domingo, 30 de octubre de 2016

Arte - Historia de la pintura

la pintura gótica

La Pintura Gótica

Posiblemente sea la colección de tablas góticas de los pintores medievales denominados «primitivos valencianos» la que más renombre ha dado al Museo de Bellas Artes de Valencia, tanto por la calidad como por el completo discurso artístico que permiten desde finales del siglo XIV y todo el XV, representados por una amplia selección de retablos de ese tiempo, ya completos o fragmentos de ellos. Técnicamente están ejecutados al temple sobre tabla, procedimiento que estará vigente hasta bien entrado el siglo XV, y por influencia de la pintura flamenca se fue sustituyendo por la técnica al óleo, que permite un colorido más denso y un manejo más dúctil.
Museo de Bellas Artes de Valencia.
Sala de pintura gótica.
El recorrido comienza por las Escenas de la vida de San Lucas, cuatro tablas procedentes del mutilado retablo del gremio de carpinteros en la Iglesia de los Santos Juanes de Valencia, atribuidas al Maestro de Villahermosa, que datan de finales del siglo XIV y constituyen las pinturas valencianas más antiguas del Museo. En estos momentos el Reino de Valencia se muestra receptor de tendencias artísticas procedentes de Cataluña a través de Lorenzo Zaragozá, siendo estas tablas un buen ejemplo de ello. Éste posiblemente es el motivo por el cual en un primer momento no hay una producción artística localmente definida, y las obras que encontramos responden a una corriente desgajada del tronco de la pintura catalana, que estilísticamente se vincula con el arte toscano y sienes, primordialmente del siglo XIII, fuertemente influenciado por el arte bizantino, que se difundió por toda Europa a lo largo del siglo XIV, recibiendo la denominación de italogótico.
Maestro de Villahermosa.
San Lucas escribiendo su Evangelio al dictado de la Virgen.Tabla, hacia 1370.
Esta influencia artística continuará hasta 1400, momento en el que los talleres autóctonos empiezan a formular sus propios modelos, alcanzando una de las etapas más maduras de la pintura medieval valenciana, parangonable con lo más bello y refinado que se pinta en Europa en esos momentos. Dentro del siglo XV podemos distinguir dos estilos: el internacional y el flamenco. El primero, que dominará la primera mitad del siglo, está caracterizado por fusionar las diversas tendencias pictóricas en un estilo nuevo de líneas ondulantes y sinuosas, desligado de los arcaísmos anteriores y tendente a un preciosismo refinado y detallista, lo cual puede comprobarse en el italianizante Retablo de Fray Bonifacio Ferrer o de los Sacramentos, obra de extraordinaria calidad y perfección técnica, en la que algunos historiadores creen ver la mano de Gerardo Starnina, o el Retablo de la Santa Cruz, atribuido a Miguel Alcanyís, obra maestra del momento por su intenso dinamismo y reinterpretación de los modelos del germánico Marçal de Sax. Otras piezas singulares son el Retablo de San Martín, Santa Úrsula y San Antón, de Gonçal Peris Sarrià, un pintor dotado de un elegante y refinado trazo de líneas, que lo sitúa como el más representativo del estilo internacional; la pequeña tabla bifaz de la Verónica de la Virgen y la Anunciación de Gonçal Peris con posible intervención de Pere Nicolau; y finalmente, de este último artista, el desmembrado Retablo de los Gozos de la Virgen, procedente de Sarrión (Teruel) concebido desde los supuestos del gótico internacional más refinado.

Maestro de Fray Bonifacio Ferrer.

Retablo de Fray Bonifacio Ferrer.Tabla, hacia 1396 - 1398.

Miguel Alcañiz.

Retablo de la Santa Cruz.
Tabla, hacia 1410.

Gonçal Peris Sarrià.Retablo de San Martín, Santa Úrsula y San Antón.Tabla, hacia 1437 - 1440.
Maestro de Bonastre.Díptico de la Anunciación.Tabla, hacia 1450.
Es en la segunda mitad del siglo XV cuando se acentúa la impronta flamenca. Frente al refinamiento cortesano plasmado en estilizaciones de hondo lirismo idealizado, un nuevo estilo ofrecerá una captación más sensible de la realidad cotidiana, aunque pervivan todavía convencionalismos como el fondo dorado gofrado. Las novedades flamencas, centradas fundamentalmente en la técnica al óleo, quizá se pudieron conocer en Valencia directamente de la mano de Jean van Eyck, que recorrió la península en 1428, o bien por ciertas obras importadas, aunque se desconoce la fecha exacta de su llegada. Este estilo encontró rápidamente seguidores locales como el anónimo Maestro de Bonastre, cuyo Díptico de la Anunciación deja ver el dominio de una técnica impecable y preciosista; o el más modesto Maestro de Altura, con una Santa Catalina a mitad camino entre lo internacional y lo flamenco.
Jaume Baço Jacomart.San Jaime y San Gil.Tabla, hacia 1450
Pertenecientes a un estilo fuertemente influenciado por la pintura flamenca y cuatrocentista italiana de corte protorrenacentista, encontramos dos figuras señeras. Por una parte, el pintor Jaume Baço, Jacomart, que trabaja en Valencia a partir de 1451, después de una larga estancia en Nápoles al servicio del rey Alfonso V el Magnánimo, al que se debe la tabla de San Jaime y San Gil, en la que sigue la concepción espacial e iconográfica medieval, aunque transfiriendo ahora una mayor humanización a las figuras; y por otra, su discípulo Joan Reixach, con obras como el conjunto del Transito de la Virgen y la Predela con escenas de la Pasión, en la que rehuye de los fondos áuricos para adentrarse en un paisajismo de factura muy descriptiva.
        Junto a estas pinturas hay otras ajenas a lo valenciano, como el Retablo de San Miguel, San Jerónimo y Santa Margarita de factura aragonesa, o la pequeña tabla de la Virgen de la Leche del castellano Pedro Berruguete. Enteramente flamenco es el gran Tríptico de la Pasión, salido del obrador de El Bosco y hecho bajo su directa supervisión, y la tabla bifaz de la Virgen Anunciada y Santa Isabel con San Juan Niño, de un seguidor de Hugo van Der Goes. Como obra italiana de estilo gótico cabe reseñar la Coronación de María y los santos Pedro y Pablo, del Pintor de San Pietro di San Simone.
Hieronymus Van Aken "Bosch", El Bosco.Tríptico de la Pasión.Tabla, hacia 1515 - 1520.
En el quicio de los siglos XV y XVI, coexisten en Valencia una serie de pintores de personalidad bien definida, que podemos calificar de «protorrenacentistas», por apuntar a través de sus obras las primeras novedades renacientes en la pintura valenciana, fruto de una tímida simbiosis de elementos decorativos italianos y de un realismo flamenco en la forma de abordar el espacio y los rostros. Encabezando estos se encuentra Rodrigo de Osona con una tabla de la Piedad, de gran deuda flamenca en el sentido del paisaje o en los plegados quebrados de las telas y el expresionismo de los rostros.
Rodrigo de Osona.Piedad.Tabla, final del siglo XV.
Su hijo, Francisco de Osona, simplifica el estilo paterno en obras como las Escenas de la vida de Jesús resucitado, en las que introduce algunos elementos decorativos renacentistas, fundamentalmente en las arquitecturas. Ese inicio encontrará en Vicente Macip la puerta hacia el renacimiento pleno, pues este pintor en su etapa juvenil aún se mueve en esos parámetros como se aprecia en San Joaquín recibiendo el anuncio del ángel, obra suya de 1507, pero tras conocer el arte de los Hernandos y de Sebastiano del Piombo no dudará en entregarse en su madurez al grandioso lenguaje del Renacimiento. Esa pasmosa evolución no la tuvieron todos los artistas valencianos por igual, pues a su lado hubo una serie de pintores "retardatarios" con una concepción quatrocentista todavía muy dentro de la tradición medieval. Ejemplo de ello es el Retablo de la Puridad, que combina las pinturas de Nicolás Falcó y las esculturas de Onofre, Damián y Pablo Forment, en un retablo de reserva sacramental a la manera aragonesa; también el gran Retablo de la Epifanía, del Maestro de Perea, deudor del mundo preciosista de Reixach; y los curiosísimos retablos sobre el Juicio Final, del Maestro de Artés con una iconografía apocalíptica que en la Valencia de su tiempo alcanzó notable desarrollo.

