderes y juglares por Europa, al ser descubierto por un joven tarantasiano que allí pidió albergue.

Cuando se reincorpora a la sede aún vacante de Tarantasia, interviene en la solución de las tensiones entre los monarcas de Francia e Inglaterra enfrentados por ambiciones personales y por el cisma provocado por el emperador Federico de Alemania a la muerte del papa Adriano IV, queriendo mantener al antipapa Víctor frente al legítimo papa, Alejandro III.

Murió en el 1174, cuando regresaba de una delicada misión encomendada por el papa, como legado suyo, en Francia, Saboya, Lorena e Italia. Enfermó gravemente en la aldea cercana al monasterio cisterciense de Bellvaux. Muy poco tiempo después, en el año 1191, el papa Celestino III lo canonizó.

San Pedro de Tarantasia, abad y obispo
fecha: 14 de septiembre
fecha en el calendario anterior: 8 de mayo
†: 1174 - país: Francia
canonización: C: Celestino III 1191
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En el monasterio de Bellevaux, en la región de Besançon, en Francia, tránsito de san Pedro, obispo, que, siendo abad cisterciense, fue promovido a la sede de Tarantasia, rigiéndola con fervorosa diligencia y esforzado fomento de la concordia entre los pueblos.
refieren a este santo: San Juan de Valence
San Pedro de Tarentaise, una de las glorias de la orden cisterciense, nació cerca de Vienne, en la provincia francesa del Delfinado. Desde joven, dio pruebas de una memoria extraordinaria y de gran inclinación a los estudios religiosos y, a los veinte años, entró en la abadía de Bonnevaux. Con gran celo, abrazó la austeridad de la regla y edificó a cuantos le trataron, por su caridad, humildad y modestia. Al cabo de algún tiempo, su padre y sus dos hermanos ingresaron también en Bonnevaux, en tanto que su madre y su única hermana tomaron el hábito en un convento cisterciense de los alrededores. Además de esos miembros de la humilde familia de san Pedro, muchos nobles abrazaron también la vida religiosa en Bonnevaux, movidos por el ejemplo del santo. Todavía no cumplía éste los treinta años, cuando fue elegido superior del nuevo convento de Tamié, en las solitarias montañas de Tarentaise. Dicho convento quedaba sobre la principal ruta que unía entonces la Saboya con Ginebra, de suerte que los monjes podían prestar inapreciables servicios a los viajeros. Con la ayuda de Amadeo III, conde de Saboya, que le tenía en gran estima, el santo fundó un hospital para los enfermos y forasteros, en el que asistía personalmente a sus huéspedes.
En 1142, san Pedro fue elegido arzobispo de Tarentaise. San Bernardo, con el capitulo general de su orden, le obligó a aceptar el cargo, muy contra su voluntad. El nuevo arzobispo encontró su arquidiócesis en un estado lamentable, debido principalmente a los excesos de su predecesor, que había sido depuesto. Las parroquias se hallaban en manos de los laicos, no se atendía a los pobres, y el clero, en vez de oponer un dique a la injusticia, la promovía más con su mal ejemplo. San Pedro sustituyó a los sacerdotes de la catedral, que eran indisciplinados y negligentes, por los canónigos regulares de San Agustín y el Capítulo empezó muy pronto a dar ejemplo de regularidad. San Pedro visitaba constantemente su diócesis, recuperó las propiedades confiscadas, destinó a los mejores sacerdotes a las parroquias, fundó instituciones para la educación de la juventud y el socorro de los pobres y promovió la celebración de los divinos oficios en todas las iglesias. El autor de su biografía, que le acompañó en todos sus viajes de aquella época, da testimonio de las numerosas curaciones que obró el santo y de las multiplicaciones de pan que realizó en los períodos de carestía.
