martes, 18 de octubre de 2016

MAPAS CONCEPTUALES - LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
















Cementerio cercano a Vedún, lugar de una de las batallas más cruentas de la guerra.
Archivo de JEAN-PAUL GRANDMOT, en wikimedia commons con licencia CC.
Las consecuencias de la I Guerra Mundial fueron terribles. Entre los dos bandos se produjeron alrededor de 10 millones de fallecidos; aunque el porcentaje de bajas civiles no fue tan alto como lo sería en la II Guerra Mundial, sí que fue muy superior al registrado en anteriores guerras. La mayoría de los fallecidos fueron varones jóvenes. La ausencia de estos jóvenes durante el conflicto y la pérdida de muchos de ellos provocó el inicio de una de las grandes transformaciones sociales del siglo XX: el protagonismo de la mujer en el mercado laboral. La mujer comprobó que podía realizar las mismas tareas que los hombres y reivindicó un papel más importante fuera del ámbito del hogar. También marcó en gran medida el devenir de las décadas posteriores (al menos en algunos países) el regreso de los soldados que habían estado en el frente. A muchos de ellos les costó reintegrarse a su vida normal: tenían dificultades para volver a encontrar trabajo y sintieron que la sociedad no les reconocía su esfuerzo y sacrificio. Estos inadaptados y nostálgicos de la guerra fueron fácilmente atraídos por los movimientos fascistas (el fascismo italiano y el nazismo alemán) que surgirían en la década de los 20.
Las economías de los países más directamente implicados en la contienda sufrieron de forma muy acusada los efectos de la guerra. En Francia, Alemania, Gran Bretaña e Italia, el PIB cayó entre un 25% y un 35%. Además, los recursos para poder remontar eran escasos: muchas ciudades e infraestructuras habían quedado destruidas y era necesario reorientar las principales industrias, concentrada durante varios años en la producción de guerra. Al menos hasta la segunda mitad de la década de los 20, estos países no comenzaron a recuperarse económicamente. En cambio, aquellos países como Estados Unidos y Japón que no habían sufrido directamente los efectos de la contienda, se beneficiaron de ella: con sus estructuras productivas intactas pudieron aumentar su comercio acaparando aquellos mercados que dejaban sin abastecer las potencias europeas.

A la izquierda, mapa de Europa antes de la Primera Guerra Mundial. A la derecha, después de la guerra.
Imagen de historiadelmundocontemporaneo1bach
En el aspecto político, las consecuencias de la guerra marcaron el futuro de Europa. Se celebraron una serie de reuniones en París en las que los países vencedores firmaron diversos tratado de paz con los países vencidos. El más importante de ellos fue el Tratado de Versalles (1919), firmado con Alemania. Tras firmarlo, los alemanes sintieron que, después de ser derrotadas en el campo de batalla, fueron humillados en la paz. Y es que las condiciones que se les impusieron en Versalles fueron durísimas: su ejército quedó reducido al mínimo, pasando su flota de guerra a los vencedores; se desmilitarizó una amplia zona del Rhin que sería ocupada por Francia; y se les obligó a pagar unas enormes indemnizaciones de guerra. Con el resto de países que habían luchado junto a Alemania también se firmaron tratados de paz: Saint-Germain (con Austria), Trianon (Hungría), Neuilly (Bulgaria), Sèvres (Turquía).
Todos estos tratados y algunas otras consecuencias derivadas de la guerra provocaron la redefinición del mapa de Europa. Los cambios fueron tan importantes que desaparecieron los cuatro grandes imperios existentes antes de la guerra (Alemania, Rusia, Austro-Hungría y Turquía):
  • Alemania perdió amplias áreas de su territorio: por el oeste, Alsacia y Lorena volvieron a manos de los franceses; la zona de Eupen-Malmedy se entregó a Bélgica y la zona del Sarre quedó bajo administración de la Sociedad de Naciones. En el este, la zona de Prusia Oriental y el corredor de Dantzig pasaron a Polonia, mientras que en el norte una parte de la Alta Silesia fue para Dinamarca. Además, Alemania perdió sus posesiones en África y el Pacífico.
  • Rusia, por su parte, había perdido prácticamente toda la costa de Báltico tras la Paz de Brest-Litovsk, creándose en esta zona una serie de nuevos estados: Finlandia, Estonia, Letonia y Lituania, además de tener que ceder terreno a Polonia.
  • El Imperio Austro-Húngaro, la gran potencia que ocupaba casi todo Centroeuropa, quedó desintegrado. Viena, una de los centros neurálgicos de Europa hasta ese momento, pasó a ser únicamente la capital de un pequeño estado: Austria. El resto del vasto imperio dio lugar a otros nuevos países: Yugoslavia (la unión de los eslavos del sur, que hoy ya no existe), Hungría, Checoslovaquia y Polonia, que se restablecía como Estado (ya lo había sido en el siglo XVIII) a costa de territorios de Alemania, Rusia y el propio Imperio Austro-Húngaro. Algunas otras posesiones del Imperio Austro-Húngaro también se repartieron: Transilvania pasó a Rumanía e Italia se llevó parte del Tirol, y Trieste e Istria en la costa.
  • El Imperio Turco sólo conservó en Europa la ciudad de Estambul. Además, en Asia perdió sus posesiones en Irak, Palestina, Líbano y Siria.
Si quieres ver con detalle cómo se fueron produciendo todos estos cambios territoriales sobre un mapa, mira en este enlace que te lleva a un mapa dinámico. Sólo tienes que acercarte un poco a la zona de Europa, mirarlo en 1914 y e ir moviéndolo hasta 1919. Así podrás comprobar cómo afectaron todos estos cambios al mapa de Europa y alrededores.

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