Silbón Europeo
Anas penelope 45 cm.
Al fondo de la bahía, las grandes zonas de pecina que la marea descubre se difuminan en la bruma. Pequeños ánades de cabeza redondeada y cuello bastante corto, ampliamente manchados de blanco, evolucionan en el agua juntos apretándose los unos contra los otros. Dispuestos en largas filas sinuosas de cara a las olas, otros caminan por el fango agitando el pico a izquierda y derecha. Son silbones, probablemente los más «musicales» de nuestros patos.
Muy gregarios, se desplazan en bandos compactos. También puede vérseles en el interior en masas de agua, pero prefieren las costas donde invernan en gran número.
Sus terrenos favoritos de cría son lagos, ríos y zonas pantanosas, especialmente en lugares boscosos, aunque ocasionalmente crían en marismas costeras. Varias parejas pueden criar en la misma zona, permaneciendo los machos de guardia próximos al nido.
Aunque es uno de los patos que no crían en España, el Silbón Europeo es de los más abundantes en invierno; su graciosa figura alegra las concentraciones de ánades que viven en lagunas y costas.
Identificación: El macho tiene cabeza castaño-rojiza con frente y píleo amarillos, blanco en parte anterior del ala, partes superiores grises, espejuelo verde; la hembra tiene espejuelo verde grisáceo, es más delgada y tiene cola más puntiaguda que la del Ánade Azulón; en plumaje de eclipse el macho parece una hembra oscura, pero con blanco en parte anterior del ala.
Nidificación: La hembra hace nido en el suelo entre brezos o helechos, forrado con hierba y plumón; pone, en mayo, de 7 a 8 huevos ocráceo crema; incubación, alrededor de 25 días, sólo por la hembra; los pollos, alimentados por la hembra, dejan el nido tras nacer, volando unos 40 días después.
Alimentación: Principalmente hierbas; grano.
El Silbón Europeo Anas penelope, que se conoce en gran parte de España con el nombre de Silbón es realmente una de nuestras anátidas más populares a pesar de que no se reproduce aquí. En Guipúzcoa lo llaman Ate txistulari y es bien conocido incluso por los pescadores y marinos que lo ven posado en el mar formando grandes bandos, con frecuencia ya a partir del mes de octubre. El macho adulto es fácilmente reconocible por tener la frente y parte superior de la cabeza de color dorado o amarillo parduzco muy destacado sobre el fondo castaño rojizo del resto de la cabeza y el cuello. El pecho es rosado vinoso y el dorso y flancos gris claro finamente rayados de negro, detalle éste que no se aprecia cuando se le ve de lejos. La parte posterior del cuerpo es negra y en ella destaca mucho cuando está posado en el agua, el extremo de la cola gris y el vientre blanco. Al volar muestra muy bien las plumas cobertoras alares blancas y el espejuelo verde y blanco. Las partes inferiores son blancas y se le nota también un pequeño obispillo blanco. El pico es pequeño, gris azulado con punta negra. Las patas son grises y el iris pardo.
El plumaje de la hembra está entre los menos destacados de las anátidas y resulta, si se la ve sola, difícil de identificar. El tono general es el pardo algo rojizo en época nupcial, con el vientre blanco y carece de los brillantes colores del macho. Al volar se le aprecian bien las cobertoras alares blanquecinas y el espejuelo verde como el del macho, pero en tonos más apagados.
Los jóvenes machos se parecen a las hembras adultas, pero al volar se les nota que carecen del color blanco de las cobertoras alares. Las hembras jóvenes no tienen espejuelo.
Los machos en eclipse cuando están posados en el agua sólo se distinguen de las hembras adultas por tener la cabeza de color más rojizo que el pardo normal en aquellas.
Se trata de una especie típicamente nórdica que en Europa se reproduce en Islandia, norte de Inglaterra y Escocia (escaso), norte de Alemania y Escandinavia y hacia el Este por el norte y centro de Rusia.
El Silbón Europeo es un pato de apariencia compacta que cuando se posa en el agua recoge el cuello y al volar lo hace con un batir rápido de las alas, elevándose fácilmente y casi en vertical de la superficie del agua. Sus alas estrechas producen un sonido característico al volar y los bandos resultan relativamente ruidosos si pasan bajos sobre el observador. Es un pato qué tiende a posarse en la mar y frecuentar litorales, playas y estuarios. Su voz es inconfundible aunque insignificante, pues se trata de un corto silbido emitido en dos tonos. El primero es más alto e inmediatamente está seguido de otro más débil y apenas perceptible. Sin embargo, los bandos numerosos producen un continuo murmullo de silbidos que no es fácil de olvidar.
