miércoles, 31 de agosto de 2016

Monasterios por países - España

monasterios de la provincia de Burgos


El monasterio de San Salvador de Oña, situado en la villa de Oña, capital de la comarca de la Bureba, (provincia de Burgos, en la comunidad autónoma de Castilla y LeónEspaña). Fue fundado en el año 1011 por el conde de Castilla Sancho García, nieto del Conde Fernán González, para su hija Tigridia, como monasteriodúplice, con monjas procedentes del de San Juan de Cillaperlata, y monjes del de San Salvador de Loberuela.
Por escritura otorgada el 30 de junio de 1033 por el rey Sancho el Mayor de Navarra y su esposa Doña Mayor, el Monasterio pasó a depender únicamente de los monjes cluniacenses. Es a partir de este momento cuando mayor desarrollo e influencia adquiere, y llegan a estar bajo su jurisdicción más de setenta monasterios e iglesias repartidos geográficamente por el norte de la provincia de BurgosCantabria y el valle del Pisuerga palentino.
Un nuevo brote de florecimiento se produce cuando, a partir de 1506, se integra en la Congregación Benedictina de Valladolid. La invasión francesa primero y la desamortización de Mendizábal posterior son la causa de no pocas destrucciones y del abandono del cenobio por parte de la comunidad benedictina. El benedictino fray Ponce de León en el siglo XVI instauró en el monasterio la primera escuela de sordomudos del mundo.1 A partir de 1835su iglesia se convierte en parroquia de la localidad y las dependencias monacales no volverán a ser restauradas y ocupadas hasta 1880 en que fueron adquiridas por los jesuitas, instaurando el Colegio Máximo (facultades de teología y filosofía) de los Jesuítas en Oña que tenía la función de Colegio y Noviciado de la Compañía de Jesús, quienes permanecieron en ellas hasta 1967 en que proceden el 21 de diciembre a firmar su venta por 24 millones de pesetas a la Diputación Provincial de Burgos, que convierte el complejo monástico en hospital psiquiátrico y granja agrícola.2
En 2012 se celebra en el monasterio la decimoséptima exposición de Las Edades del Hombre bajo el título deMonacatus.

Descripción

De su época de esplendor nos quedan importantes restos arquitectónicos y ornamentales, así como una interesante y extensa documentación que, en la actualidad, está depositada en el Archivo Histórico Nacional.
Vista exterior de la iglesia del Monasterio de Oña.
El conjunto monástico estaba formado por una serie de edificios distintos, entre los que destacan la iglesia, comenzada a finales delsiglo XII con remodelaciones góticas del XV, al igual que la fachada, y el claustro conocido como "patio gótico".
Tras ascender la escalinata que da acceso a la Iglesia, nos saludan las estatuas sepulcrales del siglo XV, erigidas en recuerdo de algunos de los personajes que descansaron en el atrio de la Iglesia, y que, posteriormente, fueron trasladados a su interior. Después de la primera cancela, la fachada muestra restos de la original construcción románica, el pórtico y la ventana de la izquierda así lo atestiguan.
En el interior, se destacan las pinturas gótico-flamencas atribuidas a Fray Alonso de Zamora y, entre ellas, son apreciables diversas muestras heráldicas que se repetirán con profusión en el templo y que hacen alusión a los condes fundadores, Sancho Garcés III de NavarraSancho II de Castilla, así como un escudo único con las armas de los Reyes Católicos.
La puerta gótico-mudéjar es un excelente exponente de esta manifestación artística, y da paso al vestíbulo que acoge, en su piso superior, la sillería del coro alto.
La iglesia interiormente fue reconstruida en el siglo XV. Llama la atención sus dimensiones, 83 metros de longitud, 20 metros. de ancho, y 20 metros. de altura. Cuatro retablos barrocos flanquean la entrada.
Pórtico adornado con estatuas de reyes, ante el Monasterio de Oña.
Atravesando la verja destaca en el muro de la derecha un mural al fresco de pintura gótica, datada en los principios del siglo XIV, en el que se narra la vida de santa María Egipcíaca. En frente, en el lado del evangelio, la talla románica del Cristo de Santa Tigridia, del siglo XII, preludian los tesoros que la iglesia sigue encerrando.
Sobre el primitivo crucero románico se levantó, en el siglo XIII, el actual, coronado por una sencilla linterna. Del antiguo restan unos hermosos capiteles policromados. En este espacio se ubicó en el siglo XVIII el órgano, recientemente restaurado por la Junta de Castilla y León.
Frente al citado órgano podemos contemplar el retablo de la Inmaculada a la vez que restos del antiguo retablo mayor que presidió la iglesia hasta el siglo XVIII.
Seguidamente se entra en la inmensa capilla, auténtica joya de la iglesia, coronada por una atrevida bóveda estrellada de 400 m², construida por Fernando Díaz hacia 1460. En el siglo XVIII se abre en su frente un ábside con objeto de albergar el cuerpo de San Íñigo.
La sillería del coro de doble piso, tallada en nogal por Fray Pedro de Valladolid, es de estilo gótico, del siglo XV. A ambos lados, y del mismo autor, sobresale el panteón real y condal, bellísima obra gótico-mudéjar.
El retablo mayor es de estilo barroco, con un arco que da paso a la capilla de San Íñigo decorada con pinturas de Francisco Bayeu, cuñado de Goya.
La sacristía de estilo herreriano, s. XVIII, de grandes proporciones, guarda tesoros parroquiales entre los que destaca la escultura sepulcral del Obispo D. Pedro López de Mendoza, natural de Oña.
El claustro, obra de Simón de Colonia, fue construido en su piso bajo en el XVI, y en el siglo XVII el superior.
Completa el conjunto monumental la fachada renacentista barroca del Monasterio (s. XVII) adornada con las estatuas de condes y reyes fundadores así como heráldica de los cuatro reinos.

