lunes, 31 de octubre de 2016

Historia - Edad media

economía de la edad media
Economía Medieval


La sociedad feudal y la economía
En la época medieval, el sistema económico se basaba en la agricultura, bajo una forma feudal. Realeza, nobleza y clero poseían tierras que los campesinos, que representaban el 80% de la población, se encargaban de cultivar. Entregaban las cosechas para el abastecimiento de la casa del señor -cualquiera que fuere su rango o condición- y la de los campesinos.
La agricultura era la base de la economía medieval
Gracias a los fabulosos documentos que han llegado hasta nosotros sabemos que, al menos hasta el siglo XII, la producción se destinaba exclusivamente al autoabastecimiento de los habitantes de los feudos.
Viendo esta pirámide, podemos establecer que la tierra fue el elemento de unión entre unos y otros, entre los poderosos y el pueblo llano. La tierra fue también la base del sistema económico medieval, una tierra cada vez más productiva gracias a la confluencia de una serie de factores que animaron a los productores y que propiciaron el auge en los cultivos: mejor comercialización de los productos y mayor demanda, derivada del aumento de la población y del crecimiento del mercado urbano -las ciudades albergan cada vez a más habitantes- .
La Economía en la España Medieval cristiana
En estos campos se podían cultivar uno o más productos, dependiendo del lugar al que hagamos referencia. Por ejemplo, los cereales se cultivaban en Castilla, las frutas y hortalizas en las cuencas mediterráneas de Valencia y Murcia, o las viñas, cada vez de mayor calidad, en las riberas del Duero y en la actual provincia de La Rioja.
Agricultura y ganadería
Además de la agricultura, no podemos olvidar el otro gran pilar de la economía española medieval: la ganadería. La cabaña ganadera era una de las grandes riquezas del país, base indispensable de la economía. Como nos explica Ladero Quesada, gran especialista en la época medieval, el negocio ganadero no sólo interesaba a los propietarios, sino también a la Corona, que percibía la alcabala.
Escena de pastoreo
Este impuesto gravaba a los ganados trashumantes por la venta de los productos y servicios y montazgo; a los mercaderes, que comercializaban en el interior y sobre todo en el exterior con productos como lanas o cueros; y a muchos grandes propietarios de tierras -órdenes militares, monasterios o nobleza- que, además de disponer de sus propios ganados, arrendaban pastos a los ajenos.
La ganadería fue una de las claves de la economía medieval en la España cristiana
Por ello en los siglos altomedievales, el auge de la ganadería y sus productos, así como el perfeccionamiento de las técnicas agrarias que permitieron entre otras cosas excedentes de producción, además de un importante aumento demográfico, supusieron un impulso para el desarrollo de algunas manufacturas como el cuero y la lana, realizados por artesanos en pequeños talleres familiares.
Gremios artesanos
La cantería medieval fue un gremio muy bien consideradoGracias a estos primeros talleres, a lo largo de la Edad Media surgirán los gremios o agrupaciones de artesanos que trabajaban los mismos productos. Los fines de estos gremios eran esencialmente económicos y políticos. Se ocupaban de diversas cuestiones, desde el aprovisionamiento de materias primas a todos los miembros, hasta del cuidado de las viudas y huérfanos tras la muerte de alguno de ellos, pasando por la regularización de las etapas que debía pasar toda persona si quería ingresar en uno de ellos o fijar los precios de venta al público. La mayoría de las veces eran al mismo tiempo fabricantes y vendedores.
Eran estructuras muy jerarquizadas donde el aprendiz debía estar, al menos, dos años formándose, periodo tras el cual se pasaba a ser oficial, el escalón anterior al de maestro, el único que tenía capacidad para regentar el negocio. Todos ellos cobraban un salario, una novedad introducida por estos gremios y que deja entrever el futuro sistema de de producción.
La comercialización
La comercialización de los productos se llevaba a cabo en los mercados, espacios creados en este tiempo, que podían tener un carácter local o provincial, mejorando gracias al crecimiento continuo de las ciudades. Los urbanos, incluso, llegan a establecerse con una periodicidad diaria. Las ciudades se especializan en las manufacturas a través de los gremios y el campo, apoyadas, entre otras cosas, gracias al aumento de la población y las mejoras de las técnicas agrícolas, que incrementan progresivamente la productividad, permitiendo vender los excedentes y aquellos productos derivados de los mismos.
Estos mercados tenían como objetivo proveer de los alimentos básicos a los habitantes de las urbes. Causa o consecuencia, tal vez ambas a la vez, se asiste a la mejora de las vías de comunicación, haciendo más fácil el trasporte de mercancías y por tanto facilitando la actividad comercial y reduciendo los costos de transporte. Los mercados traen consigo un uso continuado de las monedas y, en cierta forma, también contribuyen al asentamiento definitivo del sistema monetario y de cambio, pudiendo diferenciar con el paso de los años las monedas más fuertes y que por tanto terminan convirtiéndose en patrón de referencia.
El mayor mercado medieval se situaba en Medina de Campo, feria nacida alrededor del 1400, celebrado dos veces al año, que servía sobre todo para analizar la producción de ese año, fijando así los precios de compra y venta tanto en Castilla como en los otros reinos españoles.



