domingo, 22 de noviembre de 2015

SANTOS POR SIGLOS

Santos del siglo I

Prosdócimo fue un santo católico del siglo I. Según la tradición, fue el primer obispo de Padua, ciudad de la que es patrón junto a san Antonio, santa Justina y san Daniel. La festividad de san Prosdócimo es el 7 de noviembre.
Se supone que llegó a la península itálica acompañando a san Pedro.1 Se dedicó a evangelizar y a bautizar, entre otras personas, a santa Justina. Primer obispo de Padua, tuvo como diácono y colaborador a san Daniel. Las reliquias de Prosdócimo se veneran en la Basílica de Santa Justina de Padua. En su capilla se expone el testimonio iconográfico más antiguo del santo: un relieve en mármol del siglo VI.2

Iconografía

Los artistas más importantes que representaron a san Prosdócimo fueron Donatello, quien realizó su escultura de bronce para el altar mayor de la Basílica de San Antonio de Padua (1446-1453), y el pintor Andrea Mantegna, quien lo representó en su Políptico de San Lucas (1453-4, Pinacoteca de BreraMilán). En ambos casos, Prosdócimo aparece con el aguamanil bautismal y las vestiduras episcopales que le caracterizan.

Andrea Mantegna 018.jpg

Viene honrado por la tradición como el primer obispo de Padua, patrono de la ciudad véneta, y también, en opinión de varios académicos, probablemente responsable de la evangelización de toda la Venecia occidental. La imagen más hermosa de san Prosdocimo fue pintada precisamente por un padovano, el gran quattrocentista Andrea Mantegna, como parte del «Retablo de San Lucas», en la Basílica de Santa Justina. San Prosdocimo aparece sosteniendo la vasija del agua bautismal, símbolo de su incansable labor evangelizadora.
Enviado, según la tradición, por el propio san Pedro, Prosdócimo haría en Padua maravillas y milagros. Después de su muerte, se encuentra titulada, fuera de los muros de Padua, una «ecclesia Sancti Prosdocimi», convertida más tarde en la Basílica de Santa Justina. Fue precisamente el obispo quien, según la leyenda tradicional, convirtió a Justina, y la mujer fue capaz de perseverar en su fe cristiana, sufriendo el martirio en fecha tan temprana como la persecución de Nerón. De todos modos esta relación de san Prosdósimo con santa Justina no se considera hoy auténtica, y el Martirologio actual movió el martirio de la santa a su siglo más probable, el III/IV, con lo cual ya no tiene vinculación con san Prosdósimo. Sin embargo, como es lógico, en la iconografía aparecen juntos.
A pesar de lo temprano de su tarea evangelizadora, no se conserva recuerdo de que el santo obispo haya muerto mártir. No todos están de acuero con una datación tan temprana de la vida del santo, sino que en algunos santorales se prefiere hablar de comeinzos del siglo III.







Santiago o Jacobo el Justo (en hebreo יעקב‎, Ya'akov; en griegoIάκωβοςIákōbos, de allí Jacobo), muerto en el martirio en 62 o 69 d. C., fue una figura importante de la Edad Apostólica. Sus epítetos habituales son Santiago oJacobo, el hermano del Señor y Santiago el Justo. La mayoría está de acuerdo que no se debe confundir conSantiago, hijo de Zebedeo2 En la Biblia es llamado Jacobo o Santiago, derivación de «San Jacobo» (Sancti Iacob). La tradición católica romana generalmente sostiene que este Santiago debe ser identificado con Santiago, hijo de Alfeo, conocido como Santiago el Menor.

Identificación

En una carta pseudoepigráfica del siglo III atribuida4 a Clemente de Roma (siglo II), Santiago es llamado «obispo de obispos, que gobierna Jerusalén, la Santa Asamblea de los Hebreos, y todas las asambleas en todas partes».5 Sin embargo, como el resto de los primeros cristianos, la información sobre su vida es escasa y ambigua. En el Evangelio no canónico de Tomás, Jesús nombra a Santiago como su sucesor: «Los discípulos dijeron a Jesús: ‹Sabemos que tu te irás de nosotros. ¿Quién será nuestro líder?›. Jesús les dijo: ‹Donde ustedes se encuentren, van a ir con Santiago el Justo, por cuya causa los cielos y la tierra entraron en existencia›».6Además de un puñado de referencias en los Evangelios sinópticos, las fuentes principales de su vida son los Hechos de los Apóstoles y las Epístolas paulinasEusebio yJerónimo quienes también citan a los primeros cronistas cristianos Hegesipo y Epifanio.7 La Epístola de Santiago en el Nuevo Testamento se atribuye tradicionalmente a él, y él es el principal autor del Decreto Apostólico de Hechos 15. En las listas existentes de Hipólito de Roma,8 Doroteo de Tiro, el Chronicon Paschale y Demetrio de Rostov, él es el primero de los Setenta Apóstoles, aunque algunas fuentes, como la Enciclopedia Católica,9 establecen que «estas listas son por desgracia sin valor».
Hegesipo, en el quinto libro de sus Comentarios, escribiendo sobre Santiago, dice: «Después de los apóstoles, Santiago el hermano del Señor, de sobrenombre el Justo, fue nombrado jefe de la Iglesia en Jerusalén».10
Jerónimo considera que el término «hermanos» del Señor eran los primos de Jesús, amplificando así la doctrina de la virginidad perpetua. Además, concluye que Santiago«el hermano del Señor», (Gálatas 1:19), por lo tanto esSantiago, hijo de Alfeo, uno de los doce apóstoles de Jesús, así como Santiago, hijo de María de Cleofás.3 Fuentes contemporáneas cercanas también insisten en que Santiago también fue un «célibe perpetuo» desde el vientre, un término que según Robert Eisenman fue aplicado más tarde a su madre, María.11 De acuerdo con la Enciclopedia Católica, él no es, sin embargo, identificado con Santiago el Mayor,3 aunque esto es discutido por algunos.11
Algunos escritores como R.V. Tasker y D. Hill afirman que por lo escrito en Mateo 1:25 de que José de Nazaret: «Pero no tuvo relaciones conyugales con ella hasta que dio a luz un hijo»; significa que José y María tuvieron relaciones conyugales normales después del nacimiento de Jesús, y que Santiago, José, Judas y Simón, fueron los hijos naturales de María y José y, por lo tanto, hermanos de sangre de Jesús. Otros, como K. Beyer, señalan que la palabra griega ἕως οὗ (hasta) después de una negativa «a menudo no tiene incidencia alguna en absoluto acerca de lo que sucedió después de que el límite de 'hasta' se alcanzó».12 Por su parte, Raymond E. Brown sostiene que «el inmediato contexto favorece una falta de implicación futura aquí, para Mateo solo es preocupante subrayar la virginidad de María antes del nacimiento del niño».12 También se ha mencionado a las no nombradas «hermanas de Jesús» en los evangelios, en Marcos 6:3 y Mateo 13:55-56.

