borgoñota al casco ligero sin visera movible que dejaba el rostro descubierto como algunos cascos de la antigüedad clásica de los cuales era imitación.
Tenía crestón, sobrevista, guardanuca y yugulares ofreciendo una forma muy elegante. Su uso corresponde a la época del Renacimiento cuyo gusto artístico enriqueció las borgoñotas con toda suerte de primores. Se cree que traían su origen y su nombre de Borgoña. En España, se llamaron celadas borgoñonas, que posteriormente fueron sustituidas por los elegantes morriones españoles.
Cervelliere o cervellera (cervellière, cervelliera;1 en latín, cervellerium,2 cerebrarium,3 cerebrerium, cerebotarium)4 es un yelmo hemisférico y ajustado5 de acero o hierro.3 Fue usado como casco durante el periodo medieval.
Fue introducido por primera vez a finales del siglo XII y fue la protección principal de la cabeza de los cruzados en esa época. Se usaba solo o, más frecuentemente, por encima o por debajo de una cofia de cota de malla.5 También podía llevarse por debajo del gran yelmo,5 lo que devendría una práctica habitual hacia el siglo XIII.[cita requerida]
Con el tiempo, la parte superior se hizo más puntiaguda y se alargó la parte posterior del cráneo para cubrir el cuello, por lo tanto este yelmo evolucionó hasta el bacinete.6 Los cerveillieres fueron usados durante todo el período medieval, e incluso durante el Renacimiento.7 Baratos y fáciles de producir, fueron muy utilizados por los plebeyos y los soldados no profesionales que no podían permitirse una protección más elaborada.
Pese a que la literatura medieval contemporánea da crédito de la invención del cervellière al astrólogo Miguel Escoto hacia 1233,1 la mayoría de los historiadores no lo considera verídico.1 El Chronicon Nonantulanumnota 1 recoge que el astrólogo ideó este casco de hierro poco antes de su muerte, que él mismo había predicho y que ocurrió cuando una piedra de dos onzas cayó sobre su cabeza protegida.
Un gran yelmo o heaume, también llamado yelmo olla, yelmo cubo y yelmo barril, es un casco de la Alta Edad Media, que surgió a finales del siglo XII, en el contexto de las cruzadas y se mantuvo en uso hasta el siglo XIV. Fueron utilizados por los caballeros y la infantería pesada en la mayoría de los ejércitos europeos entre aproximadamente los años 1220 y 1540 d. C. Con el paso del tiempo, fue cayendo en desuso a causa de su peso e insuficiencia de conductos respiratorios, dejándolo como una pieza más característica de las justas y los torneos medievales.
Historia[editar]
En su forma más simple, el gran yelmo era un cilindro cuya parte superior era plana de acero y cubría por completo la cabeza. Tenía aberturas diminutas para los ojos y la boca. Algunos diseños posteriores utilizaron oberturas curvas, sobre todo en la parte superior, para desviar o disminuir el impacto de los golpes.
El gran yelmo evolucionó a partir del yelmo nasal, que se había producido en una variante de techo plano con un perfil cuadrado alrededor de 1180.1 A partir de este tipo de casco se creó un yelmo intermedio, llamado 'yelmo encerrado' o 'gran yelmo primitivo', desarrollado a finales del siglo XII. En este casco la expansión de la zona nasal produce una placa frontal completa, perfecta para la vista y la respiración. Este casco fue superado por el verdadero gran yelmo hacia 1240.2
Más adelante se creó una variante con una parte superior con evolución cónica que se conoce como 'yelmo Sugarloaf'. En español se le llama yelmo de Zaragoza, en referencia a Zaragoza, donde fueron introducidos por primera vez en la península Ibérica. Más tarde se usó en la Reconquista y se tiene constancia de ellos en la Conquista de Mallorca.3
Aunque el gran yelmo ofrecía una protección superior a la de los cascos anteriores, como el yelmo nasal y el spangenhelm, limitaba la visión periférica del usuario, y además de ser pesado, la forma de producción masiva (con cubierta plana y sin agujeros de ventilación) proporcionaba poca ventilación y podían calentarse rápidamente en climas cálidos. Los caballeros solían llevar el gran yelmo sobre una toca (capucha) a veces combinada con un gorro de hierro ceñido conocido como cervelliere. El desarrollo posterior del cervelliere, el bacinete, también fue usado bajo el gran yelmo; los hombres de armas solían quitarse el gran yelmo después del primer choque de lanzas, para tener una mayor visión y libertad de movimientos en el combate cuerpo a cuerpo. El bascinet tenía una cortina adjunta, el almófar, que sustituyó a la toca. Las defensas de la garganta y el cuello como éstas quedaron obsoletos cuando se introdujeron los gorjales de placas, alrededor de 1400.
El bacinete pronto evolucionó desde su forma de cubo para reemplazar al gran yelmo de combate. El gran yelmo cayó en desuso durante el siglo XV. Sin embargo, se utilizaba comúnmente en los torneos una versión del gran yelmo, pero evolucionó la inclinación del yelmo con forma de rana en la boca.4
Decoración[editar]
El gran yelmo era a menudo ennegrecido, lacado o pintado, y con frecuencia llevaba adornos tales como:
- Decoraciones de ventilación (cruces y símbolos)
- Decoraciones del visor ("cruces" horizontales y verticales)
- Decoraciones adjuntas, tales como coronas, plumas, penachos, alas de metal (que se encontraban en los yelmos pertenecientes a los caballeros teutónicos).
Recreaciones contemporáneas[editar]
Actualmente el gran yelmo es especialmente popular entre los jugadores de rol de acción en vivo y en recreaciones medievales tales como la "Society for Creative Anachronism". Es barato, fácil de fabricar con herramientas rudimentarias (tijeras de metal, taladros, yunque rudimentario, remaches y un martillo), y ofrece una buena protección para la cabeza contra las armas, tanto de filo agudo u hoja roma. Sus mayores inconvenientes son la escasa ventilación y circulación de aire, especialmente si se usan con el acolchado de espuma de células cerradas, por lo que se calienta con facilidad en clima cálido.[cita requerida]
Las versiones modernas de reconstrucción histórica de los grandes yelmos pesan entre 1,5 y 3 kg. Por razones de seguridad, están hechos de un acero más grueso que los originales medievales, pero no son demasiado pesados, difíciles de manejar o incómodos. Aunque las rendijas de la visera miden por lo general de 20 a 30 mm de ancho, no restringen en gran medida el campo de visión, ya que están muy cerca de los ojos del usuario.
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