Nicolás Falcó y Onofre, Damián y Pablo Forment.
Retablo Eucarístico del Convento de la Puridad de Valencia.Tabla, 1500 - 1515.







La pintura gótica implica un gran cambio respecto a la románica, debido en gran parte a la peculiar estructura del templo gótico, el cual presenta escasos espacios para ser pintados de forma mural. La pintura gótica se desarrolló en la primera época sobre todo en vidrieras y en códices miniados, pero donde alcanzó mayor importancia y esplendor fue en la pintura en tabla y más concretamente con los retablos.
La pintura en la Baja Edad Media debía cumplir tres objetivos fundamentales; adornar el edificio, evocar los acontecimientos más destacados y desempeñar una labor pedagógica. los dos primeros están claros, sin embargo, el tercero tenía como fin enseñar en los muros y vidrieras a los que no eran capaces de leer en los libros, en resumen era la literatura de los laicos o la literatura de los incultos.
En la época del románico las artes habían estado al servicio, principalmente, de las comunidades religiosas, pero con la llegada del gótico, del avance del Císter y el patrocinio individual de las artes hizo su aparición el coleccionismo. La mayoría de los artistas trabajaban por encargo teniendo varios niveles de maestría. Los artistas de la realeza o cortesanos eran los más importantes, pero no había que olvidar a los artistas de la burguesía, que a partir de un determinado momento serán los que alcancen mayor protagonismo.
El pintor era poco estimado en un primer momento y era considerado uno más de la cuadrilla del maestro constructor. Durante los siglos XIII y XIV era frecuente que los pintores fuesen también escultores, pero en el siglo XV se hizo ya patente su especialización. Al contrario que en el románico los pintores y artesanos se establecieron en las ciudades donde demandaban sus servicios. El pintor en un principio no era libre de realizar un trabajo determinado sino que solo era un reproductor de unos modelos determinados asignados por el comitente de la obra.
No sería hasta muy avanzada la época gótica cuando el pintor fue libre de realizar sus propias obras. Los artistas empezaron a agruparse en cofradías y gremios, por ejemplo los pintores florentinos del comienzo del siglo XIV estaban agrupados con los médicos, botánicos y comerciantes de especies. Más tarde se agruparon bajo el patrocinio de san Lucas, ante la creencia de que había sido pintor. El artista se formaba en los talleres, donde el maestro les enseñaba las técnica para que posteriormente le ayudarse en el proceso de ejecución de la obra. De aquí salían obras para una clientela privada cada vez más importante; no solo para príncipes, obispos o miembros de familias nobiliarias sino también para miembros de la burguesía e incluso para las propias cofradías y gremios que encargaban obras de pintura o escultura para decorar las capillas de las iglesias y catedrales que subvencionaban.
Iconográficamente la pintura gótica hizo algunos cambios y aportaciones importantes, como por ejemplo la de humanizar la religión. A Jesús se le empezó a representar no como figura que preside el Juicio Final, entre nubes y ángeles, sino con los pies en los suelos, como hombre. Los temas preferidos de los teólogos en esta etapa fueron el Árbol de Jessé, la Anunciación, la Natividad o la Última Cena. En cuanto a la iconografía mariana, la Virgen deja de ser el Trono de Dios y pasa a ser Madre; muchas de las catedrales de Europa están bajo la advocación de María. Con relación a los santos se solían representar su vida, martirio y muerte, así como los milagros que se les atribuían, para que de esa forma sirviesen de modelo a los fieles. Estas narraciones se solían tomar de los relatos hagiográficos tomados en su mayoría de la Leyenda Áurea de Jacobo de Vorágine. Para el hombre medieval, la figura de los santos era algo muy importante ya que eran sus valedores contra el trabajo, las enfermedades y otros males. Los más representados llegaron a distinguirse por su fisonomía y sobre todo por unos atributos que los hacia inmediatamente reconocibles. La iconografía de carácter militar se representó mas bien dentro de la pintura mural con grande escenas de caballería. También fueron representadas escenas de la muerte, que a medida que transcurría el tiempo se fueron haciendo más macabras. En la pintura de esta etapa gótica se realizaron grandes avances en dos géneros. El primero fue el retrato que llego a su auge en el siglo XV; por lo general eran retratos de personajes religiosos y donantes. El segundo es el paisaje, siempre como fondo y muy lejos de su autonomía como genero pictórico.
Con la llegada de la arquitectura gótica las técnicas de construcción variaron considerablemente; se pasó de los muros anchos y poco iluminados a todo lo contrario. Una característica que tiene el gótico es su luminosidad por la gran cantidad de vanos que tiene; por ellos pasa la luz y a esa luz había que darle color. Las vidrieras, que ya se habían utilizado, aunque en escala mucho menor en la época románica, fueron la primera aportación pictórica del gótico, de hecho, el estilo de las vidrieras influyó en gran medida en las primeras miniaturas, marcando algunos de los rasgos estilisticos del llamado «gótico lineal».
A medida que la pintura mural iba decayendo proliferó en esta época el despegue de la pintura sobre tabla y más concretamente el retablo. En el se representaban a los santos en el centro con escenas de su vida en los laterales o en la predela.
Para tener una mejor visión de la pintura gótica es necesario hacer una clasificación cronológica, por estilos y por países que nos facilite su estudio.
El primer periodo es el denominado gótico lineal (1200-1330) cuyos orígenes están en Francia. En torno al año 1200 surge una corriente bizantina caracterizada por tener un dibujo sinuoso y dinámico al que se le llamó estilo 1200. A medida que transcurre el siglo XIII la miniatura va adquiriendo mayor importancia. Los scriptoria monásticos dejan de ser los principales centros emisores, y son sustituidos por talleres ubicados en las ciudades. Con la aparición de las universidades la demanda de libros fue mayor, siendo París el principal centro de distribución de manuscritos; también influyó mucho la venta privada de libros como salterios, libros de horas y Biblias moralizadas.
El segundo periodo se conoce como estilo italo-gótico (1300-1400), surge en las ciudades italiana durante la primera mitad del siglo XIV. Sus orígenes hay que buscarlos en una tradición bizantina que se mantuvo en Italia a lo largo del siglo XIII, coincidiendo con el gótico lineal en Europa.
El tercer periodo es el llamado estilo Internacional (1350-1440) que partiendo de la difusión de la pintura del Trecento en Aviñón, será el estilo dominante en las principales cortes Europeas.
El cuarto y último periodo de la pintura gótica se conoce como etapa flamenca. Es la pintura que se lleva a cabo en las ciudades de los Países Bajos, fundamentalmente en Flandes, durante el siglo XV. Una característica de esta pintura es el realismo, el detalle y la minuciosidad de sus obras, teniendo importantes repercusiones en la pintura hispano-flamenca.
El estilo 1200 o lineal
Francia:
Con la llegada del gótico, los gruesos muros de los edificios del románico son sustituidos por grandes ventanales, surgiendo así el paulatino interés por la vidriera, que llegará a ser un elemento primordial en la arquitectura gótica cuya misión principal era la de iluminar y cerrar el edificio. Dicho cerramiento de cristal desplazará a la pintura mural que tanta importancia tuvo en la época románica. En el periodo gótico, las dimensiones de los paramentos se van a reducir tanto que los pintores no dispondrán prácticamente de espacios donde desarrollar su arte, limitándose a lugares capiteles, intradós de los arcos, etc. Como ejemplos de la pintura mural podemos destacar la obra que Jean Coste hizo a Juan el Bueno en su castillo de Vaudrevil con escenas de la vida de Cesar. También podemos destacar el calendario de la capilla de Pritz que se halla en el intradós del arco triunfal.
La miniatura :
Durante el periodo románico la miniatura francesa había sido monopolio de los monjes, pero a partir del siglo XIII su elaboración se concentra en las ciudades, sobre todo en centros urbanos de carácter universitario. Francia no tiene una tradición importante a lo que a miniatura se refiere, es preciso buscar otras influencias como la inglesa, ya que en muchos casos se llegan a confundir las obras de ambos países. Uno de los trabajos más importantes de la miniatura de este país es el Salterio de Ingerburg, mujer esta repudiada al día siguiente de su boda por su esposo el rey Felipe Augusto; también es destacable el Salterio de Blanca de Castilla con analogías con el anterior en el estilo y en los fondos dorados.
mediados del siglo XIII se produce un cambio en el arte de la miniatura. Los iluminadores introducen nuevos ornamentos arquitectónicos debido como es lógico al auge del estilo gótico: gabletes, pináculos, rosetones y temas sacados de las vidrieras. La obra más representativa es el salterio de san Luis y consta de setenta miniaturas que ilustran escenas bíblicas agrupadas en ciclos iconográficos veterotestamentarios. Pero la obra más famosa de la miniatura francesa es la llamada Biblia del cardenal Maciejowsky, con gran numero de ilustraciones pero con más de un ilustrador.
