lunes, 8 de octubre de 2018

UTENSILIOS DE COCINA


Gran lavafrutas de cristal en un bodegón al fresco en la "Casa de Julia Felix", en Pompeya 70 a. C. (Italia). Museo Arqueológico de Nápoles.
Un lavafrutas es un cuenco o pequeño recipiente con agua que se utiliza durante las comidas para humedecer los dedos antes y/o después de comer fruta. Puede estar fabricado en cristal, loza, metal, plástico, etc.1

Uso[editar]

Al final de la comida y una vez consultado el comensal si va a tomar fruta, el lavafrutas se colocará en la mesa sobre un plato de postre, un pañito o una servilleta. El protocolo y etiqueta recomiendan levantar primero el lavafrutas, luego la servilleta, y colocarlos a la izquierda. Se usará en un primer paso, para lavar la fruta cuando esta lo requiera (ciruelas, cerezas, uvas), o bien para limpiarse los dedos después de haberla manipulado (manzanas, naranjas, mandarinas, melón).2​ Algunos manuales relatan anécdotas supuestamente históricas en las que el inadvertido y perplejo comensal, no entendiendo para qué le ponían aquel cuenco con agua, decidió por fin beberse el agua que contenía.







librador es una herramienta acanalada parecida a una cuchara muy grande que sirve para manipular productos granulados o pólvoras. Puede tener mango o no tener.1234
Derivadas de los locales o tiendas donde se usaban principalmente, existe la expresión “librador de tienda”.

Uso tradicional[editar]

Los libradores iban asociados a la venta de productos a granel. El comerciante compraba al por mayor y vendía al por menor. Muchos productos eran transferidos desde el recipiente al por mayor (sacos, barriles,...) hacia una bolsa de papel que se podía pesar en una balanza para calcular el precio.67
Si no hacía falta la bolsa de papel, el producto a vender se ponía sobre un papel de estraza, directamente sobre el plato de la balanza. Una vez pesado se traspasaba hacia el recipiente del cliente, con papel o sin él.

En tiendas[editar]

Las tiendas típicas que empleaban libradores con profusión eran las droguerías y las tiendas de ultramarinos.
Las droguerías clásicas venían al por menor los productos típicos de ultramar y las colonias como por ejemplo las especies (pimienta, canela, azafrán, etc.), el azúcar o el cacao. En el siglo XIX y hasta años después de la guerra civil española las droguerías evolucionaron hacia la venta de productos no comestibles destinados principalmente a la limpieza del hogar: jabones, lejías, sosa, perfumes, serrines, ... Algunos de los productos (por ejemplo el jabón en escamas a granel y los serrines) se manipulaban con libradores.
Las tiendas de ultramarinos o de víveres típicas venían muchos productos a granel: arroz, judías, garbanzos, lentejas, café, cacao, harina, azúcar, sal, pastas secas para sopa,... En muchos casos cada producto tenía su librador.

En obradores[editar]

En pastelerías y panaderías solía haber varios libradores para medir y mover la harina y, a veces, porciones de demasiado amasada.

En fábricas[editar]

  • En las fábricas de pólvora y de fuegos artificiales se usaban libradores en algunas tareas de transporte y manipulación.8
  • En fundiciones y obradores que trabajan con moldes es típico el uso y manipulación de materiales granulados (arena, vermiculita, perlita,...) refractarios y no refractarios. Si las piezas y los moldes son grandes, la mayor parte de la arena (u otro material pareciendo) del molde puede disponerse a patadas. Pero algunas zonas pequeñas o de detalle hay que acabarlas de llenar con un librador. Pasa el mismo cuando los objetos a hacer y los moldes son pequeños.
Librador holandés de madera con mango.

Materiales[editar]

Antiguamente los libradores eran de madera o de metal (lata, latón, cocer, alpaca). Actualmente hay de plástico y de metales diferentes: acero inoxidable, aluminio.91011
  • En áreas geográficas donde abunda el bambú hay un tipo de libradores de bambú que, aprovechando un nudo de la caña, permiten ser cortados en una pieza única.1213

Uso actual[editar]

Los usos actuales de los libradores, cualitativamente hablando, son los mismos que los usos tradicionales. La disminución aparente de los libradores como herramientas cotidianas es debida al predominio de la comercialización de productos envasados, muy superior a la venta de productos a granel. En obradores y fábricas los libradores continúan siendo herramientas útiles y utilizadas en tareas que no pueden ser observadas por los ciudadanos de la calle.
Otro aspecto a considerar es la disminución de los pequeños comercios y tiendas, sustituidas por supermercados y grandes superficies. Hay algunas excepciones a la tendencia general:
  • Algunas tiendas especializadas en la venta de frutos secos a granel siguen ofreciendo la mercancía a la vista y empleando libradores para manipularla y llevarla a las básculas.
  • Muchos supermercados modernos, además de los productos envasados, ofrecen productos a granel (de producción ecológica o no) con libradores para coger pequeñas cantidades. Los clientes eligen la cantidad deseada, la ponen dentro de una bolsa o contenedor y la pesan para obtener una etiqueta para pegarla a su paquete y permitir la lectura en caja (con indicaciones del producto, precio y otros).
En la cocina y en pastelería las referencias a los libradores demuestran la supervivencia de la herramienta.








 llar o la llar (término usado en ambos géneros según las regiones, o en su plural llares) hace referencia a un conjunto de instrumentos de la cocina popular de tradición rural.1​ y más específicamente a la cadena de hierro usada para colgar recipientes,2​ comida o cacharrería diversa sobre el hogar. Objeto cuyo uso se ha perdido, es habitual en las almonedas y tiendas de anticuarios, y en museos etnográficos, de la vida rural o de temas antropológicos. Es símbolo usado en heráldica y en toponimia (como por ejemplo Los Llares).3

Etimología y uso[editar]

Del latín «lar, laris» (hogar), se registra su uso en CantabriaCastillaMadridNavarra o País Vasco, con las correspondiente variaciones dialectales o idiomáticas,a​ y casi siempre asociado a la cadena utilizada para colgar el caldero, pero tampoco exclusivamente. En La Rioja se documenta que «sujeta los cacharros suspendidos sobre el fuego»,4​ y en Aragón se identifica con el «cremallo»,5​ y con sus supersticiones,6​ como que cuando los llares quedaban bailando, era una mala señal que anunciaba desgracias. También era frecuente en los graneros, como percha para la matanza del cerdo (jamones, chorizos etc.).

En las ferrerías navarras[editar]

Llares en el escudo de la Casa de Loyola
Guadalupe González-Hontoria, citando la obra monumental recopilada por Pascual Madoz, enumera algunas importantes ferrerías navarras, como las de las Cinco Villas de la Montaña o, en Irati, las precedentes a la fábrica de Orbaiceta. También, y recuperando los textos y estudios de Julio Caro Baroja, destaca los trabajos de forja de la herrería navarra y vasca, con imaginativos diseños y formas en los «hierros para colgar la cadena del llar», simulando cabezas de diversos animales, en especial crestas de gallos.






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