Como durante la época de la reproducción en el norte de Europa vive en marismas costeras, vegetación ribereña de playas y charcas salobres, no abandona esta costumbre cuando llega a Iberia a invernar. Los primeros silbones se ven ya en agosto, pero de forma ocasional. Los grandes bandos arriban sobre todo en octubre y últimos días de septiembre. Se distribuye en la Península sobre todo por aguas costeras, siendo escaso o irregular en el interior. Los censos realizados en pasados inviernos han puesto de manifiesto cuán abundante es este pato en nuestras costas y estuarios y qué numerosa población inverna en la Península. Ya desde muy antiguo se tenía conciencia de que Anas penelope era con mucho el pato más abundante en los litorales. En el País Vasco (Noval, 1967) es bien conocido. En Guipúzcoa pasa hacia el Oeste en el otoño. Octubre es sin duda el mes en que se ven los bandos más densos, volando sobre el mar o posados en él. Cerca de la costa al anochecer se forman grupos muy numerosos. Lo hacen frente a sitios ya tradicionales, levantando el vuelo en plena oscuridad y entrando en tierra por Andika-erreka (Zumaya) y por Zarauz y Orio, sobrevolando el interior de la provincia hacia el Sur y haciéndose muy notorio su paso y sus silbidos, en especial en puntos como Andazarrate e Iciar.
Pero no es sólo en Guipúzcoa donde el Silbón Europeo es conocido como el pato más abundante en la costa. Todo el Cantábrico está lleno de bandos de esta especie a partir de octubre, aumentando mucho su número con la llegada de olas de frío. Otras veces con buen tiempo también es abundante. En el litoral Cantábrico debe invernar normalmente una población que en conjunto no será inferior a los 15.000 silbones. En algunos lugares el número se mantiene constante todos los inviernos. Así, en la Ría del Eo no menos de 3.000-4.000 silbones se apiñan a la subida de las mareas en especial si estas coinciden con el atardecer, pasando muchos de ellos allí la noche. Otros vuelan hacia el interior ya oscurecido y regresan a la ría con las primeras luces del alba. Pero su estancia matinal suele durar poco y en bandos de 50-200 individuos van levantando el vuelo y sobrevolando Ribadeo, Castropol y Figueras desaparecen hacia el mar, quedando en las horas centrales del día sólo grupos esporádicos repartidos por la extensa ría. La situación es parecida en la Ría de Santa Marta de Ortigueira (La Coruña), la más patera de las Rías Altas gallegas. Alli, sin embargo, sucede que la gran masa de anátidas incluye numerosas otras especies, aunque con frecuencia predominan los silbones que alcanzan cifras no superiores a los 2.000 pájaros. El recuento se hace difícil por la enorme extensión de la ría y porque no siempre la visibilidad es buena, aún usando una óptica de gran aumento. En las Rías Bajas, destaca sin duda la Ría de Vigo, que reúne una población de invernantes que con frecuencia rebasa los 5 millares de silbones. También un buen lugar de observación es la Ría de Arosa, con bandos que en conjunto llegan a los 3-5.000 silbones, aunque aquí se nota una gran oscilación, recibiendo en general mayor número de patos las rías más abrigadas. Los cálculos que se han realizado para Galicia de anátidas invernantes no reflejan la gran riqueza que de estas aves existe en las costas de aquella región, pero el trabajo es complejo y no siempre puede ser efectuado un censo exhaustivo desde tierra.
Las costas portuguesas reunen un buen número de silbones y de los censos resulta lo que parece una exigua cantidad, pues sin duda que los estuarios del Tajo, Sado y lagunas del Aveiro pueden albergar muchos millares.
