El nacimiento de la dinastía y el Imperio Carolongio
En los albores del siglo VIII, el merovingio Regnum Francorum se encontraba en plena decadencia, dividido en tres partes (Austrasia, Neustria y Borgoña) y gobernado, de facto, por los mayordomos de palacio. Uno de ellos, Pipino, de Austrasia, destronó a Childerico III (743-751) y se coronó rey en Soissons, por aclamación popular. Pipino, hijo de Carlos Martel, buscó la base jurídica para ello en la figura del Papa Zacarías, obligado por las circunstancias a buscar un aliado fuerte frente al empuje de los lombardos en la península italiana. Con él nacía, así, una nueva dinastía que trataría de fortalecer su poder con el apoyo papal. A cambio, se iba a erigir en la protectora de la Iglesia romana.
En el plano político y militar, Pipino obtuvo importantes victorias contra los musulmanes y consiguió sofocar una sublevación en Aquitania, a la vez que creó los Estados Pontificios. A su muerte, en 768, dividió su reino entre sus dos hijos, Carlos y Carlomán.
Carlomagno
La muerte en 771 de este último permitió que Carlos, el futuro Carlomagno (771-814), reunificara nuevamente el reino, que constaba ya de Neustria, Austrasia, Aquitania, Borgoña y Provenza, y comenzara una larga campaña de expansión de sus fronteras. Para ello, emprendió sucesivas campañas militares: sometió a los lombardos y se nombró en 774 "Rex Francorum et Longobardorum", acabó en 796 con el reino de los ávaros, cristianizó tras treinta años de luchas a los sajones y frisones, pero se vio frenado por los musulmanes al otro lado de los Pirineos en su intento por llegar hasta el Ebro.
Tras dominar a los distintos pueblos, llevó las fronteras de su reino hasta el río Elba por el este y hasta la Marca Hispánica por el suroeste, y en la Navidad del año 800 se hizo coronar emperador de los romanos por el papa León III. Este hecho iba a conferir a la dinastía carolingia el papel de sucesora del Imperio Romano de Occidente y defensora efectiva del pueblo cristiano, relegando al Papa a meras funciones espirituales.
En el plano cultural, Carlomagno impulsó la recuperación del espíritu romano perdido en los siglos anteriores, mediante lo que se ha llamado "renacimiento carolingio": emprendió la construcción de grandes conjuntos monásticos y catedralicios que le servirían de base para la cristianización de los distintos pueblos sometidos, organizó territorialmente la administración religiosa y creó importantes scriptoria como difusores de esa revolución cultural.
Una de sus primeras medidas para todo ello fue la creación de una escritura común y homogénea en todo el Imperio, la minúscula carolina. Para conseguir todo esto, se rodeó de una serie de eruditos como Alcuino de York o Eguinardo.
Los sucesores de Carlomagno
A Carlomagno le sucedió su hijo Luis el Piadoso o en latín Ludovico Pio (814-840) que era ya rey de Aquitania y había conquistado Barcelona en 801, estableciendo el límite de la Marca Hispánica. Sin embargo, como emperador hizo bien poco por la expansión del Imperio; entusiasta de la cultura y profundamente religioso, entregó a la Iglesia el tesoro acumulado por su padre.
El movimiento artístico siguió floreciente gracias a algunos importantes centros culturales como Metz, Tours o Reims. Sin embargo, a finales de su reinado se encontró con el levantamiento de sus hijos mayores, Lotario, Pipino y Luis, entre quienes había repartido el Imperio y que se opusieron a la posterior inclusión de Carlos, el menor. Tras la muerte de Pipino, por el Tratado de Verdún (843) quedaba dividido finalmente entre los tres restantes: Lotario I recibió las tierras centrales (Lotaringia), Luis el Germánico la parte oriental y Carlos el Calvo se quedaba con el reino de los francos occidentales.
La disgregación del Imperio se vio acentuada en 855, con la muerte de Lotario, quien repartió el reino de Lotaringia entre sus hijos Carlos I, Lotario II y Luis II.
No obstante, los dos primeros duraron poco, con lo que Luis II pasaba a ser el nuevo heredero del reino de su padre en 869, a lo que se oponían sus tíos Luis el Germánico y Carlos el Calvo. Este último se hizo coronar rápidamente rey de la Lotaringia, pero al final se vio obligado a aceptar su división entre ambos por el Tratado de Meersen (870).