También podemos destacar el álbum de Villard de , en el que se recogen anotaciones y dibujos qué tomó en sus viajes y es indispensable para el conocimiento del sistema de trabajo de la época medieval.
Entre los miniaturistas de finales del siglo XIII podemos hablar del Maestro Honoré que fue jefe de taller en el reinado de Felipe el Hermoso y que con él la miniatura pronto dejará de ser una imitación de la vidriera, modificando los colores y destacando mas los personajes sobre los fondos ornamentados. De su taller salieron obras como el Breviario de Felipe el Hermoso y Decretos de Graciano. Honoré tuvo varios discípulos, uno de ellos fue Jean Pucelle, quien marcará con su estilo la evolución del siglo XIV. Entre sus obras destacan la Biblia de Billyng, el Breviario de Belleville y el Libro de Horas de Evreux.
La vidriera :
A partir de 1200 París se va a convertir en el centro cultural de Europa. Con la aparición de la nueva arquitectura, surge la vidriera, convirtiéndose en uno de los logros más importantes del gótico lineal. A mediados del siglo XII empiezan a surgir los grandes ciclos iconográficos de las , cuyo efecto lumínico transforma el interior de las catedrales góticas. Por regla general, las zonas altas de los templos se reservan para las figuras de gran tamaño; las ventanas de las naves laterales y de la gírola se destinan al Antiguo y Nuevo Testamento o leyendas hagiográficas (relacionadas con los santos); y en el centro de los rosetones de las tres fachadas es ocupado, indistintamente, por Cristo o la Virgen con el Niño.
Para el conocimiento de su técnica una de las fuentes principales son los escritos del monje Teófilo en su tratado Schedula diversarum artium realizado hacia el año 1100, recoge el proceso de elaboración de la vidriera, cuyas fases de fabricación son las siguientes: boceto, cartón, coloración, corte, pintura, cocción, emplomado y colocación.
Boceto: Es el primer paso que hay que dar y consiste en hacer un dibujo a escala muy reducida de la forma de la vidriera con una representación, lo más precisa posible, de los personajes, decoración, colores y emplazamiento de la armadura que ha de sostener los paneles que forman la vidriera.
Cartón: En este proceso, el artista agranda el modelo al tamaño definitivo, panel por panel,, junto con todos los detalles del trazado de los plomos, figuras y ornamentación. Todo cambio de color implica un plomo de separación y cada tonalidad se indica con una letra. En tiempos de Teófilo se servían de una tabla de madera, blanqueada con yeso, sobre la que se trazaban todas las líneas necesarias con un grafito y con pintura roja o negra. A partir del siglo XV se hace sobre cartón, pergamino, tela o papel.
Coloración: Es la fase en la que se escogen las laminas de vidrios, a partir de las indicaciones de colores transportadas sobre el cartón.
Corte: El vidrio escogido se pone sobre el patrón y es cortado con hierro candente, humedeciendo la hendidura para facilitar el corte. Las irregularidades se corrigen posteriormente con la ayuda de una pieza llamada grujidor. Desde finales del siglo XV el uso del diamante simplifico esta operación.
Pintura: Aquí es donde se ve la maestría del artista, no solo importa la calidad técnica sino que también es importante la cantidad de pintura empleada ya que una sobrecarga oscurecería el vidrio.
Cocción: Para fijar la pintura es preciso someter las piezas pintadas a una temperatura de 500 a 600 grados que le permiten mezclarse bien con el vidrio.
Emplomado: Terminada la cocción, las piezas frías se disponen para ser ensambladas y formar los paneles, estos se insertan en varillas de plomo y que tienen forma de "H".
Colocación: Finalmente los paneles se colocan en el armazón, compuesto de barras de hierro en forma de "T".
Como ejemplo representativo podemos destacar el conjunto de vidrieras del Palacio Real de París (Sainte-Chapelle). Construida y vidriada entre 1243 y1248, es el edificio que mejor muestra la reducción del muro en beneficio de las vidrieras, en las que se plasma un extenso programa iconográfico que va desde la Creación hasta el Juicio Final y que a la vez presenta uno de los ciclos más completos del Antiguo Testamento.
A principios del siglo XIV, la nueva calidad del vidrio transforma completamente el efecto producido en la vidriera por el paso de la luz. Pasa de ser de translúcido y opaco a transparente, permitiendo así que mejore el paso de la luz a través de él. También, con el descubrimiento del amarillo plata se introdujo una mejora considerable en la obtención de una gama más amplia de colores.
Inglaterra
Después de la conquista de Inglaterra por Guillermo el Conquistador en 1066 se estrechan los lazos de unión con Francia, produciéndose un cambio en las costumbres, y sobre todo en el arte. Por ello se llega a confundir a veces las creaciones artísticas de ambos países en lo referente a la miniatura de principios del siglo XIII.
La miniatura :
En el siglo XII, el lugar reservado para la confección de libros ilustrados fueron los monasterios, destacando entre ellos los benedictinos. Ya en el siglo XIII se empezaron a realizar libros de gran formato cuyos textos comentados servían de soporte a la ilustración. Los libros más populares eran los Salterios y los Libros de Horas que eran utilizados por laicos y religiosos para sus rezos. Había tres centros importantes de producción de libros, según los temas tratados. En el taller de Oxford se realizaban los libros de temas universitarios, en el de Saint Albans los monásticos y en el de Londres se dirigía a la clientela de la corte.
Una de las figuras más representativas de la miniatura inglesa es Matthew París, monje benedictino, cronista de la abadía de Saint Albans y consejero del rey, ingresó en el año 1217 y allí falleció en 1259. Su obra maestra es la Chronica Maiora, la cual abarca desde los tiempos precristianos hasta mediados del siglo XIII. Así mismo destacó en la realización de mapas y se supone que fue el primero en realizar un armorial o relación de escudos de armas. Viajó por los países del norte de Europa, reformó a petición de Inocencio IV la abadía noruega de san Bemet Holm y tuvo contactos frecuentes con Enrique III de Inglaterra y cabe suponer con heraldos y gentes influyentes de la corte inglesa de aquella época.
Durante el siglo XIV se ponen de moda los Salterios por lo que trajo consigo una época floreciente para los talleres que los realizaban. Entre los más importantes esta el Salterio de Robert de Liste, que se compone de veintitrés miniaturas grandes que desarrollan un ciclo narrativo de la vida de Cristo.
La segunda década del siglo XIV estuvo marcada por la aparición de una corriente artística muy influyente denominado Estilo reina Mary. Encabezado por el Maestro del Salterio, se otorga a un grupo de unos veinte libros. La obra más representativa y de la que recibe el apelativo de esta corriente artística, es el Salterio de de la reina Mary. Se compone de setenta hojas con 223 dibujos con episodios del Antiguo Testamento, iniciales historiadas e innumerables imágenes que aparecen en los margenes inferiores.
Pintura mural y sobre tabla :
Aunque fue grande la importancia que alcanzó la pintura, tanto mural como sobre tabla, durante los siglos XIII y XIV, son escasos los ejemplos que nos han llegado de ella. Uno de los impulsores del arte en el siglo XIII es Enrique III, quien contrata a artistas italianos y franceses para trabajar junto a los ingleses en Westminster. La pintura mural era la forma más habitual de decoración de interiores, pero la mayoría de ellas no nos ha llegado a nosotros. Las pinturas murales góticas inglesas representan las tendencias generales de la época y en cuanto a su temática, siempre responden a los deseos de las personas o al lugar al que se destinan.
Entre las obras murales destacan las de la capilla del Santo Sepulcro en la catedral de Wincherter y la cámara real del palacio de Westminster; en cuanto a las obras pictóricas sobre tabla, el retablo de Westminster es el único, dentro del estilo cortesano, datado en el siglo XIII. El siglo XIV fue un periodo de esplendor para la pintura sobre tabla. Se conservan obras importantes como el retablo de la Crucifixión situado en la iglesia de Thornham en Suffolk y el retablo de la Virgen en el museo de Cluny en París.