En las Marismas del Guadalquivir en 1967 se estimó una población de invernantes de 67.000 aves, lo que supone casi el 50 de todas las anátidas que invernan allí, excluyendo ánsares y flamencos (Bernis y Valverde, 1972). Desde entonces han sido numerosos los censos realizados en España y las cifras obtenidas resultaron dispares y con frecuencia más bajas de lo previsto. El censo aéreo realizado sobre las Marismas del Guadalquivir y otras lagunas andaluzas arrojó un total de 12.180 aves para las Marismas y 3.840 para la Laguna de Medina. Aquellas fueron sobrevoladas en avioneta y ésta rodeada a pie. Walmsley y García repitieron en enero de 1974 sus vuelos sobre las Marismas y lagunas obteniendo sólo una cifra de 23.395 silbones. El método no se reveló como muy eficaz y posiblemente gran número de patos pasaron desapercibidos ocultos entre la vegetación. Los censos realizados en años recientes en el Delta del Ebro dieron cifras que rondaban los 7.000 silbones para el invierno de 1973-74 (Muntaner et al., 1974). La Laguna de Gallocanta acoge una población que ronda el millar de silbones todos los inviernos, aunque esta laguna se hiela en gran parte. En el Pantano del Ebro (Burgos-Santander) los invernantes oscilan entre 2.000 y 5.000, muchos de ellos seguramente que vuelan entre este embalse y la Ría de Treto (Santoña) donde se han visto siempre masas de 3.000 silbones. La movilidad de los bandos es grande en general y resulta difícil estimar la población total de invernantes en las costas españolas. Solamente en la Bahía de Cádiz en el invierno de 1967-68 se contaron 14.000. Pero, ¿qué parte de ellos estaban involucrados en vuelos hacia las Marismas o procedentes de ellas? En el este y sudeste de España hay una estimable población invernante en la Albufera y sus vedados, no inferior a los 5.000 silbones. En las salinas y pantanos de Alicante y Murcia parecen más escasos. Talavera y Mac Ivor (1975, in litt.) contaron en las salinas de Sta. Fe 250 y 144 en las de Sta. Pola en enero de 1975. El censo fue realizado por la Asociación de Naturalistas del Sudeste con gran minuciosidad, por lo que me sorprende tan bajo número de silbones. En Baleares los invernantes observados no pasaron de 500 en enero de 1972. A la vista de estas cifras y otras no consignadas por no hacer engorrosa en exceso esta enumeración, puede estimarse que la población de silbones invernante en las costas y embalses, lagunas y zonas húmedas del interior, rías y marismas de toda la Península Ibérica, supera bien las 100.000 aves, lo que sería una de las mayores poblaciones europeas.
El Silbón Europeo ha sido anillado con profusión por toda Europa y las recuperaciones han sido numerosas, mostrando cuan enormes son las distancias que este pato recorre. Así, uno anillado como pollo en el norte de Islandia fue capturado en la ría de Huelva a los 3 meses, después de recorrer una distancia de 3.300 km. En el Algarve portugués se recuperó una anilla portada por un silbón que se había marcado sólo un mes antes en Holanda. También hay otros anillados en Holanda y cogidos en España. Pero más notables son las recuperaciones siguientes: anillado en el Kazakstan ruso en octubre y que en dos meses llegó a Jaén, después de recorrer los 5.600 km. que nos separan de aquel lejano Estado; otros silbones que portaban anillas colocadas en la desembocadura del río Volga, fueron capturados en el Algarve portugués y en Valencia; notable recuperación también uno capturado en el Sahara occidental con anilla de Finlandia.
Se ve que los silbones que invernan en la Península Ibérica proceden de lugares dispares y no existe una tendencia clara en las migraciones hacia un determinado país, sino más bien hacia la Europa occidental, donde las Islas Británicas, Francia y la Península Ibérica concentran la mayor parte de los invernantes.
Tarro Blanco
Tadorna tadorna 60 cm.
Los tarros blancos son unas curiosas aves intermedias entre los gansos y los patos. De tamaño relativamente grande y de constitución rechoncha, son tanto terrestres como acuáticos. El Tarro Blanco anida en la península Ibérica, aunque es invernante, sobre todo de las costas, donde su vida sigue al flujo y reflujo de las mareas. En pleamar descansa en la orilla y al llegar la bajamar se precipita hacia las pozas que deja la marea en busca de mejillones y cangrejos. Se observa también en pequeños bandos en lagunas y embalses del interior. Nidificante esporádico. Nidificación: La hembra forra el nido, bien escondido, con hierba y plumón; pone, de mayo a junio, de 8 a 14 huevos blanco crema; incubación, alrededor de 30 días, sólo por la hembra; los pollos, alimentados por la hembra, generalmente abandonan el nido al nacer, volando aproximadamente a las 9 semanas; crían juntos a menudo. Alimentación: Moluscos; pequeños cangrejos y camarones; insectos; pequeñas cantidades de materia vegetal. Hábitat: Mares, costas y estuarios.
