lunes, 31 de octubre de 2016

Arte - Historia de la pintura

Pintura del Duecento


La Pintura del Duecento (del término italiano Duecento -Doscientos-, para referirse al numeral de los años del siglo XIII)1 se aplica al periodo de la pintura italiana que en otras partes de Europa Occidental corresponde al comienzo de la pintura gótica, y que en Italia tiene características propias. Proviene de una fusión de las tradiciones del arte bizantino, que fue la forma de pintar más extendida en la Italia medieval, con los primitivos estilos paleocristianos y la herencia del arte clásico. Esta evolución continuó en la Pintura del Trecento (siglo XIV), con las escuelas florentina y sienesa, que desarrollaron un nuevo lenguaje pictórico que finalmente desembocó en el Renacimiento
 del Quattrocento.

Antecedentes

Los antecedentes de la pintura al fresco, en la Toscana del siglo XIII, se hallan en la propia evolución de las artes del dibujo y del color durante la Alta Edad Media en Italia. Las semillas iniciales del que llegará a ser un nuevo lenguaje pictórico se pueden ver ya en los frescos y mosaicos de la iglesia de San Clemente de Roma (hacia 1080), en los cuales a pesar de a artificialidad y rigidez del Arte Bizantino, omnipresente en toda la península italiana, se manifiesta la presencia de elementos de la tradición clásica o paleocristiana. En el mismo sentido podemos hablar de los mosaicos del ábside de Santa Maria in Transtevere (hacia 1145) acerca de la majestuosa humanidad de los personajes que preludia ya los estilos del siglo XIII.
Los mosaicos de la Basílica de San Marcos de Venecia (siglos XI a XIV) constituyen el mayor conjunto del estilo bizantino en Italia. Maestros del mosaico locales culminaron la obra que fue iniciada por artesanos orientales. En estos mosaicos se aprecia una mayor libertad de composición y unos fuertes acentos paleocristianos y románicos en la elección de los temas históricos o étnicos, muy próximos a las escenas cotidianas presentes en las esculturas de las catedrales, los cuales se superponen a los bizantinos (que son los temas principales: litúrgicos o teológicos) de tal forma que permiten a la crítica decir que en San Marcos los temas occidentales hablan en lenguaje bizantino. Es la maniera greca que reinará en la pintura italiana durante el Duecento.
El avance hacia un nuevo lenguaje pictórico sigue en la Toscana, donde las distintas tendencias de la pintura se concretaron en la actividad de cuatro escuelas vinculadas a las ciudades de LuccaPisaSiena y Florencia, junto con la ciudad de Roma, que siempre fue el reducto más persistente de la tradición clásica frente al arte bizantino.
La arquitectura gótica munca llegó a echar raíces en Italia, donde la forma de construir de las iglesias del Cister fue impulsada por los franciscanos y los dominicos. La nave, como recinto o lugar principal de la iglesia, se caracterizó por un cambio de las proporciones a favor de la anchura o por la restitución de los muros que se impuso en las iglesias toscanas de Santa Maria la Novella (1278) de Florencia o de Santa Maria sopra Minerva de Roma. En la iglesia de la Santa Croce (1294) de Florencia, el arquitecto Arnolfo di Cambio volvió al techo artesonado basilical, abandonando la bóveda gótica en una tendencia de la arquitectura que preludia el Renacimiento.

Escuelas

Pisa

La escuela de Pisa (Pisa) era decididamente bizantina con modelos tomados directamente de la iconografía oriental. En el mosaico del Baptisterio de Florencia, los artistas griegos venidos de Venecia y los artistas locales llevaron el manierismo bizantino hasta el paroxismo.

Lucca

La escuela de Lucca (Lucca) tuvo, como la de Pisa, un desarrollo limitado. De la primera son algunos crucifijospintados y la obra del taller de los Berlinghieri realizados según los cánones bizantinos con leves acentos derivados de la tradición románica como en el Cristo crucificado de la catedral de Sarzana del maestro Guglielmo (1138).

