vikingos1 en Galicia se produjo en el período comprendido entre los siglos IX y XII, en un contexto en el que los pueblos que habitaban Escandinavia se habían convertido en una potencia naval, comercial y militar, lanzando periódicas expediciones comerciales de saqueo y conquista principalmente contra la costa del océano Atlántico, pero también ascendiendo por el curso de los ríos hasta los lugares que pretendían saquear. Llegaron hasta puntos tan alejados como el Mediterráneo, y entre los lugares que visitaron se encontraba Galicia, que ellos denominaban Jakobsland (Tierra de Santiago).
La primera incursión de los vikingos en Galicia aparece reflejada en los Annales Bertiniani, y se remonta al mes de agosto del año 844 cuando un grupo de vikingos daneses procedente de una expedición de saqueo se adentró por el río Garona, y empujados por una tormenta terminaron llegando hasta Galicia, saqueando algunas aldeas costeras hasta que fueron rechazados en los alrededores del Farum Brecantium, es decir, la Torre de Hércules (La Coruña) (que los vikingos llamaban Fár).3 En aquella época reinaba en Galicia Ramiro I. Tras la derrota, los vikingos continuaron su viaje hasta Lisboa, antes de regresar a su país.
Durante esta época surgió la leyenda del obispo Gonzalo de la diócesis de Bretoña: al llegar a la entrada del río Masma un gran número de embarcaciones vikingas, los habitantes acudieron a la protección del obispo, al que consideraban santo. Gonzalo rezó pidiendo la protección del cielo contra el ataque y entonces se desató una gran tempestad que hundió la mayor parte de la flota invasora.
En el año 858, durante el reinado de Ordoño I, reapareció en las costas de Galicia una gran flota vikinga. Se trataba de un contingente de cien naves procedente de expediciones de saqueo en las costas francesas que se dirigieron hacia la ría de Arosa. Tras saquear la diócesis de Iria Flavia llegaron hasta Santiago de Compostela, poniendo sitio a la ciudad. Los habitantes de Compostela pagaron un tributo para evitar el saqueo, pero a pesar de ello los vikingos continuaron intentando apoderarse de la ciudad, hasta que el sitio fue levantado por un ejército dirigido por el conde Pedro, que los derrotó y destruyó 38 barcos; los supervivientes se dirigieron hacia el sur de la costa gallega, saqueando las poblaciones a su paso. Como consecuencia de esta expedición la sede episcopal de Iria Flavia fue trasladada a Santiago de Compostela.
En el año 951 los vikingos reaparecieron de nuevo y saquearon la costa gallega; en los años siguientes las ciudades se reforzaron en previsión de nuevos ataques. En el año 964 los vikingos reaparecieron de nuevo y el propio obispo Rosendo de Mondoñedo tuvo que hacerles frente.
Las segundas invasiones[editar]
En el año 968 el segundo duque de Normandía, ante el peligro de invasión francesa de su dominio, pidió ayuda a sus parientes daneses y noruegos que acudieron con una gran flota vikinga. Una vez derrotado el rey de Francia los vikingos permanecieron en Normandía, lo que provocó grandes problemas, por lo que el duque los animó a partir a la conquista de Galicia, «esa tierra tan rica de la que tanto hablan los peregrinos».4
Llegaron a Galicia unas doscientas naves al mando de Gudrød (Guðrǫðr), hermano de Harald Gråfeldr,5 conocido como Gunderedo en las crónicas gallegas. Cien de esas naves se detuvieron en la costa cantábrica de Galicia y atacaron la diócesis de Bretoña, mientras que otras cien se internaron en la ría de Arosa y desembarcaron en el puerto de Iuncariae (Xunqueira),6 para dirigirse por tierra hasta Santiago de Compostela. La llegada de los vikingos coincidió con el fin de las disputas entre los obispos Rosendo y Sisnando II por el control de la diócesis episcopal. El obispo Sisnando, que acababa de expulsar a Rosendo de la ciudad, intentó detenerlos en las proximidades de Iria Flavia, donde habían llegado remontando el curso del río Ulla, pero no lo consiguió y murió atravesado por una flecha durante la batalla de Fornelos el 29 de marzo. Ya sin resistencia, los vikingos se dispersaron por Galicia, llegando hasta el Courel. En Lugo el obispo Hermenegildo consiguió defender la ciudad, pero no pudo impedir que los vikingos arrasaran las tierras de Bretoña, cuya antigua sede quedó destruida, siendo reconstruida posteriormente en el actual Mondoñedo.