Epíteto

Eusebio registra que Clemente de Alejandría relata: «Este Santiago, a quien el pueblo de antaño llamaba el Justo debido a su virtud excepcional, fue el primero, como el registro nos dice, en ser elegido al trono episcopal de la iglesia de Jerusalén».13 14 15 16 17 El nombre también ayuda a distinguirlo de otras figuras importantes en el cristianismo primitivo del mismo nombre, como Santiago, hijo de Alfeo; Santiago, hijo de Zebedeo; Santiago el menor, hijo de una María y hermano de José (Mc 15:40); y Santiago, hermano de Judas (Judas 1:1).
Otros epítetos son «Santiago el hermano del Señor, llamado el Justo»,10 «Santiago el Justo», y «Santiago de Jerusalén».
Él a veces se denomina en el cristianismo oriental como «Santiago Adelphotheos» (en griegoIάκωβος ο Αδελφόθεος) (Santiago, el hermano de Dios). La liturgia cristiana más antigua, la Liturgia de Santiago, utiliza este epíteto.18

Fuentes del Nuevo Testamento

El Nuevo Testamento menciona a varios personajes llamados Santiago. Las epístolas paulinas, desde aproximadamente la sexta década del siglo I, tienen dos pasajes que citan a un Santiago. Los Hechos de los Apóstoles, escritos entre el 60 y el 150 d. C.,19 también describen el período antes de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C. Este cuenta con tres menciones de un Santiago. Los Evangelios, con dataciones en disputa que van desde aproximadamente el 50 hasta tan tarde como el 130 d. C., describen el período del ministerio de Jesús, alrededor del 30-33 d. C. Menciona al menos dos personas diferentes con el nombre de Santiago. El autor de la Epístola de Judas señala que él es un hermano de Santiago en el párrafo de apertura de esa epístola.

Las epístolas de Pablo

Pablo menciona el encuentro con Santiago, «el hermano del Señor» (τὸν ἀδελφὸν τοῦ κυρίου), a quien llama un «pilar» (στύλοι) en su Epístola a los gálatas:
Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días; pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Santiago el hermano del Señor. En esto que os escribo, he aquí delante de Dios que no miento. Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia, (...) Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también conmigo a Tito. (...) a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros.Pero de los que tenían reputación de ser algo (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción de personas), a mí, pues, los de reputación nada nuevo me comunicaron. Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles), y reconociendo la gracia que me había sido dada, Santiago, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión. Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer.20
Un Santiago es mencionado por Pablo en su primera epístola a los corintios, como aquel a quien Jesús se apareció después de su resurrección:
Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí.21

Hechos de los Apóstoles

Hay un Santiago mencionado en Hechos, que la Enciclopedia Católica identifica con Santiago, el hermano de Jesús: «Pero él, haciéndoles con la mano señal de que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto a Jacobo y a los hermanos. Y salió, y se fue a otro lugar».22
Santiago también es una autoridad en la iglesia primitiva en el concilio de Jerusalén (está citando Amós 9:11-12):
Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme. Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: «Después de esto volveré, y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar, para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos». Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo.23
Después de esto, solamente hay una mención más de Santiago en Hechos, su encuentro con Pablo poco antes del arresto de este: «Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con gozo. Y al día siguiente Pablo entró con nosotros a ver a Jacobo, y se hallaban reunidos todos los ancianos».(Hechos 21:17-18)

Evangelios

Los evangelios sinópticos, de manera similar a la Epístola a los Gálatas, reconoce un grupo básico de tres discípulos (Pedro, Juan y Santiago) que tienen los mismos nombres que los dados por Pablo. En la lista de los discípulos que se encuentran en los Evangelios, dos de ellos llamados Santiago son mencionados en la lista de los doce discípulos:
Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano;FelipeBartoloméTomásMateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre TadeoSimón el cananista, y Judas Iscariote, el que también le entregó.24
El Evangelio de Marcos y el Evangelio de Mateo también mencionan a un Santiago como el hermano de Jesús: «¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él».25 El Evangelio de Juan no menciona a nadie llamado Santiago, pero menciona a unos hermanos sin nombre de Jesús que estuvieron presentes con María cuando Jesús asistió a la boda de Caná (Juan 2:12), y más tarde que sus hermanos no creyeron en él (Juan 7:5).

Santiago, hijo de María

Una María también es mencionada más tarde como la madre de un Santiago, tanto en el Evangelio de Marcos y en el Evangelio de Mateo. La interpretación católica romana, en general, sostiene que este Santiago debe ser identificado con Santiago, el hijo de Alfeo y Santiago, el hermano de Jesús.3
También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé.26
Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle.27
entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.28

Otras fuentes

La Iglesia de Jerusalén

El fragmento X de Papías (escrito en el siglo II) se refiere a «Santiago el obispo y apóstol».29 Según Eusebio, la iglesia de Jerusalén escapó a Pella durante el asedio de Jerusalén por el futuro emperador Tito en el 70 y después regresó, con una nueva serie de obispos judíos hasta la revuelta de Bar Kojba en el 130. Después de la segunda destrucción de Jerusalén y la reconstrucción de la ciudad como Aelia Capitolina, los obispos posteriores eran griegos.30 Los datos de Eusebio son confirmados por el reporte del Itinerarium Burdigalense.31
Según la tradición ortodoxa, el actual sucesor de Santiago en la Iglesia de Jerusalén es el patriarca Teófilo III.

Apócrifos paleocristianos

Algunos evangelios apócrifos dan testimonio del respeto de los seguidores judíos de Jesús tenían para con Santiago. El fragmento 21 del Evangelio a los Hebreosconfirma el relato de Pablo en 1 Corintios con respecto a la aparición de Jesús resucitado a Santiago, y esto se menciona también en el Evangelio de Tomás (una de las obras incluidas en la biblioteca de Nag Hammadi) en el versículo 12; relata que los discípulos le preguntaron a Jesús: «Los discípulos dijeron a Jesús: ‹Sabemos que tu te irás de nosotros. ¿Quién será nuestro líder?›. Jesús les dijo: ‹Donde ustedes se encuentren, van a ir con Santiago el Justo, por cuya causa los cielos y la tierra han llegado a existir›».32 Epifanio (Panarion 29.4) describe a Santiago como nazareo.
El pseudoepigráfico Primer Apocalipsis de Santiago, asociado con el nombre de Santiago menciona muchos detalles, algunos de los cuales pueden reflejar tradiciones tempranas: él (Santiago) se dice que tuvo autoridad sobre los doce apóstoles y la iglesia primitiva; este trabajo añade también, un tanto desconcertante, que Santiago salió de Jerusalén y huyó a Pella antes del asedio romano de esa ciudad en 70 (Ben Witherington sugiere que lo que se quiere decir con esto es que los huesos de Santiago fueron tomados por los primeros cristianos que habían huido de Jerusalén).
El Apócrifo de Santiago, cuya única copia se encuentra en la biblioteca de Nag Hammadi y que pudo haber sido escrito en Egipto en el siglo tercero,33 relata la aparición post-resurrección de Jesús a Santiago y a Pedro, que Santiago afirma, fue registrado en hebreo. En el diálogo, Pedro habla dos veces (3:12; 9:1), pero no entiende a Jesús. Sólo a Santiago se dirige por su nombre (6:20), y es el más dominante de los dos.
El Evangelio de Santiago (o «Evangelio de la infancia de Santiago»), una obra del siglo segundo, también se presenta a si misma como escrita por Santiago, una señal de que su autoría se prestaría autoridad, y también lo hacen varios tratados en los códices encontrados en Nag Hammadi.

