Pensando en los crudos inviernos y en la gran cantidad de nieve que se acumula en el hábitat de estos pájaros, normalmente montañas de altitud superior a los 2000 metros, maravilla ver cómo resisten cualquier ventisca por fuerte que sea. En esta época su posadero favorito es un agujero en la nieve y si por el excesivo frío han descendido de nivel, buscando vaguadas de arroyos de montaña y la oscuridad las sorprende lejos de superficie nevada, buscan el parche más próximo de nieve y allí excavan los agujeros que les permitan huir del frío intenso de una noche despejada. Los agujeros no son muy profundos y rara vez exceden de 20 cm. Pero muy a menudo están situados al abrigo de una piedra o una roca, procurando hacerlo al lado contrario de donde proviene el viento en previsión de que la ventisca lo cubra.
En la Península Ibérica es muy escasa y ocupa zonas determinadas de los pirineos navarros, aragoneses y catalanes.
Identificación: Las alas y el vientre siempre son blancos, tanto en el macho como en la hembra. En el otoño el plumaje del dorso se aclara y también el de los flancos y el pecho, siendo entonces gris rayado muy finamente de negro. Durante el invierno el plumaje es totalmente blanco, excepto las rectrices de la cola que son negras, y una mancha negra que nace en la base del pico y atraviesa los ojos. Las hembras en primavera son pardo amarillentas muy rayadas de negro en la espalda costado y pecho; carecen de la mancha negra de los ojos. La carúncula que roja que estos pájaros tienen sobre los ojos es de mayor tamaño en los machos y ambos sexos tienen las patas fuertes y emplumadas.
Nidificación: El celo del Lagópodo Alpino comienza pronto en los meses centrales del invierno. Lo primero que llama la atención, es el agrandamiento de la piel rojiza que está situada sobre cada ojo. La hembra excava un pequeño hoyo en el suelo pedregoso, bien limpio de vegetación, con frecuencia al abrigo de una roca; pone de abril a mayo de 5 a 9 huevos de color blanco amarillento manchados de marrón; la incubación, solo por la hembra dura unos 24 días; los pollos nidífugos.
Alimentación: Se alimenta principalmente de vegetales semillas y bayas; ocasionalmente insectos.
Hábitat: Montañas y riscos.
Una especie escasa en Iberia y difícil de observar es el Lagópodo Alpino (Perdiz Nival) Lagopus muta. Pero los cambios en la coloración del plumaje según las estaciones del año la hacen muy interesante. Las alas y el vientre siempre son blancos, tanto en los machos como en las hembras. En plumaje nupcial los machos tienen las partes superiores de color pardo grisáceo muy moteado y rayado de negruzco y pardo más claro con numerosas rayas blancas en muchas plumas; la garganta es blanca. En el otoño el plumaje del dorso se aclara y también el de los flancos y el pecho, siendo entonces gris rayado muy finamente de negro. Durante el invierno el plumaje es totalmente blanco, excepto las rectrices de la cola que son negras, y una mancha negra que nace en la base del pico y atraviesa los ojos.
Las hembras en primavera son pardo amarillentas muy rayadas de negro en la espalda, costados y pecho. En el otoño son más pardas que los machos y en toda tiempo tienen como aquellos las rectrices de la cola negras, pero carecen de la mancha negra a través de los ojos. La carúncula o carnosidad roja que estos pájaros tienen sobre los ojos es de mayor tamaño en los machos que en las hembras y ambos sexos tienen las patas fuertes y emplumadas.
Los lagópodos alpinos jóvenes no se diferencian de los adultos en plumaje de primavera más que en tener las primarias negruzcas.
Durante una gran parte del año los lagópodos muestran una mezcla de colores, siendo las variaciones muy grandes y es difícil poder observar a uno de estos pájaros con el patrón completo de plumaje tal como se ha descrito. Más frecuentemente tienen manchas o parches oscuros en el cuello y la espalda que destacan mucho sobre el color blanco general.