El Panteón Real y Condal del Monasterio de Oña

La iglesia y el claustro sirvieron de enterramiento a diversos personajes de la realeza y de la nobleza castellana, cuyos restos mortales descansan en la actualidad en dos conjuntos compuestos por arcas sepulcrales de madera de nogal ricamente talladas, cubiertas por baldaquinos del mismo material y factura. Los sepulcros, la cubierta, y los muros decorados con sargas hispano-flamencas, representan diferentes escenas de la Pasión y la Resurrección de Cristo, constituyendo una obra única en España. Argaiz atribuye la obra a la época de Fray Juan Manso, abad del Monasterio, que comenzó su mandato por los años de 1495. La bóveda de la capilla mayor, una estrella de ocho puntas de 1450, es obra de Fernando Díaz de Presencio, siguiendo las trazas de Juan de Colonia.
Frontal del sepulcro del reySancho II de Castilla. Monasterio de Oña.
Miembros de la realeza que recibieron sepultura en el Monasterio de Oña:
- En el lado del Evangelio, bajo un baldaquino:
- En el lado de la Epístola, bajo un baldaquino:
Otras versiones aseguran que el infante Enrique de Castilla y Molina, fue sepultado en el Monasterio de San Ildefonso de Toro, actualmente en estado ruinoso, que había sido fundado por su madre, la reina María de Molina,4 mientras que su hermano el infante Felipe de Castilla se le supone enterrado en el Monasterio de las Huelgas de Burgos, o en el Monasterio de las Dueñas de Santa Clara de Allariz, siendo éste último en el que el infante había dispuesto ser sepultado.5

Jurisdicción de Abadengo

El Monasterio de Benedictinos de San Salvador de Oña tuvo jurisdicción6 de abadengo sobre los siguientes lugares:
Pórtico adornado con estatuas de reyes de Castilla, ante el Monasterio de Oña.JPG

Claustro del Monasterio de Oña--2.JPG











El monasterio de Santa María la Real se encuentra en la localidad de Tórtoles de Esgueva, actual provincia de BurgosEspaña. Se localiza muy cerca del monasterio de San Pelayo de Cerrato (Palencia), a unos 30 km al norte de Peñafiel y pertenecía a la diócesis de Burgos.
Está situado en la parte alta de la localidad, junto a las copiosas fuentes que sirvieron para regar sus huertas.
El núcleo del edificio monacal, originario del siglo XII con sucesivas ampliaciones, está compuesto por iglesia,capilla de los fundadores y sala capitular situados en torno al claustro, que se conservan sin uso religioso, pues las monjas se trasladaron a Aranda de Duero no hace muchos años.
El recinto fue terminado de restaurar en 2008. Actualmente es propiedad particular, albergando una posada rural, una quesería artesanal y una residencia de la tercera edad.

