viernes, 21 de marzo de 2014

LENGUA EN LA EDAD ANTÍGUA - OBRAS ESCRITORES




ESOPO .-

    La mujer y el marido borracho.
   Tenía una mujer un marido borracho y, para librarle de este vicio imaginó la siguiente  argucia:  en el momento en que su marido se quedó tan  insensible como un muerto a causa de la embriaguez, cargó con él sobre sus espaldas, lo llevó al 
cementerio y allí lo dejó. Cuando juzgó que ya se le había pasado la  borrachera, volvió y llamó a la puerta del cementerio.
   _¿Quién llama ahí? _dijo el borracho.
   _Soy yo, que traigo la comida a los muertos _contestó la mujer.
   _No me traigas comida; prefiero que me traigas  algo de beber  _replicó el  borracho.
    Y la mujer, golpeándose el pecho, exclamó:
    -¡Qué desdichada soy! Ni siquiera mi treta ha hecho el menor  efecto sobre ti , marido mío, pues no sólo no te has corregido, sino que te has agravado, convirtiéndose tu vicio en una
                      Moraleja
    No dejes que una conducta equivocada domine tu vida. Pon tu razón sobre el error.

La viuda y las criadas.
 
  Una viuda muy laboriosa tenía unas criadas jóvenes a las que despertaba  todavía de noche al canto del gallo para que comenzasen sus tareas. Ellas estaban siempre extenuadas de fatiga y resolvieron matar el gallo de la casa  por considerarle 
el causante de su desgracia, puesto que despertaba a su señora antes del amanecer.
   Mas  cuando llevaron a cabo su propósito se encontraron con que habían agravado su mal, porque su señora, no teniendo el gallo que le indicaba la hora, las hacía levantar antes para ir al trabajo.
  
Moraleja
Nunca creas que la causa de tus problemas es lo que primero se  presenta ante tus ojos. Piensa en qué sucedería si eliminas lo que estás viendo como posible causa de tus males.

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