sábado, 1 de marzo de 2014

ESCLAVITUD - HISTORIA


HISTORIA DE LA ESCLAVITUD .-

LA VIDA DE LOS ESCLAVOS EN LAS PLANTACIONES EN EL SUR DE LOS ESTADOS UNIDOS: En los años de la década de 1850 los hacendados practicaban la suntuosa hospitalidad que exigía su posición social. Muchas de las casonas simulaban ser plantaciones, pero en realidad se mantenían gracias a las verdaderas plantaciones lejanas, en la zona algodonera, en la costa del arroz o en los campos de azúcar de Louisiana. Empero, dependían en su totalidad de la fuerza de trabajo de los esclavos.
La Casa Grande Algunos propietarios habitaban mansiones, erigidas según un estilo clásico que posteriormente se conocería como "griego renovado''. Esta elegante casona del Míssissippi data de 1850.
Pero no todos los hacendados vivían tan fastuosamente. Muchos habitaban casas simples o, incluso, una "cabaña doble": dos estructuras adyacentes de troncos con un corredor de ventilación entre ellas, unidas por un techo común. Algunos se dedicaban más a criar cerdos y vacas, que a cultivar la tierra. Había terratenientes que, en vez de trabajar, se dedicaban a la diversión. Pero era más común el hacendado escrupuloso y trabajador, que se entregaba por completo a las cosechas, la mano de obra y la contabilidad.
Con frecuencia, los pequeños propietarios supervisaban personalmente las labores de plantación, cultivo y cosecha; inspeccionaban a diario las labores en el campo y supervisaban a caporales y capataces, que generalmente eran esclavos de confianza. Los dueños de extensiones mayores contrataban supervisores, a quienes daban detalladas instrucciones por escrito sobre el manejo de los esclavos y la administración de las plantaciones.
Si trabajaban para amos codiciosos, los esclavos generalmente eran obligados a trabajar en cuadrillas, siguiendo una rigurosa rutina. Los despertaban con campanas o trompetas; luego, los peones iban al campo donde, de acuerdo con el cultivo y la estación, llevaban a cabo una diversa gama de labores requeridas para el éxito de la empresa.
Tras una corta pausa a mediodía, los peones retomaban el trabajo hasta el anochecer: sólo entonces volvían a sus chozas. Ahí dedicaban un rato a sus huertos, donde cultivaban verduras para complementar su ración semanal de un saco de maíz y dos kilogramos de tocino por peón. Las esclavas trabajaban en los campos al igual que los hombres, además de encargarse de cocinar para la familia, de la limpieza doméstica y la crianza de los hijos, que comenzaban a trabajar desde los 10 años. Ancianos y ancianas tenían las obligaciones de hilar, reparar cercas y vigilar a los niños más pequeños.
No todos los esclavos de las haciendas eran peones. Muchos trabajaban en la mansión del amo como mayordomos y cocheros, o camareras, cocineras y lavanderas. Los sirvientes iban mejor vestidos y alimentados que los peones; algunos se consideraban a sí mismos como esclavos-aristócratas. Las haciendas más grandes también disponían de alhamíes, carpinteros, toneleros y herreros.

Esclavos rebeldes - Castigo a los esclavos
Castigo corporal Ante su amo, que fuma un puro, azotan a una esclava atada a un poste; también está presente su familia, que mira con azorada resignación. Delitos como la indiferencia o la desobediencia eran castigados hasta con 20 azotes.

La esclavitud era un sistema de coerción inhumano. Los amos controlaban a las cuadrillas con azotes en público, o bien los encadenaban o los encarcelaban. Los humillaban, obligándolos a vestir ropas femeninas o a realizar tareas indignas.
Pocos amos ejercían el control mediante recompensas. Algunos proporcionaban vacaciones, nombramientos de conductor o trabajos especializados, o bien, ropa, comida y tabaco adicionales, mayores parcelas para los huertos y la venta de los excedentes. Incluso unos cuantos concedían permisos para salir de la plantación o estimulaban la educación formal, que estaba prohibida en muchos estados.

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