Contrariamente a la mayoría de los patos el Tarro Blanco Tadorna tadorna posee un plumaje que salvo pequeños matices es igual en el macho que en la hembra. Aquel en primavera tiene los colores muy marcados sobre un fondo general blanco que, sobre todo, es apreciado cuando se le ve desde lejos. La cabeza y parte superior del cuello son negro verdoso muy brillante con reflejos metálicos. La parte inferior del cuello y la superior del pecho son blancas, contrastando grandemente con el color acastañado que, partiendo del dorso, rodea el cuerpo del pato por el pecho. El resto de las partes inferiores es blanco excepto una mancha negra alargada desde el pecho hasta el vientre. También el dorso es blanco y sobre él destacan con alas plegadas las plumas escapulares negras con reflejos verdosos, las puntas negras de las primarias, un parche de color castaño de las secundarias y sobre todo el espejuelo verde brillante. La cola es blanca terminada en una ligera banda negra, muy notoria cuando el pájaro inicia el vuelo. El pico es largo y fino y curvado en la parte final hacia arriba. Poseyendo un abultamiento en la mandíbula superior a la altura de la frente y todo él de color rojo carmín excepto la «uña» que es oscura. Las patas y los pies, más largas aquellas que en la generalidad de los patos, son rosadas.
La hembra tiene el plumaje parecido, pero carece de la brillantez en la coloración que caracteriza el de los machos y no nace en el pico la protuberancia tan notoria en aquellos. También son bien apreciables sus menores proporciones. Y cuando se observa de cerca se nota un ribete blanco alrededor de la base del pico.
Durante el verano y después de la muda posnupcial, la cabeza y el cuello son negros con puntos blanquecinos y casi todas las plumas blancas están bordeadas de marrón o pardo. El amplio collar castaño del pecho es irregular, sin el matiz brillante habitual y con mezcla de plumas grises. En este plumaje de eclipse también pierde la continuidad la banda negra de las partes inferiores que queda reducida a puntos negros, blancos y grises. La protuberancia del pico desaparece y el color es entonces rojo pálido.
Los tarros inmaduros son muy diferentes de los adultos. Hasta la segunda muda en el primer otoño de vida, tienen la cabeza de color gris oscuro con la frente, carrillos, garganta y parte del cuello blancos, así como un anillo del mismo color alrededor de los ojos. Las partes inferiores son blancas ligeramente teñidas de gris y el dorso de las alas y espalda marrón grisáceo. El pico y las patas son grises pálido. En su primer año de vida y una vez efectuada la muda otoñal se parece a los adultos, pero los machos carecen del abultamiento en la base del pico y desde luego que también su plumaje es mucho más apagado.
Las observaciones realizadas hasta la fecha han permitido conocer sus preferencias en tierras ibéricas, que no difieren mucho de las que tienen en otros países de Europa donde la especie es abundante y ha sido muy bien estudiada, tanto en estado silvestre como en cautividad.
Tiene tendencia a estacionarse y frecuentar playas arenosas del litoral, estuarios fangosos, dunas con vegetación y también praderas situadas sobre acantilados marinos, así como lagunas interiores. Al volar lo hacen los bandos formando la clásica uve de los demás patos o en líneas y también entonces son fáciles de identificar porque su vuelo es más lento que el de los otros ánades, con un batir de alas cadencioso y no apresurado, más parecido al de los gansos. Camina con facilidad, mucho más rápido en tierra que otros patos, favorecido por sus patas más largas y también levanta el vuelo muy fácilmente, mostrando una agilidad que no aparenta por su tamaño grande y compacto. Nada bien, pero prefiere estar parado en el borde del agua y en general es menos acuático que otros ánades.
Se alimentan en aguas someras introduciendo la cabeza y parte del cuello y también a veces todo el cuello como lo hace habitualmente el Anade Azulón Anas platyrhynchos. Vadea las aguas que van invadiendo poco a poco los limos al subir la marea y cuando llega la pleamar, vuela hacia zonas con hierba y vegetación arbustiva, donde los bandos reposan inmóviles durante horas. Rara vez se zambulle a no ser que se vea en peligro o esté herido.