España
Dado el profundo arraigo que el románico había tenido en España no es de extrañar que la pintura gótica no empezase a aparecer hasta mediados del siglo XIII. El gran promotor de la cultura y las artes pictóricas fue el rey Alfonso X el Sabio. Bajo su dirección y contando con un gran numero de miniaturistas, copistas y traductores elaboró una gran cantidad de libros, entre ellos destacan la Grande y general storia, el Lapidario, el Libro del saber de astronomía y el Libro de los juegos. Con respecto al resto de Europa que gustaban de hacer lujosos Salterios y Libros de Horas en la corte de Alfonso X no se iluminó nunca obras de carácter religioso o litúrgico centrándose mas bien en libros de historia y de entretenimiento. Era tal el cariño que tenia a sus libros que redactó una cláusula por la cual legaba sus códices a la iglesia que acogiese su cuerpo.
Aunque se ha dicho antes que nunca se iluminó libro alguno de carácter religioso resulta paradójico que su obra maestra halla sido las  de Santa María; esto fue debido a la gran devoción que tenía a la Virgen María y de ahí el gran numero de catedrales españolas que tienen su advocación. Compuesto por 420 himnos en los que está presente la figura del rey, unas veces como autor y otras como inspirador. Las Cantigas, finalizadas en 1279, fueron escritas en dialecto gallego-portugués para ser cantadas y contienen, además de poesía y música, también pintura, ya que cientos de miniaturas acompañan a los manuscritos y relatan visualmente los acontecimientos. Todas las escenas van encuadradas por una orla, en los ángulos de cada recuadro, los escudos de Castilla y León y en las primeras líneas el águila de la Casa de Suabia.
No falta entre los libros de Alfonso X una obra dedicada a los entretenimientos, el rey realizó libros con esta temática para que los homes puedan descansar de las cuitas e los trabaios; por eso se hace el Libro de ajedrez, de los dados y de las tablas, más conocido como Libro de los juegos y que fue acabado en Sevilla en el año 1283. Algunas de las miniaturas están encuadradas en marcos de colores con imágenes de castillos y leones y otras lo están con estructuras arquitectónicas, tanto árabes como cristianas. Este libro es de un valor incalculable ya que sus miniaturas logran una ambientación de primera mano para el conocimiento de usos, costumbres, indumentarias y objetos de la época. Asimismo se representan los habitantes de la España medieval, tanto árabes, judíos como cristianos. En el se explica como ha de hacerse el tablero, el numero de sus casillas, como han de ser las piezas o trabeios y sus movimientos.
A continuación está el Libro de los dados, en el se describe detalladamente como deben confeccionarse los dados para que caigan indistintamente de un lado como de otro. Las primeras miniaturas están dedicadas al rey, como en el anterior libro de ajedrez. Por último hablaremos del Libro de las tablas; las tablas se definen no como un juego de fortuna, sino como un juego en el que también interviene la inteligencia. Otro libro interesante es el Lapidario, en el se estudian las piedras preciosas y sus propiedades y la época más apropiada para su extracción.
La miniatura en España solo tuvo aceptación durante el reinado de Alfonso X ya que ni antes ni después de su reinado apenas causo interés. Mientras que en Castilla y León el máximo exponente fue la ilustración de libros en Cataluña será la pintura sobre tabla la que ocupe un lugar destacado. A este primer periodo pertenecen una serie de pinturas interesantes como el frontal de Santa María de Aviá y el de Soriguerola.
Durante la primera mitad del siglo XIV la pintura lineal tiene un gran desarrollo en España, en Castilla dentro del capitulo de la pintura mural hay que destacar la de carácter funerario, como ejemplo podemos citar la capilla de San Martín de la catedral vieja de Salamanca obra de Antón Sánchez. El gótico lineal que tanta trascendencia tuvo en Castilla y León, llegó a Aragón relativamente pronto siendo sus obras murales más representativas las de la iglesia de San Miguel de Foces en Hueca y la iglesia de San Miguel de Daroca en Zaragoza.
Uno de los pintores más importantes de esta época es Juan Oliver quien en 1330 realiza la decoración mural para el refectorio de la catedral de Pamplona con un ciclo de la pasión. Oliver se muestra como un perfecto conocedor del arte ingles contemporáneo, sobre todo de la miniatura y de las últimas novedades en la aplicación del color. Durante su estancia en Navarra crea una escuela de pintores, entre los que destaca como continuador de su estilo el maestro Roque de Artajona, cuya obra más representativa es una pintura realizada en la iglesia de San Saturnino de Cerco de Artajona; relata una leyenda según la cual el pueblo francés pide a Carlomagno que permita devolver el cuerpo de san Saturnino enterrado en la Abadía de Saint-Denis, a la ciudad de Toulouse.
En Cataluña se encuentra uno de los pocos ejemplos de temática civil que se conservan y se encuentra en el refectorio de Peregrinos de la catedral vieja de Lerida (Pía Almoina) cuyas escenas reproducen peregrinos y enfermos, hombres y mujeres, que comparten la comida sin distinción de edades o clase social.
A partir de mediados del siglo XIV se va a producir la difusión de las corrientes italianas por Cataluña, impulsado por la obra de Ferrer Bassa el cual introduciría el estilo italiano de manera que los maestros instruidos se verán influenciados por la nueva moda.
El estilo Italo-Gótico
El Duecento
Coincidiendo con el desarrollo del estilo 1200 en Francia, Inglaterra y España, surge en Italia la pintura del Duecento (siglo XIII) cuya característica fundamental será la presencia de la pintura bizantina con un modelo a la maniera graeca, reproduciendo sus características a través de unos trazos firmes pero amable. Durante este periodo los focos artísticos más importantes son Roma, Siena y Florencia.
Pietro Cavallini es uno de los más famosos pintores de este periodo. A él se debe el conjunto de mosaicos de la vida de la Virgen de la iglesia de Santa María in Trastevere de Roma y también el Juicio Final en Santa Cecilia in Trastevere en Roma. La mayor novedad iconográfica sería la de los Cristos Triunfantes (toscanos), de tradición bizantina; se representaba moribundo con la cabeza inclinada, el rostro mostrando rasgos de dolor y el cuerpo doblado, representando en los extremos de los brazos a la Virgen y a san Juan y en la parte superior al Salvador. El pintor Giunta Pisano impulsó la temática de estos crucifijos manifestando un profundo influjo del expresionismo bizantino. Pintó en la iglesia superior de Asís, en especial una Crucifixión datada en 1236, con una figura del Padre Elías, el general de los Franciscanos, abrazado al pie de la cruz. Estos frescos de estilo bizantino se hicieron probablemente en colaboración con artistas griegos. Su técnica consistía en pintar sobre tela estirada sobre madera, y preparada con yeso.
En Florencia nace en el año 1240 otro pintor de suma importancia en este siglo y fue Juan Cenní di Peppo, más conocido como Cimabue. Educado en Roma, más plástico que Cavanilli fue llamado a Asís en compañía de otros pintores de la misma escuela para decorar el transepto y el ábside de la basílica superior de San Francisco de Asís. El estudio de la preparación negruzca que utilizaba para sus pinturas a dado pie a la autoría de otras pinturas que se pensaban que no eran suyas. Después de haber trabajado en Roma y en Asia regresó a Florencia donde pintó la capilla de San Miguel, en la iglesia de la Santa Croce. Entre las leyendas más repetidas está la que dice que fue el descubridor del talento artístico de Giotto, el pintor más famoso del Trecento, cuando este pintaba las ovejas de su rebaño valiéndose de una piedra afilada. Murió también en Florencia en el año 1302.
El trecento
El trecento se caracteriza por dotar a sus obras con mayor sensibilidad y realismo junto a otras invenciones técnicas. Existen dos grandes centros: Florencia y Giotto como fundador de la escuela florentina, quien dejará de lado el influjo de Bizancio y su maiera graeca y Siena cuyo artista más representativo es Simone Martini, uno de los impulsores del gótico internacional.
di Bondone nació en Colle de Vespignano hacia 1267. Es el artista más representativo del Trecento y de la escuela florentina, fue impulsor de la pintura gótica y el primero en abandonar las tradiciones bizantinas e introductor de nuevas iconografías religiosas. Fue discípulo de Cimabue y con él colaboró en la iglesia superior de la basílica de Asís; aquí es donde cobró gran fama ya que fue el artífice del ciclo pictórico constituido por veintiocho episodios de la leyenda de san Buenaventura. Entre 1302 y 1305 trabaja en Padua, donde pinta el fresco de la capilla de la Arena para Enrico Serovegni; consta de treinta y ocho episodios evangélicos. Años después trabaja en Florencia en la decoración de dos capillas, una es la de Peruzzi donde narra historias de san Juan Bautista y san Juan Evangelista y la otra es la de Bardi con temas de san Francisco de Asís, mostrando ya aquí elementos elementos de la arquitectura gótica. Tras la muerte de Giotto el 8 de enero de 1337, su estilo fue repetido por sus seguidores que demasiado fieles, no introdujeron novedades notables salvo una leve inclinación por la pintura sienesa.