Roma. Cavallini

En la Roma del siglo XIII, Pietro Cavallini (1240-1330), en los mosaicos del ábside de Santa Maria in Transtevere (1291) fundió la pintura de la tradición local y del arte paleocristiano con las convenciones bizantinas mediante una ordenación y un ritmo claro de las figuras, así como expresando un inicio de perspectiva en los edificios del fondo. Posteriormente, en el fresco del Juicio Final de Santa Cecilia in Transtevere (hacia 1293), sobre una composición donde todavía es patente la influencia bizantina o románica, desarrolla una innovadora riqueza de empastes de color en las figuras de los ángeles y los apóstoles reunidos en torno a Cristo, mientras cada uno de los personajes refleja un sentimiento de extraordinaria grandeza. La obra de Cavallini que influyo poderosamente en la escuela Florentina, tuvo su madurez en las obras napolitanas de Santa Maria DonnareginaSanta Maria de Aracoeli y en la Catedral de Nápoles.

Florencia. Cimabue

En la Florencia del siglo XIII, Cenni di Pepo, llamado Cimabue (1240-1302) fue pintor, arquitecto y mosaísta que participó en la realización de los mosaicos de la cúpula del Baptisterio. En sus primeros años de actividad pinta el crucifijo de San Domenico de Arezzo donde mediante un juego de luces y sombras logra dar volumenal cuerpo así como una violenta expresión de dolor al rostro. Posteriormente viajó a Roma (1272) donde tomó contacto con el mundo clásico, con la pintura paleocristiana y románica y conoció a Pietro Cavallini. Este conjunto de influencias contribuyeron a liberarlo de los cánones y grafismos bizantinos de los cuales se muestra dependiente en todas sus obras.
En la “Madona in Maestá” (hacia 1286) de la Iglesia de la Santísima Trinidad de Florencia (actualmente en la Galleria degli Uffizi), Cimabue aun conserva la composición simétrica y la iconografía de los modelos bizantinos. La línea de oro que resalta los pliegues del vestido de la Virgen María es también una referencia a las técnicas del mosaico bizantino. Pero la búsqueda de una tercera dimensión en la visión en perspectiva del trono de la Virgen así como el intento de romper con el hieratismo de las figuras dándoles un carácter más humano que manifiesta en la expresividad de los rostros, preludian ya la preponderancia de la línea, del dibujo y del relieve como bases de un nuevo lenguaje pictórico.
Entre 1279 y 1284 Cimabue pintó, junto con sus discípulos, los frescos del coro de la iglesia inferior de Asís y los del crucero de la iglesia superior, en ellos realizó una síntesis entre los acentos bizantinos y los acentos clásicos o románicos, los cuales protagonizaron la dialéctica de la evolución de la pintura del Doecento en Italia.