Relación con Jesús

Los hermanos de Jesús (Santiago, así como Judas, Simón y José) se nombran en Mateo 13:55, Marcos 6:3 y en otros lugares. El nombre de Santiago siempre aparece primero en las listas, lo que sugiere que él era el mayor de entre ellos.34 En el pasaje de las Antigüedades judías de Josefo (20.9.1), el historiador judío describe a Santiago como «el hermano de Jesús, llamado el Cristo».
La interpretación de la frase «el hermano del Señor» y expresiones similares se divide entre los que creen, interpretando la frase de forma literal, que María tuvo algunos niños; y entre aquellos (católicosortodoxos orientales y algunos protestantes) que presuponen la perpetua virginidad de María. Lo único que la doctrina católica ha definido en relación con los «hermanos del Señor» es que no son hijos biológicos de María,35 , y por tanto, los católicos no los consideran hermanos de sangre de Jesús.

Hermano de sangre más joven, hijo de María y José

El Nuevo Testamento dice que Jesús fue milagrosamente concebido y nacido de una virgen, y Jesús es referido como el "hijo primogénito" de María, por lo que Santiago y los otros llamados hermanos de Jesús son considerados por algunas personas como los hermanos de sangre más jóvenes. Helvidio parece ser el primer hombre que declara directamente (c. 380) que María tuvo otros hijos además de Jesús.36 37 38 39 40 41 42
El reporte de Lucas de la visita de José, María y Jesús al templo de Jerusalén cuando Jesús tenía 12 años no hace referencia ninguna referencia a los hermanos de sangre de Jesús. Robert Eisenman, sin embargo, opina que Lucas, como un seguidor cercano del cristianismo gentil paulino, trató de minimizar la importancia de la familia de Jesús por cualquier medio posible, eliminando a Santiago y a los hermanos de Jesús del registro del Evangelio.11 Sin embargo, Karl Keating afirma que María y José se apresuraron sin dudarlo de vuelta a Jerusalén, cuando se dieron cuenta que Jesús estaba perdido, lo cual ellos seguramente habrían pensado dos veces antes de hacerlo si había otros niños (hermanos de Jesús) que cuidar.36 Por su parte, Jerónimo afirma en su tratado La Virginidad Perpetua de María Santísima que el término primogénito se utiliza para referirse a cualquier descendiente que abrió el vientre, en lugar de definitivamente aplicar a otros niños.43

Medio hermano más joven, hijo de María y un segundo marido

Una variante de esta es presentada por James Tabor,34 quien argumenta que después de la temprana muerte de José y sin hijos, María se casó con Cleofás, a quien el acepta como un hermano menor de José, de acuerdo con la ley del levirato. De acuerdo con este punto de vista, Cleofás engendró a Santiago y a los hermanos posteriores, pero no a Jesús.
John Dominic Crossan sugiere que Santiago era probablemente el hermano mayor de Jesús.44

Medio hermano mayor, hijo de José de un matrimonio anterior

El Protoevangelio de Santiago dice que María estaba desposada con un familiar mayor con el fin de preservar su virginidad y que José ya tenía hijos. En este caso, Santiago era uno de los hijos de José de su matrimonio anterior y por lo tanto, hermanastro de Jesús.
Un argumento que apoya este punto de vista es que hubiera estado en contra de la costumbre judía de Jesús al dejar a su madre al cuidado de Juan (quien para nada se sospecha el sea un pariente de sangre de Jesús) si María tuviera otros hijos vivos. Esto se debe a que el hijo mayor asumiría la responsabilidad de su madre tras la muerte de su marido; cualquiera de los otros hijos de María habría tomado esta responsabilidad si ellos hubieran existido; por lo tanto, esto está en contra de una relación directa con un hermano natural. 45 36
Además, el arameo y hebreo tendían a utilizar circunloquios para señalar las relaciones de sangre; se afirma que sólo llamar a algunas personas «hermanos de Jesús» no habría implicado necesariamente la misma madre.46 Más bien, algo así como «hijos de la madre de Jesús» habría sido utilizado para indicar una madre común. Los estudiosos y teólogos que afirman este punto señalan que Jesús fue llamado «el hijo de María» en lugar de «un hijo de María» en su ciudad natal (Marcos 6:3).3

Primo, hijo de una hermana de María

Se afirma que Santiago, junto con los otros nombrados «hermanos» de Jesús, podrían haber sido primos de Jesús. Esta afirmación se justifica por el hecho de que los primos también eran llamados «hermanos» y «hermanas» en la lengua materna de Jesús, el arameo, que, como el hebreo bíblico, no contiene una palabra para primo.47Por otra parte, las palabras griegas adelphos y adelphe no se limitaban a su significado literal de un hermano o hermana de sangre en la Biblia, ni eran sus plurales.46Este uso es todavía común en Grecia y otras culturas de los Balcanes. La tradición de considerar primos como hermanos o hermanas, es todavía evidente en la mayoría de las culturas orientales; en algunas lenguas, el término primo ni siquiera existe.
Eusebio de Cesarea (c. 275-339) informa la tradición de que Santiago el Justo era el hijo del hermano de José, Cleofás, y por lo tanto era de los «hermanos» (el cual Eusebio interpreta como «primo») de Jesús como se describe en el Nuevo Testamento.
Esto es compartido por Jerónimo (c. 342-419) en De Viris Illustribus (En Hombres Ilustres), Santiago se dice es el hijo de otra María, esposa de Cleofás, y la «hermana» de María, la madre de Jesús; de la siguiente manera:
Santiago, quien es llamado el hermano del Señor, llamado el Justo, el hijo de José de otra mujer, como algunos piensan; pero, como a mí me parece, es el hijo de María, hermana de la madre de nuestro Señor, a quien Juan hace mención en su libro (...).
Jerónimo refiere la escena de la crucifixión en Juan 19:25, donde tres mujeres llamadas María (María, la madre de Jesús; María de Cleofás; y María Magdalena) se dice que son testigos. Juan también menciona la «hermana» de la madre de Jesús, a menudo identificada con María de Cleofás, debido a la gramática. María «de Cleofás» es interpretada a menudo como María, «esposa de Cleofás». María de Nazaret y María de Cleofás también no tienen que ser, literalmente, hermanas, a la luz del uso de dichas palabras en griego, hebreo y arameo.3
Se sugiere que María de Cleofás es la misma que «María, la madre de Santiago el menor y de José», «María la madre de Santiago y de José» y la «otra María» en los relatos de la crucifixión y post-resurrección de Jesús en los Evangelios sinópticos. Los defensores de esta identificación argumentan que los escritores de los sinópticos habrían llamado a esta María, simplemente, «la madre de Jesús» si ella era, de hecho, la madre de Jesús, dada la importancia de la crucifixión y resurrección de su hijo; también se debe tener en cuenta que la madre de Santiago y de José se llama «María», mientras que la madre de Jesús es «Mariam» o «Marías» en griego. A estos defensores les resulta poco probable que María fuera referida por sus otros hijos naturales, aparte de Jesús, en un momento tan significativo (Santiago pasa a ser el hermano de uno de los José, como está escrito en Marcos; o de José, como está en Mateo).46 48
La opinión de Jerónimo sugiere una identificación de Santiago el Justo con el apóstol Santiago, hijo de Alfeo; Cleofás y Alfeo se creen son diferentes versiones griegas del nombre arameo Halpai.46 A pesar de esto, algunos eruditos bíblicos tienden a distinguirlos; además esto no es un dogma católico romano, aunque sí es una enseñanza tradicional.
Dado que Cleofás es, según Eusebio, el hermano de José de Nazaret (ver arriba) y esta María se dice que es la hermana de María de Nazaret, Santiago pudo estar relacionado con Jesús por la sangre y la ley.3

