Castillos de la provincia de Zaragoza
El castillo de Mequinenza es un palacio-castillo intacto en lo alto de una colina, ubicado en la localidad homónima de Aragón (España). Fue construido por los Montcada, señores de la baronía de Mequinenza. Data de los siglos XIV y XV, aunque en 1959 el reformó considerablemente el arquitecto Adolf Florensa.
El palacio es de forma cuadrada irregular, con siete torres rectangulares salvo una, que es pentagonal. Dos de las torres guardan la entrada, que es semicircular, con un escudo arriba.
Actualmente no pertenece al ayuntamiento y solo es visitable los martes llamando al ayuntamiento. El castillo es de la Fundación Endesa.
Mequinenza, población de origen musulmán, está situada en las proximidades de la desembocadura de los ríos Cinca y Segre en el Ebro, y por tanto en una de las zonas más estratégicas de Aragón.
De la presencia bereber de la tribu de los Miknasa a principios del siglo VIII solo ha quedado como testimonio la ubicación y el nombre del castillo, al haber sido inundado el pueblo antiguo con la construcción de un embalse.
La fortificación, en lo alto de un escarpe sobre el Ebro, domina las comunicaciones y toda la vega, en un lugar privilegiado para la defensa. Este emplazamiento determinó la construcción de lo que el cronista y geógrafo Al-Idrisi denominó «pequeña fortaleza robusta» en la frontera de Al-Ándalus.
El Castillo de Miranda es una fortaleza medieval española situada en el extremo Sudeste del cabezo de Miranda, a unos 4 km desde Juslibol (al Norte de Zaragoza). El entorno en el que se encuentra el castillo es muy singular, ya que el escarpe, sus lomas de yesos, cortados y vales constituyen uno de los elementos más destacables del paisaje zaragozano, siendo el eje vertebrador del mismo el río Ebro. Este entorno supone una barrera natural entre dos paisajes completamente diferentes: por un lado el Ebro y los sotos fluviales, y por otro lado la estepa desértica. El castillo de Miranda se construyó en una ubicación de enorme valor estratégico, aprovechando las características que el escarpe le brindaba: control sobre gran parte de la vega del Ebro a su paso por Zaragoza y protección frente a las frecuentes riadas e inundaciones, que con los siglos han ido moldeando el valle.1
Es la más elaborada de las fortalezas menores que se conservan en las cercanías de Zaragoza.
Las demás fortificaciones del escarpe zaragozano (Juslibol, Alfocea, Sobradiel, El Castellar, Santa Inés y Pola) también se construyeron aprovechando estas características, situándose en puntos críticos desde el punto de vista militar (como barrancos, vados en el río etc.). Estas son fortalezas que deben ser estudiadas como partes de una línea defensiva que llegó a abarcar más de 20 Km. a lo largo del escarpe, establecida en el contexto de laReconquista del valle del Ebro (siglos XI y XII).
Historia
Orígenes
El primer asentamiento conocido en el Cabezo de Miranda consistió en el centro urbano de una pequeña comunidad de la I Edad del Hierro, según reveló el hallazgo de cerámicas pulidas, con perfiles característicos. Sobre este primer poblado se encontraron también los restos de otras ocupaciones de características ibéricas, según pareció confirmar el hallazgo de cerámicas a torno rápido decoradas con bandas marrones, y algunas monedas de bronce con letreros ibéricos. Las excavaciones que tuvieron lugar en 1971 revelaron la existencia de murallas de cuatro metros de espesor construidas en sillarejo, y una ordenación urbanística moderna que en total cubre unos 6.000 m². Se piensa que pudo ser uno de los poblados que componían el complejo de la civitas Salluiensis, la antigua Salduie de los sedetanos.2
El poblado, que delimitaba la frontera entre sedetanos y vascones, llegó por lo menos hasta tiempos de César Augusto, ya que se halló también terra sigillata en abundancia, así como los restos de un edificio basilical de corte clásico. El poblado, desaparecido su valor estratégico, debió ser abandonado ante la creciente competencia de Caesaraugusta.3
Edad Media
Pudo volver a ser habitado por los musulmanes en la Alta Edad Media. De ser así, los musulmanes debieron ser los constructores de un primer castillo en el cabezo, que más tarde, tras las campañas de Pedro I de Aragón entre los siglos XI y XII, los cristianos fortificarían como parte de le estrategia de reconquista del valle del Ebro y Saraqusta (actual Zaragoza). También se baraja la posibilidad de que la antigua basílica hubiese funcionado como mezquita rural durante este tiempo.4
A unos pocos kilómetros hacia el Este del Cabezo de Miranda existía un lugar conocido por los musulmanes como Mezi Meeger, situado directamente al Norte de Saraqusta. Pedro I conquistó esta zona en 1101 y cambió su nombre por el actual: Juslibol, que derivaba del grito de guerra de los cruzados "Deus lo vol" (Dios lo quiere). De esta época datan los restos de la fortaleza situada en lo alto de Juslibol conocida popularmente como Picote de San Martín, también de construcción musulmana y fortificada por los cristianos. De esta forma se constituyó una línea defensiva que abarcaría desde el Castillo de Pola (Remolinos) hasta el castillo de Juslibol. En este contexto Miranda se constituyó como una fortaleza de carácter ofensivo, ya que, junto con El Castellar y Juslibol, supondría uno de los principales focos desde los cuales se coordinaría la arremetida contra Saraqusta.