La mayor parte de la dieta de este pato está formada por moluscos, pequeños crustáceos, cangrejillos de arena, pulgas que saltan en las playas al subir la marea y que él Tarro Blanco captura incluso bajo él agua, pequeños peces y alevines que llegan en bandos a las orillas, insectos, gusanos de arena, etc. También una buena proporción de materia vegetal como algas, hierbas, en especial gramíneas, semillas de ellas y de plantas acuáticas.
El Tarro Blanco es un pato bastante silencioso fuera de la época de la cría. Durante ésta y como se concentran en número muy grande, entonces resulta muy ruidoso. Tucker da como voz corriente un ¡¡ak-ak-ak....!!, pero también una gran variedad de graznidos no muy diferentes de los escuchados a otros patos. Sin embargo, los silbidos están en una mayor proporción y así, durante la época de la reproducción, los machos emiten un claro silbido ¡¡uuíí..uu!! o ¡¡uuichííuu!! y también un profundo ¡¡keu!! repetido y como de gallo doméstico. Cuando está en cautividad o en las orillas de un estanque con otros gansos semisilvestres, también resopla como ellos.
La mayoría de los patos se emparejan, como ya se ha dicho, en el otoño o en el comienzo del invierno. Sin embargo, muchos tarros no parecen hacerlo hasta el mes de enero o febrero durante los cuales se pueden observar las manifestaciones de celo de los machos, que no difieren grandemente de las de los demás patos y que sólo en algunas de sus acciones recuerdan a los gansos. En especial hay que señalar la costumbre de atacar a otros machos intrusos, extendiendo el cuello y el pico de manera que formen una sola línea y bajando ambos al nivel del agua. Las posturas del cuello y los aleteos y persecuciones antes de la cópula, son las acciones más fáciles de observar y que nos indican en seguida que el celo entre estas aves ha llegado. En marzo ya todos los tarros están emparejados, aunque algunas parejas no llegan a criar aún, permaneciendo entre el bando durante toda la primavera. La elección del lugar para efectuar la puesta es tarea fácil, porque en las zonas donde anida en Europa la abundancia de conejos es proverbial y sus madrigueras constituyen un lugar favorito para los tarros. Pero también puede hacer el nido al abrigo de matas, arbustos, rocas y oquedades. Las colonias están siempre cerca del agua. El nido en realidad es sólo un montón de plumón de color gris pálido teñido muy ligeramente de marrón o pardo. Como muchas de las plumas tienen el extremo marrón más oscuro, el nido presenta a primera vista una apariencia moteada. Raramente se encuentran en los nidos hierbas u otra materia vegetal. La puesta consiste normalmente en 8-16 huevos, pero algunos nidos contienen cantidades de hasta 32 huevos. Evidentemente procedentes de dos o más hembras, pues es ya proverbial la tendencia que tienen las hembras del Tarro Blanco a efectuar las puestas en varios nidos a la vez. Los huevos son de color blanco cremoso de cáscara muy dura y con poco brillo. Jourdain da para 100 huevos obtenidos en las Islas Británicas un promedio de 65,8 x 47,6 mm. Las puestas empiezan en mayo y rara vez están completas antes de la mitad de ese mes. No es fácil poder examinar los nidos, pues cuando están ocultos en madrigueras de conejo normalmente los hacen más de un metro hacia el interior del túnel. La incubación es efectuada sólo por la hembra mientras el macho permanece muy cerca del nido todo el día. Unicamente dos veces al día abandona el nido la hembra para comer y cuando los huevos están a punto de eclosionar no se mueve de allí en 48 horas. La incubación dura 28-29 días al cabo de los cuales nacen los pollos que están cubiertos con un plumón que es blanco en la cabeza, carrillos y encima de los ojos, destacando mucho sobre el general color pardo achocolatado. También tienen una mancha oscura debajo y detrás de los ojos y sus partes inferiores son blancas.
A poco de nacer, son conducidos por la hembra o por ambos adultos a la vez hacia el agua donde nadan y se mueven con mucha soltura y comienza para ellos una dura lucha por la existencia. Pronto todos los pollos de una colonia se reúnen y queda a su cuidado un reducido número de adultos, de manera que cada 15-20 pollos de Tarro Blanco son vigilados por un tarro viejo.
