HISTORIA DE LA ESCLAVITUD .-
LA ESCLAVITUD EN ESTADOS UNIDOS.
Sin embargo, el país enfrentó una serie de dificultades en los años 1840 y 1850 que sólo se habrían podido solucionar satisfactoriamente con paciencia, buena voluntad y fríos cálculos: la organización de nuevas tierras del Oeste, la guerra contra México y, sobre todo el problema de la esclavitud. El “individualismo” solo podía empeorar, y así lo fue.
El cultivo del algodón y el tabaco en las plantaciones de los estados del Sur se basaba en la explotación de los esclavos negros. Este sistema había sido creado en el siglo XIX, gracias a las enormes utilidades que producía el cultivo del algodón que consumían las prosperas hilanderías de Lancashire y Nueva Inglaterra. Los hombres blancos de los estados algodoneros del Sur no podían siquiera imaginar que pudiesen vivir sin este sistema que les aportaba tanta riqueza pese a la creciente indignación que provocaba entre los blancos de los demás estados esta flagrante violación de los más elementales principios cristianos y democráticos. Poco a poco las diferencias llegaron a dominar y envenenar la política americana.
El problema estallo a raíz de los territorios usurpados a los indios. Los estados del Norte y del Oeste estaban decididos a que las tierras recién incorporadas de Kansas, Nebraska y otras solo deberían ser trabajadas por hombres libres. Sin embargo, temían que si competían abiertamente con el sistema de esclavitud, los agricultores libres podrían salir perjudicados por la falta de capital y mayores costos. Los estados del Sur, temían que si se prohibía extender la esclavitud a los nuevos territorios, ellos quedarían demasiado debilitados dentro de la Unión como para oponerse a la facción del Norte, que era partidaria a su abolición. La violencia entre las partes fue en aumento al considerar cada uno sus puntos de vista intransables.
El Sur, agrícola y exportador de materias primas, era asimismo una región en la cual existía la esclavitud de los negros. Los plantadores del Sur sostenían que no podían cultivar sus tierras, en aquel clima semitropical, sin los esclavos de color. El Norte, en pleno desarrollo industrial, y cada día menos agrícola, hacía pública su aversión por las prácticas esclavistas. Se luchaba, por saber si la esclavitud sería o no abolida en los Estados Unidos, si se permitiría o no a los nuevos Estados contar con esclavos, y se discutía al mismo tiempo sobre tarifas aduaneras, sobre proteccionismo y librecambismo. Las altas tarifas arruinaban a los propietarios agrícolas del Sur y enriquecían a las industrias del Norte. Y la inversa: las bajas tarifas facilitaban la prosperidad de las plantadores del Sur y paralizaban la expansión de los industriales del Norte. El motivo principal de tal pugna, que degeneró en guerra cruel, no fue el problema de la esclavitud que facilitaba mano de obra barata a los terratenientes sureños, por repugnante e inhumana que ésta pareciese en el Norte, más democrático. El verdadero motivo de la discrepancia fue más de orden económico que de moral: el Norte quería desarrollar una política proteccionista de su incipiente industria nacional, y el Sur, que vendía algodón a Europa, principalmente a la industria textil británica, pretendía venderlo sin trabas y con el menor precio posible de coste, y de ahí que fuera también partidario de una política librecambista favorable a sus intereses.
El esclavismo o el antiesclavismo sirvió de pretexto a dos políticas opuestas por razones económicas, por encima de todas las demás, lo cual no excluye el respeto y la admiración por cuantos en América y fuera de América se declararon partidarios de abolir dicha forma de explotación humana.
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