Atendiendo a la diferente tonalidad que se observa en las poblaciones europeas de Lagopus muta, Vaurie, (1965), distingue varias razas o subespecies dentro de los límites de Europa Occidental y del grupo mutus. Para altas cotas de los Pirineos asimila a Lagopus muta pyrenaicus los machos de lagópodos cuyo plumaje primaveral está más densamente rayado en el dorso de pardo y son ligeramente más pálidos que la raza tipo y la helveticus de los Alpes. Las hembras poseen diferencias menos acusadas y son algo más oscuras por encima que las de helveticus, pero separarlas en el campo es prácticamente imposible e inútil, puesto que cada población vive aislada en su núcleo y es netamente sedentaria.
El Lagópodo Alpino es un pájaro poco activo, que, sin embargo, posee un vuelo potente y poderoso que le permite desplazarse con rapidez y efectuar en el aire giros repentinos, ascensos y descensos y sobre todo esquivar las rocas y los salientes de la montaña y huir de sus enemigos que son muchos. Los machos suelen posarse al descubierto sobre rocas o elevaciones del terreno y se mantienen siempre más erguidos que las hembras. En general pasan mucho tiempo agachadas en el suelo con la espalda abombada y muy a menudo dándose la espalda unas a otras formando un curioso grupo. Caminan con facilidad, con la espalda curvada, a veces encogidas, la cola, que es redondeada, tocando el suelo y tambaleantes como si fueran patizambas. En el invierno es difícil poder distinguirlas por el mimetismo que su plumaje presenta frente a la nieve, pero en primavera antes de comenzar la reproducción, son mansas y permiten la aproximación a pocos metros antes de volar, acción a la que parece resistirse bastante.
Pensando en los crudos inviernos y en la grán catidad de nieve que se acumula en el hábitat de estos pájaros, normalmente montañas de altitud superior a los 2.000 metros, maravilla ver cómo resisten cualquier ventisca por fuerte que sea. En esta época su posadero favorito es un agujero en la nieve y si por el excesivo frío han descendido de nivel, buscando vaguadas de arroyos de montaña y la oscuridad las sorprende lejos de superficie nevada, buscan el parche más próximo de nieve y allí excavan los agujeros que les permitan huir del frío intenso de una noche despejada. Aun en pleno verano buscan estos manchones de nieve (Watson, 1972). Los agujeros no son normalmente muy profundos y rara vez exceden de 20 cm. Pero muy a menudo están situados al abrigo de una piedra o una roca, procurando hacerlo al lado contrario de donde proviene el viento en previsión de que la ventisca lo cubra. También evitan zonas próximas a riscos o neveros que puedan producir desprendimientos repentinos de nieve o aludes. Los lagópodos tienen para ello un sexto sentido y continuamente permanecen alejadas de estos lugares. Lo mismo sucede con la colocación de los agujeros, desde ellos se domina una amplia extensión y es difícil que sean sorprendidas por algún depredador que tenga que acercarse caminando por la nieve. Los lagópodos que están ya emparejados hacen los agujeros muy juntos, mientras que el resto del bando los excava separados unos de otros. Está comprobado que en estos agujeros, además de obtener una defensa contra la ventisca, la temperatura es siempre superior en por lo menos 2-3 grados a la del exterior.
Tanto los machos como las hembras emiten frecuentes sonidos que aunque no son precisamente muy musicales, sí resultan variados y adecuados a cada situación. Los machos poseen una voz con tono más bajo, más ronco y las hembras un tono más alto y realmente a veces son parecidos al maullido de un gato. Los machos cantan en vuelo, batiendo ligeramente las alas y planeando por cortos espacios con la cola bien desplegada, para aterrizar con cierta violencia de forma que dejan sobre la nieve bien marcadas las huellas de la cabeza, alas, pecho y las patas. Al descender se les oye un áspero y enfático ¡¡aak-aká-ke-ke....!! Después de posarse en el suelo se yerguen, erizan ligeramente las plumas del píleo y llaman ¡¡kue-kue-kue!! Watson (1972) y Glutz von Blotzheim describen otros sonidos para ambos sexos con interpretaciones subjetivas difíciles de escribir.
