El anfiteatro de Mérida es un antiguo recinto para espectáculos de luchas de gladiadores que fue construido por el Imperio romano en la colonia de Augusta Emerita, actual Mérida (España), a finales del siglo I a. C.. Su construcción se planificó junto a la del adyacente y famoso teatro romano, con el que conformaba la gran área pública de espectáculos de la capital de la Lusitania. Fue abandonado hacia el siglo IV d. C. y hasta principios del siglo XX permaneció parcialmente enterrado. En 1912 fue nombrado Bien de Interés Cultural1 y desde 1993 es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco como parte del Conjunto arqueológico de Mérida.
La construcción del anfiteatro se planificó junto con la del teatro y se levantó muy poco después. Según se deduce de las inscripciones halladas en su interior, fue inaugurado en el año 8 a. C. Con esta obra se completaba el proyecto de dotar a la colonia Augusta Emerita, ya entonces capital de la provincia Lusitania, de una gran área pública para espectáculos, acorde con su categoría política y administrativa. Este edificio estaba destinado a las luchas entre gladiadores, entre fieras o entre hombres y fieras, las denominadas venatio, que junto a las carreras en el circo fueron las preferidas por el pueblo romano.2
Tras su abandono, ligado a la oficialización del cristianismo en el siglo IV d. C., parte de su estructura se fue ocultando bajo tierra y la que quedó descubierta, sobre todo la summa cavea, sirvió como cantera de extracción de materiales para otras obras.3 Desde el siglo XVI algunos autores llamaron al edificio naumaquia con la creencia errónea de que era el lugar de celebración de simulacros de batallas navales, para lo que se basaban en la profundidad de su foso central y la proximidad de algunos tramos de acueducto. Las excavaciones a partir de 1919 subsanaron el error y le devolvieron su verdadera identidad.3
Descripción[editar]
El anfiteatro tiene forma elíptica, con un eje principal de 126 m y uno menor de 102 m, mientras que la arena mide 64 m por 41 m. Las gradas o cáveas de su lado este se construyeron sobre el cerro de San Albín, al igual que las del teatro adyacente. Dieciséis puertas se abren al exterior en la fachada, la principal de las cuales es la que se encuentra en el extremo del eje occidental. Dos de las puertas situadas al noreste están cerradas por la muralla y no hay opinión unánime del por qué de ello.3
Como en casi todos los edificios romanos de este tipo, sus gradas se dividen en tres sectores: ima, media y summa cavea —inferior, media y superior—. De la superior no quedan apenas restos y en la ima cavea se pueden observar las restauraciones que efectuó José Menéndez Pidal a mediados del siglo XX.3
Sobre las primeras gradas se construyeron dos tribunas, una en cada extremo del eje menor del anfiteatro. A la del oeste, reservada para las autoridades, se accede por dos escalerillas que parten de la galería que viene de la puerta principal. La del este, que cuenta con dos escaleras que la comunican directamente con la arena, era ocupada por la persona que financiaba el espectáculo. En los frentes de ambas estuvieron colocadas las inscripciones que han permitido conocer la fecha de inauguración del edificio y que hoy se hallan en el cercano Museo Nacional de Arte Romano (MNAR).4 Algunos restos encontrados hacen suponer la existencia de otros dos palcos de honor sobre las puertas de acceso a la arena que se abren en los extremos del eje mayor.4
La arena, de forma elíptica, era donde se desarrollaban los espectáculos. Está separada de la cávea por un alto podio para proteger al público. En la antigüedad este murete estuvo recubierto de mármol, rematado por una cornisa y decorado con las pinturas murales que hoy se custodian en el MNAR y que representan los espectáculos que se desarrollaban en el anfiteatro. En el centro de la arena se cavó una gran fosa en forma de cruz sobre la que se han vertido numerosas opiniones. Casi sin ninguna duda estuvo recubierta por un entarimado que la hacía invisible y su interior sirvió para almacenar las jaulas de las fieras y material escénico.5
Dos largas galerías en los extremos del eje mayor permitían, además del acceso a las gradas, la entrada de los gladiadores a la arena. A ambos lados de cada una de ellas, junto a la arena, se abren habitaciones reservadas para los gladiadores o para las fieras. Según se deduce de una inscripción encontrada en la galería sur, es probable que algunas de estas estancias estuvieran dedicadas al culto de la diosa Némesis, a la que se encomendaban los participantes en los juegos.
La basílica martirial de Santa Eulalia de Mérida es un edificioreligioso que se encuentra en la ciudad de Mérida (España). Se podría considerar un núcleo muy importante del nacimiento del cristianismo en la península.
