Lectio Divina (en latín: lectura divina, ‘lectura orante’)? es una metodología de reflexión y oración de un texto bíblico utilizado por católicos desde los primeros años del Cristianismo. El primero en utilizar la expresión fue Orígenes (aprox. 185-254), teólogo, quien afirmaba que para leer la Biblia con provecho es necesario hacerlo con atención, constancia y oración. En el centro de la práctica de la lectio divina se encuentra una actitud receptiva y reflexiva de lo que Dios dice por medio de la palabra.
Contempla cuatro partes: lectio, meditatio, oratio y contemplatio (lectura, meditación, oración y contemplación). Estas deben realizarse en silencio y contemplativamente. Durante el medioevo, esta metodología era utilizada principalmente entre el clero monástico. Con el tiempo se extendió a los fieles. Actualmente es una práctica común entre los católicos practicantes.
En cada parte hacemos las siguientes preguntas :
LEER .- ¿Que dice el texto? ¿Que sucede en este pasaje del evangelio?
MEDITAR.- ¿Que me dice DIOS en este texto?
ORATIO.- ¿Que le quiero decir yo a DIOS sobre este texto ?
CONTEMPLACIÓN .- ¿Que hacer como resultado de la oración?
La letanía de los santos es una oración cristiana en la que se solicita la intercesión de todos los santos, esto es, de aquellos reconocidos como modelos de conducta cristiana y que por ello gozan de la felicidad del cielo y pueden interceder por los que aún estamos en la tierra, según la fe de la Iglesia católica y también de la Iglesia ortodoxa. Es uno de los ruegos más solemnes de la Iglesia católica.
Usos: oración solemne del rito romano
La oración en forma de letanía actualmente queda en la Iglesia católica como vestigio de otras épocas en que eran muy habituales: diversas oraciones en la misa y fuera de ella quedan como prenda de este uso, como son el Kýrie eleison o el Agnus Dei, o las Letanías lauretanas en honor a la Virgen, en el rezo del Rosario, si bien, esta invocación a los santos es usada solamente en las ocasiones más solemnes e importantes de la liturgia cristiana: en la liturgia más importante del año, la Vigilia Pascual se pide la protección de la iglesia celeste por todo el pueblo cristiano y en especial por aquellos que se incorporarán a la Iglesia por el bautismo con las aguas bendecidas esa noche solemne. Otras ocasiones de gran importancia en las que también se utiliza son las Dedicaciones de nuevas iglesias y altares o las ordenaciones de diáconos, sacerdotes u obispos, así como bendiciones de abades, abadesas y vírgenes, como actos de consagración a Dios de la mayor envergadura, sea de un edificio material como de la asunción personal de una opción radical de vida evangélica. También se cantan en la canonización de nuevos santos o en el inicio del cónclave para elegir nuevo papa, actos del magisterio papal de suma importancia. Además de estos actos solemnes en la liturgia de la Iglesia Católica (los más solemnes quizá dentro de la misma), queda también abierto su uso, como no, en la devoción personal y en las súplicas ante necesidades graves e importantes, en las que se implora la invocación no de un santo, tenido como protector ante una determinada necesidad, sino de toda la corte celeste. También es cantada en los ritos de desagravio y en funerales del sumo pontífice de la iglesia, de los cardenales, obispos, presbíteros y diáconos, entre otros eclesiásticos, como canto de entrada, durante el responso o cuando es sepultado dicho cadáver, también cuando es ingresado al templo para su velatorio.
Secciones
El rezo de la letanía de los santos, aunque puede ser tanto ampliada como reducida según parezca conveniente, siempre dentro de lo marcado en la liturgia oficial de la Iglesia (en los bautismos de niños se utiliza una sección muy breve, por ejemplo), siempre cuenta con una estructura fija e inalterable:
- I. Súplica a Dios: Se inicia con la aclamación Kýrie eléison, Señor, ten piedad, y, en su versión extendida, según consta en el Gradual Romano, la súplica trinitaria, "Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros; Dios Hijo, redentor del mundo, ten misericordia de nosotros, etc."