DESARROLLO DE LA ECONOMÍA EN LA EDAD MEDIA

En los primeros tiempos de la Edad Media la economía tuvo un carácter casi exclusivamente agrícola. Recién a partir del siglo XI empezaron a renacer los mercados, los centros urbanos y el comercio internacional.
A raíz de las Cruzadas aumentó el intercambio comercial entre las ciudades italianas y el Cercano Oriente. Con el tiempo, la cantidad de bienes traídos de Oriente llegó a ser tan grande que ya no pudieron ser consumidos por los mismos italianos. Los mercaderes empezaron a cruzar los Alpes y a vender sus mercaderías en los países del norte.
El comercio internacional se desarrollaba desde el este hacia el oeste. Las exportaciones de China y la India eran llevadas a los puertos del Golfo de Persia y del Mar Rojo. De ahí las caravanas de camellos y caballos partían a Alejandría en Egipto o a los puertos de San Juan de Acre y de Jafa en Palestina. Allí las mercaderías eran cargadas en los barcos y llevadas a las ciudades del norte de Italia, a Venecia, Génova y Florencia.
Un segundo sistema de comercio internacional se desarrolló en los mares del norte. Lana inglesa y paños flamencos eran llevados en barco por el Mar del Norte y el Mar Báltico a los puertos escandinavos y bálticos donde eran intercambiados por cueros, pieles, granos y madera.
Para la economía cerrada de las aldeas, sólo habían existido mercados locales, donde los siervos de la villa podían vender semanalmente los pocos excedentes de su producción agrícola y los productos de su industria doméstica. A raíz del crecimiento del comercio internacional los señores feudales establecieron ferias, que se celebraban una vez al año y donde se juntaban los comerciantes provenientes de todas partes de Europa. Particularmente famosas eran las ferias de la Campaña de Francia. El señor concedía su protección armada a la feria a cambio de lo cual se le pagaba un tributo.
El aumento del comercio se relacionó con un aumento del uso de la moneda y del dinero circulante. En las ferias algunos comerciantes se dedicaron a los negocios de dinero: establecieron su banco para cambiar monedas; recibían dinero en depósito y giraban letras de cambio para poder efectuar pagos en otras plazas. También prestaban dinero cobrando intereses. Esta práctica fue prohibida en un comienzo por la Iglesia como usura. Mas con el tiempo se establecieron leyes para impedir la usura y establecer una tasa justa de intereses.
Al mismo tiempo renació la vida urbana. Muchas ciudades se formaron al pie de los muros de un castillo o al lado de un palacio episcopal o de un convento. Otras se establecieron a orillas de los ríos, las vías naturales del comercio.
En aquellos tiempos belicosos, las ciudades, al igual que los castillos, tuvieron que rodearse de poderosos muros y fortificaciones. En el centro de la ciudad había una plaza en que se celebraba el mercado semanal. A su costado se elevaban la Iglesia, el palacio del ayuntamiento y las casas de los principales gremios y de los patricios. Como el recinto urbano era reducido, las calles eran estrechas y las casas angostas de varios pisos.
La vida urbana era muy distinta de la vida del campo y, por lo tanto, las ciudades tuvieron que darse sus propias leyes y su propia organización.
El gobierno de la ciudad era ejercido por un Concejo Municipal, cuyos miembros eran elegidos por las corporaciones. Solían pertenecer a las familias patricias, esto es, las familias más antiguas y ricas. El Concejo estaba presidido por un alcalde. El gobierno municipal cuidaba de la defensa de la ciudad y de la seguridad pública, percibía los impuestos, administraba el dinero municipal, nombraba a los jueces y jurados, administraba las escuelas y los hospitales y fijaba la política económica.
En un comienzo las ciudades dependieron del señor en cuyo territorio habían sido fundadas. A partir del siglo XI las ciudades se levantaron y, mediante negociaciones y violentas luchas, obtuvieron gradualmente su independencia, quedando sujetas directamente al rey. Los impuestos que las ciudades pagaban al rey aumentaban su riqueza y, por lo tanto, también su poder sobre los nobles. Las ciudades se convirtieron en aliados importantes de los reyes en su lucha por consolidar el poder central y quebrar la resistencia de la nobleza feudal.
Con el fin de reglamentar las actividades comerciales, los mercaderes se organizaban en asociaciones o guildas. Sólo los miembros de una guilda estaban autorizados para vender sus mercaderías en determinados distritos, de modo que gozaban de un monopolio en esa región. El tribunal de la guilda juzgaba los conflictos entre los miembros y castigaban a comerciantes deshonestos. La guilda ayudaba a sus socios en la vejez y mantenía casas para los pobres.
Los artesanos tenían sus propias asociaciones, los gremios. Para cada actividad artesanal había un gremio correspondiente: joyeros, zapateros, peleteros, armeros, etc.
Para poder ejercer algún oficio, era indispensable pertenecer a un gremio. Este fijaba los precios y reglamentaba la cantidad y la calidad de la producción. Se debía realizar el trabajo por el honor del oficio y no por afán de lucro.
La formación de un buen artesano tomaba largo tiempo. Un aprendiz entraba de niño al taller de un maestro donde permanecía entre cinco y doce años. Vivía en la casa del maestro donde recibía comida y vestuario, pero ninguna remuneración. Al terminar el aprendizaje se convertía en oficial y empezaba a recibir un salario. Para completar su formación, los oficiales debían salir de viaje y trabajar en distintos talleres.
Vueltos a la ciudad natal, presentaban su obra maestra y rendían un examen para ascender a maestros. Las ciudades y los gremios muchas veces establecieron tratados  y alianzas con otras ciudades y otros gremios para concederse mutuos privilegios y unir sus fuerzas en la lucha contra los piratas, los salteadores de caminos y las ciudades rivales. La más importante de estas asociaciones fue la Liga Hanseática que, hacia fines del siglo XIV, incluyó a cientos de ciudades y puertos del norte de Alemania, de los Países Bajos, Inglaterra, Escandinavia y Rusia y que logró establecer su monopolio sobre el comercio marítimo de todo el norte de Europa.
Con el desarrollo de la ciudad y de la población urbana apareció un elemento nuevo en la sociedad europea. El habitante de la ciudad o burgo, el burgués, a diferencia del noble, estaba interesado en el comercio y el trabajo y no en la guerra. En la ciudad no existía la servidumbre: “El aire de la ciudad hace libre”. Los vecinos eran hombres libres que se sentían orgullosos de sus derechos, de su riqueza y de su poder.