La alimentación del Lagópodo Alpino es casi enteramente vegetal. Durante el verano no tiene problema alguno para atender a su subsistencia porque las plantas y frutos de las montañas son numerosos. En el invierno, sin embargo, se ve obligada a escarbar en la nieve para alcanzar hierbas y plantas o a descender de nivel a zonas despejadas. Esto también lo hace durante la primavera. Los brotes y las hojas y frutos del Arándano Vaccinium myrtillus y Vaccinium vitis-idaea, Brezo Común Calluna vulgaris, Sauce Enano Salix herbacea, Galio Galium saxatile, etc. y muchos otros pequeños frutos y semillas son buscadas con fruición. Ocasionalmente come insectos, Hymenoptera, Diptera (Tipulaen gran cantidad) (Jourdain, 1940).
El celo de los machos del Lagópodo Alpino comienza pronto en los meses centrales del invierno. El primer rasgo que llama la atención del observador es el notable agrandamiento que experimenta la piel rojiza. que está situada sobre cada ojo. Esta carúncula muy venosa es eréctil y mide de longitud 2-21/2 cm. y 1 cm. de altura cuando está totalmente desarrollada en primavera y en las hembras tiene aproximadamente las dos terceras partes de aquellas medidas. Cuando el pájaro está con pleno celo las carúnculas llegan a sobresalir por encima del pileo y parece como si el lagópodo tuviera dos pequeños cuernos rojos.
El cortejo nupcial incluye el despliegue de la cola en abanico, mostrando las rectrices negras bien abiertas junto con las alas entreabiertas y caídas hasta rozar el suelo, avanzando y levantando la cola de forma que la parte inferior blanca también es desplegada frente a la hembra. A continuación el macho «baila» alrededor de la hembra manteniendo una distancia de medio metro, pero procurando a veces tocarla con una de las alas y girando a su alrededor. Esta ceremonia deja una curiosa huella sobre la blanda nieve y no necesariamente puede ser observada en época de reproducción, sino antes e incluso cuando las hembras atienden a los pollos.
A partir de la última semana de abril las hembras excavan un pequeño hoyo en el suelo pedregoso, bien limpio de vegetación o en lugar con hierba muy corta y con frecuencia al abrigo de una roca. Cuando comienza la puesta de los huevos suele añadir pequeñas hierbas y tallos secos, pero el nido es realmente muy rudimentario. La puesta oscila entre 5 y 9 huevos, a veces menos y muy ocasionalmente se ven puestas de 12 e incluso de 16 y 17 y que sin duda son debidas a dos hembras poniendo en el mismo nido (Jourdain). Tienen la cáscara de color blanco amarillento muy pálido manchados profusamente de marrón o más bien chocolate. Jourdain da para 100 huevos medidos en Gran Bretaña (subespecie millaisi) un promedio de medidas de 43,59 x 31,02 mm. con un máximo de 49,5 x 29,6 mm. y un mínimo de 39,5 x 29,7 mm. Aunque el temprano celo de los lagópodos parece indicar otra cosa, en realidad la mayoría de las puestas están sólo completas después del 15 de mayo y más tarde según las zonas. Solamente la hembra incuba, pero el macho resulta muy fiel y se aparta poco del lugar, permaneciendo sentado en una roca próxima y muy vigilante, observando atentamente a su mayor enemigo el Aguila Real Aquila chrysaetos, que si se acerca mucho ambos, macho y hembra vuelan lejos del nido con el fin de distraer su atención y permanecen ocultos normalmente 15 minutos. La incubación comienza casi siempre cuando está la puesta completa y dura 22-26 días. Los primeros días los pollos, que son nidífugos, están cubiertos con plumón amarillento con el píleo achocolatado oscuro y el dorso rayado del mismo color. Pronto aletean y efectúan cortos vuelos ladera abajo, pasando de ser cebados con insectos a seguir a los padres que los conducen hacia lugares donde abundan brotes y frutos de plantas silvestres. Desde los 10 días en que ya aletean mucho se desarrollan con rapidez, aprendiendo la técnica del camuflaje aplastándose contra el suelo entre piedras y líquenes de alta montaña de forma que resulta difícil descubrirlos.