Los vikingos permanecieron durante cerca de tres años en tierras gallegas, matando y saqueando, pero cuando regresaban a sus naves cargados con botín y prisioneros fueron interceptados por un ejército al mando del conde Gonzalo Sánchez, que consiguió vencerlos en los alrededores de la ría de Ferrol hacia el año 970, dando muerte a Gunderedo, su sækonungr7 y quemando la mayoría de sus naves.
Tras dejar Galicia, los vikingos continuaron navegando hacia el sur y saquearon la costa entre el río Duero y Santarém.
Las últimas invasiones[editar]
Desde el siglo X los vikingos comenzaron a aparecer en Galicia de forma cada vez más esporádica; sin embargo, en el año 1015, dirigidos quizás por el rey Olaf atacaron Castropol, Betanzos, Ribas de Sil y Tuy. En esta villa desembarcaron por sorpresa remontando el río Miño y masacraron al ejército del conde Menendo González, arrasaron la ciudad y tomaron como prisionero al obispo Alfonso.8
Del año 1026 se conserva un documento que revela una práctica habitual entre los nórdicos, el secuestro de rehenes para obtener rescate. En el documento aparece Octicio negociando la liberación de dos mujeres, Meitilli y Gocina, madre e hija, por las que finalmente entregó una capa, una espada, una camisa, tres lienzos, una vaca y tres modios de sal.9
En el año 1028, reinando Bermudo III, Ulf el gallego, también dirigió una expedición contra las costas gallegas, subiendo por la ría de Arousa, pero también fue rechazada por el ejército del obispo Cresconio de Compostela, quien también fortaleció la ría de Arousa edificando los Castellum Honesti, las Torres del Oeste.
Con el fin del período de las invasiones vikingas comenzó la llegada de peregrinos nórdicos a Santiago de Compostela siguiendo el Camino de Santiago. Entre estos peregrinos se encontraba figuras importantes como el rey Sigurd de Noruega, en otoño de 1108, el camino marítimo del vestvegr que conectaba Escandinavia con Galicia, duraba unos ocho días de travesía.
Consecuencias[editar]
La destrucción de las sedes episcopales de Iria Flavia y Bretoña provocó su traslado a Santiago de Compostela y Mondoñedo y un cambio en la estructura del poder eclesiástico gallego. Varias fortificaciones como las Torres del Oeste o la muralla de Santiago fueron erigidas para la defensa frente a los nórdicos. Aunque en el conjunto de las invasiones vikingas, la presencia vikinga en Galicia fue puntual y superficial, algún topónimo como Lordemanos podría estar relacionado con la presencia nórdica, aunque es más probable que este asociado a las peregrinaciones jacobeas y no a los saqueadores vikingos.
Gudrød o Gunrod (castellano: Gunderedo; nórdico antiguo: Guðrǫðr) (m. 970) fue un caudillo vikingo noruegoconsiderado rey del mar (sækonungr) que desde sus bases permanentes en el Loira1 lanzó sangrientas incursiones en las costas cantábricas de la península ibérica con cien naves armadas en el 968,2 asentándose en Galicia durante un año entero.3 Posiblemente Gunderedo tenía parentesco familiar, primo o hermano, con Harald II de Noruega.4
En marzo de 968 Gunderedo llega a las puertas de Compostela, el obispo Sisnando Menéndez se encargó de la defensa y el 29 de marzo de 968 se enfrentó a los vikingos en la batalla de Fornelos, fue derrotado y murió de un flechazo. Los vikingos entraron en la ciudad sin más resistencia.
El conde Gonzalo Sánchez terminó con la aventura vikinga en el año 970 lanzando un ataque con un poderoso ejército que venció a los nórdicos en cruenta batalla y tras capturar a Gunderedo y los supervivientes de su flota, los pasó a todos a cuchillo.5 Una respuesta tan sangrienta probablemente se debió a que en el siglo X se llegó a decir que, vistos los precedentes de expediciones previas, el vikingo era peor enemigo que el moro.
