Ánade Rabudo
Anas acuta 56 cm.
La larga y puntiaguda cola a la que debe su nombre es sólo una de las características que hacen inconfundible al macho. Su cabeza color chocolate, dorso gris claro y babero blanco contribuyen a hacer de él uno de los más elegantes patos españoles; la hembra, en comparación, es menos llamativa; como en otros patos, esto contribuye a que pase más desapercibida a sus predadores durante la época de cría. También tiene cola larga, pero no tanto como la del macho, que puede alcanzar más de 20 centímetros de longitud.
Los ánades rabudos andan fácilmente, incluso con garbo, teniendo en cuenta que son patos; vuelan con rapidez, particularmente cuando se les asusta, momento en el que se agrupan con los otros patos que vuelan, para separarse rápidamente de los demás y formar un bello manojo longilíneo.
Es uno de los patos de todo el mundo que cría en mayor número. En España se reproduce en pequeña cantidad, muy variable según los años, especialmente en las Marismas del Guadalquivir; pero en invierno gran número de ellos alcanza nuestras lagunas, albuferas y marismas.
Identificación: El macho tiene larga cola puntiaguda, cuerpo gris con cabeza y cuello achocolatados, pecho blanco y espejuelo verde bronceado; la hembra es castaño especulado con pico gris y cola puntiaguda más corta; en plumaje de eclipse (julio-octubre) el macho se parece a la hembra, pero con partes superiores más oscuras.
Nidificación: La hembra forra un hoyo en el suelo, a menudo en sitio abierto, con hierba, hojas y plumón, puesta, abril; generalmente de 6 a 9 huevos verde oliva pálido, a veces azul pálido; incubación, alrededor de 23 días, sólo por la hembra; los pollos, alimentados por la hembra, dejan el nido al nacer, volando unos 28 días después.
Alimentación: Come en superficie, principalmente plantas acuáticas; algunos insectos , moluscos y gusanos; grano.
Hábitat: Aguas continentales.
La estructura, diseño de cabeza cuello y larga cola del Anade Rabudo Anas acuta, forman un conjunto que resulta inconfundible para cualquier observador, aunque no sea especialista en la identificación de anátidas. El nombre valenciano de Cúa de jonc es posiblemente el más representativo de los que se le dan en la Península Ibérica.
La cabeza, garganta y parte posterior del cuello del macho adulto tienen un color achocolatado sobre los que destaca mucho el resto del cuello de color blanco que sube en cuña hasta la altura de la nuca, formando un llamativo dibujo. El dorso y los flancos son grises, finamente rayados de blanco. La parte posterior del cuerpo es negra, notándose a los lados una mancha blanca que son en realidad las rectrices exteriores de la plegada cola. Esta es una de sus características más destacadas puesto que las dos rectrices centrales negras se prolongan mucho y cuando el pato está posado las mantiene oblicuas sobre la superficie del agua. Las plumas escapulares son «lloronas» o colgantes de color negro ribeteadas de blanco. El espejuelo de las alas no es muy conspicuo, bronce con poco brillo, amplio ribete interior negro, por delante pardo anaranjado y el exterior blanco. El pecho y las partes inferiores son muy blancas. Las patas son grises y el pico negro en la parte superior y gris azulado en los laterales. Los ojos castaños apenas se descubren sobre el oscuro fondo de la cabeza.
La hembra es de aspecto casi tan grácil como el macho y a pesar de tener un color general pardo grisáceo moteado de blanco, que en cierto modo la asemeja a las de otros patos, pronto sus actitudes y su largo cuello la distinguen. La cola no es tan larga como la del macho, pero sí está claramente apuntada y sobresale bastante por detrás de las plegadas alas. El vientre es blancuzco y está profusamente moteado, detalle que se aprecia bien al volar. El espejuelo alar es apenas visible, de color canela y con bordes blancos. El pico es fino como el del macho y de color gris o verdoso, algo desvaído en los laterales. Las patas son grises.
Los machos jóvenes se parecen mucho a las hembras adultas, pero la cabeza y el cuello son más claros en contraposición con el dorso que es más oscuro y menos moteado. La hembra carece de espejuelo o lo tiene apenas perceptible.
Los machos en eclipse son como las hembras, pero su espejuelo está mucho más marcado. Vistos de lejos es difícil apreciar diferencia alguna. De cerca se nota que el plumaje de la espalda es grisáceo o pardo gris, sin el moteado tan marcado de las hembras adultas. El plumaje de estos machos se completa a partir de octubre, aunque en noviembre muchos de los ánades rabudos que se ven en Iberia todavía muestran restos de su eclipse. Sin embargo, la mayor parte de los rabudos sufren el eclipse entre la mitad de julio y los primeros diez días de septiembre.
