Santos: Telmo, confesor; Basilisa, Anastasia, mártires; Paterno, Leónidas, obispos; Marón, Máximo, Quintiliano, Dadas, Victoriano, Olimpiades, Eutiquio, Crescente, Teodoro, Cirilo, Pausilipo, mártires; Potenciana, virgen; Silvestre, Cundo, abades.
Es uno de los santos medievales más populares, cuya figura se agrandó por el juego de la fábula y cuyos milagros verdaderos o menos contribuyeron a meterlo en las entrañas del pueblo.
Su verdadero nombre de pila es Pedro y llevó como apellidos González Termo. Nació en una familia muy cristiana alrededor del año 1185, cuando es rey en León Fernando II y en Castilla Alfonso VIII; se bautizó en la iglesia románica de san Martín de Frómista, en Palencia.
Un tío suyo que es canónigo y llega a obispo se encarga de su educación. El joven Telmo entra en los Estudios Generales –centro, orgullo de los palentinos, recientemente establecido por Alfonso VIII, el vencedor de las Navas, antes aún que el de Salamanca, fundado en el siglo XIII por Alfonso IX–. Su inteligencia está mejor dotada que la de muchos; rinde más por los buenos maestros que por el esfuerzo que pone. No está Palencia para mucho intelectual esfuerzo ya que en la época no mandan los letrados teólogos, sino los armados caballeros; es el tiempo del romance con juglares y trovadores que ganan su vida cantando batallas por el camino de Santiago bien cercano. A decir verdad, a Telmo le va la jarana, la bulla, la chanza y los torneos. Influye en la estudiantina y en el pueblo. Tiene éxito entre las mozas y es ¡sobrino mimado del obispo! Aunque las disposiciones son mínimas y parece que no habrá muchas promesas de buen clérigo, su tío lo hace canónigo y al poco tiempo lo eleva a deán con pingüe beneficio.
Telmo quiere tomar posesión el día de Navidad con cabalgata sonada. Así se disponen las cosas y nunca tuvo Palencia aire de mayor festejo. En bello alazán va el joven caballero, elegante, enjaretado, orgulloso y arrogante. El aplauso y los gritos van in crescendo, es el frenesí, el paroxismo del triunfo… pero en el cenit de la aclamación empieza Dios a prepararle un encuentro. Cabriolas del caballo y cuerpo en lodazal del ilustre caballero. Muestra vergüenza en la cara y siente turbación por dentro. Levantado entre las burlas –es grande la chacota del pueblo y el ridículo que ha hecho–, entra en casa. Es la ocasión de Dios. A lo Damasco hay conversión en un momento. Un fulminante cambio se da en Telmo. Está rezando, pide luz para ver el mejor modo de morir al mundo para siempre.
Rechaza el deanato, renuncia a la canonjía y a sus prebendas. Llama a las puertas del convento de Dominicos que ha poco fundó en Palencia Domingo de Guzmán y donde se forman monjes para la disputa con los albigenses. Allí se entrega a la oración, con disciplina y sacrificio, orden, obediencia, sacrificio, humildad, estudio, servicio a los demás y… ¡con alegría por dentro! Pasado un tiempo, con dotes de predicador innatas, explica la doctrina al pueblo, se producen conversiones, dedica tiempo a los pobres y visita a los enfermos.
Andalucía es promesa ahora que Fernando el Santo es rey de los dos reinos. Se ha pasado la línea de Sierra Morena y arrebatar el sur a la Media Luna es el empeño de la cruzada. Los ejércitos están necesitados de ilusión, las pasiones entran en juego. Allá está Telmo predicando, perdonando, alentando y encauzando a caballeros y mesnadas. Un insólito hecho, provocado quizá por la zafiedad de los soldados, pone a prueba la solidez del santo que juzgaban «de cartón». Contratando una mujer ligera, experta en bajos oficios, han preparado la tentación. Telmo enciende un buen fuego y se arroja a las llamas solucionando el asunto ante el horror de la desgraciada y el asombro de los listos. De nuevo en Galicia, es Lugo quien se beneficia de su actividad apostólica. Las predicaciones son multitudinarias y con frecuencia son insuficientes los templos. Difunde ampliamente el Santo Rosario y tiene los primeros contactos con los marineros.