Durante estos últimos años, los restos del Imperio Carolingio se encontraron con un nuevo peligro, las incursiones vikingas que comenzaron a asolar sus tierras, pero en el campo cultural se alcanzó un nuevo florecimiento de las artes, impulsadas por el mecenazgo imperial, fundamentalmente de Carlos el Calvo.
Decadencia del Imperio Carolingio
Tras los nietos de Carlomagno, sus sucesores ya no fueron capaces de conservar la estabilidad imperial, y poco a poco se fue perdiendo la unidad política que se había conseguido con el mantenimiento de un férreo control en manos del emperador.
Las nuevas presiones externas obligaron a Carlos a reconocer, mediante la capitular de Quierzy (877) la posibilidad de que los grandes funcionarios carolingios pudieran transmitir sus derechos territoriales a sus hijos, de forma que iban a aparecer grandes principados de tipo hereditario que marcarían el nacimiento del feudalismo.
Pese a todo, los sucesores de la dinastía carolingia consiguieron mantenerse hasta el siglo X: en el bloque oriental, a la muerte de Luis el Niño en 911 fue elegido rey Conrado de Franconia y, tras él, Enrique I, fundador de la dinastía otoniana; mientras, en Occidente llegaron hasta 987, año en que fueron sustituidos por los Capetos.
Imperio Carolingio
El Imperio Carolingio fue el Imperio de Carlomagno o Carlos el Magno, el cual produjo un verdadero renacimiento de la época. Los elementos procedentes del Cristianismo, del mundo bárbaro y de la cultura greco-romana se entremezclaron para dar origen a nuestra actual cultura occidental.
Unos de los más importantes reinos germanos fue el reino franco, unificado por Clodoveo. Con él se inició el reinado de la dinastía merovingia, nombre dado en honor de su abuelo Meroveo.
Al morir Clodoveo, el año 511, el reino se dividió en cuatro: Neustria al oeste de Francia; Austrasia al este; Borgoña en el centro sur y Aquitania al sudoeste. Sin embargo, las luchas entre los merovingios llevaron, poco a poco, a que éstos perdieran prestigio y poder, por eso se les llamo los reyes holgazanes.
Ante la decadencia de los reyes, los nobles se convirtieron en los verdaderos detentores del poder. Ellos recibieron el título de mayordomos de palacio. A principios del siglo VII, los mayordomos de Austrasia, de la familia Heristal, obtuvieron supremacía.
A esta familia perteneció Carlos Martel, quien detuvo el avance de los árabes en la batalla de Poitiers (Francia, 732), y su hijo Pipino, el Breve, que destronó al último de los reyes merovingios el año 751, unió nuevamente el reino y se coronó rey de los francos. Entonces concluyó la dinastía de los merovingios y se inició la dinastía carolingia. Dentro de esta familia nació Carlomagno, el primer rey germano que intentó reconstruir el Imperio Romano de Occidente.
Unos de los más importantes reinos germanos fue el reino franco, unificado por Clodoveo. Con él se inició el reinado de la dinastía merovingia, nombre dado en honor de su abuelo Meroveo.
Al morir Clodoveo, el año 511, el reino se dividió en cuatro: Neustria al oeste de Francia; Austrasia al este; Borgoña en el centro sur y Aquitania al sudoeste. Sin embargo, las luchas entre los merovingios llevaron, poco a poco, a que éstos perdieran prestigio y poder, por eso se les llamo los reyes holgazanes.
Ante la decadencia de los reyes, los nobles se convirtieron en los verdaderos detentores del poder. Ellos recibieron el título de mayordomos de palacio. A principios del siglo VII, los mayordomos de Austrasia, de la familia Heristal, obtuvieron supremacía.
A esta familia perteneció Carlos Martel, quien detuvo el avance de los árabes en la batalla de Poitiers (Francia, 732), y su hijo Pipino, el Breve, que destronó al último de los reyes merovingios el año 751, unió nuevamente el reino y se coronó rey de los francos. Entonces concluyó la dinastía de los merovingios y se inició la dinastía carolingia. Dentro de esta familia nació Carlomagno, el primer rey germano que intentó reconstruir el Imperio Romano de Occidente.
El Rey Carlomagno
En el año 768, Pipino dividió su reino entre sus hijos Carlos y Carlomán. Sin embargo, tres años después, esté último murió y Carlos heredó la totalidad del reino.
El nuevo rey franco fue conocido como Carlomagno que significa Carlos el Grande y fue uno de los monarcas de mayor prestigio de la Europa medieval.
El nuevo rey franco fue conocido como Carlomagno que significa Carlos el Grande y fue uno de los monarcas de mayor prestigio de la Europa medieval.