Molesto al verse honrado por sus milagros y deseoso de volver a la soledad del monasterio, san Pedro empezó a pensar en el claustro; en 1155, después de trece años de gobierno de su diócesis, desapareció sin dejar huellas. En realidad se había retirado a una lejana abadía cisterciense de Suiza, donde los monjes no le conocían y le aceptaron como hermano lego. El pueblo de Tarentaise se afligió mucho al saber la noticia de la desaparición de su arzobispo y le buscó en los monasterios de las provincias vecinas, pero no logró descubrirle sino hasta un año más tarde. Cuando los superiores de san Pedro supieron quién era, le obligaron a volver a su sede, donde el pueblo le recibió jubilosamente. El santo desempeñó su oficio con mayor celo que nunca. Su primera preocupación eran los pobres; en dos ocasiones regaló su hábito, en lo más crudo del invierno, con riesgo de su vida. Reconstruyó el albergue del «Pequeño San Bernardo» y construyó otros albergues en los Alpes. También instituyó la costumbre, que se conservó hasta poco después de la Revolución Francesa, de distribuir gratuitamente pan y sopa en los meses anteriores a la cosecha, cuando la comida escaseaba en su abrupta diócesis. El pueblo bautizó esta costumbre con el nombre de «el pan de mayo».
San Pedro conservó siempre el hábito cisterciense y vivió con la austeridad de un monje; pero suplía el trabajo manual con el desempeño de las funciones espirituales de su oficio. Él, que era un hombre de paz, poseía un don singular para reconciliar a los más implacables enemigos, de suerte que en más de una ocasión logró evitar el derramamiento de sangre. Pero, sobre todo, consagró sus esfuerzos políticos a apoyar al legítimo papa, Alejandro III, contra el antipapa Víctor, al que sostenía, a su vez, Federico Barbarroja. En una época, el arzobispo de Tarentaise fue prácticamente el único súbdito del emperador que se atrevió a oponerse abiertamente al antipapa, pero pronto se le unió toda la Orden del Císter. En defensa de los derechos del papa legítimo, Pedro predicó en las provincias francesas de Alsacia, Lorena, Borgoña y en muchas regiones de Italia. A la elocuencia de su palabra, se añadía el prestigio de sus milagros. El santo habló también, valientemente, en varios sínodos y en la misma presencia del emperador. Este último admiraba tanto su santidad y su valor, que le permitió expresarse con una libertad que no habría soportado en ningún otro.
Dios no quiso que el santo muriese en su diócesis. Su fama de hábil pacificador movió a Alejandro III a enviarle para tratar de negociar la reconciliación entre Luis VII de Francia y Enrique II de Inglaterra. Aunque era ya bastante anciano, el santo partió al punto y predicó durante todo el viaje. Cerca de Chaumont de Vexin, donde se hallaba instalada la corte, se entrevistó con Luis VII y con el rebelde heredero al trono de Inglaterra, el príncipe Enrique. Este último descendió del caballo para recibir la bendición de San Pedro y pidió respetuosamente permiso de besar la vieja capa del arzobispo. El rey de Inglaterra, que le recibió en Chaumont y en Gisors, le prodigó toda clase de honores. Sin embargo, la paz no se hizo sino hasta después de la muerte del santo. Cuando volvía a su diócesis, san Pedro cayó enfermo cerca de Besançon, y murió cuando le transportaban a la abadía de Bellevaux. Su canonización tuvo lugar en 1191.