Historia

La iglesia de Santa María de Tórtoles, situada a las afueras de esta localidad, fue dada por sus dueños, Melendo Armíldez y María su mujer en 1152 al monasterio de La Vid para que ese monasterio o el de San Pelayo de Cevico, pertenecientes a la Orden premonstratense, establecieran una pequeña comunidad; caso de no efectuarlo, la iglesia y sus posesiones volverían a poder de la familia de los donantes.
La iglesia de Tórtoles se cita con esa dependencia de La Vid en una bula de Alejandro III fechada en 1163. Después sabemos que Gonzalo Pérez de Torquemada y su mujer María Armíldez, nieta de Melendo Armíldez, firmaron un contrato con el abad de La Vid, don Domingo, muerto en 1186, en virtud del cual se establecería en dicha iglesia un priorato de la Orden, compuesto de un prior y seis canónigos, bajo la obediencia de dicho abad y sus sucesores.
No habiéndose fundado dicho priorato, o disuelto de allí a poco, el matrimonio concibió el proyecto de establecer un monasterio de monjas benedictinas, adquiriendo a este efecto la villa de Tórtoles, que pertenecía mancomunadamente a doña María Armíldez y sus hermanos, así como otras posesiones de la comarca. Trasladó a ella la comunidad de San Millán de Frandovinez, donde era abadesa una hermana de don Gonzalo Pérez de Torquemada, y desde 1194 a 1198 organizó definitavamente su establecimiento, construyendo los edificios monásticos y agrandando la iglesia románica, que aún subsiste.
Además de los bienes que ya tenía en Frandovinez, se dotó a la comunidad con el señorío de la villa de Tórtoles y diversas posesiones propias de doña María Armíldez o compradas por ella y su esposo.
Para liberarla del patronato de la familia, se consiguió que Alfonso VIII la recibiese bajo su autoridad y amparo; igualmente, en 1199, se obtuvieron de la Santa Sede labula de aprobación del monasterio, por las que quedaba bajo la protección y defensa del Papa, con todas las prerrogativas que esta protección llevaba consigo, y otras varias, las cuales conferían al monasterio una exención del obispo diocesano, a la sazón el de Burgos.
Alfonso VIII amplió su dotación en 1200 y 1207, otorgándole bienes en Ríofrancos y en la provincia de Toledo, aunque con usufructo de estos últimos por parte de don Gonzalo Pérez y su mujer doña María, que se titulaba señora de Tórtoles y su monasterio. Esta dama, después de enviudar hacia 1208, aunque tomó el hábito en él, acaso en condición de terciaria o viuda, vivía con frecuencia en Toledo, donde radicaba la parte principal de su patrimonio.
En Toledo la vemos hasta 1230, acaso hasta 1233; probablemente murió en dicha ciudad, pero sus restos mortales fueron trasladados a Tórtoles, donde descansan al lado de los de Gonzalo Pérez de Torquemada.

Descripción


Planta

De estilo románico, s. XII, su planta es rectangular de una sola nave, rematada por ábside semi-circular, con contrafuertes en la nave y ábside.
La nave (2) de dos tramos, cubierta con bóveda de cañón apuntado soportada por contrafuertes que alcanzan la cornisa, está rematada por arco de triunfo apuntado, que da paso a un presbiterio (3) de tramo recto con bóveda de sillería de cañón apuntado y ábside (4) pentagonal en el exterior con contrafuertes, semicircular en el interior y bóveda de horno reforzada por nervaduras.
El acceso al templo se realiza desde el interior del monasterio mediante un vano (1) en el pie de la nave. Existen también un pórtico (7) y un vano cegado (6) en la fachada norte.
La iluminación está resuelta mediante vanos apuntados y aspillados al exterior en cada paño del ábside y tres vanos rectangulares en el segundo tramo de la nave.
En el lado noroccidental se encuentra adosada una torre (8) de dos plantas.
El exterior fue realizado parte en sillería y parte en mampostería, utilizándose sillería de buena calidad en el interior.
Aprox. a la planta de la Iglesia de Santa María La Real.
Marcas de cantería.