Hastein (también Hasting, o Haesten, Hæsten, Hæstenn o Hæsting 1 y apodado Alsting 2 c. 853) fue un notable caudillo vikingo del siglo IX que lideró muchas incursiones de saqueo y pillaje en Europa. Dudo de Saint-Quentin lo describió como «cruel, rudo, destructor, pendenciero, salvaje, feroz, lujurioso, criminal, portador de muerte, arrogante, impío y todo lo que acompañe».
Poco se sabe de los primeros años de Hastein, descrito como un danés en la crónica anglosajona, a menudo emparentado como hijo de Ragnar Lodbrok.3 El primer registro que se tiene constancia de su persona es el ataque vikingo al Imperio Franco, ocupando Noirmoutier en el año 8434 y en el curso del río Loiraotra vez en el 859, precediendo a su gran incursión en el Mediterráneo junto su hermano Bjorn "Ironside" Ragnarsson.
Península ibérica y el Mediterráneo[editar]
Una de las más famosas incursiones de Hastein fue en el Mediterráneo5 entre el 859 y 862, junto a su hermano Björn Ragnarsson, hijo y heredero de Ragnar Lodbrok con una flota de 62 naves. La primera expedición no resultó como se esperaba ya que fue derrotado por los astures y más tarde por los musulmanes del Califato de Córdoba en Niebla en el 859. Siguió el saqueo de Algeciras con mejor éxito, donde quemaron la mezquita y devastaron Mazimma en el Califato de la Dinastía Idrísida en la costa norte africana, seguido de otras incursiones contra los Omeyas en Orihuela, Islas Baleares y el Rosellón.
Hastein y Björn invernaron en Camargue, en la desembocadura del Ródano, antes de arrasar Narbona, Nîmes y Arlés, para luego dirigirse al norte a Valence, antes de fijar su atención hacia Italia. A partir de ahí comenzaron las incursiones hacia el interior, llegando a la ciudad de Luni (que creían era Roma en aquel tiempo), pero fue incapaz de traspasar sus murallas. Para garantizar la entrada enviaron emisarios al obispo con la falsa información que Björn había muerto, había hecho conversión de Fe en su lecho de muerte, y su último deseo era ser enterrado en tierra consagrada junto a la iglesia. Consiguió de esa forma entrar en la capilla en su propio ataúd con una pequeña guardia de honor, sorprendiendo a los clérigos italianos consternados al ver saltando de su ataúd al caudillo vikingo y facilitando su camino hacia las puertas de ciudad, que él abrió, dejando entrar a su ejército mercenario.6 La flota posiblemente llegó a atacar algunos puestos avanzados del Imperio bizantino.
A su regreso al Loira, hicieron una escala en el norte de África donde compraron bastantes esclavos (conocidos por los vikingos como «blámenn», los hombres azules, muy posiblemente tuaregs) que vendieron posteriormente en Irlanda. De regreso a casa, Hastein y Björn fueron derrotados por una flota sarracenaa su paso por el estrecho de Gibraltar donde perdió cuarenta naves, pero todavía le quedaron fuerzas para arrasar Pamplonaantes de regresar a Escandinavia con veinte naves.
Loira y Sena[editar]
Asentado en Bretaña, Hastein se alió con Salomón I de Bretaña contra los francos del imperio carolingio en el año 866, y como parte del ejército vikingo-bretón mató a Roberto el Fuerte en la batalla de Brissarthe.7 En el año 867 devastó Bourges y un año más tarde Orléans. Hubo paz desde entonces hasta la primavera de 872 cuando la flota vikinga ascendió por el río Maine y conquistaron Angers, que siguió un asedio del rey franco Carlos el Calvo que desembocó en un tratado de paz en octubre de 873.
