domingo, 22 de noviembre de 2015

SANTOS POR SIGLOS

Santos del siglo II

Aniceto (Emesa, ha. 98 - Roma166), Papa n.º 11 de la Iglesia católica de 155 a 166.1
En los inicios de su pontificado recibió en Roma a Policarpo de Esmirna, obispo deEsmirna, que había sido discípulo de Juan el Apóstol y maestro de Ireneo de Lyon, al objeto de establecer la fecha de celebración de la Pascua. Policarpo, y la Iglesia oriental en su conjunto, entendía que la celebración debía realizarse el día 14 del mes de Nisánindependientemente del día de la semana en que cayera. Esta postura que seguía la tradición johánica y que suponía celebrar la Pascua de Resurrección el mismo día que los judíos, es conocida como práctica «cuartodecimal» y no era considerada por el papa Aniceto como correcta ya que entendía, junto a la Iglesia occidental, que la Pascua debía celebrarse el domingo siguiente al día 14 de Nisán.
Según el relato que Ireneo de Lyon hace de esta visita, parece ser que Aniceto no pudo convencer a Policarpo, ya que este basó su postura en que «Juan y los demás apóstoles con quienes él había vivido» celebraban la Pascua de dicho modo. A pesar de las diferencias entre ambos no hubo ruptura entre ambos y el papa permitió al santo seguir celebrando la Pascua según la tradición oriental.
Trabó amistad con el apologista Justino junto a quien falleció en 166 tras sufrir martirio durante las persecuciones del emperador Marco Aurelio.
Parece ser que condenó la doctrina montanista, y que se enfrentó a los gnósticos y a losmarcionistas, aunque no existen documentos históricos que acrediten estas actuaciones, ya que, según el Liber Pontificalis prohibió a los clérigos que llevaran el cabello largo, lo que supondría una forma de separarse de los gnósticos que, al parecer, tenían esta costumbre.

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San Apolonio († sobre el 186) fue un mártir cristiano de siglo II y apologista que no debe ser confundido con Apollinaris Claudius, otro apologista coetáneo.
El emperador Marco Aurelio había suavizado la persecución de los cristianos durante su gobierno y fue reemplazado a su muerte por Cómodo, que fue un notorio perseguidor de la nueva religión, aunque posteriormente relajó su postura. Apolonio se convirtió al cristianismo durante los últimos años de Marco Aurelio, y poco tiempo después, sobre el186, uno de sus esclavos, un hombre llamado Severus, acusó formalmente a su amo de ser cristiano (y de negar, claro está, el culto a la figura del Emperador). Severus fue ejecutado bajo la ley de Aurelio según la cual cualquiera que acusara a otro de ser cristiano debía ser ajusticiado[cita requerida]. No obstante, el cristianismo era todavía ilegal, y Apolonio fue arrestado. Cómodo remitió su caso al Senado romano, donde Apolonio compuso un elocuente discurso a los senadores, diciendo:
«...si fuera un engaño (como vosotros afirmáis) el que nos dice que el alma es inmortal, y que tras la muerte hay un juicio y un premio en la resurrección para los virtuosos, y que Dios es el Juez, gustosamente nos dejaríamos llevar por una mentira como esta, que nos ha enseñado a llevar una vida bondadosa esperando el futuro mientras sobrellevamos las adversidades
Su apelación fue en vano y Apolonio fue decapitado. Su onomástica en la Iglesia católica es el 21 de abril.