Leyenda de la imagen
  1. Pórtico Oeste, acceso al templo.
  2. Nave.
  3. Presbiterio.
  4. Altar Mayor y Ábside.
  5. Capillas.
  6. Acceso norte; cegado.
  7. Pórtico Norte.
  8. Torre.
  9. Marcas de cantería.

Marcas de cantería

Se han identificado un total de 70 marcas de 32 tipos diferentes que se distribuyen de la siguiente forma.
Distribución de signos
UbicaciónTipo
ZonaTotal signosNormalEspecialIdeogramasInscripciónOtros
Ábside6224
Fachada norte88

IglesiaDeTórtolesDeEsguevaP1130243-P1130245.jpg











Monasterio de Santa María la Real de Vileña fue un monasterio fundado por la reina Urraca López de Haro, viuda del rey Fernando II de León, e incorporado a la Orden del Císter como abadía hija del monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas el 14 de abril de 1222.

Historia

El antiguo monasterio, que se encuentra en ruinas, estuvo ubicado en la villa de Vileña en La Burebaprovincia de Burgos. Para su fundación, se llevaron a cabo varios trueques de propiedades con los monjes del monasterio de San Salvador de Oñaa las que se sumaron compras realizadas por la reina Urraca así como donaciones. En 1190, el rey Alfonso VIII de Castillacedió a Urraca varias villas, incluyendo Vileña, La VidVillaprovedo en Palencia, heredades en Vesga y montes de Petralta. Aunque su fundación aún no se había formalizado, consta que el monasterio ya existía en 1207 cuando se confirmó una donación de la condesa Aldonza, madre de la reina Urraca, en presencia de las monjas del monasterio.1
En 1213, el conde Álvaro Núñez de Lara, que estaba casado con una sobrina de la reina llamada Urraca Díaz de Haro, entregó a la fundadora varias propiedades que había adquirido en La Bureba localizadas en Santa María Ribarredonda y en los montes de Petralata, así como un pozo de salmuera en Poza de la Sal, todo para la obra del monasterio.2 El 14 de abril de 1222, el monasterio quedó formalmente incorporado a la orden de Císter y sometido al monasterio de Las Huelgas en Burgos. En ese mismo día, se nombró a la primera abadesa, Elvira García, en presencia de los abades de los monasterios cistercienses de BujedoHerrera e Iranzu y el obispo Mauriciode Burgos así como los abades del monasterio de Oña y de Salas. En 1224, la reina viuda traspasó todo al rey Fernando III de Castilla quien, a su vez, lo reintegró a las monjas de Vileña y confirmó al monasterio todas las donaciones realizadas por su fundadora. Al mismo tiempo, el rey puso el monasterio bajo su protección y le concedió varios privilegios.3
Fresco del Juicio Final, principios del S. XIII
Las monjas del monasterio fueron, al principio, miembros de la nobleza comarcal, ya que las hijas de la más alta nobleza ingresaban en el monasterio de Las Huelgas en Burgos.1 Entre las familias más representativas se encontraban los Zúñiga, Torquemada, Medrano y los Rojas. Estos últimos convirtieron el monasterio en una especie de convento familiar, ya que fue regido y dotado casi exclusivamente por esta familia.4 Varios miembros de este linaje, tales como Sancho Sánchez de Rojas, su hijo Diego Sánchez de Rojas, así como varias monjas y abadesas eligieron sepultura en el monasterio. Una de las abadesas fue Elvira de Rojas Bonifaz (entre 1312 y 1335), nieta del celebre almirante Ramón Bonifaz.5
Alcanzó el monasterio su máximo esplendor en el siglo XVI. De esa época data el retablo de la Asunción obra dePedro López de Gámiz. Después de un incendio en mayo de 1970 que destruyó al monasterio, las monjas se trasladaron a un nuevo edificio en la localidad de Villarcayo.6 Ahí, en un museo dentro del convento de nueva construcción, se guardaron varios sepulcros, incluyendo el de la fundadora, de varios miembros de la familia Rojas y de algunas abadesas, así como ornamentos y esculturas. La mayoría de estas obras se exhiben en el Museo de Burgos así como en el Museo del Retablo en dicha ciudad ya que el monasterio en Villarcayo cerró sus puertas cuando se marcharon las tres últimas monjas que ahí residían.




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