Al volar recuerda más al Silbón Europeo que al Anade Azulón. Bate las alas muy rápidamente y aunque pueda dar la impresión de que vuela lentamente, es tan grácil y elegante volando como nadando en un estanque o andando por la tierra. Como otros ánades al sobrevolarnos deja oír un sonido silbante en tono bajo.
Es pato de aguas costeras más que de zonas húmedas interiores y es escaso en éstas en todas las épocas. Se le ve mucho en parejas o en pequeños grupos y frecuentemente mezclado con otras especies formando bandos numerosos. También él en lugares favorables puede concentrarse en grupos que sobrepasan el millar de patos. Durante el día reposa tranquilo en lagunas y masas de agua extensas. Probablemente es el más dado a alimentarse de noche y por ello rara vez se le ve tratar de obtener alimento del fondo de lagunas y aguas someras. En ellas alcanza fácilmente los fondos con su largo cuello y también levanta la parte trasera como los demás patos de superficie, ayudándose con las patas. Como anda con soltura y agilidad, se le puede ver comiendo en campos y marismas, pero es muy tímido y pronto inicia el vuelo con gran facilidad, elevándose casi verticalmente.
Es un pato muy silencioso y los machos, fuera de la época de la reproducción, apenas emiten un corto silbido o un ronco y bajo graznido. Más ruidosas son las hembras, pero normalmente se escuchan sólo en época de cría durante el cortejo.
Cuando llega en otoño a Iberia se alimenta fundamentalmente de plantas acuáticas que crecen en las orillas de lagunas costeras y rías. Jourdain cita Zostera marina y varias especies de algas. Pero fundamentalmente debe comer, igual que otros ánades, semillas y plantas acuáticas como Potamogeton, Rumex, etc. No desdeña los insectos, sobre todo coleópteros. Moluscos, crustáceos, pequeños peces y anfibios, deben completar la alimentación de este pato de costumbres crepusculares.
Anida entre vegetación de riberas, praderas y junqueras. No oculta mucho el nido, pero no por ello es fácil de descubrir. La hembra lo construye con hierba seca y en él va depositando mucho plumón durante la incubación. La puesta suele oscilar entre 7 y 10 huevos pero 6 y 12 no son infrecuentes. Son de color amarillento o verdoso pálido y su forma no es tan alargada como la de otros patos. Jourdain da un promedio de medidas para 100 huevos obtenidos en Gran Bretaña de 54,2 x 37,44 mm. Muy alargado uno de 61,9 x 38,7 mm. y muy pequeño otro de 54,4 x 33,6 mm. Las puestas comienzan a primeros de mayo y la incubación dura de 23 a 25 días. Al nacer, los pollos están cubiertos con un plumón no muy diferente en diseño de los del Anade Azulón. A través de los ojos tienen una línea sepia que se difumina en la nuca y sobre ella otra blanca y este color reemplaza al amarillo de los pollos de Anade Azulón.
El Anade Rabudo se reproduce en Europa desde Islandia en el Norte, Gran Bretaña al Oeste (muy escaso), norte de Alemania, Escandinavia, Países Bálticos y mitad septentrional de Rusia y Siberia, llegando hasta las mismas costas árticas.
En Iberia es un nidificante escaso y esporádico, probablemente dependiendo de condiciones meteorológicas favorables, como puede ser un final de invierno notablemente húmedo. Las zonas más apropiadas donde ya se han descubierto algunos nidos son las Marismas del Guadalquivir y determinadas lagunas de La Mancha.
