Amén (en hebreo: אמן, amen; en árabe: آمين, āmīn) es una palabra semítica que suele traducirse como «así sea», con un sentido aprobatorio, o «así es», como símbolo de reafirmación (por ejemplo, de la fe).1 Empleada en el judaísmo, posteriormente también fue adoptada por el cristianismo y el islam. Esta palabra es una de las aclamaciones litúrgicas más frecuentes,1 y se utiliza generalmente como fórmula para concluir las oraciones.
Significado
El término «amén», es símbolo de confirmación y de afirmación.2 El significado real de la palabra es ‘en verdad’, ‘ciertamente’ o ‘que conste’.3 Popularmente se le ha dado el significado de ‘así sea’, ‘palabra de Dios’ o, simplemente, ‘sí’. En efecto, la raíz de este adverbio implica firmeza, solidez, seguridad, y en hebreo es la misma que se utiliza para el vocablo «fe».3 En el Talmud se indica que la palabra 'amén' es un acrónimo que se podría traducir como 'Dios, Rey en el que se puede confiar'.4
Decir «amén» es proclamar que se tiene por verdadero lo que se acaba de decir, con miras a ratificar una proposición o a unirse a una plegaria. Por eso, expresado en forma conjunta o grupal en el ámbito de un servicio divino u oficio religioso también significa ‘estar de acuerdo’ con lo expresado en tal ocasión.
Usos
El término «amén» es muy utilizado en la Biblia, y se lo usa también frecuentemente en la liturgiasinagogal y cristiana.2 Puede encontrarse al principio o al final de la frase.
En contraste con el uso de amén como una reafirmación posterior (es decir, al final de la oración), los evangelios sitúan a Jesucristo iniciando algunos de sus discursos con un doble «Amén, amén», en el Nuevo Testamento, frecuentemente traducido como: «En verdad, en verdad» o «De cierto, de cierto» (por ejemplo: Juan 14:12).4
Amén en otros idiomas
Variantes en otros idiomas
Variantes en otras lenguas | |
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Español | Amén |
Afrikáans | Amen |
Alemán | Amen |
Amhárico | አሜን (āmēni) |
Árabe | آمين (āmīn) |
Arameo | ܐܰܡܺܝܢ (ʾamīn) |
Armenio | ամեն (āmen) |
Bengalí | আমেন (āmēna) |
Bielorruso | Амін (amin) |
Birmano | အာမင် (amīn) |
Carrier | 'Et ndoh honeh |
Catalán | Amén |
Chino | 阿們 (āmen) |
Coreano | 아멘 (amen) |
Danés | Amen |
Divehi | އާމީން (āmīn) |
Esperanto | Amen |
Filipino | Siya nawa |
Euskera | Amen |
Finlandés | Aamen |
Francés | Amen |
Gallego | Amén |
Georgiano | ამინ (amin) |
Griego | ἀμήν (amīn) |
Guaraní | Taupéicha |
Guyaratí | આમીન (āmīna) |
Hebreo | אָמֵן (amen) |
Hindi | आमीन् (tathaastu) |
Húngaro | Ámen |
Holandés | Amen |
Inglés | Amen |
Inuktitut | ᐋᒦᓐ (āmēn) |
Italiano | Amen |
Japonés | アーメン (āmen) |
Judeoespañol | אמן (amen) |
Kariña | Nainen |
Keke | Ongoma |
Khmer | អាម៉ែន (amen) |
Komba | Ibamɔn |
Ladakhi | ཨ༌མེན༌༎ (Amēn) |
Latín | Amen |
Lituano | Amen |
Maorí | Āmene |
Nadëb | Jããm hẽ kä |
Noruego | Amen |
Polaco | Amen |
Portugués | Amém |
Rumano | Amin |
Ruso | Аминь (amin') |
Serbio | Амин (amin) |
Sueco | Amen |
Tailandés | อาเมน (āmen) |
Tamil | ஆமென் (Āmeṉ) |
Tongano | ‘Ēmeni |
Turco | Âmin |
Ucraniano | Амінь (aminʹ) |
Vietnamita | Amen |
Yoruba | Àmín |
Wólof | Amiin |
Zapoteco | Amén |
Qué es Amén:
Amén significa 'así sea', 'así es'. En algunos contextos también significa 'en verdad’ o ‘ciertamente’. Se utiliza como una fórmula de confirmación y de afirmación en muchas religiones como el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam. Esta palabra es una de las aclamaciones litúrgicas más frecuentes, y se utiliza generalmente como fórmula para concluir las oraciones.