Otras relaciones

También, Jesús y Santiago pudieran estar relacionados de alguna otra manera, no estrictamente como «primos», siguiendo la aplicación no literal del término griegoadelphos y el término arameo para hermano.46 Según el apócrifo primer Apocalipsis de Santiago, Santiago no es el hermano terrenal de Jesús, sino un hermano espiritual49 que según los gnósticos «recibió conocimiento secreto de Jesús antes de la Pasión».50

Vida

No hay mención de Santiago en el Evangelio de Juan y las primeras partes de los Hechos de los Apóstoles. Los sinópticos mencionan su nombre, pero no hay más información. Sin embargo, los últimos capítulos de los Hechos de los Apóstoles proporcionan evidencia de que Santiago fue una figura importante en la comunidad cristiana de Jerusalén.
Pablo además describe a Santiago por ser una de las personas a las que el Cristo resucitado se mostró (1 Corintios 15:3-8); más adelante en 1 Corintios, Pablo menciona a Santiago en una manera que sugiere que había estado casado (1 Corintios 9:5); y en Gálatas, Pablo enumera a Santiago con Cefas (más conocido como Pedro) y a Juan como las tres «columnas» de la Iglesia (Gálatas 2:9) quienes ministrarán a los «de la circuncisión» (en general a judíos y prosélitos judíos) en Jerusalén, mientras que Pablo y sus compañeros ministrarán a los «de la incircuncisión» (en general a los gentiles) (Gálatas 2:12). Estos términos (circuncisos e incircuncisos) generalmente se interpretan en el sentido de judíos y griegos, quienes eran predominantes; sin embargo, esto es una simplificación excesiva puesto que en la Provincia de Judea del siglo I, también habían algunos judíos que no estaban circuncidados, y algunos griegos (llamados prosélitos o judaizantes) y otros como egipcios, etíopes, y los árabes que sí lo estaban.
Él parece haber tomado el lugar de Santiago, hijo de Zebedeo, después de su martirio, alrededor del 44 d. C.18 Cuando Pedro, habiendo escapado milagrosamente de la cárcel, debe huir de Jerusalén debido a la persecución de Herodes Agripa I, pide que se le informe a Santiago (Hechos 12:17).
Cuando los cristianos de Antioquía estaban preocupados sobre si los cristianos gentiles necesitaban ser circuncidados para ser salvos, enviaron a Pablo y Bernabé para consultar con la iglesia de Jerusalén. Santiago era el jefe local de la iglesia más antigua y el líder de la parte más conservadora de los judeocristianos.18 Jugó un papel destacado en la formulación de la decisión del consejo. Santiago fue la última figura al hablar, después de Pedro, Pablo y Bernabé; él entregó lo que él llamó su «decisión» (Hechos 15:19 NVI), en el sentido original está más cerca de la «opinión».51 Él los admite en estar en contra de la exigencia (Pedro había citado su revelación anterior de Dios con respecto a los gentiles) y sugirió prohibiciones acerca de comer sangre, así como carne sacrificada a los ídolos y la fornicación. Existe la opinión de que «estrangulado» y «sangre» en los textos se refieren a las condiciones de prepucio: parafimosis y frenillo roto, respectivamente.52 Esto se convirtió en el fallo del Concilio, acordado por todos los apóstoles y los ancianos, y se envió a las otras iglesias por carta. Cuando Pablo llega a Jerusalén para entregar el dinero que recaudó para los fieles allí, es a Santiago con quien él habla, y es Santiago quien insiste en que Pablo se limpie ritualmente a sí mismo en el templo de Herodes para probar su fe y negar los rumores de la enseñanza de la rebelión contra la Torá (Hechos 21:18 ss.) (una acusación de antinomismo).
Después de la salida de Pedro de Jerusalén, Santiago dirigió la Iglesia madre de la cristiandad hasta su muerte.18 A finales del segundo siglo, Clemente de Alejandríaregistró lo siguiente: «Porque dicen que Pedro, Santiago y Juan, tras la ascensión de nuestro Salvador, aunque eran preferidos por nuestro Señor, no persiguieron honores, sino que ordenaron a Santiago el Justo como obispo de Jerusalén».53 54 nota 1 Debido a esto, Reza Aslan se refiere a Santiago como el primer Obispo de Obispos.55
Jerónimo escribe que después de la Pasión, los Apóstoles seleccionaron a Santiago como obispo de Jerusalén. Al describir el estilo de vida ascético de Santiago, cita en su De Viris Illustribus a Hegesipo, en su quinto libro perdido de sus Comentarios:
Después de los apóstoles, Santiago el hermano del Señor llamado el Justo fue nombrado jefe de la Iglesia en Jerusalén. De hecho, muchos son llamados Santiago. Éste era santo desde el vientre de su madre. No bebía vino ni bebida fermentada; ni comía carne; nunca se rasuró ni fue ungido con aceite; y tampoco usó del baño. Sólo él tenía permitido introducirse en el santuario, porque su atuendo no era de lana, sino de lino. Asimismo, únicamente él entraba en el templo, donde se hallaba arrodillado y rogando por el perdón de su pueblo, de manera que se encallecían sus rodillas como las de un camello.56
Ya que era ilegal para cualquier persona, excepto el Sumo Sacerdote del Templo, entrar en el Lugar Santísimo; y sólo podía hacerlo una vez al año en Yom Kipur, la cita de Jerónimo de lo escrito por Hegesipo indica que Santiago era considerado un Sumo Sacerdote. Los Reconocimientos de pseudo–Clemente sugieren esto.57
Jerónimo cita al no canónico Evangelio de los Hebreos: «Ahora el Señor, después de haber dado sus ropas de la tumba al criado del sacerdote, se apareció a Santiago, porque Santiago había jurado que no iba a comer pan a partir de la hora en la que hubo bebido la copa del Señor hasta que él no lo viera resucitado de los muertos. Y poco después el Señor le dijo: ‹trae una mesa y pan›. E inmediatamente él tomó el pan y lo bendijo, lo partió y se lo dio a Santiago el Justo, y le dijo: ‹Mi hermano, come tu pan, porque el Hijo del Hombre ha resucitado de entre los muertos›. Y así, él dirigió la iglesia de Jerusalén treinta años, es decir, hasta el séptimo año de Nerón».53
El no canónico evangelio de Tomás confirma que Santiago era un líder importante, declarando, «Sabemos que tú te irás de nuestro lado; ¿quién va a ser el mayor entre nosotros?» Díjoles Jesús: «Dondequiera que os hayáis reunido, dirigíos a Santiago el Justo, por quien el cielo y la tierra fueron creados».58 59 60

La Epístola de Santiago

La Epístola de Santiago ha sido tradicionalmente atribuida a Santiago el Justo, ya desde el 253,61 62 pero, de acuerdo con Dan McCartney, es ahora común que los estudiosos[¿quién?] estén en desacuerdo con su autoría.63