Fundamentalmente Lagopus muta es especie circumpolar que se reproduce en Islandia, Escocia, Noruega, norte de Suecia y Finlandia y localmente en los Pirineos y los Alpes, extendiéndose también por Siberia hasta Mongolia y Japón.
En la Península Ibérica es muy escaso y ocupa zonas determinadas de los Pirineos navarros, aragoneses y catalanes. Jesús Elósegui dice que en Navarra nunca es abundante pero sí regular en el alto Pirineo cerca de la Mesa de los Tres Reyes y en otros lugares a más de 2.000 metros de altitud y en zonas rocosas. Purroy (1974) observó en aquel lugar a 2.434 metros en la vertiente hacia Budoguía un número máximo de 7 lagópodos . También hay algunas en la gran pedriza situada a mitad de camino entre los picos de Soumcouy (2.302 m.) y Anie (2.504 m.), ya en terreno francés, pero en la misma raya fronteriza. Las referencias del Pirineo aragonés es que existe un mayor número y también en el Pirineo catalán, donde es observado regularmente en los montes del Alto Ter (Setcases, Camprodón), valles de Aneto y Boí, etc.
Los lugares donde vive son en realidad su mejor defensa, su mansedumbre en determinadas épocas del año y el acercarse a zonas habitadas en inviernos prolongados y duros, puede acarrearle graves peligros.
Urogallo Común
Tetrao urogallus
Macho 85 cm. Hembra 65 cm.
El Urogallo, o «gallo de monte», es una de nuestras mayores aves. El macho tiene la figura de un pavo y puede llegar a pesar hasta 6 kilos. Esta especie, forestal y de montaña, vive en los grandes bosques con calveros y no demasiado espesos.
La hembra es particularmente apta para asegurar la crianza, pues ella realiza toda la tarea. Su librea parda y discreta le otorga un perfecto camuflaje con la vegetación circundante; su comportamiento también es apagado. Por el contrario, el macho, seguro de sí mismo y más preocupado de llamar la atención que de ponerse a salvo, organiza un gran alboroto en el bosque y no duda en dirigirse contra los intrusos.
Precisamente durante los momentos cumbres del canto nupcial se ha comprobado que los machos no oyen. Razones de tipo psicológico y no físicas, como antes se creía, son las que producen esta sordera, sumamente inoportuna, pues es el momento que muchos cazadores aprovechan para abatir el precioso gallo de monte.
La reducida población española de Urogallos, localizada en los Pirineos y la cordillera Cantábrica, se halla terriblemente amenazada en la última de estas zonas.
Identificación: Ave grande; el macho con plumaje oscuro y cola ancha, la hembra parda. Cabeza y cuello grises, algo parduscos y con fino barreado negro; la garganta con plumas más largas, formando una corta barba; pecho negro con reflejos verdes o violáceos; pico blancuzco; sobre el ojo una zona roja; patas emplumadas, pardas; hembra más pequeña, rojiza castaña y moteada. Los machos de la raza pirenáica son más oscuros que los de la raza cantábrica.
Nidificación: La hembra hace un hoyo en el suelo, forrado con vegetación, a menudo al pié de un pino; pone, de abril a mayo, de 5 a 8 huevos amarillos pálidos jaspeados de castaño; incubación, alrededor de 4 semanas, sólo por la hembra; los pollos, alimentados por ésta, pueden volar después de 2 a 3 semanas, pero no están completamente emplumados hasta mucho más tarde.