Según los investigadores, fue el primer templo cristiano erigido en Hispania tras la Paz del Emperador Constantino; esta iglesia fue por tanto edificada como basílica martirial en memoria de Eulalia de Mérida; por ello se convirtió, durante los albores de la Edad Media, en lugar de peregrinaciones que llegaban desde el Occidente Europeo y desde el Norte de África; al mismo tiempo la noticia del martirio de su titular se divulgó por todo el imperio romano y con sus reliquias se erigieron numerosas iglesias especialmente en la Europa occidental.1
A su vez la historia de este templo se enmarca en la historia de la Iglesia Emeritense y en su singular relación con los Papas; además esta iglesia, martyrium o basílica desde el siglo XIII, reerigida entonces por la Orden de Santiago como su Iglesia Capitular, hasta finales del siglo XIX formó parte del Patrimoni Petri, es decir el Patrimonio de la Santa Sede.
Forma parte del Lugar Patrimonio de la Humanidad «Conjunto Arqueológico de Mérida,» en concreto con el código identificativo 664-009.
Patrimonio de la Humanidad (parte de «Conjunto arqueológico de Mérida», n.º ref. 664) (1993)
Enlace a ficha de Patrimonio de la Humanidad.Bien de Interés Cultural (1913) | ||
Basílica martirial de Santa Eulalia. |
Construida extramuros de la ciudad antigua, es una bella construcción levantada originalmente en el siglo IV, sobre el túmulo funerario de Santa Eulalia y en las inmediaciones del lugar donde, según la tradición, fue inmolada la niña mártir. Templo famoso en la Cristiandad, por el martirio de Eulalia, fue enseguida enriquecido por los obispos y arzobispos de Mérida, pero en el que se dejaron sentir los embates consiguientes a la invasión árabe. De aquellos ricos mármoles y pavimentos de mosaicos, de los dorados artesonados que alababa el poeta Aurelio Prudencio no queda nada.
El templo actual se levantó en el siglo XIII, sobre la misma planta de la basílica original y reaprovechando algunos materiales, tras la reconquista de Mérida por Alfonso IX.
La Basílica, aparte de su significado religioso, merece ser visitada y contemplada con detenimiento. Es la única construcción plenamente medieval que se encuentra en la capital extremeña. Destacan las capillas laterales al altar mayor y la puerta derecha de la fachada, de estilo románico, poco frecuente en Extremadura y en el que ya empiezan a notarse influencias del gótico. En el interior destaca el artesonado que cubre sus bóvedas y los capiteles y columnas, algunos de los cuales proceden del templo visigodo.
El conjunto basilical[editar]
La cripta[editar]
Las excavaciones realizadas en el subsuelo de la Basílica desde 1990 sacaron a la luz el impresionante recinto subterráneo, hoy visitable. En esta cripta, donde han aparecido importantes restos romanos y visigodos, destacan los vestigios del primer túmulo funerario o Mausoleo martirial de Santa Eulalia, tardorromano, sobre el cual y en torno al cual se edificó la grandiosa basílica visigótica cuyo frontal superior se ha salvado de todas las demoliciones y sigue cerrando el ábside del altar mayor.
Los datos arquológicos indican, en primer lugar, la existencia en este espacio de casas romanas entre los siglos I y III de nuestra era. Posteriormente, en el siglo IV, tras el abandono del recinto se estableció una necrópolis cristiana en la que se levantó un edificio tumulus en memoria de Santa Eulalia de Mérida que supondría el embrión de la basílica erigida en el siglo V.
La capilla de Santa Eulalia, "Hornito"[editar]
En el atrio de la Basílica se conserva el famoso “Hornito”, el hito popular más destacado de la ciudad por su relación con el culto a la Mártir Eulalia. Según la tradición se levanta sobre el lugar en el que sufriera martirio la joven emeritense. En realidad, se trata de una capilla votiva erigida para que los peregrinos pudieran orar ante la santa a cualquier hora del día sin necesidad de acceder al interior del recinto basilical. Se destacan los restos reutilizados de un templo romano dedicado al dios Marte donde puede apreciarse la inscripción: MARTI SACRVM VETTILLA PACVLI (consagrado a Marte. Vettilla, esposa de Páculo).
Edificio[editar]
Tiene planta basilical, con tres naves que terminan en tres ábsides semicirculares. En la cabecera, restos de la basílica paleocristiana y visigoda. Destacan las capillas laterales del altar mayor y el artesonado de sus bóvedas. La puerta meridional de la fachada es de estilo románico. Según indica el Feo arco apuntado que sirve de portada a la capilla, el edificio es de origen gótico, si bien se aderezaría en el siglo XVII adoptando una fisonomía plenamente barroca.
De Titulo Basilicae Minoris[editar]
Aunque en época contemporánea, popularmente, se le ha denominado basílica, oficialmente no fue declarada basílica menor (De Titulo Basilicae Minoris) por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos hasta el pontificado del papa Francisco con documento de fecha 23 de septiembre de 2014 y anunciada mediante homilía el 10 de diciembre de 2014, día de la Mártir, patrona de Mérida.
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