Muerte

De acuerdo con un pasaje que se encuentra en los manuscritos existentes de las Antigüedades judías de Josefo, (xx.9): «el hermano de Jesús, quien era llamado Cristo, cuyo nombre era Santiago» encontró la muerte después de la muerte del procurador Porcio Festo, pero antes de que Luceyo Albinus hubiera asumido su cargo (Antigüedades 20,9), que se ha fechado en el 62. El sumo sacerdote Hanan ben Hanan (Anani Ananus en latín) se aprovechó de este descuido imperial para reunir un Sanedrín (aunque la traducción correcta del griego synhedrion kriton es «un consejo de jueces») que condenó a Santiago «por el cargo de violar la ley», y luego lo habría ejecutado por lapidación. Josefo informa que el acto de Hanan fue ampliamente visto como poco más que un asesinato judicial y ofendió a varios de «los que eran considerados los más ecuánimes en la Ciudad, y estrictos en la observancia de la Ley», que fueron tan lejos como para organizar una reunión con Albino cuando el entró en la provincia con el fin de solicitarle su decisión sobre el asunto. En respuesta, el rey Agripa reemplazó a Ananus con Jesús, hijo de Damneus.
El Padre de la Iglesia Orígenes, quien consultó alrededor del 248 las obras de Josefo relató un informe de la muerte de Santiago, un informe que dio como causa el asedio romano de Jerusalén, algo que no se encuentra en nuestros manuscritos actuales de Josefo.64 65
Eusebio, mientras cita el relato de Josefo, también registra de otra manera los pasajes perdidos escritos por Hegesipo y Clemente de Alejandría (Historia Ecclesiae, 2,23). Los escritos de Hegesipo varían en algo de lo que informa Josefo, probablemente en un intento de reconciliar los diferentes relatos mediante la combinación de estos. Según Hegesipo, los escribas y los fariseos vinieron a Santiago en busca de ayuda para sofocar las creencias cristianas. El relato dice:
Vinieron, pues, en un cuerpo a Santiago, y le dijeron: «Nosotros te rogamos que frenes al pueblo, porque se han extraviado en sus opiniones acerca de Jesús, como si él fuera el Cristo. Te rogamos persuadas a todos los que han venido aquí para el día de la Pascua, en relación con Jesús. Para que todos escuchen tu persuasión; porque nosotros y todo el pueblo damos testimonio de que tú eres justo y no haces acepción de personas. Así pues, persuade a la multitud para que no yerre acerca de Cristo. Pues todo el pueblo y nosotros te obedecemos. Mantente en pie sobre el pináculo del templo, para que desde esa altura todo el pueblo te vea y oiga tus palabras. Ya que por la Pascua se unen todas la tribus, incluyendo a los gentiles."66 Para consternación de los escribas y fariseos, Santiago audazmente declaró que «Cristo mismo está sentado en el cielo, a la diestra del Gran Poder, y vendrá sobre las nubes del cielo». Los escribas y fariseos entonces se dijeron a sí mismos, «No hemos hecho bien en procurar este testimonio de Jesús. Pero subamos y tirémoslo hacia abajo, para que tengan miedo y no le crean».
En consecuencia, los escribas y fariseos:
(...) arrojaron al hombre justo (...) [y] comenzaron a apedrearlo; porque él no fue muerto por la caída; sino que él se volvió y se arrodilló, y dijo: «Yo te ruego, Señor Dios nuestro Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».
Y, mientras ellos estaban allí, apedreandolo hasta la muerte, uno de los sacerdotes, hijos de Recab, el hijo de Recabín, de los que el profeta Jeremías dio testimonio, comenzó a llorar en voz alta, diciendo: «Cesad, ¿qué hacéis? El hombre justo está orando por nosotros». Y cierto hombre entre ellos, un batanero, golpeó al Justo en la cabeza con el mazo que usaba para batir las prendas, y de éste modo fue martirizado Santiago.
Así sufrió el martirio; y lo sepultaron en el lugar, y el pilar erigido en su memoria aún permanece, cerca del templo. Este hombre era un verdadero testimonio para ambos, judíos y griegos, de que Jesús es el Cristo.
–Fragmentos de las Actas de la Iglesia; en relación con el martirio de Santiago, el hermano del Señor, del libro 5.66
El asedio y toma de Jerusalén por Vespasiano retrasaron la selección de Simeón de Jerusalén como sucesor de Santiago.
Según Philip Schaff en 1904, este relato de Hegesipo «se ha citado una y otra vez por los historiadores como la asignación de la fecha del martirio al 69», aunque cuestionó el supuesto de que Hegesipo no da nada para denotar tal fecha.67 Josefo no menciona en sus escritos cómo fue enterrado Santiago.

Interpretación moderna

Los historiadores modernos de las primeras iglesias cristianas tienden a colocar a Santiago en la tradición del cristianismo judío; mientras que Pablo enfatizaba la fe sobre la observancia de la ley mosaica. Se piensa que Santiago abrazó la posición opuesta. Un corpus comúnmente citado como prueba de ello son los Reconocimientosy las Homilías de Clemente (también conocida como la literatura clementina), versiones de los escritos se han fechado en una fecha tan temprana como el siglo II, donde Santiago aparece como una figura santa que es atacado por un enemigo no identificado que algunos críticos modernos piensan que pueda ser Pablo. El estudioso James D.G. Dunn, ha propuesto que Pedro fue el «hombre–puente» (es decir, el pontífice máximo) entre las dos otras «figuras líderes prominentes»: Pablo y Santiago el Justo.68
Los teólogos cristianos tradicionales han mantenido asimismo que los dos sostenían las mismas creencias; los evangélicos afirman que lo dicho por Santiago sobre las obras se refiere a las obras que Dios produce en los cristianos como prueba de conversión (como el mismo Pablo asume que las obras seguirán a la fe). Por otro lado, los teólogos ortodoxos y católicos afirman que Pablo no descarta la importancia de las obras (citando pasajes como Romanos 6 y 8), y que Santiago no se refería a las obras ceremoniales de la Torá (citando el hecho de que en el Concilio de Jerusalén, Santiago declaró que sólo una pequeña porción de la Torá debería aplicarse a los gentiles conversos).

La controversia del osario

Primer plano de la inscripción en arameo: «Ya'akov bar Yosef achui d'Yeshua» («Santiago, hijo de José, hermano de Jesús»).
En la edición de noviembre de 2002 del Biblical Archaeology Review, André Lemaire de la Universidad de la Sorbona en París publicó el informe que un osario con la inscripción «Ya'akov bar Yosef achui d'Yeshua» («Santiago, hijo de José, hermano de Jesús») había sido identificado perteneciente a un coleccionista, llamado Oded Golan. El osario fue exhibido en el Museo Real de Ontario en Toronto, Canadá, a finales de ese año; pero el 18 de junio de 2003, la Autoridad de Antigüedades de Israel publicó un informe concluyendo, basándose en un análisis de la pátina, que la inscripción era una falsificación moderna. En concreto, parece que la inscripción había sido añadida recientemente y hecha para parecer más antigua por la adición de una solución de tiza. Sin embargo, el documental del canal Discovery Channel Santiago, el hermano de Jesús muestra el examen de la pátina de la inscripción por el Museo Real de Ontario, usando luz ultravioleta de onda larga, y ellos concluyeron que no había «nada sospechoso» sobre el grabado, y también Golan sacó un documento de 34 páginas defendiendo la autenticidad.69
El 29 de diciembre de 2004, Golan fue acusado en un tribunal israelí, junto con otros tres hombres: Robert Deutsch, un experto en inscripciones que enseña en la Universidad de Haifa; el coleccionista Shlomo Cohen; y el comerciante de antigüedades Faiz al-Amaleh. Se les acusó de ser parte de un círculo de falsificación que había estado operando durante más de 20 años. Golan negó los cargos en su contra. Según la BBC, «cuando la policía tomó a Oded Golan en custodia y buscó en su apartamento, descubrieron un taller con una serie de herramientas, materiales y ‹antigüedades› a medio terminar. Esta era evidencia de un fraude a una escala mucho mayor de la que habían sospechado».70 Sin embargo, el 14 de marzo de 2012, Golan fue declarado no culpable de todos los cargos de falsificación, aunque el juez afirmó que esta absolución «no significa que la inscripción en el osario sea auténtica o que fue escrita hace 2.000 años» y «que no se ha demostrado en modo alguno que las palabras ‹hermano de Jesús› se refieran necesariamente al Jesús que aparece en los escritos cristianos».71 72 Un estudio arqueométrico del 2014 realizado por Amnon Rosenfeld, Howard R. Feldman, y Wolfgang E. Krumbein apoyó la afirmación de la autenticidad de los grabados. Se encontró que la pátina en la superficie del osario coincidía con la de los grabados, y que los microfósiles en la inscripción parecían naturalmente depositados.73