Hastein permaneció en el curso del Loira hasta 882, cuando fue expulsado definitivamente por el rey Carlos; su ejército se trasladó al norte del Sena y allí se mantuvo hasta que los francos sitiaron París y su territorio en la Picardía se vio amenazado. En este punto Hastein fue uno de los muchos vikingos que comenzaron a mirar a Inglaterra como una fuente de riqueza y nuevo objetivo de pillajes.2
El ejército de Hastein en Inglaterra[editar]
Hastein cruzó a Inglaterra desde Boulogne en 892 encabezando una de sus dos grandes compañías. Su ejército, el menor de los dos, llegó con ochenta naves y ocuparon la villa de Milton Regis, mientras sus aliados cercaron Appledore ambas en Kent con 250 naves.8 Alfredo el Grande posició su ejército sajón entre ellos para evitar su unificación, y como resultado obtuvo unos términos de acuerdo favorable al bautismo cristiano de Hastein y sus dos hijos, y abandonar Kent por Essex. La sección más grande del ejército intentó reunificarse tras atacar Hampshire y Berkshire a finales de 893, pero fue vencido en Farnham por Eduardo el Viejo, hijo de Alfredo. Los supervivientes finalmente alcanzaron al ejército de Hastein en la Isla de Mersea, después de que un ejército aliado de sajones y del Reino de Mercia fracasaron en el desalojo de su fortaleza en Thorney.
El resultado fue Hastein comandando un formidable ejército y ocupando un campo fortificado (o burh) en Benfleet, Essex,9 donde unió los hombres y barcos de Appledore y Milton.
Durante una incursión en Mercia, la mayor parte de su ejército estaba lejos y la guarnición fue derrotada por la milicia sajona de Wessex occidental capturando la fortificación, las naves, el botín recaudado, mujeres y niños. Fue un golpe decisivo para Hastein, que había perdido a su esposa e hijos en Benfleet,10 pero retomó sus fuerzas combinadas en una nueva fortificación en Shoebury al norte de Essex,9 y recibió refuerzos de los daneses de East Anglia y de los escandinavos de Jorvik. Recuperó a sus hijos cuando Alfredo el Grande y Etelredo I le apadrinaron en su bautismo cristiano a principios de 893.
Más tarde, Hastein lanzó a sus hombres en una vengativa expedición a lo largo del valle del Támesis y surcando el río Severn. Fue acechado en todo momento por Etelredo de Mercia y una alianza de los ejércitos de Mercia y sajones occidentales, reforzado por un contingente de guerreros procedente de los reinos galeses. Eventualmente el ejército vikingo se encontró atrapado en la isla de Buttingham cerca de Welshpool, pero lucharon por su liberación durante semanas, perdiendo muchos hombres, y regresando a su fortaleza en Shoebury. A finales del verano de 893, los hombres de Hastein emprendieron otra vez su camino. Primero trasladaron sabiamente su botín, mujeres y barcos a East Anglia, y tras obtener refuerzos marcharon hacia Chester para ocupar las ruinas de la fortaleza romana. La fortaleza hubiera sido una base perfecta para sus incursiones en el norte de Mercia, pero sus habitantes tomaron una drástica decisión aplicando la medida de tierra quemada destruyendo cosechas y matando al ganado en el lugar para privar de suministros a los daneses y echarles del territorio.
En otoño, el asediado ejército abandonó Chester y se desplazó al sur de Gales, devastando todo a su paso, los reinos de Brycheiniog, Gwent y Glywysing9 hasta el verano de 894 cuando regresaron por Northumbria, las tierras medias danesas de los cinco burgos de Danelaw, y East Anglia para sentarse de nuevo en la fortaleza de la isla de Mersea. En otoño de 894, el ejército desplazó su flota por el Támesis hasta una nueva fortaleza en el río Lea. En el verano de 895 Alfredo llegó con el ejército sajón occidental y obstruye el curso del río Lea. Los daneses abandonan el emplazamiento y envían a sus mujeres a East Anglia iniciando una gran marcha por Midlands hasta llegar a otro emplazamiento junto al Severn (actualmente Bridgnorth), perseguidos por fuerzas hostiles durante todo el camino. Permanecen allí hasta la primavera de 896 cuando el ejército finalmente se dispersa y reparte entre East Anglia, Northumbria y el Sena.
Legado[editar]
Hastein desaparece de los registros históricos en el 896 por entonces un hombre anciano pues años atrás cuando llegó a Inglaterra ya fue descrito como lujurioso y terrible viejo guerrero del Loira y el Somme,9 Hastein ha sido uno de los más notables vikingos de todos los tiempos, con múltiples expediciones e incursiones a docena de ciudades y reinos en Europa y Norte de África.
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