Alimentación: Agujas de coníferas; hojas, frutos y bayas; ocasionalmente insectos, con los que alimenta a los pollos.
Hábitat: Montañas y riscos.
I Urogallo Común, también conocido popularmente como el gallo de bosque y el pavo de monte, aunque lo mejor es atender a su denominación científica: Tetrao urogallus es una gallinácea de la familia de los Tetraónidos, integrada por 16 especies pertenecientes al Paleártico que, a diferencia de otras galliformes, ha sabido adaptarse a climas templados y fríos de las áreas centrales y septentrionales de Eurasia y América.
Francisco Purroy, profesor de Biología Animal de la Universidad de León ha establecido una serie de diferencias entre el urogallo ibérico y sus parientes: "La primera peculiaridad del urogallo ibérico con respecto a otros Tetraónidos es la alimentación. Los ejemplares ibéricos comen vegetación de menor valor nutritivo, lo que exige una mayor cantidad de materia vegetal que es asimilada gracias a su potente sistema de fermentación en el aparato digestivo. Es una especie más longeva, puede llegar a vivir entre quince y veinte años y depende de un ambiente forestal de bosque maduro, cuyo suelo debe alternar áreas de pasto y áreas de material rastrero, por las que pueda moverse apeonando, es decir rápidamente".
Aunque también tiene aspectos en común con el resto de las aves de su especie, como ocurre con su carácter eminentemente terrestre, y es que todas las especies de esta familia son buenas andadoras y corredoras, con habilidad para el vuelo corto; nada migradoras y con cierto gregarismo entre las Hembras.
Los expertos y la literatura recogida sobre esta especie confirman que nunca ha gozado de muchos efectivos, pero, su situación actual ha llamado la atención de ecologistas y autoridades competentes. Así, recién iniciado el silo XXI, la población de la subespecie cantábrica no es muy halagüeña, apenas llegan al medio millar de urogallos, por lo que el Comité Nacional (le Flora y Fauna del Ministerio de Medio Ambiente, próximamente podría declararla En peligro de extinción.
SUBESPECIES IBÉRICAS
El gallo de bosque es un ave de ámbito boreal, que se extiende por todas las latitudes septentrionales de Eurasia. Tres de sus subespecies ocupan una banda continua desde Escandinavia y el mar Báltico hasta el río Lena y el este del Lago Baikal. Una cuarta subespecie criaría en áreas disyuntas de Europa central, y el sur del Viejo Continente albergaría otros dos núcleos poblacionales: uno formado por los Cárpatos, Yugoslavia y Bulgaria, y otro compuesto por los urogallos ibéricos, tristemente reducido a los Pirineos y la Cordillera Cantábrica.
La colonización de la Península Ibérica debió producirse durante la glaciación de Würm último avance de los hielos que cubrió todo el continente europeo de una fauna fría de origen siberiano. Para César Pedrocchi, científico titular del Instituto Pirenáico de Ecología (CSIC), "es posible que el urogallo ibérico hubiera colonizado más territorio peninsular del que actualmente ocupa; pero, al tratarse de unas poblaciones muy frágiles éstas tendieron a desaparecer cuando se restablecierón unas condiciones climáticas más cálidas".
Cuando se retiraron los hielos, unas pequeñas poblaciones quedaron aisladas en los bosques cantábricos y pirenáicos, evolucionando hacia las dos subespecies actuales: urogallo cantábrico (Tetrao urogallos cantabricus) y urogallo pirenáico (Tetrao urogallos aquitanicus). De este modo, el Urogallo Común se ha convertido en el recuerdo viviente del paso de la última glaciación por la actual Península Ibérica.