El pensamiento económico medieval surgido en la cristiandad latina de Europa Occidental que desarrolló el feudalismo y la filosofía escolástica, se centró en cuestiones éticas como la pobreza y la caridad, el precio justo, la relación conceptual entre el beneficio, el interés y la usura; y en determinadas especulaciones acerca de la teoría del valor, que en algunos casos podrían asimilarse a las posteriores teorías que lo identifican con el trabajo, y en otras con el precio de mercado.
Supervivencia temporal más allá de la crisis bajomedieval, se extendió durante el Antiguo Régimen, en que fueron apareciendo nuevas escuelas de pensamiento económico, como el mercantilismo, que no obstante, en algunos casos, mantuvieron cierta continuidad con el pensamiento medieval (como es el caso del arbitrismoespañol, muy influido por la neoescolástica Escuela de Salamanca).
Contemporáneamente, en otros contextos geográficos, sociales, económicos y culturales, como fue el Islam medieval, se desarrollaron otras formas de pensamiento económico, con notables autores (Ibn Jaldún).

Estructura socio-económica

Las relaciones personales se basan en dos figuras típicas:
  1. Las relaciones feudo-vasalláticas entre individuos. Entre los nobles se establece una relación señor-vasallo, de mutuas obligaciones políticas, jurídicas y económicas, en la que el vasallo tiene a su vez vasallos. En la base del sistema está la relación señor-siervo, en la que el primero es un noble (laico o eclesiástico), con obligación de proteger al segundo, un campesino sometido a servidumbre, con obligaciones económicas. En el campo, que es la práctica totalidad del sistema económico, predomina la agricultura de subsistencia. El producto se obtenía en pequeña escala, utilizando técnicas agrícolas relativamente primitivas. El objetivo del feudo era la autosuficiencia.
  2. Las relaciones gremiales. En las ciudades, islas en el océano feudal (Henri Pirenne), los gremios (agrupaciones de artesanos) potencian la economía local e impiden la competencia y la expansión de la producción y el mercado: las actividades comerciales entre regiones o países estaban severamente limitadas, el desarrollo tecnológico era escaso (mantenimiento de secretos industriales, innovaciones no estimuladas), escasez de capital y dificultades para la movilidad de los individuos.
El marco económico y social del feudo era análogo en algunos aspectos al de la polis o ciudad estado griega. El principio de organización en ambos era el rango y no el contrato, y en ambos casos se trataba de una situación de economía de pre-mercado, en un estadio tecnológico muy rudimentario.
No obstante las diferencias eran sustanciales: mientras que en el modo de producción esclavista el interés en la producción estaba en el propietario, único detentador de derechos; en el modo de producción feudal el interés en la producción está en el siervo, que también se ocupa de la reproducción del sistema. No hay un claro concepto de propiedad, y ambos comparten derechos sobre la tierra. El papel del señor consiste en conseguir la extracción del excedente mediante coerción extraeconómica (la renta feudal). Ni siervo ni señor acumulan capital, el primero por incapacidad, el segundo porque las inversiones productivas le están vetadas ideológicamente, quedándole únicamente el gasto militar, el gasto suntuario o el atesoramiento.
Para dar el paso hacia una economía de mercado era necesaria la aparición de relaciones impersonales, competencia, libre movilidad, expansión económica, propiedad privada; el conjunto de instituciones necesarias para el desarrollo de lo que se conoce como capitalismo o modo de producción capitalista.