La Virgen de Luján o Nuestra Señora de Luján, es una de las advocaciones con la que se venera la figura de la Virgen Maríaen el catolicismo. Se la considera patrona de ArgentinaParaguay, y Uruguay.Nota 1
La imagen original es pequeña y sencilla, de solo 38 cm de altura, realizada en arcilla cocida y representativa de la Inmaculada Concepción. Los hechos que se sucedieron en torno a ella y que determinaron su permanencia en las cercanías del río Luján en el siglo XVII fueron interpretados como providenciales por lo fieles católicos. Desde las primeras marchas obreras hacia la basílica de Nuestra Señora de Luján a fines del siglo XIX, hasta las multitudinarias peregrinaciones anuales en el presente, que han superado largamente el millón de personas,1​ Nuestra Señora de Luján se ha convertido en una imagen emblemática, que convoca las mayores manifestaciones de fe de la Argentina. Hoy se la considera uno de los símbolos de la cultura de ese país.

Nuestra Señora de Luján
Virgen de Luján-Réplica.JPG
Reproducción de Nuestra Señora de Luján
Venerada enIglesia católica
TemploBasílica de Nuestra Señora de Luján
Festividad8 de mayo
Patrona deFlag of Argentina.svg Argentina
Flag of Uruguay.svg Uruguay
Flag of Paraguay.svg Paraguay

XXXII Congreso Eucarístico Internacional
Rutas argentinas (1944), Policía Federal Argentina (1946), Ferrocarriles Argentinos (1948). También del ex-Consejo Nacional de Educación (Argentina).
Fecha de la imagen1630
(Anónimo)
EstiloArcilla cocida






Historia[editar]

Encargo y viaje[editar]

El origen de la advocación se remonta a 1630. Antonio Farías Sáa, un hacendado portugués radicado en Sumampa (actual provincia de Santiago del EsteroArgentina), quiso erigir en su estancia una capilla en honor de la Virgen. Solicitó a un compatriota suyo, residente en Brasil, el envío de una imagen de la Inmaculada Concepción de María. Para una mejor elección, su amigo le envió dos imágenes. En el mes de mayo de 1630, las imágenes de la Virgen llegaron al puerto de Buenos Aires procedentes de San Pablo y, acondicionadas en sendos cajones, fueron colocadas en una carreta.
Luego de tres días de viaje, la caravana a la cual se incorporó la carreta hizo un alto a 5 leguas de la actual ciudad de Luján, en el paraje de Zelaya, para pernoctar en la Estancia de Rosendo de Trigueros.
Al día siguiente, ya dispuestos a continuar la marcha, los bueyes no consiguieron mover la carreta. Después de intentos fallidos, bajaron uno de los cajones y los bueyes iniciaron la marcha sin dificultad. Intrigados por el contenido del cajón, encontraron al abrirlo una imagen pequeña (38 cm de altura) de arcilla cocida que representaba la Inmaculada Concepción. Los creyentes interpretaron el hecho como providencial, y entregaron la imagen para su custodia a don Rosendo de Trigueros, el dueño de la casa ubicada en la actual localidad de Zelaya, del partido del Pilar, a 50 km del actual emplazamiento del santuario. La segunda imagen, que representaba a María con el niño en sus brazos, llegó a destino, y en 1670 se le construyó un santuario donde se la veneró bajo la advocación de Nuestra Señora de la Consolación de Sumampa.

Construcción de una ermita y traslado posterior[editar]

Entrada a la ermita que constituyó la primera morada de la imagen de la Virgen, más conocida como «El lugar del milagro». Hoy es un punto turístico de la localidad de Zelaya y del partido del Pilar.
Enterados del hecho en Buenos Aires, muchos vecinos acudieron a venerar la imagen y, al crecer la concurrencia, don Rosendo le hizo construir una ermita donde permaneció desde 1630 hasta 1674.
De hecho hoy existe en aquel emplazamiento, conocido como Lugar del milagro, un convento y una pequeña capilla de adobe y piso de tierra -que puede visitarse- que recuerda a aquella ermita que se erigiera como primer santuario.
Se la llamó la Virgen Estanciera y la Patroncita Morena. Manuel era un pequeño esclavo que venía con la caravana y fue testigo de lo sucedido; viendo su patrón el amor que demostraba a la Virgen, lo destinó al exclusivo cuidado de la imagen, lo que hizo hasta su muerte. Se encargaba del orden en la ermita y de los vestidos de la Virgen, dirigiendo los rezos de los peregrinos. Al fallecer don Rosendo, su estancia quedó abandonada, pero Manuel continuó, con constancia, el servicio que se había impuesto.
Muy preocupada con la «soledad de la Virgen» en ese paraje que hoy es Zelaya, la señora Ana de Matos, viuda del capitán español Marcos de Sequeira y propietaria de una estancia muy bien defendida ubicada sobre la margen derecha del río Luján, no viendo ningún interés por parte de las autoridades civiles y eclesiásticas, le solicitó al administrador de la estancia del fallecido don Rosendo la cesión de la imagen de la Virgen de Luján. Ella le aseguró el cuidado y la construcción de una capilla «digna y cómoda», facilitando la estadía de los peregrinos. Juan de Oramas, el apoderado, aceptó la oferta y doña Ana de Matos le pagó por la cesión de la imagen.
Feliz de haber logrado su propósito, la instaló en su oratorio, pero a la mañana siguiente, cuando se dirigió ahí para rezar, descubrió con asombro y angustia que la Virgen no estaba en su altar. Al buscarla se la encontró en el «Lugar del Milagro».
Se creyó en un principio que era el propio Manuel - a quien no habían permitido en un principio acompañar a la Virgen - quien llevaba a la «Patroncita Morena» a su antigua morada. Hasta se lo llegó a estaquear en el piso para que no hurtara la imagen. Sin embargo la imagen seguía «volviendo» a su primer lugar.
Fileteado porteño realizado por Edgardo Morales (2001), que muestra en el centro a la Virgen de Luján. Centro Cultural Marcó del Pont, en el barrio de Floresciudad de Buenos Aires.
Ello ocurrió varias veces hasta que enterado del hecho, considerado milagroso por los católicos, el obispo de Buenos Aires fray Cristóbal de Mancha y Velazco, y el gobernador del Río de la Plata, don José Martínez de Salazar, organizaron el traslado de la imagen, acompañada por doña Ana y Manuel.
En 1886, el padre Salvaire presentó al papa León XIII la petición del episcopado y de los fieles del Río de la Plata para la coronación de la Virgen. León XIII bendijo la corona y le otorgó Oficio y Misa propios para su festividad, que quedó establecida en el sábado anterior al IV domingo después de Pascua. La coronación se realizó en mayo de 1887.