- II. Invocaciones a los santos: Después siguen las invocaciones a los santos propiamente dichas. Se enuncia su nombre y se responde con la petición de "ruega (rueguen, rogad) por nosotros (por él/ella, en casos concretos)". Los santos siempre se enuncian con un orden jerárquico definido e inalterable. Como muestra, la lista usada en la solemne Vigilia Pascual, si bien existe una lista más completa.
- a) Virgen María (con una o diversas invocaciones):
- Santa María, Madre de Dios,
- b) Santos ángeles, patriarcas y profetas:
- San Miguel,
- San Gabriel,
- San Rafael,
- Santos ángeles de Dios,
- San Juan Bautista,
- San José,
- c) Santos apóstoles, evangelistas y discípulos del Señor (sin distinción de sexos en ningún apartado, más que los obvios):
- Santos Pedro y Pablo,
- San Andrés,
- San Juan,
- Santa María Magdalena,
- d) Santos mártires:
- San Esteban,
- San Ignacio de Antioquía,
- San Lorenzo,
- Santas Perpetua y Felicidad,
- Santa Inés,
- e) Santos obispos, doctores y padres de la Iglesia:
- f) Santos presbíteros y religiosos:
- g)Santos laicos: (en la lista pascual no se nombra ninguno, pero aquí suelen constar, en listas más amplias, santa Mónica, san Fernando o santa Isabel)
- f) Invacación genérica: Santos y Santas de Dios.
- a) Virgen María (con una o diversas invocaciones):
Esta lista es, respetando su formato original para cada una de las celebraciones litúrgicas, ampliable; es más, se recomienda que se haga con los santos (nunca beatos) patronos del lugar o de protección especial, pero siempre respetando el orden jerárquico establecido y no con un simple añadido al principio o al final, como se ve en algunos sitios de Internet.1
- III. Invocaciones a Cristo: Invocaciones y peticiones de protección al Señor sobre diversas aflicciones, por los méritos de su vida, muerte y resurrección, tales como
- De todo mal, líbranos, Señor. (...)
- Por tu encarnación, líbranos, Señor.
- Por tu muerte y resurrección, líbranos, Señor.
- IV. Súplicas por diversas necesidad: Sigue la parte más variable, en la que, a modo de oración universal, se pide por las necesidades de los reunidos y por quienes se invoca (ordenandos en una ordenación, catecúmenos en el bautismos, etc.). Se responde con "Te rogamos, óyenos".
- Nosotros, que somos pecadores, te rogamos, óyenos.
- Para que (...), te rogamos, óyenos.
- Jesús, Hijo de Dios vivo, te rogamos, óyenos
- V. Conclusión: Como conclusión, se añade el típico: Cristo óyenos, Cristo escúchanos, o también, en las versiones más extensas, la letanía con el "Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor", etc., además de una oración conclusiva, dirigida a Dios.
Esta fórmula tan completa y solemne además, se realiza siempre cantada y puestos de rodillas, a excepción de los Domingos y en el tiempo de Pascua, en que se hace estando de pie.
Las letanías lauretanas son las letanías más difundidas como forma de alabanza y de súplica a María, madre de Jesús de Nazaret. Etimológicamente la palabra letanía proviene del vocablo griego litanéia que significa súplica, rogativa u oración de súplica.1
Las letanías a los santos se originaron en el siglo VII, y las relativas a María se multiplicaron progresivamente en distintas Iglesias cristianas. El decreto Quoniam multi (1601) del papa Clemente VIII aprobó específicamente las letanías lauretanas,2 ya testimoniadas por un manuscrito del siglo XII,1 y que deben su nombre a la advocación de la Virgen de Loreto,1 3 cuyo santuario constituyó el ámbito en que se desarrollaron.
Historia
Los orígenes de las letanías se remontan a los primeros siglos de la cristiandad. Las letanías eran súplicas dialogadas entre los sacerdotes y los fieles, y se rezaban sobre todo en las procesiones. Aunque al principio eran dirigidas sólo a Dios (en súplicas) se añadieron con el tiempo invocaciones a santos y sobre todo a la Virgen María (en intercesiones) usadas a partir del siglo VII.