El Anade Rabudo es más conocido en la Península Ibérica como invernante. Es un pato netamente migrador cuyos primeros efectivos se ven en España ya en el mes de septiembre, pero la mayoría no llegan hasta noviembre y aún después. Inviernos especialmente duros con fríos siberianos, traen a nuestros campos costeros y rías una gran cantidad de patos de esta especie. Se recuerdan en especial en el Cantábrico los grandes bandos de rabudos que llegaron a las costas en febrero de 1956 y en enero-febrero de 1963. Normalmente es allí un invernante regular, pero escaso. Entre los grupos de silbones que merodean por la costa y que luego se concentran en las rías, hay numerosos rabudos. En las aguas de la bahía de Treto frente a Colindres (Santander), se ven frecuentemente pequeños grupos a la subida de la marea. Lo mismo sucede en las Rías Altas gallegas donde se une a los grandes bandos de penelope y aplatyrhynchos. Igual que la Ría del Eo concentra habitualmente no menos de 3.000 penelope en días invernales, la de Santa Marta de Ortigueira es escogida por los ánades rabudos y por los reales, aunque no falta tampoco un buen contingente de silbones. En el viaje relámpago que los Fournier realizaron por las costas cantábricas y galaicas en enero de 1969 calcularon el total de ánades rabudos en 1.400. La mayoría de ellos (970) fueron vistos en la ría de Santa Marta de Ortigueira (La Coruña). El largo viaje de 3.500 km. recorridos en 7 días dejó poco tiempo para la observación alternativa de las mareas, situación que debe buscarse en cada lugar y cada ría para poder estimar con cierta seguridad una población de anátidas invernantes en el Norte. En los censos que se realizaron en enero de 1973, 1974 y 1975, sólo contados grupos de rabudos fueron vistos en las Rías Altas gallegas. El Grupo Ornitológico Gallego realizó un censo en los primeros días de enero de 1975 en la mayor parte de las rías de aquella región, incluyendo también embalses y lagunas costeras. Como resultado de él y de un total de 6.000 anátidas observadas, sólo 66 fueron con certeza identificadas como Anas acuta. De este total quedó excluida la Ría del Eo.
En las costas portuguesas la situación es similar y el Anade Rabudo es allí ave escasa como invernante.
Las Marismas del Guadalquivir albergan una buena población de invernantes y Bernis y Valverde (1972) calcularon allí en diciembre de 1967 no menos de 3.000 rabudos. En el censo general realizado en enero de 1972 para toda España, se estimó la población total en 9.000, con una superior densidad en Levante. Solamente en la Albufera se contaron 8.000 ánades rabudos. Los censos aéreos de 1973 (noviembre) y 1974 (enero) en las Marismas del Guadalquivir dieron un número muy bajo de invernantes: 500 y 150 respectivamente. Pero en la Laguna de Los Toyos (Sevilla-Cádiz) había en enero 1.556.
En enero de 1975 el Grupo de Naturalistas del Sureste contó 639 Anas acuta en las salinas de Sta. Pola (Alicante) y 400 en las de Sta. Fe de la misma provincia. Más de 10.000 se veían en la Albufera valenciana. De todas maneras quedan lejos las cifras que Pechuán (1972) daba para solamente los ánades rabudos cazados en las tiradas del Vedado de Sueca en 1965-66: 9.000 ejemplares. La población observada en el Delta del Ebro es variable, pero no desdeñable. En el invierno de 1973-74 no menos de 570 rabudos estaban presentes. Pero también se contabilizaron cifras mayores otros años.
Ante el cúmulo de cifras y estimaciones realizadas puede concluirse que el Anade Rabudo es muy susceptible a los cambios de tiempo. Fríos intensos atraen hacia nuestras costas una notable cantidad. La mayor densidad con mucho, está en la zona levantina y en las Marismas del Guadalquivir. Se cree que no menos de 25.000 rabudos invernan en años normales por las costas de Iberia con poblaciones mucho menores por lagunas y pantanos del interior. Esta cifra se incrementa mucho con olas de frío.
Los anillamientos de este pato han sido masivos en toda Europa y las recuperaciones muy numerosas, lo que ha permitido estudiar bien sus movimientos migratorios y dispersiones posgenerativas. Lebret (1950) considera que los machos adultos tienen tendencia a alejarse mucho menos hacia el Sur que las hembras y los machos jóvenes. Se produce así una desproporción grande en los cuarteles de invierno sureños donde aquellas superan con mucho a los machos. En una zona intermedia de invernada como Holanda, la presencia de machos viejos es notoria y muy destacada la desproporción con las hembras, la mayoría de las cuales han descendido más al Sur, hasta Francia y España. Las recuperaciones de anillados son muy numerosas y Valencia acapara la mayoría ya que como se ha dicho, las cacerías en sus vedados de Silla y Sueca acababan con un buen número de rabudos. Los ánades anillados lo habían sido en gran proporción en Holanda y Dinamarca, aunque también muchos procedían de Rusia, donde en el Sur (desembocadura del río Volga) se concentran para la muda muchos millares de ánades de esta especie. Además de en Valencia, se han recuperado rabudos anillados en las provincias de Huelva, Sevilla, Cádiz, etc. y en Beira Litoral y Ribatejo en Portugal. Esporádicas recuperaciones se han producido en Vascongadas y Navarra de patos anillados en Holanda.
Ánsar Campestre
Anser fabalis 70 cm.
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