Por tanto, España tiene el privilegio de albergar dos subespecies de Urogallo Común, convertidas en auténticos endemismos glaciares que se deben conservar. La subespecie cantábrica se extiende desde los Ancares de Lugo hasta los Montes de Saja en Cantabria, aunque antaño ocupó territorios periféricos en Orense, Zamora, Burgos, Soria y Logroño. Por su parte, los gallos pirenáicos se encuentran presentes en bosques de todo el sistema montañoso pirenáico, excepto el núcleo de Navarra y el Valle de Hecho, y el sector centro-oriental desde el Valle de Pineta a Camprodón (Gerona).
Ambos núcleos poblacionales, aislados entre sí, han evolucionado paralelamente desarrollando una serie de diferencias taxonómicas y ecológicas, tal y como explica Francisco Purroy, "en cuanto a las diferencias ecológicas más notables, se encuentra el hábitat al que se asocia cada subespecie. El urogallo cantábrico se sirve de bosques caducifolios, situados entre los 800 y los 1.800 m, y compuesto de hayas, acebos, abedules, serbales, zarzas, brezos y arándanos; mientras que el pirenáico ocupa el piso subalpino montañoso entre los 1.700 y 2.000 m, formado por pinares negros. En cuanto a las diferencias taxonómicas, la subespecie pirenáica tiene un rnayor tamaño, una coloración rnás negruzca, cuello oscuro, buche azulado, superficie ventral sin manchas blancas y hembras con la librea parda. Por su parte, la subespecie cantábrica, posee un tono pálido, cuello gris claro, buche verde, pecho y abdomen moteado de blanco y sus hembras se caracterizan por un dominio del tono gris".
LA GRAN AMENAZA
La voz de alerta ha saltado para la subespecie cantábrica al constatarse. en los censos elaborados por las Comunidades Aútonomas con presencia de la especie, lo que ya se temía: una drástica reducción de sus efectivos, en algunos casos hasta de un 60 por ciento. Guillermo Palomero, coordinador de la Estrategia Nacional para la Conservación del Urogallo Cantábrico, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente (MIMAM), revela que "según los datos actuales quedan unos 500 ejemplares de urogallo cantábrico (macho y hembra) en la Cordillera Cantábrica". A pesar de la gravedad de la situación, la subespecie mantiene la categoría de Vulnerable en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, pero desde algunos sectores se pide que pase a ser reclasificado como En peligro de extinción No en vano, la organización conservacionista SEO/BirdLife ya declaró en 1999 a esta especie como "Ave del Año" con el fin de reflejar la alarmante situación que atravesaba.
Investigadores y estudiosos de esta gallinácea insisten en una reclasificación de la especie y así lo han reflejado en diversos trabajos. Paloma Garzón, asesora técnica de la Dirección General de Conservación de la Naturaleza del MIMAM confirma la presentación para declarar a la subespecie cantábrica en peligro de extinción, aunque aclara que primero debe ser propuesto por el Comité de Flora y Fauna y después aprobado por la Comisión Nacional de Protección de la Naturaleza, tal y como se contempla en el artículo 4 del Real Decreto 439/ 1990 relativo al Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.
En este sentido, José Ramón Obeso, profesor titular de Ecología efe la Universidad de Oviedo y miembro del Comité de Flora y Fauna del MIMAM publicó hace un par de años un estudio que relacionaba directamente la desaparición de la subespecie cantábrica con el fenómeno del cambio climático. Según explica el protesor, "existen tres escalas que afectan negativamente al urogallo cantábrico: en primer lugar, desde el ámbito local debido a la competencia con otros herbívoros y la alteración de su hábitat principalmente. En segundo lugar, regionalmente, ya que se produce una suma de efectos locales. Y, por último, globalmente, cuyo efecto más reseñable se encuentra recogido en el cambio climático. Se ha comprobado científicamente cómo el clima viene cambiando en los últimos 8.000 años hacia una tendencia más atlántica, con un mayor régimen de precipitaciones en los meses de primavera y verano. Esto perjudica seriamente a los pollos de Urogallo Común que tienen enormes dificultades para termorregularse en sus primeras y decisivas semanas de vida. Además de estas primaveras hostiles, el aumento de las temperaturas provoca que las hojas de hayedos y los brotes de arándanos (claves de su dieta) posean menos nutrientes".
