Esculturas de Juan de Juni
El entierro de Cristo es una obra maestra del escultor de origen francés y afincado en Valladolid (comunidad autónoma de Castilla y León, España), Juan de Juni. Fue realizada entre 1541-1545. Es el primer grupo escultórico documentado que Juan de Juni hace para la ciudad de Valladolid, según se reseña en su primer testamento redactado en Salamanca.1 Fray Guevara le encargó el conjunto escultórico para colocarlo en el retablo de su capilla funeraria recién edificada en el desaparecido convento de San Francisco. Demolido en 1836, esa obra fue resguardada por el Estado.
Es pieza muy destacada del Museo Nacional Colegio de San Gregorio, en cuya colección se hallan otras obras valiosas de Juni. No se conserva la arquitectura del retablo donde estaba instalado el grupo.
Historia
Juan de Juni realizó esta obra entre 1541 y 1545 expresando en ella un efecto escenográfico muy logrado. El origen temático de sus figuras están en su tierra natal de la Borgoña francesa (nació en Joigny) donde abundaba esta representación de Cristo depositado en el sepulcro, y también en Italia, país que tanto influyó en el Renacimiento europeo y donde Juan de Juni pasó un periodo de formación artística. Allí conocería seguramente grupos semejantes, como el realizado por Niccolò dell'Arca en Bolonia. Pese a todo, el escultor demuestra originalidad y rasgos muy personales. Se encuentra custodiado, con la desamortización, en el Museo Nacional Colegio de San Gregorio.
Descripción de la obra
Isidoro Bosarte (viajero y escritor del finales del siglo XVIII) hizo un comentario de la obra:
[el retablo] consta de ocho columnas de dos cuerpos y entre las columnas del primero se contiene un sepulcro del Señor con las figuras de la V., San Juan, la Magdalena, Santa María Salomé y los Santos Varones, figuras todas mucho mayores que el tamaño natural […]
El conjunto está compuesto por siete figuras de tamaño mayor que el natural, independientes cada una salvo el grupo formado por la Virgen y San Juan. Todos los componentes están situados en una puesta en escena teatral y muy atractiva para el espectador. Cada personaje tiene su cometido y así lo demuestran en las actitudes y en los objetos que portan. El grupo está policromado con una gran calidad pictórica acorde con el gran valor escultórico que presenta.
En el centro se halla la figura de Cristo yacente, depositado en lo que será su ataúd. Los demás personajes proceden a su embalsamamiento. En la esquina de la izquierda y muy cerca del espectador, José de Arimatea muestra con gran patetismo una espina de la corona que se había quedado clavada en la cabeza de Cristo. En la esquina contraria está Nicodemo que parece dialogar con María Magdalena. Su mano izquierda reposa en una jarra y con la derecha sostiene un paño con el que se supone está limpiando el cuerpo del fallecido. Tras él y de pie está María Magdalena que se inclina con dolor y cariño hacia el cuerpo mientras sostiene en su mano izquierda el tarro con ungüentos. En el centro y detrás del yacente se encuentra el grupo de María y Juan; María se inclina entristecida hacia su hijo mientras Juan acude cariñoso a consolarla. Finalmente, y detrás de José de Arimatea puede verse de pie la figura de María Salomé que sujeta con su mano derecha un paño de limpieza y con la a Valladolid. Basados en la investigación de diversos archivos, , 1892-1901. Segunda edición facsímil: Valladolid, Ámbito, 1992, ISBN 84-86770-74-2
La Pietat es una obra de terracota policromada y madera del escultor Juan de Juni datada hacia el año 1537. Forma parte de la colección permanente del Museo Frederic Marès y es una de sus obras más destacada. Según La Guía del museo, es el único museo catalán donde se puede admirar permanentemente una obra de Juan de Juni. Este tema de la Piedad, fue recurrente en diversos relieves del autor.1
Descripción y análisis
Realizada en terracota, recoge el momento en que la Virgen María sostiene en los brazos el cuerpo de su hijo muerto. Se ha perdido la cruz, de madera al igual que la base, que completaba la representación.2
Es una composición muy dinámica en la que las fuerzas se disparan en todas las direcciones. La sinuosidad de la figura demuestra la habilidad del artista y su conocimiento de la teoría manierista de la contemplación desde múltiples puntos de vista. La Virgen -con gesto de imploración- está sentada en el suelo y hace un movimiento arqueado; avanza la pierna hacia delante mientras su brazo derecho se estira hacia atrás. El cuerpo de Cristo se adapta pesadamente en el regazo de María. Sus brazos y sus piernas caen inertes y la cabeza cuelga por detrás en un gesto patético. Madre e hijo transmiten un gran sentimiento trágico en los rostros. El reducido tamaño que tiene hace pensar que estaba destinada a un pequeño oratorio.2
Autor
Juan de Juni nació en Francia, probablemente Joigny, de ahí su nombre castellanizado, y se formó en Italia, donde conoció la escultura clásica y la obra de los grandes artistas del primer renacimiento. Fue allí, así mismo, donde aprendió a trabajar el barro, material dúctil que le permitía modelar sus figuras con un gran naturalismo. Desarrolló gran parte de su actividad entre León y Valladolid, y se le considera una de las figuras clave del Renacimiento hispánico.
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