La sociedad, muy jerarquizada, se organizó de forma estratificada (noblezaclero, y pueblo llano) sobre la comunidad, no sobre el individuo (los individuos solo son iguales ante Dios), de acuerdo a un plan divino, explicado de forma providencialista. Sobre la base de estos principios se comprende la desigualdad social en capacidadriqueza y libertad. La sociedad se estructura en estratos sociales rígidos (como una pirámide) dentro de un marco de desigualdad, concibiendo a la comunidad de forma organicista, como un cuerpo con varias partes, cada una con su función y su condición, que en general pasaba de padres a hijos, con escasas posibilidades de cambio, pero que habían de funcionar como un cuerpo único, como un solo organismo (cada una de las partes de las que se compone había de cumplir con su función pero en única unidad).

Enfoque ético

El principio escolástico se basa en el predominio absoluto de la Autoridad intelectual, proveniente en última instancia de la revelación divina, en detrimento tanto de la razón humana como de la experiencia de los sentidos. La Iglesia recogió parte del saber clásico personalizado en Aristóteles, reinterpretado y conciliado con la teologíay la moral cristiana.

Bases ideológicas de la actividad económica

  • La idea de justicia debe de presidir toda la actividad económica:
  • La doctrina del precio justo, que es interpretada de maneras diversas, pero siempre en el sentido de impedir ganancias definidas como lucro o usura, considerados pecados. El precio de mercado puede ser una de las definiciones por las que se entiende ese precio justo, pero más habitualmente es un concepto que implique una ganancia honrada para el productor que le permita la supervivencia, y un precio accesible para el consumidor que también se la permita. La especulación es condenada (aunque los nobles y la misma Iglesia se beneficien de la que de forma natural obtiene al recibir los excedentes de la producción agraria (diezmos y rentas) en el momento de la cosecha, y tengan la oportunidad de acapararlos hasta que la escasez hace subir los precios al máximo al final del año agrícola. Comerciantes y revendedores en cambio tienen que justificar su margen comercial mediante el argumento de sufrir mermas o deterioro de sus productos.
  • La dignificación del trabajo. Frente al desprecio del trabajo, asimilado a la condición del esclavo en la cultura grecorromana, el enfoque cristiano, sobre todo a partir de la regla de San Benito (ora et labora, reza y trabaja) dignifica o más bien santifica el trabajo, aunque queda claro su condición de castigo para todo el género humano por el pecado original, tal como se refleja en el relato del Génesis (ganarás el pan con el sudor de tu frente). No pasa a ser considerado como la principal fuente de riqueza, puesto que el providencialismo sólo ve a Dios, a través de la naturaleza, como la fuente de todo bien y la causa primera de cualquier hecho en la historia. El trabajo manual se hace incompatible con la dignidad estamental (nobleza y clero), y se dividen las actividades en oficios viles y mecánicos y profesiones liberales. La mentalidad burguesa, en la que el trabajo justifica los ingresos y la propiedad nace e inicia su desarrollo en las ciudades europeas con el incremento de las actividades artesanales y comerciales a partir de la Baja Edad Media, pero es un concepto confuso en el feudalismo de base rural, en el que tanto señor como siervo tienen algún tipo de derecho sobre la tierra.