Festividad

En la Iglesia Católica Romana, el día de la fiesta de Felipe el Apóstol, junto con la de Santiago el Menor (que los católicos lo identifican con Santiago el Justo como una misma persona), era tradicionalmente observado el 1 de mayo, en el aniversario de la dedicación de la iglesia dedicada a ellos en Roma (ahora llamada la Iglesia de los Doce Apóstoles). Entonces esto transfirió estas fiestas combinadas al 3 de mayo en el calendario ordinario actual.
En la Iglesia Ortodoxa Oriental, Santiago es conmemorado como «el Apóstol Santiago el Justo, el hermano del Señor» y como tal, varios días se asignan a sus fiestas. Sus fiestas son el 23 de octubre, el 26 de diciembre y el siguiente domingo a la Natividad, junto con el rey David y San José, y el 4 de enero entre los Setenta Apóstoles.
En la Iglesia Episcopal de los Estados Unidos de América y la Iglesia Luterana, Santiago, hermano de Jesús y mártir es conmemorado el 23 de octubre.

Hermano, hermanastro o primo de Jesús.
La idea de la Iglesia antigua era que Jesús y este Jacobo eran hermanos y que es distinto a los dos apóstoles del mismo nombre.Clemente de Alejandría expresamente señala que esta idea, que él mismo rechazó, era general en su tiempo (Strom. vii. 93 y sgg.).Tertuliano se refiere al matrimonio de María tras el nacimiento de Jesús y a la mención de sus hermanos en relación con ella, como prueba de la realidad de la humanidad de Jesús (De monogagamia, viii; De carne Christi, vii; "Contra Marción" 19). En lasConstituciones Apostólicas (ii. 55; vi. 12, 13), además de los doce apóstoles y Pablo, Jacobo, el hermano del Señor, es mencionado como uno de los defensores de la doctrina católica y es reconocido entre los 70 discípulos. Eusebio cuenta catorce apóstoles, los doce, Pablo y Jacobo (sobre Isaías 17:5Hist, eccl., I, xii, II, i, VII, xix) y cuando una vez describe a Jacobo como el "denominado" hermano del Señor, el contexto muestra que no está sugiriendo un parentesco más distante. Sin embargo, cuando la idea de la virginidad perpetua de María ganó terreno en la Iglesia, la relación de hermandad entre Jesús y Jacobo quedó transformada en la más distante de hermanastro, apareciendo esa idea en varios escritos populares como el proto-evangelio de Santiago (ix:2), el evangelio de Pedro, el evangelio del pseudo-Mateo (viii:4), el evangelio de Tomás (16) y la historia de José (2). En el período después de Epifanio, el reconocimiento de Jacobo como hijo de José y María apenas se encuentra. Por otro lado, la idea deOrígenes, de que Jacobo fue hermanastro de Jesús, fue seguida en el este por EfrénBasilioGregorio de NisaCrisóstomoCirilo de Alejandría, Epifanio y posteriormente por Eutimio; en el oeste por HilarioAmbrosio y Ambrosiaster. Sin embargo, junto a ella surgió la otra opinión de que los hermanos de Jesús eran primos e idénticos con los hombres del mismo nombre entre los apóstoles. Es posible que Clemente de Alejandría sostuviera esta idea así como la hipótesis de que Jacobo fue hermanastro de Jesús (en Eusebio,Hist. eccl., II, 1). El primer defensor absoluto es Jerónimo, quien, en sus escritos contra Helvidio, la expone, pero prácticamente la abandona en su comentario a Isaías (17:6), al contar catorce apóstoles: los doce, Pablo y el hermano del Señor, Jacobo. Ambrosio yAgustín se expresan de manera dudosa. Sin embargo, gradualmente la hipótesis de esa identificación se hizo más y más aceptada en el oeste. En la Edad Media era la teoría predominante. Por otro lado, halló tan poco favor en el este que las dos festividades diferentes, una para Jacobo el Justo y la otra para Jacobo de Alfeo, fueron lo tradicional.
Idea del Nuevo Testamento, hermano.
Las declaraciones del Nuevo Testamento favorecen la idea de que Jacobo fue hermano de Jesús e hijo de María. Mateo 1:25 yLucas 2:7 implican que, tras el nacimiento de Jesús, existió una relación conyugal entre José y María y que tuvieron hijos. En cualquier parte en los evangelios donde se mencionan los hermanos de Jesús, aparecen en tal relación con José y María, o María sola, que son claramente presentados como sus hijos (Juan 2:12Mateo 12:47Marcos 6:3Hechos 1:14). La designación de María, madre de Jesús, empleada en esos pasajes, implica que la palabra hermanos se usa en ese sentido propio del término. Por tanto, no pudieron haber sido hermanastros de Jesús, ni hijos de una esposa anterior de José o adoptados por María, ni tampoco primos de Jesús e idénticos con los apóstoles Jacobo de Alfeo, Judas Lebeo y Simón el Zelote. Más aún, en ninguna parte del Nuevo Testamento es Jacobo el hermano del Señor llamado Jacobo de Alfeo y en ninguna parte se usa la palabra hermano en un sentido de relación distante. Que Jacobo de Alfeo es hermano de los apóstoles Judas Lebeo y Simón el zelote queda absolutamente excluido por la forma en la que se mencionan juntos, distinguidos de otros hermanos que son aludidos en forma similar. Además de esto los hermanos del Señor no son sólo nombrados junto a los apóstoles como distintos de ellos, sino que aparecen también como un círculo, separado en toda manera de los discípulos de Jesús (Mateo 12:46Juan 7:5). Sólo tras la partida del Señor se produce una relación más estrecha de los hermanos del Señor con los apóstoles y Jacobo tiene rango apostólico como cabeza de la Iglesia madre en Jerusalén, aunque permanece distinto a los apóstoles (Gálatas 1:19; 2:9; 1 Corintios 15:7).
Su vida y obra.
El relato de la vida material y espiritual de Jacobo, el hermano del Señor, está bastante definido en su bosquejo. Durante el ministerio público de Jesús sus hermanos adoptaron una actitud escéptica, probablemente porque no podían reconciliar sus elevadas afirmaciones con las condiciones en las que ellos habían vivido junto a él en su hogar. Jesús se queja de una falta de reconocimiento por parte de sus propios parientes (Marcos 6:4) y no puede contarlos como su parentela espiritual (Marcos 3:31-34). Después del milagro de los panes y los peces en el desierto parece que la idea de su función mesiánica puede haber amanecido en ellos, pero la humildad de la actitud de Jesús les impidió creer totalmente. Incluso en el tiempo de su pasión los hermanos parecen haberse separado de su madre, quien ahora creía en él (Juan 19:27). No obstante, la paciencia sobrehumana con la que Jesús fue a sumuerte pudo haber ganado sus corazones, especialmente el de Jacobo; a él le fue concedida una aparición de Cristo resucitado (1 Corintios 15:7), que afirmó su fe. Por tanto aparece tras la Ascensión del Señor como miembro de la comunidad cristiana, donde obtuvo una posición dirigente tras la muerte de Jacobo, el hijo de Zebedeo, y la huida de Pedro. En general, su actividad quedó confinada a Jerusalén (Gálatas 1:17). Tomó parte en el concilio de los apóstoles con Pedro y Juan como uno de los tres pilares de la Iglesia judeo-cristiana (Gálatas 2:1 y sgg.; Hechos 15:1 y sgg.). Allí se muestra liberado de las ideas farisaicas y estrictamente legalistas de los oponentes judaizantes de Pablo, quienes deseaban imponer sobre los cristianos gentiles la plena observancia de la ley de Moisés. Al mismo tiempo estrechó la mano de Pablo en prueba de su total acuerdo sobre el fundamento del evangelio. No obstante, consideró importante que los cristianos judíos observaran las leyes de sus padres y exigió un cierto respeto para esas leyes por parte de los cristianos gentiles. La postura de Jacobo también aparece en la influencia ejercida por sus amigos en Antioquía (Gálatas 2:11 y sgg.) sobre Pedro. La facción ebionita en la edad post-apostólica se propuso ampararse en la autoridad de Jacobo y envolverlo con una atmósfera legendaria de gloria. Según Epifanio (Haer. XXX, xvi), hubo leyendas incluso sobre su ascensión al cielo. Sobre la muerte de Jacobo ha habido relatos contradictorios. Hegesipo menciona (Eusebio, Hist, eccl., 11. 