Duccio di Buoninsegna nació en Siena en 1255 siendo el pintor más famoso de la escuela de dicho lugar. Su obra más representativa es el conjunto de la Majestad de la Virgen de la catedral de Siena, encargada en 1308 y terminada en 1311. En la parte posterior pintó veintiséis escenas de la Pasión en catorce tablas que componen un conjunto iconográfico inspirados en modelos bizantinos. La secuencia de los episodios va de izquierda a derecha y de arriba a abajo en el primer registro, y después en el superior.

Simone Martini nace en Siena en 1284. Continuador de la obra de Duccio, llegó a ser la figura más representativa de la escuela de Siena. Una de las primeras obras de que se tiene constancia y sin duda su obra maestra es el fresco de La Majestad, de la sala del Mapamundi del Palacio Público de Siena. En ella se representa a la Virgen con el Niño sentada en el trono, bajo un palio sostenido por ángeles y santos. En primer termino, arrodillados, los cuatro patronos de la ciudad de Siena: Ansano, Savino, Crescencio y Víctor; rodeando a la escena principal, veinte medallones con el busto de Cristo, evangelistas, profetas y doctores de la iglesia. Al comparar esta «Majestad» con la de Duccio, vemos que el sentido religioso de la primera ha sido sustituido por otro laico, e incluso en la disposición de las figuras, Simone las sitúa en posición semicircular en cambio Duccio lo hace disponiendo los personajes en filas superpuestas.
Concluida esta obra, Simone marcha de Siena para trabajar en Nápoles y Asís, aquí ejecuta los frescos de la capilla de San Martín, en la iglesia inferior de la basílica de San Francisco y en Nápoles realiza el retablo de San Luis de Tolosa. A finales de 1321 vuelve a Siena para iniciar la restauración del fresco de la Majestad y para pintar frente a este cuadro al capitán Giodoriccio di Flogliano en el asedio del burgo de Montemassi. Otra de sus grandes obras es el tríptico de la Anunciación pintado para el altar de San Ansano de la catedral de Siena.
Simone Martini deja Siena en 1336 y se traslada a la curia pontificia de Aviñon donde pinta el retrato de Laura, musa de la obra poética de Petrarca. Aquí trabajó como pintor oficial hasta 1344 año de su muerte.
Los hermanos Lorenzetti fueron los continuadores del arte de Duccio y Simone y vinculados a la escuela sienesa. Pietro Lorenzetti es el mayor de los hermanos. Nació en Siena pero no se sabe exactamente el año de su nacimiento pero sus trabajos están fechados a partir de 1320. Su formación debió completarse con Duccio, para proseguir después en el gran taller de la Basílica de San Francisco de Asís, con Giotto y Simone Martini; esto lo llevó a desarrollar un lenguaje figurativo autónomo que sintetizaba el arte sienes con el lenguaje de Giotto. Sus principales influencias fueron Giovanni Pisano y Giotto. Su primera obra conocida es el poliptico de Arezzo, pero su obra maestra es la Historia de la Pasiónrealizada en la iglesia inferior de Asís. Una particularidad de esta obra es la incorporación de los dos ladrones en el tema de la crucifixión. Otras obra interesantes el sueño de Sobac y los temas de la Virgen con el Niño. Muere en 1348 debido a la Peste Negra.
Ambrogio Lorenzetti nació en Siena sobre el año 1290, hermano de Pietro y perteneciente también a la escuela de Siena. Se formo junto a su hermano en el taller de Duccio di Buoninsegna. Comenzó su carrera hacia el año 1319. Su obra sigue la misma línea que la de su hermano en la gama cromática y topológica de personajes, pero difiere de la de él por su carácter popular y por el gusto a representar grandes vistas panorámicas con auténticos paisajes. La obra conocida más antigua que se le conoce es una Madonna con niño de 1219. Posteriormente se trasladó a Florencia donde ingresó en la cofradía de los médicos y especieros (que en esa época correspondía también a los pintores). Su estilo, era poco comprendido, por lo que sus comienzos no fueron muy exitosos. Hasta que recomendado por el propio Simone Martini, pudo trabajar en la corte papal de Aviñon. Cuando volvió a Siena, trabajó en los frescos de la Sala la Paz o Sala de los Nueve del Palacio Publico o ayuntamiento (siglo XIV), en un ciclo narrativo de tema civil y político titulado el Buen y el Mal Gobierno. Muere el mismo año que su hermano, en 1348 probablemente a causa de la Peste Negra.
La escuela de Aviñon
Promovido por el rey de Francia, Felipe el Hermoso, y debido a una mala situación de los Estados Papales y Roma, se establece en Aviñon la sede Pontificia; primero provisionalmente con el Papa de origen francés Clemente V y después ya de forma definitiva con Juan XXII (1326-1334). Con la llegada de los Papas, Aviñon se convierte en un centro cosmopolita y se hace necesario contratar a una serie de artistas que procedentes de otros lugares, acometan los encargos de los nuevos clientes. En principio los trabajos de decoración del Palacio Episcopal se lo encargan a Pierre du Puy, de cuyas pinturas no quedan nada. Debido al auge artístico de esta ciudad, muchos artistas italianos se trasladan aquí; entre ellos se encuentra Simone Martini que llega hacia 1336 acompañado de su mujer y su hermano. Su amistad con Petrarca hizo que pintase un retrato de su amada Laura. Su obra más importante de esta etapa fueron las pinturas de ornamentación del muro sur del pórtico de Notre-Dame-des-Doms, hoy ya desaparecidas.
Con la llegada de Clemente VI (1342-1352) dara a la corte papal una fastuosidad sin precedentes. En 1343 el Papa escoge a Matteo Giovannetti di Viterbo, prior de de la iglesia de San Martino de Viterbo para dirigir los trabajos de decoración del palacio de los Papas. Su actuación se centró en la cámara del Ciervo, estancias de las habitaciones del guardarropa del Papa y en la capilla de San Marcial, en ella pinta en los muros y bóvedas episodios de la vida del santo. Para su interpretación iconográfica hay que seguir la secuencia de las escenas por la letra que marca cada cuadro. Decora también la capilla de San Juan, situada bajo la de San Marcial; según una practica habitual a partir del siglo XIII se ilustra con la vida de los dos Juanes, el Bautista y el Evangelista. Aviñon fue uno de los centros más importantes de la pintura europea, cuyos puntos dominantes fueron la estética y la iconografía. La corte Papal difunde las características de la pintura sienesa a través de Aviñon, dando a conocer las innovaciones del Trecento italiano. El periodo glorioso de la escuela de Aviñon termina antes de que acabe el siglo. Fue sede de la Iglesia durante 67 años. Con la muerte de Gregorio XI ocurrió el "Gran Cisma Occidental", durante el cual, hubo un Papa en Aviñon, reconocido por Francia, España, y el Reino de Sicilia, y otro Papa en Roma, reconocido por la mayoría de Italia y otros países. Esta situación duró hasta 1409 cuando se estableció únicamente la sede Papal en Roma.
Escuela española
En el primer cuarto de siglo XIV llega a España la influencia de las corrientes italianas. Las primeras manifestaciones italo-góticas tiene lugar en Baleares. Tras la conquista de Mallorca Por Jaime I se establecen contactos con Italia, sobre todo comerciales, que originan la llegada de artistas a la isla, por lo que la pintura mallorquina es la primera en tener influencia del Trecento y en particular de Duccio, como lo prueba el retablo de la Pasión del convento de Santa Clara de Palma. Podemos destacar a dos artistas en esta etapa, uno de ellos es el Maestro de los Privilegios, llamado así por haber ilustrado el Códice de los Privilegios y el otro es Juan Loert cuya obra más conocida es el retablo de Santa Eulalia en la catedral de Palma de Mallorca.