Frente a esta evolución de la miniatura y de la pintura en Francia durante los siglos XIII y primera mitad del XIV que acabamos de ver, en Italia las cosas se desarrollaron de forma diferente. El seguimiento de la pintura gótica italiana durante el Duecento y el Trecento se centra en varias ciudades, relevantes igualmente en el campo de la plástica escultórica, y en monumentos o lugares muy específicos que, sin haber contribuido a la gestación de las nuevas corrientes, fueron receptoras de las novedades. En el primer caso hay que referirse a Roma, Siena y Florencia, en el segundo a la basílica de Asís, cuya decoración concentró a maestros de muy distinta procedencia y que por lo tanto contribuyó a interrelacionar corrientes, y a Nápoles. Esta última ciudad, centro del reino de los Anjou en la Italia meridional, aunque no poseyó una escuela propia, fue lugar de paso de grandes personalidades. CavalliniGiottoSimone Martíni..., son algunas de ellas. Es evidente que su situación es parangonable a la de Asís.Durante el Duecento, Italia se desmarca de otros países en lo que al lenguaje formal pictórico se refiere. Si lo que denominamos estilo 1200 se rastrea aquí y allá en Francia, InglaterraPenínsula Ibérica..., en Italia es difícil hablar de bizantinismos en idénticos términos a los utilizados para estas zonas. No se detectan bizantinismos, porque su pintura es bizantina, no existe una recreación porque obras muy paradigmáticas se deben a artistas de esa procedencia (mosaicos de San Marcos de Venecia, o los de Sicilia por ejemplo) y otras menos espectaculares llegan a Italia directamente desde Oriente.Es precisamente el peso del mundo bizantino, la denominada "maniera greca" que se trasluce fuertemente aún en la obra de maestros como Cavallini o Cimabue, lo que caracteriza el Duecento en Italia. En Siena y Florencia otros pintores como Copo di Marcobaldo o Guido da Siena encarnan esta misma línea.Paralelamente a la pintura mural o sobre tabla, una de las peculiaridades del mundo italiano de este período lo constituye el mosaico. Se trata de una tradición que para explicar sus orígenes obliga a recurrir a Bizancio. Los mosaicos de Venecia o los de Cefalú y Palermo se deben a mosaistas orientales, pero sientan las bases para el desarrollo de este arte como carácter ya autóctono a lo largo de la segunda mitad del Duecento y del Trecento. Talleres surgidos en la Península ejecutan brillantemente composiciones creadas por maestros de la talla de Cimabue. Los mosaicos de la cúpula del Baptisterio de la catedral de Florencia, concluidos hacia 1325, que desarrollan un ciclo muy amplio con escenas del Antiguo y Nuevo Testamento se cuentan entre los más significativos. También lo son, a pesar de su excesiva restauración, los de la catedral de Pisa, o los que Pietro Cavallini y Jacopo Toriti realizan en los últimos años del siglo XIII en distintos puntos de Roma.Entre las personalidades artísticas que harán avanzar la pintura italiana, desde los presupuestos de la "maniera greca" hacia un lenguaje que sin abandonar el bizantinismo conlleva novedades, están Duccio en Siena y Pietro Cavallini en Roma. Este último, pintor y mosaísta, es el artífice que colabora más estrechamente con la corte papal en un período de crisis del Papado (la época de Nicolás III, de la familia de los Orsini) , que por lo mismo hace del arte un vehículo eficaz para mostrar una preponderancia que no existe, pero que se pretende recuperar o reivindicar a través de las formas externas. No es casual que sea entonces cuando se emprenda la restauración de la basílica de San Pedro, se inicie la construcción de un palacio en el Vaticano o se remodelen las iglesias más importantes de la ciudad.Pietro Cavallini colaboró estrechamente en este proyecto. Trabajó en San Pablo Extramuros (hacia 1287-1297), realizó los mosaicos de Santa María in Trastevere (hacia 1290) y pintó los frescos de Santa Cecilia in Trastevere (hacia 1290). En esta última destaca su magnífico Juicio Final, todavía de fuerte gusto bizantinizante, pero magnífico en su ejecución.
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El Duecento y el Trecento en Italia

Como en el ámbito arquitectónico, en la pintura gótica italiana se manifestaron una serie de rasgos singulares.
  • En el siglo XIII o Duecento, se desarrolló una tendencia de fuerte influencia bizantina, como consecuencia de la cual se creó un estilo denominado maniera greca, manera griega, que definía una pintura plana, de rasgos sinuosos y cierto amaneramiento. Dentro de esta corriente cabe destacar a Pietro Cavallini (1240-1330), Giunta Pisano (activo entre 1241 y 1254) y, sobre todo, al maestro Cimabue (h.1240-1302).
  • Durante el siglo XIV predominaron en Italia la escuela de Siena, evolución de la maniera greca del Duecento, y la escuela florentina. En la primera es reseñable la obra de Duccio di Buoninsegna (1255-1319), que incorporó cierta humanización al hieratismo de inspiración bizantina, y Simone Martini (1284-1344).
  • Dentro de escuela florentina del Trecento sobresale por encima de todos la figura de Giotto di Bondone (h.1270-1337), quien se alejó del plano único, de tradición bizantina, para investigar los volúmenes desarrollar la tridimensionalidad. Son destacables en su amplia obra, diseminada por toda Italia, los frescos de la iglesia alta de Asís y las capillas de los Scrovegni, en Padua, de los Bardi y los Peruzzi en la iglesia de la Santa Croce, de Florencia.