Nuestra Señora de Luján en la Historia argentina[editar]

El primer santuario dedicado a Nuestra Señora de Luján se inauguró el 8 de diciembre de 1763 y en él hicieron profesión de fe y se encomendaron buena parte de los próceres argentinos durante la época de la emancipación: Manuel BelgranoJosé de San MartínCornelio SaavedraDomingo FrenchNicolás de la QuintanaJosé RondeauJuan Martín de PueyrredónRamón BalcarceMartín RodríguezEstanislao SolerManuel Dorrego, y otros líderes y caudillos de la independencia le tributaron el homenaje de su reconocimiento.345
Al dirigirse al Paraguay al mando de una expedición, Manuel Belgrano se detuvo en Luján varios días, mandó celebrar una misa cantada el 27 de septiembre de 1810 e hizo varias visitas a Nuestra Señora en el camarín.6
Además de rendirle homenaje por su participación en la gesta de la independencia, Belgrano era recordado con especial afecto por haber residido en Luján durante 1814 y haber consagrado trofeos de guerra a la Virgen de la villa. Entre ellos se cuentan las dos banderas de división realistas arrebatadas por el Ejército del Norte al ejército del general Pío Tristán en la Batalla de Salta, y que Belgrano destinó a Nuestra Señora de Luján en acción de gracias por su protección.67
Por la patria al señor presidente y demás señores del I. C. J. y R. de la villa de Luján / General del Ejército Auxiliador del Perú/
...
Remito a V. S. dos banderas de división, que en la acción del 20 de febrero se arrancaron de la mano del enemigo, a fin de que sirva presentarlas a los pies de Nuestra Señora, a nombre del ejército de mi mando en el templo de ésa, para que se haga notorio el reconocimiento que mis hermanos de armas y yo estamos a los beneficios que el Todopoderoso nos ha dispensado por su mediación, y exciten con su vista la devoción de los fieles para que siga concediéndonos su gracia. Dios guarde V. S. muchos años.
Jujuy, 3 de mayo de 1813.6
Manuel Belgrano
También el coronel Domingo French fue gran devoto de la Virgen de Luján:8​ la nombró patrona de su Regimiento Nº 3 de Infantería, y le donó dos de las banderas conquistadas en el segundo sitio de Montevideo.
En 1816, luego del cruce de los Andes y de liberar al pueblo chileno, y antes de embarcarse para iniciar su campaña al Perú, el general José de San Martín visitó el Santuario de Luján para encomendarse a Nuestra Señora. En 1823, de regreso de la gesta libertadora volvió a visitar el Santuario de Luján y dedicó a la Virgen María una de sus espadas.9

