frutos secos son llamados así porque todos tienen una característica en común: en su composición natural (sin manipulación humana) tienen menos de un 50 % de agua. Son alimentos muy energéticos, ricos en grasas, en proteínas, así como en oligoelementos. Según el tipo de fruto seco, también pueden aportar buenas cantidades de vitaminas (sobre todo del grupo B) o ácidos grasos omega 3. No se deben confundir con los provenientes de frutas desecadas.
Ejemplos[editar]
Los frutos secos más conocidos son:
- Almendras
- Anacardos
- Avellanas
- Cacahuete (aunque clasificado como legumbre, está considerado popularmente como fruto seco)1
- Castañas
- Castañas de Para/Nueces de Brasil
- Gevuinas o avellanas chilenas
- Nueces de Macadamia
- Nueces
- Nueces de Pecán
- Piñones (semillas de algunas especies de pino)
- Pistachos (frutos del árbol denominado alfóncigo)
- Semillas de calabaza (denominadas pipas en España)
- Semillas de girasol (denominadas pipas en países cómo España o Argentina)
Usos[editar]
Gastronómicos[editar]
Se suelen emplear mucho los frutos secos en Gastronomía, un ejemplo sencillo suele ser en ensaladas donde acompañan a las verduras (en algunos países[cita requerida] se denominan coloquialmente «piedras») y los aperitivos que se sirven en algunos lugares. Los potajes de la cocina persa y los aromáticos postres de la cocina árabe.
Algunos de los aromas a frutos secos que se pueden apreciar en los vinos blancos y tintos no provienen de la adición de estos frutos al vino, sino a la maduración que ha logrado el sabor.
Medicinales[editar]
Las propiedades y compuestos alimenticios que poseen los convierten en herramientas valiosas para la medicina preventiva.
Salud[editar]
Los frutos secos son muy ricos en algunos elementos beneficiosos para la salud, por ejemplo todos ellos contienen cantidades apreciables de vitamina E, que tiene propiedades antioxidantes. Poseen la mayoría de las vitaminas B, todas estas vitaminas unidas a la cantidad de sales minerales fundamentadas en metales tales como el fósforo, el magnesio, el cobre, el hierro, etc. los convierten en un alimento muy apropiado para aquellas personas vegetarianas que quieran prescindir de aporte cárnico a sus platos.
Algunos metales tales como el selenio y el zinc presentes en los anacardos y en las nueces de Brasil promueven la fertilidad masculina, ya que se ha observado una producción menor de espermatozoides asociada a dietas bajas en estos metales.
El contenido en calcio hace que sean en algunos casos sustitutivos de la leche en aquellas personas que presentan intolerancia a la lactosa o son veganas. La ingestión de frutos secos ayuda a prevenir la osteoporosis(enfermedad que produce una debilidad de los huesos por falta de calcio).
Los frutos secos que más calcio tienen son las almendras (240 mg/100 g) las nueces de Brasil (170 mg/100 g) y las avellanas (140 mg/100 g).
Los frutos secos son ricos en fibras y su ingesta produce un tránsito rápido de alimentos por el tracto intestinal y una dieta rica en frutos secos previene del estreñimiento y de enfermedades intestinales como la diverticulosis. La fibra tiene como misión retrasar la absorción de azúcar, lo que permite disponer de la energía progresivamente y durante más tiempo sin que sea convertida a grasas.
Casi todos los frutos secos contienen un gran aporte calórico y de hidratos de carbono, quizás la menor corresponda a las castañas, que contienen de media casi 500 kcal/100 g. Por esta razón está muy aconsejado para las personas que realizan esfuerzos físicos prolongados tales como los atletas. No son, sin embargo, recomendables en las dietas hipocalóricas, por lo general, debido a su alto contenido calórico, pero sí en pequeñas cantidades. Se les atribuyen buenas propiedades para reducir el colesterol (por los ácidos omega 3) y buenos en situaciones de esfuerzo intelectual (por el fósforo).
Es importante acotar que los frutos secos pueden desencadenar reacciones alérgicas en personas muy sensibles, por lo cual estas personas deben evitar consumirlos (principalmente los cacahuetes, almendras, nueces, castañas o avellanas). También suelen producir fermentaciones en el intestino, provocando flatulencias.
Aunque tienen mala prensa por su alto contenido en grasas, entre un 50% y un 70%, y por su densidad energética, 160 o 180 kcal por cada 100 gramos, los frutos secos acarrean más beneficios que disgustos para la salud. Y es que, además de ser una excelente fuente de nutrientes esenciales, aportan un elevado contenido de proteínas, antioxidantes, fibra, minerales y vitaminas B y E. A lo que se añade que las grasas que contienen son 'buenas', es decir, monoinsaturadas y poliinsaturadas, que, tal y como apuntan en el portal Mayo Clinic, "ayudan a disminuir los niveles de colesterol LDL, bajan los triglicéridos, disminuyen la coagulación de la sangre y mejoran la salud de los vasos sanguíneos". Con tales propiedades no resulta extraño que la OMS recomiende su inclusión en el marco de una dieta saludable.