Las autoridades oficiales también tomaron nota de esta alarmante situación y decidieron constituir oficialmente el Grupo de Trabajo del Urogallo Cantábrico, dependiente del Comité de Flora y Fauna del Ministerio de Medio Ambiente, y compuesto por un conjunto de biólogos y miembros de las distintas Comunidades Autónomas implicadas. Tal y como explica Palomero, miembro de este Grupo y coordinador de la posterior Estrategia ele Conservación, "la creación de este Grupo de Trabajo como órgano de coordinación ha servido para analizar con precisión la situación actual de la subespecie y proponer medidas de conservación reales. Las conclusiones de estos expertos se entregaron el pasado mes de octubre al Comité, y a partir de ahora se iniciará la puesta en marcha de la Estrategia Nacional de Conservación del Urogallo Cantábrico
CERCANO FINAL
Tras el análisis detallado de la situación actual por parte del Grupo de Trabajo, Palomero revela que los principales problemas para el Tetrao urogallus cantabricus son "el alejamiento de su óptimo ecológico, como son los bosques boreales de coníferas. Además, la fragmentación del bosque cantábrico perjudica al Urogallo Común y favorece a sus predadores naturales, como el jabalí o el zorro. Por otro lado, la baja tasa de éxito reproductivo, que no compensa la pérdida de adultos, y los efectos globales del cambio climático han generado un panorama desolador". Debido a la gravedad de la situación, se hace más necesaria que nunca la coordinación de todas las administráciones implicadas.
El profesor Purroy, en coordinación con SEO/BirdLife, elaboró una serie de propuestas preliminares para la conservación del Urogallo Común que pasaban por la elaboración y aprobación urgente de Planes de Conservación, el desarrollo de medidas inmediatas que frenen la pérdida de más ejemplares, tales como la información, erradicación de la caza furtiva, conservación del hábitat, regulación de la actividad cinegética, así como la ordenación del excursionismo y la construcción arbitraria. Los más pesimistas, como José Ramón Obeso, estiman que la subespecie cantábrica podría desaparecer para el año 2030 si no se ponen en marcha medidas prácticas y efectivas, que vayan más alla de la teoría. Sin embargo, las autoridades ministeriales, van muy despacio y pretenden sentarse a discutir con las Comunidades Autónomas y el Ministerio de Medio Ambiente los criterios para desarrollar una Estrategia de Conservación. Pero quizá sea demasiado tarde para el urogallo cantábrico.
Aunque su situación tampoco es muy boyante, el urogallo pirenáico (Tetrao urogallus aquitanicus) mantiene una población estimada en 1.378 ejemplares, según los últimos datos referentes al año 2001 ofrecidos por Jordi Canut, técnico de fauna del Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. Esta subespecie es ligeramente mayor que la cantábrica y más oscura; es decir, sus machos son más negros y las hembras pardo-rojizas. Según recuerda José Antonio Sil, técnico de la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos y responsable de diversas campañas de divulgación sobre el Urogallo Común, "debido a la alarmante disminución de sus efectivos se declaró la veda en 1979 en España -ya que en Francia aún es trofeo de caza- y en 1986 la especie fue estrictamente protegida al ratificarse el Convenio de Berra relativo a la conservación de la Vida Silvestre y el Medio Natural en España". El pavo de monte, como también es conocida esta especie, ocupa la vertiente española y francesa de la Cordillera Pirenáica, distribuyéndose a lo largo de unos 300 km.
Lo cierto es que en el Pirineo Aragonés mantiene una distribución irregular, diferenciándose los núcleos de población occidental, cabeceras del Veral y valle de Echo y Ansó y la oriental, cabeceras de las comarcas de Sobrarbe y Ribagorza.
