Atenea despreciando a Hefesto es un cuadro del pintor Paris Bordone, realizado entre los años 1555 y 1560. Aunque no está definitivamente comprobado, los investigadores sugieren que puede haber sido parte de un ciclo mural decorativo en las paredes o el techo de una casa veneciana.
Hefesto, dios de la fragua y el fuego y creador de las armas y objetos de los dioses olímpicos, se caracterizaba por su fealdad, su cojera y también por las infidelidades de su esposa, la diosa Afrodita, causa de risas y envidias de otros dioses. Sorprende por ello que, en una ocasión en la que la diosa Atenea, que había acudido a la fragua de Hefesto, el Vulcano romano, para pedir unas armas que habían sido hechas por el dios herrero,2este perdiera el control y quisiera conquistar a la patrona de Atenas.3La diosa virgen, asqueada por la agresión, rechaza a Hefesto, limpiándose los restos de semen que el dios había eyaculado y de estos nacería el primer rey de Atenas, Erictonio.
La obra[editar]
Hefesto, semidesnudo y con la fragua en la izquierda de la imagen, agarra a Atenea por el brazo. La diosa, con la pierna también desnuda, muestra con su gesto el asco y desprecio que le produce la acción del dios que había propiciado su propio nacimiento.4
El autor, Bordone, tiene otros cuadros de contenido mitológico, uno de ellos de 1549 sobre el descubrimiento de Hefesto de la infidelidad de su esposa,la diosa Afrodita con Ares.
Autorretrato es una obra de El Greco, realizada entre 1595 y 1600 durante su último período toledano. Se conserva en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
Análisis[editar]
Este lienzo fue realizado alrededor de 1595 —cuando El Greco tenía cerca de 55 años—, uno de los momentos de máxima creatividad en su carrera, luego de haber pintado el Entierro del señor de Orgaz. Aquí sigue la estela de Tiziano, y Tintoretto de quienes aprendió en Venecia, a fin de destacar sus grandes ojos y su mirada directa.
El pintor emplea una pincelada muy rápida, como en casi toda su dilatada producción artística, que no se detiene en detalles, sino que contribuye a crear un poderoso ambiente de intimidad, característica de toda su trayectoria.
No es este el único autorretrato que Tiziano realizara, pero sí el más famoso. Giorgio Vasari consignó otro (hoy perdido), realizado en 1550. Así mismo consta documentalmente un autorretrato en el que el artista estaba representado sujetando un retrato de Felipe II. Por desgracia este cuadro desapareció en el incendio del Palacio del Pardo. En la actualidad solo se conservan dos: uno en Berlín y el del Prado que nos ocupa.
Descripción[editar]
Uno de los aspectos que más llama la atención de este autorretrato es la opción de representarse de perfil, lo que hacía necesario para su realización la utilización de varios espejos. A buen seguro que la pose elegida fue deliberada, probablemente en aras de asociar la figura a tipología de la numismática romana clásica. Es como si el artista, consciente de encontrarse en sus últimos años de vida, quisiera haber dejado una imagen suya para la posteridad. El pintor se representa con un pincel en la mano, y con una doble cadena de oro, que lo acredita como caballero de la Orden de la Espuela de Oro. El traje elegido, de color negro, establece un interesante contraste cromático con el blanco del cuello.
El cuadro fue adaptado a un marco oval en algún momento del siglo XVIII. Poco después volvió a adoptar su formato de origen, haciéndose necesarios algunos repintes en los extremos doblados.
Esta obra fue propiedad de Rubens, y en la subasta de sus bienes tras su muerte, fue adquirida por Felipe IV. Forma parte de la colección del Museo del Prado desde 1821.
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