En la liturgia oriental se usaron desde el siglo III. La composición de letanías marianas siguió la línea de las generales y de las de los santos. En éstas se invocaba a María de tres modos: Sancta María, Sancta Dei Genetrix y Sancta Virgo Virginum. A lo cual siguió una serie de reflexiones y elogios de los santos padres orientales que constituyen el germen de las futuras letanías marianas.
El germen halló ambiente en la popularidad del Oficio de la Virgen Santísima que se cantaba en algunos monasterios. Este "Oficio" no era fijo y tenía variaciones según la orden religiosa que lo cantaba; éstas variaciones fueron abolidas por Pío V cuando estableció el "Oficio Parvo de la Virgen" reformado. Lo cierto es que entre las variantes que existían había ciertas letanías que se parecían a las futuras Lauretanas.
Las más antiguas letanías a María propiamente dichas se encuentran en un códice de Maguncia del siglo XII titulado: «Letania de Domina Nostra Dei genenetrice Virgine Maria. Ora valde bona, cotidie pro quacumque tribulatione dicenda est», con alabanzas largas y en cada verso repitiendo el «Sancta Maria».
Las letanías marianas empezaron a multiplicarse en el siglo XV y XVI. Por el año 1500 fueron creadas una serie de letanías en el santuario de Loreto, Italia. Hacia 1575 surgen unas nuevas letanías lauretanas conocidas como "modernas" con alabanzas puramente bíblicas, que se hicieron tan populares que las primeras versiones fueron pasadas a segundo plano. Sixto V las aprobó en 1587 e incluso les dio indulgencias. Hacia el siglo XVII la situación se hizo exagerada, en Loreto se tenía una letanía para cada día de la semana y no era el único caso. En 1601, con el decreto Quoniuam multi del 6 de septiembre, el papa Clemente VIII prohibió todas las letanías que existían con excepción de las incluidas en el Misal y el Breviario y también las del santuario de Loreto, aquellas letanías ya eran llamadas como lauretanas. Paulo V, en 1503, ordenó que se cantasen en la basílica romana de Santa María la Mayor en festividades de la Virgen María. Los dominicos, en 1615 ordenaron que se recitasen en todos sus conventos después de sus oraciones de los sábados.
Con el tiempo se han ido añadiendo más títulos a ellas, como:
- Auxilio de los cristianos, incluida por Pío V por la intercesión de la Virgen en la Batalla de Lepanto, en 1587 el papa Sixto V lo aprobó con un decreto papal.
- Madre inmaculada, incluida por Clemente XIII a petición de Carlos III de España, para los dominios hispánicos el 12 de septiembre de 1767. Fue también concedida por el papa Pío IX al obispo de Malinas en 1846; tras la definición dogmática de 1854, Pío IX lo hizo extensivo a toda la Iglesia.
- Reina concebida sin pecado original, incluida por Pío IX en 1854, tras la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción.
- Reina del Santo Rosario, incluida por León XIII en recuerdo de la Virgen del Rosario en 1883.
- Madre del Buen Consejo, incluida por León XIII en homenaje al santuario de Genazzano en 1903.
- Reina de la paz, incluida por Benedicto XV durante la I Guerra Mundial.
- Reina asunta al cielo, incluida por Pío XII en 1951.
- Madre de la Iglesia, incluida por Pablo VI en 1965 a la conclusión del Concilio Vaticano II.
- Madre de la Misericordia, incluida por Juan Pablo II.
- Reina de la Familia, entendiendo la familia como institución, incluida en 1995 por Juan Pablo II.
Letanías lauretanas en la Iglesia católica
En el "Directorio sobre la piedad popular y la liturgia. Principios y orientaciones" elaborado por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos de la Santa Sede en el año 2002 se define las letanías así:
Entre las formas de oración a la Virgen, recomendadas por el Magisterio, están las letanías. Consisten en una prolongada serie de invocaciones dirigidas a la Virgen, que, al sucederse una a otra de manera uniforme, crean un flujo de oración caracterizado por una insistente alabanza-súplica. (...)En los libros litúrgicos del Rito Romano hay dos formularios de letanías: Las letanías lauretanas, por las que los Romanos Pontífices han mostrado siempre su estima; las letanías para el rito de coronación de una imagen de la Virgen María, que en algunas ocasiones pueden constituir una alternativa válida al formulario lauretano.