Córdoba es también, cuando la toman en el 1236, el lugar donde ejerce Telmo el ministerio y ahora es consejero y confesor del rey Fernando, además de atender a los ejércitos. Una preciosa tabla de la catedral de Tuy representa al rey arrodillado dentro de la real tienda con Telmo sentado impartiéndole perdón y consejo. Como no es palaciego, terminado el encargo, vuelve a la Galicia de sus sueños.
Tuy se aprovechará de sus desvelos. Enseña lo que sabe, tiene cura de almas, resalta su oficio de padre de los pobres, dirige conciencias, socialmente influye –con la formación que da a los pescadores y marineros– poniendo los cimientos de lo que luego serán las cofradías y los gremios. Dicen que le vieron hacer milagros, mandar a las nubes, aplacar tormentas, atravesar a pie el Miño, conseguir milagrosamente comida y predecir el día y hora de su muerte conocidos por aviso del Cielo. El obispo don Lucas –el autor del Chronicon Mundi– presidió sus funerales, mandó fabricar su mausoleo, conservar religiosamente sus reliquias y recoger información para abrir su proceso.
Tantos portentos ha habido que los marinos y pescadores aprenden a leer en el fenómeno eléctrico la presencia de san Telmo, y aún hoy no dejan de invocarle sin descanso cuando llega la tormenta y retumba el trueno.
Marón o también conocido como San Marón (m. 410, Siria), fue un
monje anacoreta sirio, abad en
San Ciro y fundador del rito católico oriental que lleva su nombre, la
Iglesia católica maronita.
Fue un cenobita de la Iglesia de Antioquía del siglo IV, que estableció una ermita en el
Amanus occidental. Es un santo venerado tanto en el mundo cristiano de Oriente como en el de Occidente.
2 La festividad de San Marón se celebra el 9 de febrero para la
Iglesia católica, y el
14 de febrero para la
Iglesia ortodoxa. Marón fue uno de los primeros evangelizadores de la región de
Fenicia, que por el
siglo IV conservaba sus ritos y religión pagana; la influencia de este asceta dio como resultado que sus discípulos fundaran algunos años después enclaves de
evangelización en Monte
Líbano. Siguió su creencia con gran fe, por lo que su fama de santidad pronto se extendió por gran parte de la región de Siria. Era un muy estimado y profundo amigo espiritual de
San Juan Crisóstomo, quien le escribía desde la ciudad romana de
Cucusus, (
Armenia).
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Los maronitas[editar]
Tuvo en su vida numerosos seguidores que quisieron abrazar la vida de austeridad, soledad y oración, que él proponía. Sus características fueron: justicia, templanza, castidad y trabajo duro. Marón nunca tuvo la idea de formar una iglesia; sino más bien, quiso iniciar dentro de la Iglesia de Antioquía un camino especial de santidad. Su vida relatada con pocas líneas por el historiador eclesiástico
Teodoreto de Ciro, se resume en: fidelidad a Cristo, siguiendo los consejos evangélicos; fidelidad a la iglesia de Cristo, defendiendo a los Santos Cánones de los primeros concilios eclesiásticos; y fidelidad a las
santastradiciones de la Iglesia Oriental, llevando una vida de ermitaño en la cumbre de una montaña cercana al pueblo de Kfar Nabo, donde estaba erigido un templo al dios pagano Nabo, que él transformó en un templo cristiano.
Los
maronitas son los cristianos que deben su nombre a Marón, el eremita sirio. Se lo conoce como santo patrón de todos los católicos maronitas y la ciudad de
Volperino, Italia. Si bien en los dos siglos después de la muerte de Marón en el
410 se encomendaron a los cuatro primeros cánones eclesiásticos, parte de la comunidad que creció de sus enseñanzas abrazaría el
monotelismo, rechazando así la doctrina del
segundo concilio de Constantinopla, y durante las
cruzadas entran en comunión con el
Papa de Roma en siglo XII.
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