Aunque tienen mala prensa por su alto contenido en grasas, entre un 50% y un 70%, y por su densidad energética, 160 o 180 kcal por cada 100 gramos, los frutos secos acarrean más beneficios que disgustos para la salud. Y es que, además de ser una excelente fuente de nutrientes esenciales, aportan un elevado contenido de proteínas, antioxidantes, fibra, minerales y vitaminas B y E. A lo que se añade que las grasas que contienen son 'buenas', es decir, monoinsaturadas y poliinsaturadas, que, tal y como apuntan en el portal Mayo Clinic, "ayudan a disminuir los niveles de colesterol LDL, bajan los triglicéridos, disminuyen la coagulación de la sangre y mejoran la salud de los vasos sanguíneos". Con tales propiedades no resulta extraño que la OMS recomiende su inclusión en el marco de una dieta saludable.

Un puñado al día

Es más, la Fundación Española del Corazón aconseja ingerir 50 gramos diarios de frutos secos. A pesar de estas indicaciones, las estadísticas revelan que uno de cada tres españoles nunca los consumen y que menos del 8% lo hace a diario. En este sentido, la comunidad médica está de acuerdo en afirmar que no conviene dejar a un lado los frutos secos. Eso sí, hay que tener muy en cuenta cómo se consumen. El mejor modo es comerlos en 'versión cruda', sin aditivos o sal, o excluidos de determinadas preparaciones. Y es que, aunque no tienen propiedades milagrosas ni curan enfermedades por arte de magia, lo cierto es que pueden cubrir diversas necesidades nutricionales o ayudar en la regulación de dolencias. Se podría decir que hay un fruto seco para cada necesidad.

Dolencias óseas: piñones y almendras

Las almendras son los frutos secos que más calcio aportan, en concreto 269 mg cada 100 g. Por tanto, son una buena opción para complementar o incrementar los niveles de este mineral y prevenir la osteoporosis o combatir las molestias óseas. Por su parte, los piñones contribuyen con interesantes cantidades de zinc, 6,45 g cada 100 g, lo que ayuda en la formación y la mineralización de los huesos y articulaciones.
La Fundación Española del Corazón aconseja la ingesta de 50 gramos diarios de frutos secos

Tránsito intestinal: nueces y pistachos

La escasez de fibra es, junto con una ingesta inadecuada de agua y el sedentarismo, una de las principales causas de estreñimiento. Con un 10,6% de este nutriente, los pistachos son buenos amigos del buen funcionamiento de los intestinos. Muy de cerca le siguen las nueces, que aportan un 6,5%, lo que las convierte en buenas enemigas del estreñimiento.
Pistachos.
Pistachos.

Colesterol: avellanas, nueces y almendras

Estos frutos secos tienen el poder de contribuir en la mejora de la salud cardiovascular. Resultan ricos en ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, los cuales ayudan a mantener la salud de los vasos sanguíneos y a controlar los niveles de colesterol. Las más destacadas desde el punto de vista nutricional son las nueces, puesto que son el único fruto seco que aporta cantidades importantes de omega-3. Este ácido graso es importante porque ayuda a reducir los citados niveles de colesterol y de triglicéridos, así como a rebajar la presión arterial. Las avellanas y las almendras aminoran los niveles de lípidos en sangre y de homocisteína, un aminoácido que en grandes cantidades daña el revestimiento de las arterias y aumenta el riesgo de bloqueo de los vasos sanguíneos.

Diabetes: anacardos, piñones, pistachos...

Los datos extraídos del estudio realizado por el doctor David Jenkins, publicado en la revista 'Diabetes Care', apuntan que estos frutos secos ayudan a controlar los niveles de lípidos y glucosa en sangre en diabéticos de tipo 2 (siempre mejor sin sal, obviamente).
Por otra parte, cabe destacar que son ricos en oligoelementos –minerales que el organismo necesita en mínimas cantidades–, sobre todo en magnesio. Este es coadyuvante de la resistencia de la insulina, lo que ayuda a prevenir el desarrollo de diabetes de tipo 2. Los anarcardos, con 292 mg cada 100 g, son los que más aportan. Por su parte los pistachos, destacan, además, por su elevado contenido en potasio –1.025 mg–, cuya deficiencia impide el control de la diabetes.
Nueces.
Nueces.

Sobrepeso: nueces, avellanas y almendras

Tradicionalmente se ha vinculado a los frutos secos con el incremento de peso. Sin embargo, no es cierto y hay numerosos estudios que así lo demuestran. Por ejemplo, el publicado en la revista 'American Journal of Clinical Nutrition', el cual concluye que “las dietas ricas en frutos secos, comparadas con diferentes dietas de control, no aumentan el peso corporal, el Índice de Masa Corporal o la circunferencia de la cintura. Nuestros hallazgos apoyan la inclusión de frutos secos en dietas saludables para la prevención cardiovascular".
Los frutos secos más oleosos, como las nueces, las almendras y las avellanas, aportan grasas saludables y tienen un poderoso efecto saciante, que conlleva un descenso del consumo de otros alimentos, muchas veces poco saludables.

Demencia: almendras y avellanas

Otra de las bondades atribuidas a este tipo de frutos es su posible poder en la prevención de la demencia cognitiva. Tanto las almendras como las avellanas son ricas en vitamina E, que se relaciona con un menor deterioro cognitivo e incluso con un retraso del mismo. Así lo demuestra el estudio estadounidense realizado conjuntamente por el Hospital General de Massachusetts (HGM), el Centro Médico Bedford y la Escuela de Medicina de Harvard. Concluye, tras el análisis de 540 pacientes de la Unidad de Trastornos de la Memoria del HGM, que la ingesta de vitamina E retrasa el deterioro de las funciones cognitivas en pacientes con alzhéimer.