Saraqusta fue tomada el 18 de diciembre de 1118 por Alfonso I El Batallador, quien en 1134 entregó la población de Miranda a los Garcés, y más tarde, en 1160 pasó al entonces obispado de Zaragoza por donación de Ramón Berenguer IV. Podría decirse que el castillo de Miranda, desaparecido su valor militar, se convirtió en una fortaleza de carácter señorial. En el siglo XIII Miranda alcanzó su máximo apogeo, ya que llegó a disponer de parroquia y una antigua basílica romana convertida en iglesia. Volvió a manos de la corona, hasta que en 1323 Jaime II lo vendió al arzobispado de Zaragoza. A partir de entonces desaparece toda documentación sobre el pueblo y el castillo, lo que parece indicar que se produjo de nuevo su abandono, probablemente determinado por los cambios demográficos debidos en gran parte a la peste negra (antes de 1495 en todo caso, ya que en este año se realizó un importante censo en Aragón).
Siglos posteriores
En un momento indeterminado el castillo se convirtió en ermita ("Ermita de la Virgen de Miranda", según consta en el Diccionario de Madoz), agregada a la parroquia de Juslibol. Esta ermita siguió en uso hasta mediados del siglo XIX.5 Desde entonces el castillo ha estado abandonado.
Actualmente
Lo que más ha deteriorado el castillo en los últimos tiempos ha sido el expolio y el vandalismo de las ruinas. Desde los años 70 se encuentra en los límites del campo de maniobras de San Gregorio, llegando a constituir una zona de prácticas militares y pruebas de tiro.
El castillo de Miranda es actualmente otro caso más de patrimonio histórico aragonés en peligro.
Debido a su cercanía al espacio natural del Galacho de Juslibol las ruinas del castillo de Miranda han adquirido cierto atractivo por su localización y las vistas que ofrecen del entorno.6
Descripción de la fortaleza
Está protegido en la parte Noroeste por un foso artificial de hasta 15 m de anchura y más de 10 de profundidad en algunos puntos. El lado suroeste de la colina se modificó eliminando una parte de la misma, formando un escarpe a modo de zócalo que aumentaba en varios metros la verticalidad del muro. La fortaleza, de planta irregular y adaptada a las condiciones del terreno, dispone de un camino de acceso por la cara Noreste defendido por una torre albarrana maciza de planta rectangular, muy inclinada (y con peligro de desplome) construida como todo el conjunto con encofrado de mortero de yeso y piedras irregulares (se observa un refuerzo de ladrillo en la base, probablemente de cuando el castillo funcionó como ermita).
La puerta, muy desfigurada, aparece delante del foso, en la esquina Norte, y da acceso a un camino que asciende en zig-zag hasta la parte superior, dividida artificialmente en dos niveles:
La parte inferior, en la que se construyó un pabellón de planta rectangular que pudo tener varios pisos, reforzado con pilastras, y la torre principal, separada del anterior por un estrecho corredor que lleva al nivel superior de la fortaleza. En el nivel inferior de la torre principal estuvo la puerta de la ermita, orientada al Norte, y en el muro suroriental se dispuso una hornacina. Actualmente la torre presenta los restos de un tejado a dos aguas, en su momento recubierto de tejas que hoy aparecen diseminadas por el suelo. También parece haber aspilleras que han sido completamente tapiadas.
