LOS ALIMENTOS -
Aditivos para los alimentos
Los aditivos son sustancias químicas, naturales o sintéticas, que añadimos a los alimentos para facilitar su conservación, mejorar su apariencia, darle sabor o color. Además de estos aditivos incorporadas voluntariamente a los alimentos, algunas sustancias químicas se añaden de forma indirecta en el proceso de embalado, o en el de producción.
Añadir sustancias a los alimentos ha sido hecho por el hombre desde la antigüedad, así, por ejemplo, sal para conservar el pescado, vinagre para pepinillos y otros vegetales, humo para ahumar carnes, especias para mejorar el sabor, etc.; pero en la actualidad han aumentado de número, hasta llegar a ser casi 3000 las moléculas autorizadas como aditivos.
Los aditivos han traído grandes ventajas. Así, por ejemplo, el propionato de sodio y el sorbato de sodio retrasan el crecimiento de bacterias y hongos y se usan para conservar los alimentos en condiciones saludables. Vitaminas, nutrientes esenciales, elementos minerales, etc. se añaden a los alimentos para evitar las enfermedades carenciales. Colorantes diversos se usan para dar aspecto atractivo y apetecible a los alimentos. Antioxidantes, como el butil hidrxianisol (BHA) o el butil hidroxi tolueno (BHT) se añaden para impedir que los alimentos se destruyan cuando sus lípidos se oxidan. Gracias a ellos se puede alimentar de forma eficiente y mejor que nunca en la historia a una creciente población urbana, alejada de las zonas agrícolas, a la que tienen que llegar los alimentos a través de largos recorridos. Además han hecho que este proceso de alimentación haya sido posible a unos costos cada vez menores.
Para que los aditivos reciban autorización oficial deben pasar por largos procesos de estudio en los organismos correspondientes y se puede decir que nunca hemos controlado de una forma tan exhaustiva como en la actualidad las sustancias que forman parte de nuestra alimentación.
Pero, como no podía ser menos, no están libres de inconvenientes. Varios de ellos han tenido que ser retirados de su uso porque se ha demostrado que podían originar cánceres, al menos en experiencias de laboratorio. Otros provocan alergias en algunas personas. Otros se encuentran bajo sospecha (sacarina, nitratos, nitritos, BHA, BHT, el pigmento rojo para naranjas y otras frutas, etc.).
Algunos piensan que algunos de estos productos, junto con otras sustancias como pesticidas, plásticos, etc., pueden estar interfiriendo de forma lenta pero muy dañina con el funcionamiento de las hormonas y les achacan problemas de fertilidad, reducción de la capacidad intelectual y otros peligros que podrían afectar a nuestros descendientes.
Otros opinan que se está exagerando mucho el riesgo que pudieran tener los aditivos para la salud. En su opinión habría que reducir estos riesgos a su justa medida, porque incluso los alimentos naturales poseen sustancias químicas, desarrolladas por las plantas para su defensa, que son inductoras de cáncer cuando se estudian en el laboratorio. Todos reconocen, de cualquier forma, que es claramente mayor el riesgo de producción de cáncer del tabaco que el que pueden tener estos productos.
Producción de alimentos
Según las famosas predicciones de Malthus la población hambrienta debería ir aumentando en el mundo. Malthus pensaba que mientras la población crecería exponencialmente, los alimentos y los recursos aumentarían en mucha menor proporción y, por tanto, cada vez habría más diferencia entre la cantidad de alimento y la población.
La realidad de los últimos decenios, en los que se ha dado el mayor crecimiento demográfico de toda la historia humana, hadesmentido totalmente las previsiones de Malthus. La producción de alimentos está aumentando desde los años 1950, especialmente en los últimos 30 años, a un ritmo tan rápido que ha superado el crecimiento de la población. A comienzos del decenio de 1960 la producción mundial de alimentos para consumo humano era sólo de 2300 calorías por persona y día, cantidad que estaba distribuida de forma muy desigual. En 1994 había pasado a ser 2710 calorías por persona y día, suficientes para permitir la correcta nutrición de toda la población humana, aunque al persistir todavía graves problemas de distribución de hecho sigue habiendo muchos millones de personas que pasan hambre o están mal nutridas. Más de 800 millones de personas del mundo en desarrollo sufren de desnutrición crónica. Entre ellos, la falta de energía y proteínas esenciales resta fuerzas al cuerpo y a la mente, y disminuye la esperanza de vida de unos 200 millones de niños.
Se calcula que unas 80 000 especies de plantas son comestibles, pero sólo usamos unas 100 de ellas que proporcionan alrededor del 90% del alimento que la humanidad consume, bien sea directamente, comidas por las personas, o indirectamente, sirviendo de alimento al ganado. De cuatro de ellas: trigo, arroz, maíz y patata obtenemos más de la mitad de los alimentos agrícolas que consume toda la población mundial.
La agricultura empezó hace unos 10 000 años, cuando los hombres comenzaron a cultivar plantas o a esparcir semillas de las plantas de las que obtenían alimento (cereales del tipo del trigo) alrededor de los lugares en los que vivían. Las prácticas agrícolas fueron muy importantes para el desarrollo de la sociedad humana. Obligaron a que el hombre, que hasta entonces había sido cazador y recolector, con una forma de vida nómada, pasara a vivir en lugares fijos y así comenzaron las primeras ciudades. Además, aumentó tanto el alimento disponible que se dio el primer gran crecimiento de la población humana.
En una sociedad agrícola, cada cultivador produce alimento suficiente no sólo para él mismo sino también para otras personas y esto hizo posible que algunas personas se puedan dedicar a las artes, la religión o el comercio y que la organización social se fuera haciendo más y más compleja. Con el paso de algunos milenios, hace unos 5000 a 6000 años, alrededor de ríos especialmente aptos para el cultivo, como el Nilo, Eufrates, Tigris, etc., se fueron desarrollando las primeras grandes civilizaciones en las que surgió la escritura y tuvieron un gran impulso las actividades culturales, científicas, comerciales, etc.. Se formaron los primeros imperios y el éxito de la agricultura fue tan claro que muy pocos grupos sociales han vuelto a las prácticas cazadoras o recolectoras una vez que han desarrollado la actividad agrícola.
La gran mayoría de las especies que cultivamos en la actualidad fueron domesticadas en los comienzos de la agricultura por nuestros remotos antepasados. Pocas especies nuevas se han añadido aunque los cambios en las plantas agrícolas sí han sido muy grandes. Por ejemplo las mazorcas de maíz que se han podido encontrar en los más antiguos yacimientos arqueológicos, tienen entre dos y tres centímetros de longitud. En la actualidad, después de un largo proceso de selección que lleva miles de años, usamos variedades de maíz con mazorcas más de diez veces más largas que las prehistóricas, de granos grandes y compactos y recubiertas por hojas que protegen los granos. Todavía existe en praderas altas de México la hierba salvaje de maíz de la que proceden las variedades que cultivamos en la actualidad, pero su aspecto es muy distinto al del maíz evolucionado. Sus granos no están todos apretados y protegidos, sino al revés, sueltos a lo largo de un tallo y sin cobertura de hojas.
Hasta hace un siglo la agricultura había ido sufriendo cambios poco a poco, pero se seguía trabajando de una forma tradicional que, en lo esencial, era muy parecida a la que se había venido empleando durante milenios. Algunas técnicas especialmente útiles, como elregadío, sabemos que se empleaban ya hace unos 5000 años
En el último siglo, y especialmente en los últimos 50 años, los avances tecnológicos, biológicos y químicos han supuesto un cambio enorme, una auténtica revolución.
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