Origen de la palabra 'amén'
Esta palabra procede del hebro אמן ('en verdad’, ‘ciertamente’) pronunciado āmēn. La raíz de esta palabra indica firmeza y seguridad, y en hebreo coincide con la raíz de la palabra 'fe'. También se dice que a su vez puede proceder de lenguas semíticas como el arameo. Posteriormente, derivó al griego ἀμήν y de ahí al latín amen. Originariamente, se utilizaba en el Judaísmo, después su uso se extendió a otras religiones como el Cristianismo y el Islam.
Amén en el Cristianismo
En el Cristianismo se utiliza de una forma generalizada como fórmula para concluir oraciones. En el Nuevo Testamento, se presenta a Jesucristo utilizando esta palabra dos veces ('Amén, amén') al comienzo de algunos de sus discursos y normalmente se traduce como 'En verdad, en verdad'. Por ejemplo, en 'En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí...' (Jn 14:12). También aparece en el Libro del Apocalipsis cuando Jesuscristo es llamado 'el Amén': 'He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios...' (Ap 3:14).
Amén en el Judaísmo
En la Biblia Hebrea esta palabra aparece en varias ocasiones. Se utiliza al comienzo o al final de una frase. Se utiliza normalmente como respuesta a una bendición y como una forma de expresar afirmación ante un declaración. En el Talmud se indica que la palabra 'amén' es un acrónimo que se podría traducir como 'Dios, Rey en el que se puede confiar'.
Amén en el Islam
En el Islam se utiliza esta palabra (آمين, en árabe) al final de una oración con el significado de 'así sea' o 'así es' como forma para expresar confirmación y afirmación.
Otros usos de la palabra 'amén'
Además de la utilización como fórmula religiosa, la palabra 'amén' se utiliza en espaçol en otros contextos. En el lenguaje coloquial, aparece en varias expresiones:
- 'Decir amén a todo'. Significa asentir a sentir a todo. En este caso, la palabra 'amén' se puede sustituir por 'sí'.
- 'En un santiamén' o 'en un decir amén'. Significa en un breve periodo de tiempo. En el primer caso, santiamén se forma a partir de las últimas palabras que se utilizan en la fórmula para santiguarse en latín 'In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti. Amen'. Equivale a otras expresiones como 'en un segundo' o 'en un momento'.
- 'Llegar a los amenes'. En este caso, la palabra 'amén' utilizada en plural. Significa llegar cuando está acabando algo.
También se utiliza la palabra 'amén' junto con la preposición 'de' significando 'además de'. Por ejemplo: 'Amén de los informes, hay que hacer las facturas'. Este uso sería propio del lenguaje formal.
anámnesis eucarística, o simplemente anámnesis, lo utilizan los teólogos y los liturgistas de la religión cristiana para indicar la parte del canon plegaria eucarística, que sigue al relato de la institución y manifiesta la intención de celebrar la eucaristía según la orden del Señor, en memoria suya.
Proviene del griego anámnesis, que significa "memoria", "recuerdo". Este término se encuentra en Lc 22,19: "Haced esto en memoria mía". La Iglesia celebra en la eucaristía la memoria de Cristo, recordando pasión, resurrección y su ascensión a los cielos.
Para los cristianos no se trata de un simple recuerdo subjetivo, sino, en términos trinitarios, de un acto litúrgico celebrado delante de Dios Padre, como memorial del sacrificio único del Hijo, haciéndolo presente en el signo sacramental en virtud del Espíritu Santo. Creen por ello en una presencia objetiva sacramental de la acción salvífica de Cristo.
El contexto para comprender el sentido de la anámnesis es el del culto de los hebreos: en la fiesta de los Tabernáculos o de las chozas (Lv 23,33ss), en la fiesta de los Purim (Est 9,28). y sobre todo en la de Pascua (Éx 12).
En el “hoy" de la celebración se hace memoria del pasado, y el signo celebrativo indica el futuro, anticipando la salvación final. Y así lo entendió siempre la Iglesia: al celebrar la eucaristía.
No se trata de una “nuda commemoratio", como especificó el Concilio de Trento.
El contenido del memorial es la acción salvífica de Cristo. La celebración litúrgica es anámnesis de la Pascua de Cristo, realizada históricamente una vez para siempre. No se repite, sino que se reactualiza en el signo litúrgico-sacramental. El culto eucarístico es esencialmente una anámnesis. Se refiere ante todo al pasado.