Poco después el estilo italo-gótico llega a Cataluña ya un poco modificado debido a la unión con el estilo lineal introduciendo innovaciones con características propias.
El introductor de esta corriente italiana en Cataluña será el pintor e iluminador Ferrer Bassa. Nació en Cataluña sobre el año 1287, pasó su juventud en Italia por lo que aprendió sus técnicas pictóricas sobre todo del pintor Giotto. De regreso a España dirigió un activo taller en el que también trabajó su hijo Arnau. Pintó para los reyes de Aragón Alfonso IV, fallecido en 1336, y su sucesor Pedro el Ceremonioso. Su obra más destacada son los murales al fresco de la capilla de San Miguel, en el Monasterio de Pedralbes en Barcelona. Se los encargó la abadesa Saportella. La obra consta de veintidós escenas, con dos temas principales: la Pasión de Cristo (Flagelación, Cristo llevando la Cruz, Crucifixión, Descenso de la Cruz y Entierro) y los Gozos de María (Anunciación, Natividad, Glorificación y Coronación de la Virgen). Se añaden al conjunto imágenes de santos: san Juan Bautista, Santiago, santa Eulalia y santa Catalina. También destacó como iluminador de libros y de ello da fe el magnifico Libro de Horas de la reina María de Navarra. Las escenas pintadas en este manuscrito evidencian la influencia sienesa de suavizar el lenguaje plástico impuesto por Giotto, de introducir la musicalidad y la vitalidad del dibujo gótico: las formas más suaves y las composiciones más armónicas. Al Libro de Horas de María de Navarra le corresponde el honor de ser el primero pintado en la Península Ibérica. Fue realizado en 1340, con 704 paginas y 391 miniaturas iluminadas con oro. Pocos años después en 1348 Ferrer Bassa moría de Peste Negra.
Ferrer tuvo un hijo, Arnau Bassa, que también fue pintor. Entre 1345 y 1348 colaboró con su padre en diversos trabajos ya que en ciertos contratos se reflejan los dos nombres. Una de sus obras es el retablo de San Marcos de la Seo de Manresa encargado en 1346 por el gremio de los zapateros de Barcelona, que tenían a san Marcos como patrono. Muere un año mas tarde que su padre en 1349, a consecuencia también de la Peste Negra.
Ramón Destorrents sucede a Ferrer como pintor oficial de Pedro el Ceremonioso haciéndose cargo de obras inacabadas de este como el retablo de la capilla de Santa Ana del palacio de la Almudaina de Palma de Mallorca. Otros retablos interesantes el de la Virgen de Tobed y el de San Juan Bautista.
Los hermanos Serra (Francesc, Jaume, Pere y Joan) son los pintores más representativos del último tercio del siglo XIV. De origen aragonés se asientan en Barcelona donde comparten un taller en donde unas veces trabajan por separado y otras comparten los encargos. Fueron los mayores difusores de los temas marianos, sobre todo el de la Virgen de la Humildad.
Francesc Serra es el hermano mayor al cual se le puede atribuir como obra suya el retablo del monasterio de Santa María de Sijena, la obra fue costeada por el comendador del monasterio, fray Fortaner de Glera quien aparece retratado al pie de la Virgen en la tabla central. Con relación Jaume Serra se sabe que realizó el retablo del Santo Sepulcro por encargo de fray Martín de Alpartir. En esta obra sigue la trayectoria de Arnau Bassa mostrando un cromatismo muy similar con sutilezas de colores y perfección del dibujo. También podemos destacar el retablo de San EstebanPere Serra es el tercero de los hermanos y del que mayor documentación se tiene. Primeramente trabaja en el taller de su hermano Francesc. Su obra más conocida es el retablo del Espíritu Santo, que hace para la cofradía del mismo nombre en la iglesia de Santa María de Manresa.
La llegada del Trecento a Castilla se produce mas tarde que en otros lugares y es originada por artistas florentinos procedentes de Valencia. El centro más importante se establece en Toledo a finales del siglo XIV. La figura más importante es Gherardo Starnina que llega a Toledo procedente de Valencia en 1395. A él se debe la decoración de la capilla de San Blas de la catedral de Toledo. Posteriormente Starnina regresa en 1404 a Italia y le sucede en la obra el Maestro Rodrigo de Toledo que se pone al frente del taller toledano y prosigue con la decoración de la catedral. Otros trabajos realizados por el Maestro Rodrigo es el retablo de la iglesia primitiva del monasterio de San Benito el Real de Valladolid.
El estilo Internacional
El estilo Internacional es la continuación del Trecento italiano, se desarrolló en Borgoña, Bohemia y el norte de Italia y abarca prácticamente un siglo, desde mediados del siglo XIV a mediados del XV. Se crea en el centro de Europa, como resultado de la unión entre el gótico lineal y la pintura trecentista italiana. Fue en este periodo cuando los artistas viajaron ampliamente por el continente, creando una estética común entre la realeza y la nobleza y eliminando así el concepto de un arte "extranjero". Los frescos y las tablas pintadas o las miniaturas realizadas por las distintas escuelas, muestran entre sí un gran parecido. Asimismo, las vidrieras, los tapices, los bordados y los esmaltes suelen reflejar el estilo de las pinturas. El rasgo principal de la que se ha llamado estética gótica, es reconocible, en primer lugar, por la estilización a que se someten todas las formas, desde la figura humana y su ropaje, hasta los árboles y las rocas. El origen de este estilo, se halla en la evolución de la sociedad y de la cultura durante la Baja Edad Media, en la superación del feudalismo y en el avance de las ciudades y de la burguesía como clase social emergente.
Francia
Carlos V, rey de Francia desde 1364 hasta 1380 marcó una profunda transformación en la ilustración de libros reuniendo una enorme colección de manuscritos que constituyen el fondo más antiguo de la Biblioteca Nacional de París. La vida en la corte era muy refinada sobre todo en el entorno del rey por lo que favoreció la llegada de artistas a la capital. Los que viven en la corte del monarca no tienen inconveniente de representar a los personajes tal como son, con sus arrugas o defectos físicos. Durante la Edad Media los tapices se habían utilizado no solo para proteger del frío a los habitantes de los palacios sino también como ornamento. A finales del siglo XIV el arte del tapiz alcanzó en Francia una gran difusión. Un artista significativo fue Nicolás Bataille, pintor e iluminador de libros que realizó hacia 1373 el tapiz de Angers, el cual nos permite conocer a través de sus imágenes, paso a paso, el mensaje transmitido por san Juan.
En 1364 Carlos V de Francia otorga a su hermano, Felipe el Atrevido el ducado de Borgoña, cuya capital será Dijon. El duque convirtió su suntuosa corte en uno de los centros artísticos más importantes de Europa. A ella vinieron pintores procedentes de París y de los países flamencos. El pintor más representativo es Melchior Broederlam, artista flamenco nacido en Ypres. En 1395 recibe el encargo de pintar los laterales del retablo esculpido de Jacques de Baerze en la cartuja de Champmol. Jean de Beaumetz pintó entre 1384 y 1387 veintiséis tablas que decoraban las celdas de la cartuja de Champmol, casi todas han desaparecido, de las que aun se conservan está la Crucifixión con un cartujo.
Durante el siglo XV va a ser la casa de Valois la gran promotora de obras y artistas sobre todo procedentes de los Países Bajos. Muchas de las obras sobre tabla y mural se han perdido con el tiempo, por lo que para conocer un poco mejor el estilo internacional francés tendríamos que fijarnos en las miniaturas de los libros. El Libro de Horas sustituye al Salterio, que como él, es también de uso personal y de pequeño formato. Las oraciones en ellas recogidas se refieren a la Pasión, a la Virgen o a los santos y sus miniaturas hacen alusión a los textos. Juan, segundo hermano de Carlos V y duque de Berry, hizo gran cantidad de encargos a sus miniaturistas. No solo se hicieron libros para la devoción, sino que a veces eran solamente libros ilustraciones para el disfrute visual.
Jacques Coene, natural de Brujas, es uno de sus miniaturistas, más conocido por el Maestro del Libro de Horas del Mariscal Boucicaut debido a que hizo uno a esa persona. Trabajó en Italia y París entre los años 1398 y 1420. Otros miniaturistas interesantes son André Beauneveu, autor del Salterio del Duque de Berry y Jacquemard de Hesdin que realizó los manuscritos de las Grandes Horas y la Pequeñas Horas.