Un puñado al día
Es más, la Fundación Española del Corazón aconseja ingerir 50 gramos diarios de frutos secos. A pesar de estas indicaciones, las estadísticas revelan que uno de cada tres españoles nunca los consumen y que menos del 8% lo hace a diario. En este sentido, la comunidad médica está de acuerdo en afirmar que no conviene dejar a un lado los frutos secos. Eso sí, hay que tener muy en cuenta cómo se consumen. El mejor modo es comerlos en 'versión cruda', sin aditivos o sal, o excluidos de determinadas preparaciones. Y es que, aunque no tienen propiedades milagrosas ni curan enfermedades por arte de magia, lo cierto es que pueden cubrir diversas necesidades nutricionales o ayudar en la regulación de dolencias. Se podría decir que hay un fruto seco para cada necesidad.
Dolencias óseas: piñones y almendras
Las almendras son los frutos secos que más calcio aportan, en concreto 269 mg cada 100 g. Por tanto, son una buena opción para complementar o incrementar los niveles de este mineral y prevenir la osteoporosis o combatir las molestias óseas. Por su parte, los piñones contribuyen con interesantes cantidades de zinc, 6,45 g cada 100 g, lo que ayuda en la formación y la mineralización de los huesos y articulaciones.
La Fundación Española del Corazón aconseja la ingesta de 50 gramos diarios de frutos secos
Tránsito intestinal: nueces y pistachos
La escasez de fibra es, junto con una ingesta inadecuada de agua y el sedentarismo, una de las principales causas de estreñimiento. Con un 10,6% de este nutriente, los pistachos son buenos amigos del buen funcionamiento de los intestinos. Muy de cerca le siguen las nueces, que aportan un 6,5%, lo que las convierte en buenas enemigas del estreñimiento.
Colesterol: avellanas, nueces y almendras
Estos frutos secos tienen el poder de contribuir en la mejora de la salud cardiovascular. Resultan ricos en ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, los cuales ayudan a mantener la salud de los vasos sanguíneos y a controlar los niveles de colesterol. Las más destacadas desde el punto de vista nutricional son las nueces, puesto que son el único fruto seco que aporta cantidades importantes de omega-3. Este ácido graso es importante porque ayuda a reducir los citados niveles de colesterol y de triglicéridos, así como a rebajar la presión arterial. Las avellanas y las almendras aminoran los niveles de lípidos en sangre y de homocisteína, un aminoácido que en grandes cantidades daña el revestimiento de las arterias y aumenta el riesgo de bloqueo de los vasos sanguíneos.
Diabetes: anacardos, piñones, pistachos...
Los datos extraídos del estudio realizado por el doctor David Jenkins, publicado en la revista 'Diabetes Care', apuntan que estos frutos secos ayudan a controlar los niveles de lípidos y glucosa en sangre en diabéticos de tipo 2 (siempre mejor sin sal, obviamente).
Por otra parte, cabe destacar que son ricos en oligoelementos –minerales que el organismo necesita en mínimas cantidades–, sobre todo en magnesio. Este es coadyuvante de la resistencia de la insulina, lo que ayuda a prevenir el desarrollo de diabetes de tipo 2. Los anarcardos, con 292 mg cada 100 g, son los que más aportan. Por su parte los pistachos, destacan, además, por su elevado contenido en potasio –1.025 mg–, cuya deficiencia impide el control de la diabetes.
Sobrepeso: nueces, avellanas y almendras
Tradicionalmente se ha vinculado a los frutos secos con el incremento de peso. Sin embargo, no es cierto y hay numerosos estudios que así lo demuestran. Por ejemplo, el publicado en la revista 'American Journal of Clinical Nutrition', el cual concluye que “las dietas ricas en frutos secos, comparadas con diferentes dietas de control, no aumentan el peso corporal, el Índice de Masa Corporal o la circunferencia de la cintura. Nuestros hallazgos apoyan la inclusión de frutos secos en dietas saludables para la prevención cardiovascular".
Los frutos secos más oleosos, como las nueces, las almendras y las avellanas, aportan grasas saludables y tienen un poderoso efecto saciante, que conlleva un descenso del consumo de otros alimentos, muchas veces poco saludables.
Demencia: almendras y avellanas
Otra de las bondades atribuidas a este tipo de frutos es su posible poder en la prevención de la demencia cognitiva. Tanto las almendras como las avellanas son ricas en vitamina E, que se relaciona con un menor deterioro cognitivo e incluso con un retraso del mismo. Así lo demuestra el estudio estadounidense realizado conjuntamente por el Hospital General de Massachusetts (HGM), el Centro Médico Bedford y la Escuela de Medicina de Harvard. Concluye, tras el análisis de 540 pacientes de la Unidad de Trastornos de la Memoria del HGM, que la ingesta de vitamina E retrasa el deterioro de las funciones cognitivas en pacientes con alzhéimer.
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