Recomendando un uso moderado:
No sería útil, desde el punto de vista pastoral, una proliferación de formularios de letanías; por otra parte, una limitación excesiva no tendría suficientemente en cuenta las riquezas de algunas Iglesias locales o familias religiosas. Por ello, la Congregación para el Culto Divino ha exhortado a "tomar en consideración otros formularios antiguos o nuevos en uso en las Iglesias locales o Institutos religiosos, que resulten notables por su solidez estructural y la belleza de sus invocaciones".
León XIII recomendó concluir durante el mes de octubre (mes del Rosario) la recitación del Rosario con el canto de las letanías lauretanas, con ello se pensó que las letanías eran parte del rezo del Rosario, cuando en realidad son un acto de culto por sí mismas y pueden ser usadas para rendir un homenaje a la Virgen sea en una procesión (como en su uso primitivo) o como parte de la misa.
Letanías y Vaticano II
En la Iglesia católica, después del Concilio Vaticano II surgieron letanías que reflexionaban en torno a los documentos sobre María como la Lumen Gentium o la Marialis Cultus. Un claro ejemplo es el libro publicado en 1981 llamado: "Rito de Coronación de las imágenes de la Virgen María" que propone letanías donde los términos "Señora" y "Reina" abundan, dada la liturgia de tono glorioso donde se recitan.
- Señor, ten piedad.
- Cristo, ten piedad.
- Señor, ten piedad.
- Cristo, óyenos.
- Cristo, escúchanos.
- Dios Padre celestial,
- ten misericordia de nosotros.
- Dios Hijo, Redentor del mundo,
- Dios Espíritu Santo,
- Santísima Trinidad, un solo Dios.
- Santa María,
- ruega por nosotros:
- Santa Madre de Dios,
- Santa Virgen de las vírgenes,
- Madre de Cristo,
- Madre de la Iglesia
- Madre de la Divina Gracia
- Madre purísima,
- Madre castísima,
- Madre virginal,
- Madre sin mancha,
- Madre Inmaculada
- Madre amable,
- Madre admirable,
- Madre del Buen Consejo,
- Madre del Creador,
- Madre del Salvador,
- Virgen prudentísima,
- Virgen digna de veneración
- Virgen digna de alabanza,
- Virgen poderosa,
- Virgen clemente,
- Virgen fiel,
- Espejo de justicia,
- Trono de sabiduría,
- Causa de nuestra alegría,
- Vaso espiritual,
- Vaso de honor,
- Vaso insigne de devoción,
- Rosa mística
- Torre de David
- Torre de marfil,
- Casa de oro
- Arca de la Alianza
- Puerta del Cielo,
- Estrella de la mañana,
- Salud de los enfermos
- Refugio de los pecadores,
- Consuelo de los afligidos,
- Auxilio de los cristianos,
- Reina de los ángeles,
- Reina de los patriarcas,
- Reina de los profetas,
- Reina de los apóstoles,
- Reina de los mártires,
- Reina de los confesores
- Reina de las vírgenes,
- Reina de todos los santos
- Reina concebida sin pecado original
- Reina asumpta al cielo,
- Reina del Santísimo Rosario
- Reina de la familia,
- Reina de la paz
- Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
- perdónanos, Señor.
- Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
- escúchanos, Señor.
- Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
- ten misericordia de nosotros.
- Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
- para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
- Oración
- Te rogamos nos concedas,
- Señor Dios nuestro,
- gozar de continua salud de alma y cuerpo,
- y por la gloriosa intercesión
- de la bienaventurada siempre Virgen María,
- vernos libres de las tristezas de la vida presente
- y disfrutar de las alegrías eternas.
- Por Cristo nuestro Señor.
- Amén.
Otra oración:
- Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas para que los que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la Encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz, seamos llevados a la gloria de su Resurrección. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
- Amén.
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