martes, 29 de noviembre de 2016

Palacios por países - México


Palacio del Conde de Buenavista


Hermoso palacio de dos niveles construido en el estilo neoclásico a finales del periodo colonial en México. Actualmente alberga al Museo Nacional de San Carlos. Está ubicado en la avenida Puente de Alvarado, Frente al jardín del Templo de San Fernando en la Ciudad de México.
Se sabe que la obra comenzó a levantarse hacia finales del siglo XVIII, y se terminó hasta comienzos del año de 1805, siendo este bello inmueble encargado por la Marquesa de Selva Nevada María Josefa de Pinillos, como un regalo para su hijo a quien le había comprado el título de conde de Buenavista.
Debido a la muerte de éste, el palacio pasó a manos de diversos dueños durante gran parte del siglo XIX, siendo ocupado por varias familias acaudaladas y destacados personajes de la vida política de México.
A finales del mismo siglo se convierte en sede de la Compañía Tabacalera Mexicana, de cuyo nombre toma el título la colonia asentada en el lugar. Más tarde se convierte en sede de la Lotería Nacional hasta que ésta se muda a su sede actual del Edificio El Moro. Fue destinado a otros usos hasta que se le designó como sede del Museo Nacional de San Carlos.
La obra se le atribuye al arquitecto valenciano Manuel Tolsá de ahí que se levantara en estilo neoclásico. Consta de dos niveles, cuya fachada principal hecha en cantera gris, se encuentra remetida respecto a la calle y está rematada por una balaustrada de cantera. Destacan en el interior del edificio el famoso patio oval y las escaleras.
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La Casa de la Marquesa es una mansión ubicada en el centro de la Ciudad de Querétaro, perteneciente a la época del barroco mexicano. Fue construida para doña Paula Guerrero y Dávila, Marquesa de la Villa del Villar del Águila, pero realmente para Don Antonio Alday. Está en la esquina de las calles de Madero y Allende, contraesquina de la Fuente Neptuno.
Casa de la Marquesa.
Remate de la Casa
Edificada en el siglo XVII, se concluyó en 1756. Se construyó para que la marquesa viviera ahí separada de su marido el marqués, don Juan Antonio de Urrutia y Arana, que vivía a dos cuadras de distancia hacia el norte, por razones que han quedado en el misterio. Como todas las casas de los nobles, tenía el escudo del marqués, pero fue raspado por decreto del 2 de mayo de 1826.
Es una construcción típica del barroco, la casa contiene arcos en que se mezclan elementos moriscos en sus tallados, cuyos arcos son prolongados y de bello conjunto. La obra es notable por su cantera labrada, sus enrejados, los detalles moriscos, su estancia y capilla, siendo todo de una delicada y original belleza. La casa se ha restaurado varias veces cuidadosamente, descubriendo las pinturas originales decorativas de sus muros.
Esta casa alojó al jefe del Ejército Trigarante, don Agustín de Iturbide, en septiembre de 1821, cuando se dirigía a la Ciudad de México. Casi un siglo después, el primer Jefe del Ejército Constitucionalista, don Venustiano Carranza, dispuso en 1916 que fuese instalada ahí la Secretaría de Relaciones Exteriores, cuando Querétaro fue capital provisional de la república durante los trabajos del Congreso Constituyente. Funcionó hasta febrero de 1917, en que el gobierno federal regresó a la Ciudad de México. Desde fines del siglo XX, ésta histórica joya barroca es uno de los más exclusivos hoteles de México y alberga en uno de sus anexos sobre Allende, a una hermosa tienda de productos gourmet de la Ruta del Queso y el Vino.









La Casa de la marquesa de Uluapa está localizada en el número 18 de la calle 5 de febrero en el Centro Histórico de la Ciudad de México, aunque su dirección original era el número 9 de la calle de Monterilla. Se ha demostrado que la casa nunca perteneció a la marquesa de Uluapa y se desconoce el motivo por el cual es llamada así.1 2 Por esta razón, en los archivos oficiales es nombrada «la casa del número 18 de la calle 5 de febrero», aunque sigue siendo conocida con su nombre popular. La principal característica de la casa son una serie de seis murales realizados a base de azulejos,3 por tal motivo ha sido considerada una «joya de la arquitectura virreinal».

Historia

La casa fue construida en el siglo XVI por órdenes del conquistador Hernando de Ávila y formó parte de un mayorazgo, pocos años después pasó a manos de la Archicofradía del Santísimo Sacramento. Más adelante, probablemente a finales del siglo XVII, la archicofradía vendió la casa a Diego Calderón de Benavides, quien posteriormente la heredaría a sus sobrinos. Los hermanos Rivera Calderón la vendieron en 1756, al alférez Nicolás Cobián y Valdés, quien echo abajo la antigua construcción y edificó la casa que persiste hasta la actualidad entre 1762 y 1766.4
José Pascual Cobián y Valdés, hijo del alférez, heredó la casa tras la muerte de su padre. En 1806, fue adquirida por de don José Mireles, quien la heredó a su hija María Luisa Mireles.4 En 1832, María Luisa la vendió a don Antonio Rubio y Campa, quien meses más tarde la cedió a Juan de Goribar. En 1851, Goribar vendió la casa don Manuel Ceballos y este a su vez vendió la propiedad a don Ramón Muñoz en 1856. En 1866, Refugio San Román de la Cortina la recibe a través de una herencia y sus descendientes mantuvieron la residencia en su propiedad.5

Características

La fachada tiene dos niveles con un mezzanine que era bastante común en las casas construidas en el siglo XVIII. El mezzanine solía servir como oficina para el dueño de la casa y tenía una entrada independiente. Las áreas planas de la fachada tienen una decoración sencilla pero en algunas áreas están grabadas algunas gárgolas. La entrada principal está decorada con plantas esculpidas, eslabones de cadenas, volutas, conchas de moluscos y pequeñas máscaras grotescas.2 Los arcos del patio tienen decoraciones piramidales.3
Sin embargo, es dentro de la casa donde está su característica más distintiva. En el interior, en el segundo piso, se encuentran unos murales construidos con azulejosrealizados en la Ciudad de México, que muestran imágenes de tamaño natural de los sirvientes, como los mayordomos, las lavanderas y los apateros.2 Llama particularmente la atención uno de los murales que retrata a una mujer, se cree que se trata de la esposa de uno de sus dueños, el alférez don Nicolás Cobián y Valdés.5Los murales de este tipo por lo general solían diseñarse con imágenes religiosas. La casa no está abierta al público.








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