La parte superior, a la que se llega por el corredor. Está ocupada por el aljibe, actualmente lleno de tierra, además de un espacio abierto a modo de patio de armas o terraza con excelentes vistas a la vega del Ebro. La muralla que delimita la terraza ha perdido su altura, pero su trazado está bien conservado y todavía quedan vestigios de un contrafuerte en el lado Sur. La torre principal, que ha perdido casi la mitad del perímetro rectangular (probablemente destruida por intervención directa del Ejército para facilitar la vigilancia de las ruinas), tuvo en su momento dos plantas separadas por una bóveda de cañón de ladrillo parcialmente conservada (que actualmente se está desprendiendo). En el lado Este del segundo piso la torre dispone de una abertura elevada compuesta por un arco ojival de gran tamaño, que en el pasado funcionó como campanario de la ermita. Al parecer, la campana fue perdida durante la década de los 60, probablemente por expolio. A este segundo piso se accedía por una puerta en el muro Suroeste provista de arco ligeramente apuntado de finas dovelas de alabastro labrado, que conserva un remate muy alterado con dos hastiales en los lados cortos preparados para un tejado de dos aguas. Esta torre, probablemente bajomedieval, se elevó a base de tableros de encofrado de 0'80 x 1'20 m, sin agujeros pasantes para los gatos de las hormas. En el extremo más oriental del castillo, a modo de espolón al borde del precipicio, se hallan los restos de una estructura que debió perderse al ceder el escarpe hace mucho tiempo.
En la ladera del cerro, al pie del castillo, se construyó una cámara subterránea de grandes dimensiones excavada en la roca (alcanza casi 5 metros de altura). En las últimas décadas se han acumulado escombros y tierra en el interior de la estancia, elevando el suelo unos 2 metros respecto al suelo original, sepultando el arco de una puerta de la que solamente sobresale la parte superior y obstruyendo por completo el acceso que lleva a la salida de escape al río, que todavía puede verse y que todavía era transitable hasta la década de los 60. Actualmente los recintos subterráneos del castillo se hallan extremadamente deteriorados y vandalizados (pintadas, basura, suciedad, etc.), al igual que el resto del castillo.
El castillo de Miranda en Juslibol ocupa el extremo Sudeste del cabezo de Miranda, situado a unos 4 km del casco urbano siguiendo el escarpe. Está protegido en la parte Noroeste por un foso artificial de hasta 15 m de anchura y más de 10 de profundidad en algunos puntos. La fortaleza, de planta irregular y adaptada a las condiciones del terreno, dispone de un camino de acceso por la cara Noreste defendido por una torre albarrana maciza de planta rectangular, muy inclinada (y con peligro de desplome) construida como todo el conjunto con encofrado de mortero de yeso y piedras irregulares (se observa una gran parte en la base reforzada con ladrillos, probablemente de cuando el castillo funcionó como en ermita).
La puerta, muy desfigurada, aparece delante del foso, en la esquina Norte, y da acceso a un camino que asciende en zig-zag hasta la parte superior, dividida artificialmente en dos niveles:
- La planta inferior, en la que se construyó un pabellón de planta rectangular y la torre principal, separada del anterior por un estrecho corredor que da acceso al punto culminante, ocupado por la base de una torre de homenaje de hormigón de cal y piedras, además de un espacio abierto a modo de patio o terraza con excelentes vistas a la vega del Ebro. La torre mayor, que ha perdido casi la mitad del perímetro rectangular, tuvo en su momento dos plantas, separadas por una bóveda de cañón de ladrillo parcialmente conservada (que actualmente se está desprendiendo por el abandono). En la inferior tuvo la puerta principal, orientada al Norte, y en el muro suroriental se dispuso una hornacina.
- La planta superior, a la que se accedía por una puerta en el muro Suroeste provista de arco ligeramente apuntado de finas dovelas de alabastro labrado, conserva un remate muy alterado con dos hastiales en los lados cortos preparados para un tejado de dos aguas, seguramente desde que el castillo se convirtió en ermita. Esta torre, que parece bajomedieval, se elevó a base de tableros de encofrado de 0.80 x 1.20 m, sin agujeros pasantes para los gatos de las hormas. (Extraído a partir de estudios del Grupo de investigación URBS)
En la ladera del cerro, al pie del castillo se construyó una bodega de grandes dimensiones (casi 4.5 metros de altura) excavada en la roca con una bóveda de cañón. Puesto que existe una gran cantidad de sedimentos en el interior de esta bodega, el suelo se ha elevado casi dos metros, y existen posibilidades de que esta sala tenga más accesos sepultados que conduzcan a alguna dependencia desconocida del castillo (de hecho, la parte superior de un arco sepultado es visible a la derecha desde la entrada, y hacia el final de la sala todo el suelo experimenta un hundimiento de un metro o más). En este caso hay que tener en cuenta que también existe lo que parece ser otra entrada al nivel del río (también llena de sedimentos de yeso y arena) que conduce desde la base del escarpe hacia el interior del cabezo con una gran pendiente, habiendo sido construido seguramente para ser una galería de escape del castillo.