En la anámnesis propiamente dicha se pone el acento ante todo en los hechos salvíficos de Cristo, es decir, la memoria de la muerte y resurrección del Señor. La anámnesis indica que el sacrificio es el misterio pascual de Cristo. Pero el contenido de la anámnesis no es solamente la memoria de la Pascua; esta memoria se amplía a todos los misterios de Cristo. La anámnesis es substancialmente cristocéntrica y tiene una clara connotación escatológica. Jesús no exhortó simplemente a los discípulos para que repitieran el gesto de la fracción del pan, para mantener vivo el recuerdo de su persona y no olvidarse de ella. Se les proclama un nuevo pacto: el pacto nuevo y eterno, sellado por la sangre derramada por Jesús.
ANAMNESIS
En sentido literal, esta palabra griega, que se usa para designar una parte u oración de la Misa, significa «conmemoración», «reminiscencia», «recuerdo». En sentido amplio, cualquier recuerdo de los beneficios de Dios puede llamarse a. Así, toda bendición (v.) ascendente lleva consigo un recuerdo, una a., de las maravillas obradas por Dios en beneficio del hombre. Pero, en sentido estricto, se llama a. la parte de la anáfora (v.), plegaria eucarística o canon de la Misa (v.), que sigue inmediatamente a la consagración, enlazando de alguna forma con el mandato del Señor, o con la aclamación del pueblo; así, en el Canon romano, empieza con las palabras Unde et mentores, en la liturgia bizantina Memneménoi oun; y en liturgia galicana recibe el nombre de post mysteria, así como en la liturgia hispánica el de post pridie.
Este elemento de la anáfora se encuentra en la Misa en todas las familias litúrgicas católicas (v. RITO, 1), si bien con diversa estructura; p. ej., entre los sirios se dirige a Cristo, y en vez de fórmulas de oblación se usan fórmulas de acción de gracias. Esta presencia constante de la a. en todas las fórmulas anafóricas hace pensar que, entendida en sentido general, como recuerdo de la pasión-muerte-resurrección de Jesucristo, y como oblación al Padre del sacrificio, pertenece a la liturgia primitiva o canon apostólico. Su origen serían las mismas palabras de Jesús: «Haced esto en conmemoración mía» (eis ten emen anamnesin) (Lc 22, 19). La Iglesia, con fidelidad total, cumple el mandato del Señor, repitiendo las palabras y los gestos de la institución; y, además, expresa en la a. el sentido profundo y su actitud espiritual: «Por eso, Señor, nosotros tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la pasión gloriosa de Jesucristo...» (Canon romano).
Sentido de «memoria». El sustrato bíblico de la palabra a. recuerda ante todo un conjunto de ideas relacionadas, ligadas con formas verbales y nociones que se derivan de la raíz hebrea zkr, cuya significación fundamental se traduce generalmente con los mismos términos que la palabra griega a. Pero hay que tener en cuenta que aquí «recordar» no ha de entenderse como un proceso introvertido, con el que evocamos un acontecimiento o una persona del pasado, sin compromiso alguno por nuestra parte; en general, cuando el uso bíblico recuerda, significa que el pasado es traído hasta el presente, y que de esta manera se convierte en impulso para hacer algo, ahora. No se trata de trasladarse al pasado, sino, al contrario, trasladar el pasado al presente, para que en éste resulten eficaces sus implicaciones. Este sentido del recuerdo se verifica también cuando se trata de un acto ritual que se hace como memorial (le-zikkaron), con todas las consecuencias que esto supone para el sentido significativo del rito (cfr. p. ej., Ex 12, 14). De hecho, cuando Cristo celebró la Cena con los discípulos (v. CENA DEL SEÑOR), estaba realizando un memorial, y al cambiar de sentido, por su Palabra, los gestos de aquel rito, quiso que los discípulos lo repitieran precisamente en el sentido que 1;1 les había dado; Jesús les mandó repetir aquello como memorial suyo. De ahí que la palabra a. se traduzca más por «memorial» que por «recuerdo», para evocar más directamente las particularidades del término en el sentido bíblico y litúrgico.
En la parte de la anáfora en que se hace a., la Iglesia proclama su recuerdo, en la fe, del misterio salvador de Cristo. Este misterio se expresaba siempre centrado en la muerte del Señor (cfr. 1 Cor 11, 26). Ya en la anáfora de la Tradición Apostólica (s. Iu) se le une la mención de la resurrección; desde el s. iv, aparecen referencias a la ascensión y a la parusía. En Siria se conmemora toda la economía salvadora de Cristo. En realidad, estas frases de a. son la expresión de la fe de la Iglesia en el misterio que celebra: la repetición de la Cena, memorial del misterio salvador de la cruz, suscita su recuerdo, y de ello brota la a. envuelta en la acción de gracias. En la fe, la Iglesia también acepta que la celebración del memorial supone el actualizar y proclamar, pues en la Eucaristía (v.) es Cristo mismo quien representa su misterio pascual (su muerte y resurrección).