San Apolonio fue martirizado en Roma en el 185, bajo el imperio de Cómodo (161-192); las noticias nos han llegado por medio de cuatro fuentes: ante todo por los procesos verbales contenidos en los relatos («Actas») de los antiguos mártires, incorporados en la Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea, obispo e historiador (265-340); en dos capítulos del «Varones Ilustres» de san Jerónimo, y en dos redacciones de la «Passio», una en armenio y una en griego, descubiertas en el siglo XIX.
Según estas fuentes, Apolonio era un ilustre personaje romano, erudito en ciencia y filosofía, y parece que incluso Senador. Puesto que era cristiano, fue denunciado al prefecto del Pretorio, Perennio, por lo que fue llamado a disculparse, y, según san Jerónimo, él leyó delante del senado un «insigne volumen descriptivo de la fe en Cristo». Puesto que este «volumen» en vez de ser una retractación, contenía una apología del Cristianismo, contrario al rescripto imperial de Trajano, que prohibía esas manifestaciones, Apolonio fue condenado a muerte.
Los textos refieren que fue sometido a dos interrogatorios, a distancia de tres días uno del otro, el primero presidido por el propio Perennio, el segundo por un colegio de senadores, consejeros y juristas. La descripción de la audiencia maravilla por el tono comedido y el tratamiento, no sólo por su rango social, al contrario que otras pasiones claramente inverosímiles o demasiado breves. Es escuchado con atención, lo interrumpen sólo para contestar, pero con seriedad, sus argumentaciones, o para moderar la aspereza de sus palabras y por tanto la posibilidad de ser castigado por ellas. Perennio es un juez iluminado y magnánimo, así como Apolonio un hombre de mente pronta y vivacísima; no tenemos en esta situación la mera repetición de las amenazas a los cristianos, de que no rechacen sacrificar a los dioses, tal como es común en las hagiografías de los mártires. A Apolonio le gusta vivir, pero no duda en escoger la muerte, porque sin ninguna constricción cree en la doctrina de la resurrección y del juicio final, porque incluso si esta doctrina fuera también ilusión o error, consuela e ilumina la vida, sacándola de compromisos humillantes.
En cuanto a la muerte recibida, los textos discordan: en la pasión griega Apolonio muere después de que le parten las piernas, suplicio que recibe también su denunciante (aunque no se aclara por qué), mientras que en la armenia es decapitado, y ésta es la versión recogida en el Martirologio Romano. Su figura fue inscripta tarde en los martirologios cristianos, ya que no fue objeto de una precisa conmemoración en los primeros siglos; en el Medioevo fue confundido con otros dos santos del mismo nombre, Apolonio de Alejandría, y un Apolonio mártir que se celebraba el 18 de abril, fecha que durante mucho tiempo fue la del apologista, inscripto actualmente en el día 21.







Santa Ariadna (o Adriana) de Frigia (f. 130 d.C.) era una santa y mártir cristiana del siglo II. Según la leyenda, era una esclava de un príncipe frigio. Rechazó participar en ritos paganos como parte de la celebración de aniversario del príncipe. Fue arrestada por las autoridades romanas, cayó por un precipicio y fue sepultada.

El Origen del nombre

En las leyendas griegas, Ariana o Ariadna era hija del dios mítico Minos, rey de Creta. Amada de Tedeseo, fue abandonada por el semidios en la isla. Por fortuna se casó en con el dios Dioniso.
Pero hablando de Ariana, hay que decir que se la considera como el prototipo de la feminidad y del trabajo, una especie de “beata”(feliz) de la antigüedad.
Ariana en griego significa “castísima o santísima”. Esta de hoy es la única santa que figura en el calendario con este nombre.

La historia de Santa Adriana

Se cuenta que fue una bella mártir por amor a Cristo en el siglo I. Se ve que asimiló muy pronto la profundidad de la vida encerrada en el Evangelio y, sin la menor duda, no tuvo reparos en entregar la propia existencia por una causa tan clave para toda su vida.
La leyenda que se inventó sobre ella, dice que era una esclava preferida del rey de Frigia. El hecho es que se convirtió al cristianismo y, por esta razón fue procesada.
Los jueces, antes de dictar el juicio premeditado, le permitieron que se fuera a pensar lo bien a solas a la montaña.
Cuando volvió, le preguntaron acerca de su última decisión. Era la misma. Entonces mandaron ejecutarla.









San Auspicio (siglo II d. de Cristo), cuarto obispo de Tréveris. No debe confundirse con San Auspicio, obispo de Toul, que es del siglo V d. de C.
La leyenda cuenta de él que logró numerosas conversiones entre los paganos gracias, entre otras cosas, a los milagros que hacía, y que un caballero pagano principal fue convertido gracias a ellos y sufrió martirio. Se le venera el 8 de julio, especialmente en Tréveris.









Santa Balbina (f. c. 130 AD), santa y mártir romana del siglo II, hija de San Quirino
El Papa San Alejandro (acta SS., Maii, I, 367 sqq.) hace mención a Balbina, que nació en la ciudad de Roma, hija de Quirino, antes gentil y después ilustre mártir de Jesucristo, que murió como mártir, siendo enterrado en la catacumba de Pretextato en la Via Apia. Su gracia fue venerada por muchos peregrinos que visitaban las catacumbas. La tradición dice que su hija Balbina, que había sido bautizada por San Alejandro, se mantuvo virgen y soltera durante toda su vida, fue enterrada al lado de su padre en la misma catacumba. Su festividad es el 31 de marzo. Usuardo habla de ella en su martirologio. Sus reliquias fieron llevadas a la catedral de Colonia durante la Edad Media.

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