El hecho que ha llamado siempre más la atención en esta especie es la concentración que se produce en las costas alemanas del Mar del Norte, a partir del mes de julio, para la muda. Tarros blancos de todos los lugares de la Europa noroccidental se concentran allí en cantidades asombrosas. Concretamente la zona más importante, Heligoland Bight, dispone de grandes extensiones de arenales y terrenos intermareales entre los que se forman largos canales de aguas someras y playas inmensas. En esta costa arenosa el Grosser Knechtsand es una extensa masa de canales y bancos de arena a una distancia de millas náuticas de la costa alemana, entre Bremerhaven y Cuxhaven, antepuertos de Bremen y Hamburgo respectivamente. Otra zona con una concentración importante de tarros blancos es Trischen, muy próxima a la anterior pero hay varias más repartidas por las Costas del Mar del Norte. Los tarros que se reproducen en las Islas Británicas se dirigen también allí en julio para la muda, que dura unas 6 semanas y que en total ocupa un período que va desde julio hasta los primeros días de octubre. Aunque ya no se ven allí las masas ingentes de antaño, aún muchos millares de estos patos proporcionan un incomparable espectáculo a los ornitólogos. En los últimos días de julio de 1955 había en Knechtsand no menos de 100.000 tarros en plena muda y considerando que ésta se extiende por casi tres meses y que cada tarro muda en 6 semanas, fácil es deducir que estas cifras no indican más que una parte de la inmensa cantidad de Tadorna que allí llegan en el verano. Se han descubierto otros lugares con menores concentraciones de tarros mancones en las Islas Británicas y en este país en julio se aprecia un gran movimiento de los tarros que en bandadas y volando hacia el Este se dirigen a las costas alemanas del Mar del Norte para la muda.
El Tarro Blanco se reproduce en Europa en las Islas Británicas, costas del Mar del Norte de Alemania y Noruega y en las del Mar Báltico. También llegando por el Sur hasta el norte de Francia y de forma discontinua desde los Balcanes a través de Asia central hasta China occidental y por el Afganistán y Persia e Irak. En Gran Bretaña, donde cría por todas las costas y estuarios, hay un buen núcleo de pájaros del año que no van a mudar y otros que lo hacen en Bridgwater Bay, Somerset y otros lugares.
En la Península Ibérica aparte de una exigua población que puede reproducirse en las Marismas del Guadalquivir y en algún otro lugar cuya situación no es prudente revelar, la mayoría de los tarros blancos que se ven son invernantes. Bernis (1963) da informes de su presencia en las Marismas del Guadalquivir, donde los nativos los llaman ansaretas y lo observan a partir de octubre. Existen además numerosos datos de parejas de tarros acompañadas de jóvenes del año lo que parece demostrar la nidificación de esta especie allí, aunque más bien parece que sea esporádica. Con las medidas de protección actualmente en vigor en Europa, el Tarro Blanco mantiene su población a un buen nivel y muchos llegan a la Península Ibérica en el invierno. Este contingente aumenta con inviernos duros y en las costas del Levante español son entonces numerosos los tarros desde Cataluña hasta Almería. Bandos que oscilan entre pequeños grupos de 5-6 patos hasta 50-70 pueden ser vistos en el Delta del Ebro, Albufera de Valencia, Roquetas en Almería y sobre todo en las Marismas del Guadalquivir. Esto no excluye su presencia en lagunas y zonas húmedas interiores (Alcázar de San Juan, Taray, Fuente de Piedra, etc.). También en las costas atlánticas no es raro en el invierno, pero en muy reducido número y con frecuencia sólo pájaros solitarios o en grupos pequeños. Desde Guipúzcoa hasta el Estuario del Sado en Portugal existen registros de estas aves en el invierno y las capturas no son infrecuentes. La población invernante más numerosa está en las Marismas del Guadalquivir. Allí en el censo aéreo efectuado el 20 de enero de 1974 se contaron en el total de las Marismas 726 Tadorna tadorna (Walmsley y García, 1974). Algunas de las aves invernantes en las costas españolas pueden ser de las pequeñísimas poblaciones que se reproducen en el área mediterránea. La mayoría son, sin embargo, de procedencia nórdica.
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