Pero los artistas más importantes que trabajaron para Felipe el Atrevido y Juan el Duque de Berry fueron los hermanos PaulHermanJohan. Su vida fue corta pero dejaron una obra importante. Nacieron en Nimega, Su abuelo llamado Johannes de Lymborgh probablemente provenía de Limbourg, entonces capital del ducado de Güeldres. Su hijo Arnold fue un buen ebanista que trabajó en la corte ducal. Sobre 1385 se casó con Mechteld Maelwael, hija de una familia de pintores heráldicos. Herman fue el hijo mayor, nacido sobre 1385, seguido por Paul en 1386, y Johan en 1388. Tenían hermanos más jóvenes, Rutger y Arnold, y una hermana, Greta. Herman y Johan aprendieron el arte de la orfebrería en París. A finales de 1399 regresaron de visita a Nimega, pero debido a la guerra fueron capturados en Bruselas. Su madre no pudo pagar el rescate de 55 escuz de oro. El gremio local de orfebres comenzó a recoger dinero pero con el tiempo Felipe II de Borgoña pagó el rescate en beneficio de su tío, su pintor; los dos jóvenes fueron liberados en mayo de 1400. De los documentos que se conservan se sabe que en febrero de 1402 Paul y Johan fueron contratados por Felipe para trabajar durante cuatro años exclusivamente en la tarea de iluminar una biblia. Felipe murió en 1404, antes de que los hermanos completasen su obra.
Herman, Paul, y Johan a finales de 1404 fueron a trabajar con Juan I de Berry, hermano del fallecido Felipe. Era un extravagante coleccionista de obras artísticas y especialmente libros. Su primer encargo fue iluminar un Libro de Horas, hoy conocido como Belles Heures du Duc de Berry. La parte más antigua de este libro fue realizada por Jean Noir, discípulo de Pucelle, entre 1372 y 1375; luego siguió Jacquemart de Hesdin. Los hermanos Limbourg lo continuaron y acabaron. Hoy se conserva en The Cloisters del Metropolitan Museum of Art en Nueva York.
La obra fue finalizada en 1409 para gran satisfacción del duque, que entonces les encargó un proyecto más ambicioso, que serían Las muy ricas horas del duque de Berry (Très Riches Heures du Duc de Berry), que es considerado en general como la última gran iluminación medieval y posiblemente el libro más valioso del mundo. Se conserva como Ms.65 en el Museo Condé en Chantilly, Francia. Paul en especial tenía buenas relaciones con el duque, quien le nombró "criado personal". El duque le dio joyas y una gran casa en Bourges. Paul se enamoró de una joven, Gillette la Mercière, pero sus padres lo desaprobaban. El duque hizo apresar a la joven, y sólo la liberó por orden del rey. En 1411 Paul y Gillette se casaron de todas formas, pero el matrimonio no tuvo hijos.
En la primera mitad de 1416, Jean de Berry y los tres hermanos Limbourg (los tres de menos de 30 años de edad) murieron por causas desconocidas y Las muy ricas horas del duque de Berry quedaron inacabadas. Un artista sin identificar, posiblemente Barthélemy van Eyck, trabajó en las famosas miniaturas del calendario en los años 1440 cuando el libro aparentemente estaba en posesión de Renato I de Nápoles, y en 1485 Jean Colombe acabó la obra para la Casa de Saboya.
Por último hay que hablar de Jean Malouel, tío de los hermanos Limbourg; estuvo al servicio de Felipe el Atrevido y trabajó en la capilla de Champmol realizando obras como la Crucifixión y el Martirio de San Dionisio.
Alemania
Durante el siglo XIII Alemania siguió mostrando en su pintura el estilo románico y solo a finales de siglo comienza a utilizar formas góticas. Las corrientes exteriores llegan de Borgoña, Aviñon, Italia, Bohemia y Flandes. Un artista característico del arte de la escuela de Westfalia es Konrad von Soest, que rompe con los temas bizantinos y se muestra como un maestro del gótico Internacional. Documentado entre 1394 y 1422 su obra más conocida es el retablo de la Vida de Jesús. Hacia 1400 se va a popularizar un tema conocido como Hortus Conclusus en el que aparece la Virgen con ángeles y santos en un jardín rodeado por un muro. Una muestra de ello la da el Maestro del Alto Rhin en su obra el Jardín del Paraíso siendo una de las obras más bellas del gótico Internacional. Otro pintor que podemos mencionar es el Maestro Bertram que se instala en Hamburgo siendo su obra maestra el retablo de San Pedro, el cual lo realizó para la iglesia del mismo nombre de Hamburgo. Recibe también el nombre de retablo de Grabow por la iglesia en que fue hallado.
Colonia dada la tradición gótica que siempre tuvo, fue la más proclive a la adopción del estilo Internacional. Reyes y nobles van a ser sustituidos por una clientela formada por la burguesía y la iglesia, por otro lado el libro ilustrado dejará paso a la pintura sobre tabla. Dentro de la escuela de Colonia tenemos a Esteban Lochner, su obra más ambiciosa es el Juicio Final, pintado hacia 1435, con gran numero de personajes propio del estilo Internacional. En Hamburgo trabaja el Maestro Francke, es oriundo de Gueldern en los Países Bajos. Sus obras más representativas son el retablo de Santa Barbara y el Ecce Homo.
Italia
Italia va ser uno de los centros más importantes del estilo internacional. A comienzos del siglo XV, Lombardia será un importante foco cultural, donde los artistas amplían sus conocimientos con la asimilación de técnicas francesas y borgoñas. La renovación estilística tendrá lugar a comienzos de este siglo y será llevada a cabo por una serie de pintores cuya personalidad artística destaca sobre la de los demás.
Gentile Fabriano nace en 1370 y muere en Roma en 1427. Trabaja en Brescia, Florencia y Roma. Su obra maestra es la Adoración de los Magos, fue pintada en 1423 para la capilla Strozzi en la iglesia de la Santísima Trinidad de Florencia por encargo de un rico banquero llamado Pallas Strozzi. Otro importante artista es Lorenzo de Mónaco, monje camaldolense del convento de Nuestra Señora de los Ángeles de Florencia. Considerado como el máximo exponente del estilo internacional en Florencia. Miniaturista y pintor sobre tabla y mural inicia su andadura como iluminador de libros por encargo de una clientela eclesiástica. Su fresco más conocido es el ciclo de la Vida de la Virgen, en la iglesia de la Trinidad.
España
El estilo internacional tendrá un gran auge en los territorios de la Corona de Aragón, especialmente en la escuela catalana. El iniciador del gótico internacional es Lluis Borrassá. Nace en Gerona en el seno de una familia de pintores, hacia 1360. Fue discípulo de los Serra en cuyo taller pudo haberse formado. Trabajo en ciudades como Barcelona, Gerona, Vic y Manresa. Una de las obras más importantes que realizó fue el retablo de San Miguel Ancargel realizado para la catedral de Barcelona. Otro trabajo importante es el retablo realizado para el convento de Santa Clara de Vic; tiene la particularidad de presentar una compartimentación fuera de lo corriente en el primer cuerpo sobre la predela.
En el reino de Castilla el estilo internacional se introduce en fecha bastante tardía. Podemos destacar tres focos destacados: Salamanca, donde sobresalen artistas florentinos; León con Nicolás Francés, de origen Borgoñón, que trae aportaciones nórdicas; y Sevilla, como seguidora del Trecento en Toledo.
En Salamanca trabaja Dello da Niccolo Delli que posiblemente llega a España traído por el obispo Diego de Anaya para trabajar en su capilla funeraria. Pinta el retablo mayor de la catedral vieja de Salamanca. Está compuesto por cincuenta y tres tablas repartidas en once calles y cinco cuerpos, que reproducen escenas referentes a los ciclos de la vida de Cristo y de la Virgen. En el reino de León hay excelentes ejemplos del gótico internacional. Un artista de origen borgoñón, Nicolás Francés, reside en León desde 1434 hasta su muerte en 1468. Su gran obra es el retablo mayor de la catedral de León, pintado en 1434 y desmontado en 1741, momento en que se perdieron muchas tablas. Otro trabajo importante es el retablo de la Virgen y San Francisco procedente de la granja de San Esteban de la Bañeza. En cuanto al centro de Sevilla podemos destacar a Pedro de Toledo como el pintor más importante.