Desde la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón adelantan que se ha notado una regresión poblacional desde los años 70 del siglo pasado, debida fundamentalmente a la presión turística y la alteración del hábitat Por su parte, la presencia en Navarra es testimonial y la Consejería de Medio Ambiente de Navarra estima una población de menos de media docena de ejemplares en su territorio.
Igualmente siguiendo la tendencia generalizada de la especie, la alteración del hábitat parece ser la causa fundamental de su práctica desaparición en la provincia. Sin embargo el urogallo pirenáico mantiene más esperanzas de supervivencia debido a su mayor distribución y número de ejemplares que el gallo cantábrico.
CELO PRIMAVERAL
Este mes entra la primavera, y como todos los años esta gallinácea abandonará su práctica arborícola, pasando a adoptar usos eminentemente terrestres o forestales. El celo de la subespecie cantábrica comienza, tal y como explica el colaborador de SEO/BirdLife, "en el mes de abril, aunque sí se producen condiciones climáticas especialmente favorables, puede iniciarse alguna semana antes; y se prolongará durante todo el mes de mayo. En cambio, para la subespecie pirenáica este proceso se desarrolla desde finales del mes de abril hasta principios dejunio".
El celo del Urogallo Común ha sido profusamente estudiado, dado el espectacular ritual que ejecutan los machos. Se trata de una auténtica representación secreta que se desarrolla sobre un escenario seleccionado, el cantadero. Es una zona despejada y herbosa, situada en el interior de los bosques primitivos caducifolios la cual debe poseer una buena proporción de troncos y árboles muertos.
"En las cuestiones relativas al celo hay que destacar la jerarquía de estos animales, que compiten en la parle central del cantadero, donde se suelen situar los urogallos más viejos y corpulentos, colocándose en los extremos los jóvenes. Durante el periodo de celo, los machos pueden permanecer muchos días en el cantadero, desarrollando tranquila y solemnemente el cortejo. Dicho cortejo consiste en un extrañísimo canto, un soniquele con una duración de unos diez segundos que engrana en diferentes estrofás conocidas como redoble, castañueleo, taponazo, seguidilla o refilo. Al tiempo, se pavonea con la cola en rosca y las alas caídas, adoptando una postura exhibicionista y arrogante, con el fin de atraer a la hembra", explica Purroy.
La cópula se produce en el suelo, y la hembra pondrá de seis a diez huevos que ocultará en una depresión del mismo. Tras cuatro semanas de incubación nacerán los pollos, nidífugos, que inmediatamente serán guiados por su madre a claros dentro del frondoso bosque, donde puedan alimentarse no sólo de frutos silvestres, sino también de pequeños insectos como orugas, hormigas o saltamontes. A pesar del alto número de huevos en la puesta, el éxito de superviviencia de los pollos es muy bajo, ya que menos de un veinte por ciento alcanza el año de vida, de modo que la continuidad de la especie se logra gracias a la longevidad de los adultos.
Durante la estación de las flores, no sólo se produce el proceso de celo, cortejo y reproducción, sino que en los Tetraónidos también se da el complejo fenómeno de la muda. El Urogallo Común, en particular, cambia sus plumas, funda del pico, las uñas y las laminillas pectiformes, sin perder en ningún momento su facultad del vuelo.
Tras el paso del estío, la estación otoñal puede despertar el celo en algunos ejemplares jóvenes, pero será de menor intensidad que durante la primavera.
El despertar a la vida que cíclicamente se produce debe llamar la atención de todos, especialmente de las administraciones implicadas en su conservación, para salvar a esta reliquia glaciar venida de los hielos, y que ha sabido sabiamente adaptarse a unas condiciones más cálidas y hábitats más desfavorables, en principio. Es tarea de todos a través de la divulgación, la educación y la legislación procurar garantizar su supervivencia .
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