Sentido de «ofrenda». Con gran sentido lógico, la a. contiene, junto a la proclamación del memorial, la actualización de la ofrenda: la Iglesia expresa con ello el sentido sacrificial más propio de la Cena del Señor. Cristo, en efecto, ha dejado a la Iglesia un sacrificio visible, tal como requiere la naturaleza humana; pero este sacrificio es el memorial del único y definitivo sacrificio de Cristo al Padre, en la cruz, que se hace presente aquí y ahora de forma incruenta, aplicándose sus frutos; Él mismo, el Señor, realizó por primera vez este memorial en la Cena, anticipando en esta forma incruenta el sacrificio de la cruz (cfr. Conc. Tridentino, sesión XXII, cap. 1). Esta concepción de la Eucaristía como memorial sacrificial es la que acentúan documentos recientes del Magisterio de la Iglesia (cfr. Instrucción Eucharisticum mysterium, 25 mayo 1967: AAS 59, 1967, 539-573). Aquí hay tal vez una cierta base de consensus ecuménico, expresado parcialmente en la IV Asamblea del Consejo mundial de las Iglesias, en Upsala (1968). El Canon romano es uno de los que mejor expresan el carácter sacrificial de la celebración eucarística, subrayando, la relación con la a.: «... te ofrecemos, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo, pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación».
Otros sentidos. Sentido escatológico. Puesto que se recuerda el misterio de salvación hasta que el Señor vuelva, la a. encierra una referencia al retorno del Señor en la gloria (v. PARUSÍA; JUICIO UNIVERSAL). De hecho, el memorial litúrgico es, de por sí, un alimento de la esperanza del pueblo; el recuerdo de.las maravillas de Dios, actualizadas en el hoy por la celebración de la Misa, aseguran una plena fidelidad de Dios a su promesa. Recordar algo a Dios es tanto como asegurar su intervención. De ahí que el sentido original de 1 Cor 11, 26, incluya un elemento de finalidad; la traducción más exacta es: «hasta que se realice el término: su venida». Sentido profético. Al celebrar la Cena, la Misa, «anunciamos» la muerte del Señor. Esta proclamación se realiza por el mismo hecho de celebrar la Eucaristía, pues cuando la comunidad se reúne en asamblea (v.) para celebrar el memorial, constituye un signo, una señal, para toda la humanidad. En la a. se expresa la conciencia que tiene la Iglesia de constituir el signo del misterio pascual, de una manera que compromete a la humanidad entera, pues toda la humanidad está abocada, como último destino, a encontrarse con Cristo en su retorno (v. IGLESIA III, 4 y 5).
Sentido de acción de gracias y de súplica. Así como el Canon romano subraya el sentido de oblación y de memoria, otras a. orientales destacan más los aspectos de acción de gracias -como consecuencia de la memoria-, o de súplica de misericordia, al recordar la parusía.
La anamnesis en las recientes plegarias eucarísticas romanas. Las tres plegarias eucarísticas aprobadas por la Sagrada Congregación de Ritos, decreto de 23 mayo 1968 (Preces Eucharisticae et Praefationes, Typis Polyglottis Vaticanis 1968), presentan muestras variadas de a. En la plegaria eucarística II se conservan prácticamente los textos de la anáfora de la Tradición Apostólica, con ligeras adaptaciones, pero la fórmula anamnética es la misma. Únicamente se le han añadido, siguiendo la S. E., a la palabra «pan» la determinación «de vida», y la palabra «cáliz» se ha precisado con los términos «de salvación». En las a. de las plegarias eucarísticas III y IV, encontramos estas características: a) se ha expresado de modo explícito la espera en la última venida del Señor; b) se ha explicitado el carácter sacrificial de la Eucaristía, indicando que Cristo es el objeto directo y primero de la ofrenda; e) se ha añadido el elemento de acción de gracias, para completar el de memoria. Como característica común de estas plegarias eucarísticas tenemos la intervención del pueblo, en forma de aclamación, después de la narración de la institución: «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. iVén, Señor Jesús!» Esta aclamación es propiamente una a., con la cual el pueblo hace, como lo hará después el celebrante en el interior de la anáfora, su memoria y acto de fe en el misterio que celebra (v. ACLAMACIÓN I11). La plegaria eucarística 1 es el rico y tradicional Canon romano, que es la que debe usarse más normalmente y que es superior a las otras. V. t.: MISA; EUCARISTÍA III; ANÁFORA.
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