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Pintura flamenca

Pintura flamenca o escuela flamenca de pintura son los nombres que la historiografía del arte da al conjunto de pintores flamencos, los maestros que se formaron y mantuvieron sus talleres en las ciudades flamencas en los siglos XVXVI y XVII, lo que cubre los estilos artísticos del Gótico final, el Renacimiento, el Manierismo y el Barroco.
«Escuela flamenca» es un nombre genérico, al estilo de las escuelas italianas (escuela florentinaescuela sienesa, etc.) o de la más reciente Escuela de Barbizon francesa.
Flandes es un ambiguo término territorial cuyo uso historiográfico no coincide con la actual Región Flamenca ni con el antiguo Condado de Flandes, sino con la zona septentrional del Estado Borgoñón que a partir de finales del siglo XV puede denominarse Países Bajos de los Habsburgo, y que forma en la actualidad la práctica totalidad de los tres estados de BélgicaLuxemburgo y Países Bajos. Era una región europea especialmente urbanizada y desarrollada social y económicamente. Sus ciudades (AmberesBrujasGanteBruselasÁmsterdamDelftHaarlemLeiden, etc.) fueron la cuna del comercio de arte a partir de los siglos XV y XVI.
Los talleres flamencos formaron a los pintores más destacados del Norte de Europa, atrayendo a muchas jóvenes promesas de la pintura de países vecinos, especialmente de las ciudades del Rin. Los maestros flamencos y sus obras eran altamente valorados, comprándose y demandándose su presencia como pintores de corte en toda Europa, lo que extendió su influencia.

Gótico tardío y Renacimiento

Los maestros flamencos partieron del gótico tardío, un «gótico flamenco» que en pintura forma parte del gótico internacional, y se caracterizó por el detallismo de las miniaturas. Su evolución, que puede considerarse como «prerrenacentista», continuó a lo largo de los siglos XV y XVI con cierta independencia del Renacimiento italiano aunque terminaron notando su influencia. Dentro de la pintura renacentista europea, la escuela flamenca se inscribe dentro de lo que se denomina «Renacimiento nórdico» (el que se da al norte de los Alpes, es decir, fuera de Italia). La gran relación que tuvo el núcleo flamenco con España (especialmente con la Corona de Castilla) en el siglo XV permite hablar de un estilo hispano-flamenco.
Los llamados «primitivos flamencos» fueron los primeros en popularizar el uso de la pintura al óleo. Entre ellos destacan:
Desde principios del siglo XVI, el renacimiento italiano comenzó a ejercer su influencia en los pintores flamencos. El resultado fue muy diferente de la típica pintura renacentista italiana. El artista más destacado fue Pieter Brueghel el Viejo o el Cómico (1530-1600). Otros fueron:

Barroco

Después del Asedio de Amberes (1585), y especialmente con la Tregua de los Doce Años (1609), quedó clarificada la división de los Países Bajos en dos zonas muy diferenciadas: un sur católico, controlado por la Monarquía Hispánica (los Países Bajos Españoles, a los que se suele restringir la denominación de «Flandes»); y un norte protestante e independiente (las Provincias Unidas, cuya zona dominante, Holanda, denomina simplificadamente a todo el conjunto).
Aunque muchos artistas emigraron de sur a norte, abandonando la decadente Amberes para refugiarse en la dinámica Ámsterdam (Edad de Oro holandesa); también pervivió una Escuela de Amberes de gran importancia, destacadamente con Rubens (1577-1640) y sus discípulos: Anton van Dyck (1599-1641), Jacob Jordaens (1593-1678), etc. La historiografía suele denominar a los pintores del sur como flamencos o barroco flamenco; mientras que preferentemente utiliza para los pintores del norte la denominación de escuela holandesa o barroco holandés: Frans Hals (1584-1666), Rembrandt (1607-1669), Vermeer de Delft (1632-1675), Jacob Ruysdael (1628-1682), etc.

Declive

Después de las muertes de los principales artistas como Rubens en 1640 y el final de la Guerra de los Ochenta Años en 1648, el significado cultural de Flandes declinó.
Un renacimiento de la pintura en esta región volvió sólo después de la Revolución belga de 1830. Los pintores de este periodo suelen recibir la denominación de belgasy no la de flamencos (véase Categoría:Pintores de Bélgica).
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Alexander killing Porus in single combat.jpg


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