28) que fue arrojado desde una torre por los fariseos, no mucho antes del comienzo de la guerra judía contra los romanos, por tanto hacia el año 66 d. C. Sin embargo, según Josefo (Ant. XX, ix), la facción de los saduceos se aprovechó del cambio de procónsul en el año 62 o 63 para apedrear a Jacobo, contra la voluntad de los fariseos. Sin embargo, se sospecha que este pasaje de Josefo es una interpolación. Por otro lado, la fecha dada por Hegesipo está apoyada por la literatura pseudo-Clementina, según la cual Jacobo sobrevivió a Pedro y también por el Chronicon Paschale (p. 592), por lo que ha de ser preferida.
La epístola de Santiago.
Sus destinatarios.
La carta comienza con el nombre del escritor y aquellos a quienes va destinada. Ver en esto sólo la dedicatoria de un escritodogmático o una homilía, queda contraindicado por la salutación formal común en las cartas griegas. Tampoco debería asumirse que esta forma epistolar sólo sirvió como ficción literaria de un escritor desconocido, ni que es un título añadido al escrito hacia el año 200, ya que en ambos casos el autor probablemente habría sido llamado apóstol. Por tanto, las palabras en el título "a las doce tribus de la dispersión" se puede usar para determinar a los primeros lectores. Sin embargo, esta expresión "las doce tribus" es tan específicamente nacional e israelita que no se puede referir ni siquiera figuradamente a toda la cristiandad. Por tanto, según el título la epístola está dirigida a todo el pueblo judío fuera de Palestina. No obstante, esta designación de los lectores está limitada por la declaración de que el escritor se denomina a sí mismo "siervo del señor Jesucristo"; por tanto asume que sus lectores reconocen la autoridad de Jesús. Esos lectores no son por tanto ni judíos ni cristianos gentiles ni cristianos de descendencia judía y gentil, ni principalmente cristianos gentiles; como mucho son cristianos judíos dentro o fuera de Palestina, pero se refiere sólo a los que viven fuera. Por tanto, sólo ellos pueden ser denominados las doce tribus en la dispersión, en el sentido de que eran el verdadero Israel hasta donde existía fuera de Tierra Santa. No es justificable citar el silencio del autor sobre la ley, el templo y los miembros incrédulos de su nación contra el origen judío de los lectores, porque no hay un silencio total sobre la ley (2:8 y sgg.) y no hay ocasión para hablar del templo y de los judíos incrédulos. Que los lectores son cristianos se aprecia en 2:1 y el tono en conjunto de la epístola se opone a una limitación local estrecha del círculo de lectores. En esta epístola, no sólo no hay relación personal entre el escritor y los lectores, ni salutación especial etc., sino que las condiciones referidas son de carácter muy general. Por tanto, no es justificable, porque las condiciones tratadas en la epístola de Jacobo parecen señalar más a Palestina que a la diáspora, asumir que la epístola iba originalmente dirigida a la comunidad de Jerusalén y posteriormente fue enviada a las comunidades fuera de Palestina. La epístola de Jacobo no es por tanto, en el auténtico sentido de la palabra, una carta sino más bien una alocución en la forma de carta circular a todos los cristianos judíos dentro del abanico del cristianismo, que ya estaba ampliamente diseminado.
Propósito, contenido y estilo.
Sin embargo, lo que el autor reconoce como fundamental en la condición espiritual de sus lectores es la mundanalidad y superficialidad de su cristianismo. Por los diversos sufrimientos (1:2) y el retraso en la segunda venida de Cristo (5:7-8) comienzan a perder la paciencia y sus corazones se dividen entre Dios y el mundo (1:7). Junto a la adulación del rico, hay un desprecio hacia el pobre (2:1 y sgg.) y una murmuración y queja extendida (4:11; 5:9). La oración es un medio para satisfacer sus caprichos (4:3) y hay una impía seguridad por parte de a quienes les va bien (4:13 y sgg.). Se subraya la profesión de fe (2:14), que es un asunto de lucha y disputa, queriendo cada cual impartir instrucción (capítulo 3), pero había pocos signos de aplicación de la fe a la vida práctica. Esas condiciones no han de derivarse del judaísmo, sino de un estancamiento de la vida espiritual tras un período de entusiasmo. El propósito del contenido de la carta se corresponde con esas condiciones espirituales de los lectores. Tras una exhortación a ser firmes y prudentes en las pruebas, continúa la lección de que la tentación procede de las propias inclinaciones pecaminosas del hombre, no de Dios, dador de todo lo bueno, autor de la regeneración por la palabra de verdad (1:13-18), siguiendo la amonestación de asimilar esta palabra de verdad en un espíritu humilde y obediente (1:19-27). Luego hay avisos especiales contra los errores y faltas ya mencionados. La conclusión consiste de varias amonestaciones breves, 5:12-20. El estilo sencillo de la carta cuadra admirablemente con su contenido práctico, siguiendo el método de los escritos didácticos del Antiguo Testamento, en el que sencillos proverbios son engarzados en grupos como perlas engarzadas. En lugar de la precisión aguda de Pablo, del pensamiento lógico, se encuentra más amplificación retórica. El griego es comparativamente puro, aunque no faltan algunos hebraísmos. Mientras que se designa ley al evangelio, es no obstante la ley perfecta de la libertad (1:25), no, como la ley del Antiguo Testamento, un pesado yugo que ha de ser implantado en el corazón (1:21), para que el hombre, por su propia iniciativa, responda a la voluntad divina. En tanto el evangelio es esencialmente idéntico con la ley del Antiguo Testamento, todo lo que concierne a la persona del mediador de la nueva relación es puesto en el trasfondo, e incluso el nombre de Cristo se menciona sólo dos veces, faltando los conceptos sinópticos de Hijo del hombre y reino de los cielos. No obstante, la enseñanza moral de Jesús, principalmente la del Sermón del Monte, se usa con más profusión que en cualquier otro escrito del Nuevo Testamento. Por tanto la epístola se centra en algo diferente a lo que hace