El renacimiento del Imperio Romano
Al llegar al trono, Carlomagno se propuso restaurar la unidad política del Imperio Romano y consolidar el cristianismo en Europa. Para lograrlo, sometió a los sajones (772-804), que habitaban en el norte de Alemania, hasta convertirlos al cristianismo.
Al mismo tiempo, y luego de mucho batallar, exterminó a los ávaros, pueblo de origen mongol que amenazaba la zona de Baviera, Alemania.
Paralelamente, por le sur, Carlomagno se apoderó del reino de los lombardos en Italian (774 d.C.), pues éstos hostilizaban al Papa, y llegó a cruzar los Pirineos, penetrando con poco éxito en la España musulmana (778). En esta región ocupó un pequeño territorio al norte, en el que estableció una provincia fronteriza: la Marca hispánica.
Con estas conquistas, Carlomagno creó un amplio imperio que se extendía desde el Atlántico al río Elba y desde el mar Báltico a España e Italia. Entonces, el Papa León III lo coronó emperador en la Navidad del año 800. De esta manera nació el Imperio Carolingio y Carlomagno se convirtió en le brazo armado de la Iglesia.
Al mismo tiempo, y luego de mucho batallar, exterminó a los ávaros, pueblo de origen mongol que amenazaba la zona de Baviera, Alemania.
Paralelamente, por le sur, Carlomagno se apoderó del reino de los lombardos en Italian (774 d.C.), pues éstos hostilizaban al Papa, y llegó a cruzar los Pirineos, penetrando con poco éxito en la España musulmana (778). En esta región ocupó un pequeño territorio al norte, en el que estableció una provincia fronteriza: la Marca hispánica.
Con estas conquistas, Carlomagno creó un amplio imperio que se extendía desde el Atlántico al río Elba y desde el mar Báltico a España e Italia. Entonces, el Papa León III lo coronó emperador en la Navidad del año 800. De esta manera nació el Imperio Carolingio y Carlomagno se convirtió en le brazo armado de la Iglesia.
La autoridad del Emperador
El Imperio Carolingio se sintió profundamente romano y cristiano, pero su modelo de organización fue germano. Carlomagno gobernó su imperio de manera absoluta, al estilo de los emperadores romanos. Sin embargo los hombres libres de su imperio se reunían dos veces al año, al modo germano, en una asamblea que aprobaba las leyes llamadas capitulares.
Carlomagno, como otros reyes germanos, vivió en sus dominios campestres, aunque a menudo residió en la ciudad de Aquisgrán, que es considerada, por eso, la capital de su Imperio.
En Aquisgrán, Carlomagno contaba con un grupo de funcionarios que lo ayudaban en sus tareas, como por ejemplo, el canciller, que era su secretario, y el chambelán, que se encargaba de todo lo concerniente al servicio personal del gobernante.
La administración territorial se ordenó en provincias o condados en los cuales se desarrolló principalmente la agricultura, al frente de los cuales hubo un conde, con poder civil y militar sobre su comarca. Las provincias fronterizas, llamadas marcas, resguardaban el imperio de los invasores y estaban gobernadas por los marqueses.
Tanto éstos como los condes estaban vigilados por los missi dominici – un laico y un sacerdote – que en sus visitas a las provincias velaban por el cumplimiento de las órdenes del emperador.
Carlomagno, como otros reyes germanos, vivió en sus dominios campestres, aunque a menudo residió en la ciudad de Aquisgrán, que es considerada, por eso, la capital de su Imperio.
En Aquisgrán, Carlomagno contaba con un grupo de funcionarios que lo ayudaban en sus tareas, como por ejemplo, el canciller, que era su secretario, y el chambelán, que se encargaba de todo lo concerniente al servicio personal del gobernante.
La administración territorial se ordenó en provincias o condados en los cuales se desarrolló principalmente la agricultura, al frente de los cuales hubo un conde, con poder civil y militar sobre su comarca. Las provincias fronterizas, llamadas marcas, resguardaban el imperio de los invasores y estaban gobernadas por los marqueses.
Tanto éstos como los condes estaban vigilados por los missi dominici – un laico y un sacerdote – que en sus visitas a las provincias velaban por el cumplimiento de las órdenes del emperador.
El renacimiento Carolingio
Otros elementos de la dominación política de Carlomagno fue la cultura. En esos tiempos era difícil encontrar a alguien que supiera leer y escribir: el propio Carlomagno era analfabeto.