Estilo Flamenco
La pintura en Europa a partir del segundo tercio del siglo XV se caracteriza por una nueva concepción, que ofrecerá a los artistas la posibilidad de reproducir los objetos con el máximo detalle. Surgirá una nueva clientela que hasta ahora no había tomado parte activa en el desarrollo del arte. El refinamiento cortesano deja paso a una rica burguesía que sera la que a partir de este momento encargue y compre las obras de arte.
Francia
A partir de 1440 comienzan a surgir unas novedades que poco a poco una ruptura con el pasado, en beneficio de un estilo de origen flamenco, ya desarrollado en el norte. París deja de ser el centro cultural y artístico en detrimento de otros lugares. El más importante es Aix que se convirtió durante algún tiempo en la capital cultural de Provenza, pero será Aviñon la que posteriormente goce de la supremacía artística.
Bartolome van Eyck es uno de los más importantes pintores de esta época en Francia. De origen flamenco, pudo estar emparentado con los van Eyck. Pintor y miniaturista trabajó para el rey Rene de Anjou entre 1447 y 1470. Poco antes pintó el tríptico de la Anunciación de Aix para la Catedral de Saint-Seveur, por ello es más conocido como el "Maestro de la Anunciación de Aix". Bartolome muestra un perfecto conocimiento del arte flamenco del norte, especialmente de Jan van Eyck; así mismo se advierte la influencia del Maestro de Flamelle (Robert Campin), sobre todo en los pliegues de las indumentarias. Sin embargo, sus mejores trabajos se encuentran en las iluminaciones de libros, prueba de ello es su gran obra Coeur d´Amours Espris. Desarrolla un tema de amor cortés escrito por Rene de Anjou e ilustrado por Bartolome; como novedad, introduce un juego de luces que ningún otro artista a logrado superar.
A mediados del siglo XV, Aviñon reconquista la supremacía artística que por un cierto tiempo había tenido Aix y de nuevo se convierte en el centro cultural y artístico. El pintor más representativo de la escuela de Aviñon es Enguerrand Quarton (Charreton), pintor y miniaturista nacido en Laon. Su obra más conocida es la Coronación de la Virgen encargada por el canónigo y capellán Jean de Montagnac. Otra obra de gran importancia es la Piedad de Villeneuve-les-Avignon donde retoma un tema que era muy frecuente en el siglo XIV: la Virgen sosteniendo el cuerpo inerte de su Hijo.
Jean Fouquet nace en Tours hacia 1420. Siendo aun muy joven realiza un viaje a Roma en donde aprende las técnicas italianas de ese momento que junto a sus conocimientos del estilo flamenco hace que la mezcla de los dos se refleje en la pintura de una forma diferente y única. De regreso a Francia entra al servicio del rey Carlos VII, aunque nunca consiguió ser nombrado pintor real de este monarca. Como pintor realizó algunas obras importantes como el díptico de Melum; en una de las tablas, la correspondiente a la Virgen hay algo que no encaja en esta interpretación y es lo voluptuoso de la figura de la Virgen, en la que un corpiño desatado deja al descubierto su pecho izquierdo. En 1451 pinta el retrato de Carlos VII; en él, el monarca aparece entre dos cortinas recogidas como marcaba la tradición del retrato real francés. Como miniaturista e iluminador hizo algunas obras importantes como el libro de horas que realizó para el tesorero del rey de Francia Etienne . En una de las miniaturas Chevalier aparece arrodillado ante la Virgen, donde el espacio arquitectónico es renacentista, mientras que la Virgen se sitúa ante una portada gótica.
Alemania
Uno de los primeros artistas que puso en práctica las técnicas de los maestros flamencos fue Conrad Witz, quien muestra cierta relación con Robert Campin. Nació en Suabia hacia 1400 y se estableció en Basilea en 1430. Entra a formar parte del gremio de pintores en 1434 y un año más tarde adquiere el derecho de ciudadanía. El estilo de Witz es una mezcla de la plástica de Robert Campin y la luz y el color de Jan van Eyck. Entre sus obras podemos destacar la Anunciación y el retablo de San Pedro encargado en 1444 para la catedral de Ginebra.
El máximo representante de la pintura gótica es Martín Schongauer. Nace en Colmar en torno a 1450 y muere en Brisach en 1491. Hijo y hermano de orfebres, tomo enseguida contacto con el arte del grabado. Conocedor de la pintura flamenca, supo asimilar su herencia y asociarla a la tradición germánica. En 1473 pinta en la colegiata de San Martín de Colmar la Virgen del rosal donde se la representa con el Niño sentada ante unos rosales. Su obra más representativa es sin embargo la Sagrada Familia.
Otro pintor, pero nacido en Austria, es Michel Pacher. Pintor y escultor, su obra más conocida es el retablo de los Padres de la Iglesia que en 1483 realizó para el convento de Neustift. En sus cuatro tablas se representan a los Padres de la Iglesia occidental (san Gregorio Magno, san Agustín, san Ambrosio y san Jerónimo) donde las figuras están cobijadas bajo estructuras góticas.
Pintores flamencos
Para concluir, hemos hablado tanto de los maestros flamencos que no nos podíamos olvidar de ellos en este resumen histórico. Jan van Eyck nació hacia 1386, en Maaseyck, pequeña ciudad a orillas del río Mosa. Estuvo como pintor y ayuda de cámara de la corona de la corte de Juan de Baviera en la Haya y después del duque Felipe el Bueno de Borgoña, el cual en 1425 le nombró pintor de la corte y camarero con un sueldo anual de 100 libras. Felipe le hizo emprender varios viajes en 1426, 1428, 1429 y en 1436 por asuntos diplomáticos. En el de 1428 acompañó a la embajada borgoña a Portugal para llevar a cabo el casamiento de Felipe con la princesa Isabel cuyo retrato lo pinto Eyck. Fue fundador del Art Nova. Desarrolló una técnica llamada de las veladuras consistente en tenues capas de pintura aplicadas unas sobre otras para dar la impresión de trimensionalidad, debido a ello inventa una formula para que el óleo tenga un secado más rápido, mas adelante se llamaría trampantojo. Entre sus obras más representativas podemos destacar el poliptico de Gante, la Virgen del canciller Rolin, la Virgen del canónigo Van der Paele y el retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa, en el cual aparece figurado un espejo circular convexo donde aparece vagamente reflejado el propio autor y bajo dicho espejo la frase he estado aquí.
Robert Campin es a veces considerado el primer gran maestro de la pintura flamenca. Aunque es deudor de muchos de los maestros contemporáneos de iluminación de manuscritos, Campin mostró mayores poderes de observación realistas que ningún otro pintor antes que él. Fue uno de los primeros artistas que experimentaron con la reintroducción de colores aglutinados con aceite, óleo, en lugar de pintar con témpera al huevo, para conseguir de esta manera la brillantez de colorido típica de este periodo. Campin usó la nueva técnica para presentar personajes rotundos y fuertes, modelando la luz y la sombra en composiciones de complejas perspectivas. Fue un artista de gran importancia que contribuyó de forma decisiva a revolucionar la pintura de su tiempo, perfeccionando el uso del óleo con importantes consecuencias sobre el resultado final, usando colores de gran calidad y obteniendo extraordinarios efectos con las veladuras. Su realismo tendrá una gran influencia en los artistas de la generación siguiente, una de las más importantes de la pintura flamenca. Influido por la Escuela de Dijon desarrolló un estilo sobrio, compuesto por imágenes cotidianas con una renovación iconográfica importante. Los historiadores del arte han estado siempre ansiosos por encontrar el principio del renacimiento nórdico y atribuirlo a un artista en particular. Durante mucho tiempo se aceptó que Jan van Eyck fue el primer pintor que se apartó de las convenciones del arte gótico. A finales del siglo XIX, sin embargo, quedó claro que van Eyck estuvo precedido por un artista que pintó el retablo Mérode. Datado en torno a 1428, este retablo está imbuido de la amorosa atención al detalle y el espíritu del materialismo burgués. Otros paneles de estilo similar, que supuestamente provienen del Château de Flémalle. Se asumía que estas obras pertenecieron a un Maestro de Flémalle cuya identidad por aquel entonces no quedó establecida. Ya en el siglo XX, los estudiosos han identificado a Robert Campin con el Maestro de Flémalle, llamado así por el tríptico de la Abadía de Flémalle que hoy se encuentra en Francfort. Robert Campin estaba documentado como un pintor maestro en Tournai desde 1406. Otras obras del Maestro de Flamille fueron el tríptico de la Anunciación y el tríptico de la Trinidad, en Fráncfort.

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