el apóstol Pablo, cuya atención se dirige más al lado del evangelio que está en oposición a la ley. Se ha dicho que Santiago 2:21,24 (cf. con Romanos 3:28; 4:2; Gálatas 2:16) está en irreconciliable oposición con Pablo, de hecho, que muestra una polémica consciente contra él. Esta dificultad no se puede evitar al asumir que la epístola de Jacobo fue anterior a las epístolas paulinas que contienen las proposiciones divergentes, que no afectarían a la diferencia objetiva; de hecho, la sospecha de contradicción consciente meramente se transferiría de Jacobo a Pablo. Pero esta idea de la relación cronológica de los escritos de Pablo y Jacobo es insostenible, pues no hay indicación de que la fórmula "ser justificado por la fe" o el uso del pasaje de Génesis 15:6 en apoyo de esto fuera común, como se asume en esta epístola, por parte de sus lectores. De hecho, es dudoso si la epístola de Jacobo intenta combatir el punto de partida de las epístolas paulinas. En cualquier caso esa epístola está en acuerdo con Pablo en lo que realmente intenta demostrar, esto es, que la fe sin obras no puede proporcionar salvación (cf. 2 Corintios 5:10) y que una fe que no se expresa en la conducta moral es totalmente mundana (1 Corintios 13:2). Pablo contempla las obras sin importancia para la justificación, mientras que Jacobo mira las obras como una condición de la justificación. Aunque Pablo no había dicho que hay una justificación por las obras de la fe en el sentido de la epístola de Jacobo, porque él tenía una concepción más estricta de lo que constituye la conducta que agrada a Dios, su idea de una justicia moral de los creyentes se aproxima a la de la epístola de Jacobo. Por tanto hay, si no un perfecto acuerdo sobre este punto entre Jacobo y Pablo, al menos sólo una oposición no esencial y no irreconciliable entre sí. Generalmente se reconoce que la polémica de la epístola de Jacobo va sólo dirigida contra una distorsión parcial de lo que Pablo había enseñado. La opinión de que esta epístola fue escrita para atacar la enseñanza de Pablo, aunque infructíferamente, no tiene fundamento. Lo que se combate no es cualquier doctrina en sí, sino sólo una falsa norma de conducta. Denuncia una falta de aplicación moral de la fe, dependiente de una formalización del cristianismo y paliada por una mala interpretación de la doctrina de Pablo.
Fecha, canonicidad y recepción.
Esos resultados muestran que la epístola hay que situarla en un período relativamente posterior de la época apostólica, cuando la Iglesia había obtenido una considerable extensión y la vida cristiana había perdido algo del vigor original. No es el primero ni siquiera uno de los primeros escritos del Nuevo Testamento. La sinagoga referida (2:2) no es la judía, ya que un uso común de la sinagoga todavía se daba entre judíos y cristianos, siendo un lugar de reunión para los cristianos (2:3). La concepción de la importancia de la segunda venida de Jesús (5:8) aparece incluso más allá de la época apostólica. Que la epístola de Jacobo vaya sólo dirigida a cristianos judíos no demuestra que no hubiera también cristianos gentiles y si contiene más pasajes recordando los dichos de Jesús que cualquier otro de los escritos apostólicos, se ha de atribuir a su carácter teológico y tal vez al empleo de fuentes escritas. Su uso en la Iglesia comienza en un período muy antiguo. Probablemente ya aparece citada en 1 Pedro, en 1 Clemente, en el Pastor deHermas y por Justino Mártir. Fue ciertamente usada por Ireneo, Clemente de Alejandría, Dionisio de AlejandríaCirilo de Jerusalén,Dídimo y Efrén, estando también incluida en la versión Peshito. Orígenes, que fue el primero en citarla expresamente como escrito de Jacobo, el hermano del Señor, la estima no canónica; Eusebio la cuenta entre los antilegomena y Teodoro de Mopsuestia la rechaza. Jerónimo dice que fue valorada como seudónimo en la Iglesia latina, pero la incluye entre los libros canónicos y su influencia y la de Agustín fue decisiva en su aceptación. Esta idea no fue disputada hasta Erasmo, que expresó ciertas dudas. Lutero la denominó "epístola de paja" (recht stroherne Epistel), escrita por un hombre piadoso y Cayetano expresó dudas en cuanto a su autenticidad. Calvino la defendió, pero las ideas de Lutero fueron aceptadas en las Centurias de Magdeburgo y por algunos dogmáticos luteranos, así como por el calvinista Wetstein. En tiempos posteriores la oposición a su autenticidad la realizaron de Wette y Schleiermacher. Naturalmente no se puede hacer uso del título en el debate en cuanto al origen de la epístola, sobre la asunción de que fue añadido en un periodo posterior para lograr para ella (obra de un autor desconocido) su aceptación en el canon a través de un título que llevara el nombre de un apóstol. Todavía menos sostenible es la hipótesis de que la epístola, aparte de las dos (asumidas como interpolaciones) menciones de Cristo (1:1 y 2:1), fue obra de un judío desconocido. El método de interpelación asumido está desprovisto de motivo y sin analogía. La introducción de ideas cristianas en escritos judíos llevando el nombre de judíos altamente reverenciados se encuentra a veces, pero es totalmente diferente del intento asumido aquí de hacer que el autor de un escrito judío aparezca como cristiano. Además de esto, mucho en la epístola de Jacobo es claramente cristiano, aparte de las dos supuestas adiciones (Santiago 1:18-21, 25; 2:8, 12, 14-26). Si "Jacobo, siervo de Dios y del Señor Jesucristo" fue originalmente nombrado como autor de la epístola, no hay duda de quién es tal persona. Jacobo, hijo de Zebedeo, ya no vivía en el período después del comienzo de la misión de Pablo (Hechos 12:2); Jacobo de Alfeo permanece totalmente en un segundo plano en este tiempo y cualquiera de los dos hubiera sido designado como apóstol. El único Jacobo que es prominente en este período y no necesita más designación precisa es Jacobo, el hermano del Señor, cabeza de la comunidad de Jerusalén y no hay fundamento imperativo para rechazar atribuirle la epístola a él. La vacilación en las tradiciones de la Iglesia antigua en cuanto a la aceptación canónica de la epístola se explica porque Jacobo no era un apóstol, que se convirtió en un personaje vital para los ebionitas y que la epístola parece contener una polémica contra Pablo. El autor era un hombre de mente práctica, piadoso y de oración, que no deja de reconocer la superioridad esencial del evangelio sobre la ley, pero que, no obstante, subraya la relación de la moralidad del primero con la de la segunda. Todo esto concuerda perfectamente con Jacobo, el hermano del Señor, tal como se le conoce en el Nuevo Testamento y en Hegesipo. Se puede por tanto asumir que Jacobo, hermano del Señor, escribió esta carta pastoral en Palestina para los cristianos judíos fuera de Palestina, en un tiempo cuando la actividad de Pablo había cesado, ya fuera por su cautiverio o su muerte.

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