Por esta razón, el emperador impulsó la apertura de escuelas para la formación de funcionarios públicos y religiosos. Una de ellas fue la famosa Escuela Palatina, que funcionaba en Aquisgrán y que se destinó a la instrucción de los futuros funcionarios del estado.
También se fundaron escuelas en las iglesias y en los monasterios, que llegaron a conformar importantes bibliotecas, en las cuales el mundo occidental conservó una gran parte de la tradición cultural latina.
A fin de impulsar este movimiento de renacimiento cultural, Carlomagno se rodeó de figuras de relieve, como el inglés Alcuino de York y el francés Eginardo, que escribió su biografía. También se preocupó por las artes: mando construir numerosas iglesias que imitaron el estilo romano y bizantino como, por ejemplo, la capilla del palacio de Aquisgrán.
El denominado renacimiento carolingio produjo una serie de obras que forjaron el fundamento cultural de la Edad Media. Sin embargo, a pesar de su importancia, este renacimiento solo afectó a un número muy limitado de personas: a los nobles y al clero.
Por esta razón, el emperador impulsó la apertura de escuelas para la formación de funcionarios públicos y religiosos. Una de ellas fue la famosa Escuela Palatina, que funcionaba en Aquisgrán y que se destinó a la instrucción de los futuros funcionarios del estado.
También se fundaron escuelas en las iglesias y en los monasterios, que llegaron a conformar importantes bibliotecas, en las cuales el mundo occidental conservó una gran parte de la tradición cultural latina.
A fin de impulsar este movimiento de renacimiento cultural, Carlomagno se rodeó de figuras de relieve, como el inglés Alcuino de York y el francés Eginardo, que escribió su biografía. También se preocupó por las artes: mando construir numerosas iglesias que imitaron el estilo romano y bizantino como, por ejemplo, la capilla del palacio de Aquisgrán.
El denominado renacimiento carolingio produjo una serie de obras que forjaron el fundamento cultural de la Edad Media. Sin embargo, a pesar de su importancia, este renacimiento solo afectó a un número muy limitado de personas: a los nobles y al clero.
La Escuela Palatina de Aquisgrán
Para llevar a cabo su empresa cultural, Carlomagno reunió en la Escuela Palatina de Aquisgrán a los hombres más sabios de la época: el historiador y teólogo anglosajón Alcuino, el poeta español Teodulfo, los historiadores Eginardo y Pedro Diácono y el teólogo Rabano Mauro. Estos hombres no pensaban en componer grandes obras, sino en rescatar las obras de la antigüedad. Por eso se esforzaron, en primer lugar, por rescatar la pureza del idioma latino escribiendo gramáticas. Además, ellos enseñaron las llamadas artes liberales formadas por Trivium (gramática, retórica y dialéctica) y el Quadrivium (aritmética, geometría, música y astronomía). Estas disciplinas se convirtieron en la base de todo el saber medieval.
La desintegración del Imperio Carolingio
Tras la muerte de Carlomagno en el año 814, el poder del emperador disminuyó de manera repentina: la creciente independencia de los nobles, la gran extensión de los territorios, la dificultad de las comunicaciones y las particularidades regionales atentaron contra la estabilidad del Imperio Carolingio.
Los condes y marqueses convirtieron sus cargos en hereditarios y buscaron desligarse de los monarcas. Por eso, el hijo de Carlomagno, Ludovico Pío, reinó en medio de violentos conflictos con la nobleza.
Los condes y marqueses convirtieron sus cargos en hereditarios y buscaron desligarse de los monarcas. Por eso, el hijo de Carlomagno, Ludovico Pío, reinó en medio de violentos conflictos con la nobleza.
Tratado de Verdum
A la muerte de Ludovico, sus tres hijos, Lotario, Luis el Germánico y Carlos el Calvo se repartieron el territorio en el Tratato de Verdún (843). A través de este pacto el imperio se fragmentó en tres reinos:
- Carlos el Calvo recibió la Francia occidental que corresponde, aproximadamente, a la actual Francia.
- Luis el Germánico obtuvo Francia oriental o Germania equivalente a la Alemania actual.
- Lotario adquirió el título de emperador y los territorios situados entre los de hermanos, que se conocieron como Lotaringia: los Países Bajos, Alsacia, Suiza e Italia.
Este tratado ratificó la progresiva desintegración del imperio soñado por Carlomagno. Además, una serie de episodios contribuyeron a acelerar la decadencia del imperio: las invasiones de pueblos bárbaros, normandos, sarracenos y húngaros. Estos episodios, sumados al creciente poder de la nobleza, acarrearon el debilitamiento de la monarquía, más notorio durante el siglo XI.
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