El Castillo de Ruesta es una edificación del siglo XI, que fue concebida como uno de los cuatro enclaves defensivos de Aragón, España. Está ubicada en la localidad de Ruesta en la provincia de Zaragoza.
Historia
Con la expansión territorial hacia oriente de los reyes de Navarra desde el año 850 y para poder defender el territorio que habían dominado, decidieron construir un castillo en esa posición estratégica. Ya entre 905 y 925 apareció como sede de tenencia real, en la defensa de las zonas de Yesa y Arrés.
Entre 996 y 999 el castillo fue destruido por Almanzor en su campaña por la reconquista de territorios. Almanzor realizó su última incursión en las fronteras orientales en 999 donde, tras pasar por Pamplona,1 se dirigió al este y arrasó Manresa y el Pla de Bages.2 3 En abril había atacado el condado de Pallars,1 regido por el hermano de la viuda del conde castellano García Sánchez.4 Se estima que pudo ser el intento del rey navarro y de los condes catalanes de dejar de pagar tributo a Córdoba, aprovechando que Almanzor se hallaba enfrascado en el aplastamiento de Ziri ibn Atiyya, lo que desencadenó los ataques contra esta región.3
Posteriormente, entre los años 1016 y 1018, Sancho Garcés III de Pamplona reconstruyó el Castillo y, a su muerte, fue concedido a su sucesor en el trono navarro. En 1056 el rey de Navarra, Sancho Garcés IV de Pamplona, concedió a su tío Ramiro I de Aragón, la ciudad de Ruesta. En 1294, aparece la comunidad hebrea custodiando y administrando el castillo y el horno. En 1381 el rey Pedro IV de Aragón vendió a Pedro Jordán de Urriés, señor de Ayerbe y de Sigüés, los castillos y lugares de Ruesta, Artieda, Pintano y Osia. La venta de los lugares y castillos de Ruesta fue revocada temporalmente en 1385.5
Estructura
El Castillo de Ruesta era un recinto de planta rectangular, de unos 45 por 20 metros. Se conservan dos torreones de diferentes tamaños. La torre del homenaje, que es la más alta y robusta se conserva parcialmente, le falta la parte superior y el resto está en ruinas. Posiblemente la torre mediría unos 25 metros de alto y tendría cuatro plantas. Se conserva lo que fue la puerta de acceso a la torre.
La segunda torre es más pequeña y posiblemente también de planta rectangular. Las dos torres se encuentran unidas por un muro y conservan parte de sus remates almenados.
La fortificación de Ruesta tiene sus orígenes en el siglo X, cuando los musulmanes construyeron un castillo, que abandonaron muy pronto. En el año 915 Sancho III de Navarra hizo edificar en la zona el monasterio de San Juan de la Ruesta y entre los años 1016 y 1018 reconstruye el castillo. Posteriormente, en 1050 pasó a manos aragonesas.
Lo que más destaca es la altura de sus torres. La del homenaje llega hasta los veinticinco metros. A ambos lados de esta se levantaban dos torres de menor altura, de las cuales sólo nos ha llegado la del lado derecho. De la del lado izquierdo sólo quedan los cimientos. Se cree que podrían existir dos torres más en el lado norte de la fortificación
La torre del homenaje tenía cuatro plantas y el acceso a ella se realizaba a través de una puerta situada en el muro oeste a la altura del primer piso. A su lado se encuentra una puerta que comunicaba con el camino de ronda.
Como el resto de la población, el castillo se encuentra en estado de total ruina, lo que hace que sea peligroso acercarse a él. Es por este motivo que no tengo más imágenes del castillo.
La iglesia que hay dentro el casco urbano, es de factura posterior, pero en el término municipal de Ruesta podemos encontrar dos interesantes templos románicos: la iglesia de Santiago y la de San Juan.
En la actualidad la Confederación General de Trabajadores está recuperando el casco urbano de Ruesta , abandonado desde 1959, donde se ha construido un albergue y un centro de interpretación del entorno.
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