Patronazgos[editar]

En 1930 se cumplieron 300 años de la llegada de la imagen a la Argentina. A principios de ese año, el obispo diocesano de La Plata y de Luján, monseñor Francisco Alberti, solicitó en nombre conjunto de los episcopados argentino, uruguayo y paraguayo al papa Pío XI, la declaración oficial de la Virgen de Luján como patrona de las tres Repúblicas.
Basílica de Nuestra Señora de Luján.
El 5 de octubre, el mismo obispo platense (en ausencia del arzobispo de Buenos Aires, monseñor Bottaro, postrado por la enfermedad), asumió la representación de todos los arzobispos y obispos de las tres naciones y proclamó (por bula de Pío XI, del 8 de setiembre de 1930) patrona de la Argentina, Uruguay y Paraguay a la Virgen de Luján.
El 15 de octubre de 1934, el cardenal Eugenio Pacelli (futuro papa Pío XII) declaró a «Nuestra Señora de Luján» patrona oficial del XXXII Congreso Eucarístico Internacional.
En 1944 fue declarada patrona de las rutas argentinas y en 1948 de los Ferrocarriles Argentinos, en cuyas estaciones se multiplicaron las imágenes entronizadas de la Virgen. El 3 de junio de 1946 fue declarada patrona de la Policía Federal Argentina. También era patrona del ex-Consejo Nacional de Educación (Argentina).10

Su basílica[editar]

El Santuario de Luján es de estilo neogótico ojival del siglo XIX. Está construido en piedra labrada y cuenta con dos torres de más de 100 m de altura. El 8 de diciembre de 1930, el Papa Pío XI, le otorgó oficialmente el título de Basílica.

Festividad[editar]

Su festividad se celebra el 8 de mayo. Ya que se trata de una imagen de la Inmaculada Concepción, también se celebra el 8 de diciembre.

Peregrinaciones[editar]

Primera peregrinación al santuario de Luján, en 1893
Fue el padre Federico Grote, fundador de los Círculos Católicos de Obreros, el primero en organizar peregrinaciones al Santuario de Nuestra Señora de Luján. En la primera peregrinación, realizada el 29 de octubre de 1893, fue acompañado por unos 400 hombres con banderas argentinas quienes prometieron concurrir todos los años a pedir a la Virgen protección para la obra. Tres años después, los peregrinos sumaban 3 000. Esta peregrinación se ha realizado ininterrumpidamente hasta nuestros días.11
En el día de la festividad de Nuestra Señora de Luján, el día 8 de mayo, miles de fieles se reúnen en la Basílica de Luján en su honor. Es la fiesta patronal del partido de Luján, razón por la cual se realizan numerosos festejos además de recibirse gran cantidad de peregrinos.
Cada 8 de diciembre, día en que se celebra la solemnidad de la Inmaculada Concepción, convergen en Luján peregrinaciones masivas provenientes de la ciudad de Buenos Aires y localidades de la zona, destacándose la Peregrinación náutica que se efectúa en el río Luján, con la imagen de la Virgen a bordo de una embarcación.
La Peregrinación Juvenil a Pie a Luján es la mayor manifestación de fe popular en la Argentina.
Pero es la llamada Peregrinación Juvenil a Pie a Luján la más famosa de las peregrinaciones al santuario donde se encuentra la imagen.12​ La primera peregrinación juvenil se realizó en octubre de 1975. A ella concurrieron alrededor de 30 000 jóvenes. Desde entonces, la participación fue en aumento hasta situarse en más de un 1 000 000, para así convertirse en la mayor manifestación anual de fe de la Argentina.13​ Esta peregrinación se efectúa el primer fin de semana de octubre de cada año, bajo un lema diferente,14​ y la marcha a pie se extiende desde el santuario de San Cayetano en Liniers, ciudad de Buenos Aires, y luego Avenida Rivadavia y Ruta Provincial 7, hasta la basílica de Luján en la ciudad homónima.
En octubre de 2013, durante el primer año del pontificado de Francisco, se duplicó la cantidad de peregrinos: más de 2 000 000 de fieles participaron de la peregrinación a la basílica.

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