Teorías del interés y la usura

Todo esto lleva, en el estudio del pensamiento económico a buscar el precio justo (de los bienes) -la doctrina del precio justo- dentro de esta ética. Ello se observa con claridad cuando se estudia la teoría del interés y la usura. Para el pensamiento medieval usura suponía el cobro, al hacer un préstamo, de cualquier tipo de interés, lo que provocaba su rechazo, considerándolo éticamente reprobable porque el interés no modifica la naturaleza de las cosas (el dinero es estéril: no crea nada) y no procede del trabajo.
Para esta ética el interés es equiparable al beneficio. El beneficio encuentra su justificación en la actividad comercial como fruto del trabajo de transporte o almacenamiento de los bienes. El beneficio solamente es legítimo si procede del trabajo, no del capital.
Este pensamiento fue poco a poco evolucionando hasta llegar al siguiente razonamiento: el interés solo encuentra justificación en las siguientes razones:
  • Como sanción por retraso
  • Sanción por daño
  • Como indemnización por el lucro cesante (coste de oportunidad): el dueño no dispone del bien en un determinado tiempo. Esta justificación del interés como indemnización fue primeramente rechazada, pero finalmente terminó siendo aceptada.

Teoría del valor-trabajo

Se podría definir conceptualmente la teoría del valor argumentando que es la determinación del precio relativo de un bien (cuanto vale una cosa respecto a otra, explicar el precio relativo, el valor de las cosas).
Para determinar el valor de un bien se habrá de tener en cuenta que el valor de las cosas depende de dos variables:
  • La utilidad del bien (más la escasez) determina la demanda
  • El coste (Oferta)
Los bienes que cuestan mucho es debido a la escasez y los bienes que cuestan poco es que hay mucha oferta. Históricamente, la utilidad y el coste, iban separados: unos decían que era solo el coste el que determinaba el valor y otros decían que era su utilidad solamente. Con Marshall se llegará a la conclusión de que es la suma de los dos lo que influye en el precio de las cosas.
La Teoría del valor-trabajo, orientándose hacia el lado de la oferta, explica el precio (valor) de los bienes en función de la cantidad de trabajo utilizada en su producción.

La posición de los pensadores medievales

Ejemplos de las dos corrientes:
  1. Coste (S. Alberto Magno) si el precio de mercado no cubre los costes de producción ésta con el tiempo cesara
  2. Demanda (Sto. Tomás de Aquino) introduce la necesidad en la fórmula del precio: el precio variaba con la necesidad.
  • No usan el trabajo como medida del valor.
  • El trabajo es el instrumento para legitimar la actividad económica y los ingresos, incluidos los beneficios e intereses.
  • No hay una teoría del salario:
- No hay un grupo suficiente amplio de asalariados.
- No se preguntan cómo se forma el salario, sino cuál debe ser para ser justo.

Pobreza y caridad

La pobreza durante la edad media fue un problema ético que se tenía que corregir, empezando por la caridad. El planteamiento doctrinal desde el punto de vista económico fue que la caridad es perjudicial porque cualquier tipo de medida de caridad impide que los individuos asuman sus responsabilidades y provoca la ociosidad, con lo que, finalmente, lo que ocurre es que se acentúa e incrementa la pobreza:
La pobreza fue esencialmente un problema moral. Si el objetivo era aliviar la pobreza, lo que había que hacer es eliminar este problema mediante la caridad, que es moralmente positiva.
  • no generaba una gran presión social: las relaciones feudales garantizaban el sustento de los vasallos y siervos, los vínculos a la tierra o a los gremios generan ingresos de subsistencia, por ello
  • no se concebía como consecuencia de un problema de desempleo, sino como fruto de desgracias personales (vejez, orfandad, enfermedad) antes que de causas económicas, que el individuo no controla y provocan desempleo involuntario
Cuando se rompe el modo de producción feudal (cercado de fincas, desplazamiento de mano de obra a la ciudad, etc.) empieza a tener más sentido la crítica clásica a la caridad del oro que fue la principal fuente de riqueza en la edad media.

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