jueves, 17 de noviembre de 2016

Poemas por autor

salvador díaz mirón
LA CANCION DEL PAJE
Tan abierta de brazos como de piernas,
Tocas el harpa y ludes madera y oro.
Dejo al mueble la plaza por el decoro,
Y contemplo caricias a hurgarme tiernas.

A tu ardor me figuras y subalternas
En la intención del alma que bien exploro,
Y en el roce del cuerpo con el sonoro
Y opulento artefacto que mal gobiernas.

Y tanto me convidas, que ya me infiernas;
Y refrenado y mudo finjo que ignoro,
Para que si hay ultraje no lo disciernas.

Por fiel a un noble amigo pierdo un tesoro...
Tan abierta de brazos como de piernas,
Tocas el harpa y ludes madera y oro.

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AVERNUS
El recio astur, que se reputa
Claro y puro y tenaz como un diamante;
Y ella una montañesa, -diminuta
Como todo primor-, suelta y picante.

Y en una quiebra, convertida en huerto,
Habitan, por azares, un casucho,
Con un mozo andaluz, guapo, despierto,
Y en corromper a las labriegas ducho.

El marido es feliz. Tiene por Norte
El propio ensueño en la fortuna extraña:
Conservar el amor de la consorte,
Y con él y un caudal volver a España.

¡Oh ilusión, rica y tenue como un halo!
Eres gracia y piedad y no ironía.
El dios propicio, que sucumbe al malo,
Te insufla, porque brega todavía!

¡Espantoso el temblor, que de improviso
cambia el curso a las linfas, y despeña
la roca y el alud, y agrieta el piso,
y torna el pobre hogar montón de leña!

El campesino acude; y en acento
Que al mismo pedernal abriera estría,
Arroja como un dardo el firmamento
Un nombre de mujer: el de María.

¡Luto y desolación! ¡Ruina y tortura!
-El mísero patán busca y remueve;
y, tras larga faena, se figura
que percibe un albor como de nieve.

Escombra con afán y se aproxima...
¡Y ve dos cuerpos cual de mate y yeso,
desnudos, enlazados, uno encima
del otro, muertos en la flor del beso!

El Poniente descoge su escarlata;
Y, como signos de crudeza y lloro,
Selene muestra su segur de plata
Y Véspero su lágrima de oro.

* * *
¡Desdichado Ginés! Odia la vida,
y arma la diestra con agudo acero...
¿En dónde los despojos del suicida
En sepulcro sin cruz y sin letrero.

En fosa que la grama disimula,
Al pie de un árbol que resulta emblema,
Pues parece un dolor que gesticula
En una contorsión brusca y suprema.

Del zafio, cuya forma ya no existe,
El espíritu aun es; - y con sus celos,
Igualmente inexhaustos, vaga triste
Y colérico y solo por los cielos.

Y con voz de retumbo de caverna
Lanza en la sombra, pavoroso grito:
"¡Maldición para el alma, por eterna,
¡ay! Porque su tormento es infinito!"

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PAQUITO
Cubierto de jiras,
Al ábrego hirsutas
Al par que las mechas
Crecidas y rubias,
El pobre chiquillo
Se postra en la tumba:
Y en voz de sollozos
Revienta y murmura:
"Mamá, soy Paquito;
No haré travesuras."

Y un cielo impasible
Despliega su curva.

"¡Que bien que me acuerdo!
La tarde de lluvia;
Las velas grandotas
Que olían a curas;
Y tú en aquel catre
Tan tiesa, tan muda,
Tan fría, tan seria,
Así tan rechula!
"Mamá, soy Paquito;
No haré travesuras."

Y un cielo impasible
Despliega su curva.

"Buscando comida,
revuelvo basura.
Si pido limosna,
La gente me insulta,
Me agarra la oreja,
Me dice granuja,
Y escapo con miedo
De que haya denuncia.
"Mamá, soy Paquito;
No haré travesuras."

Y un cielo impasible
Despliega su curva.

"Los otros muchachos
se ríen, se burlan,
se meten conmigo,
y a poco me acusan
de pleito al gendarme
que viene a la bulla;
y todo, porque ando
con tiras y sucias.
"Mamá, soy Paquito;
No haré travesuras."

Y un cielo impasible
Despliega su curva.

"Me acuesto en rincones
solito y a obscuras.
De noche, ya sabes,
Los ruidos me asustan.
Los perros divisan
Espantos y aúllan.
Las ratas me muerden,
Las piedras me punzan...
"Mamá, soy Paquito;
No haré travesuras."

Y un cielo impasible
Despliega su curva.

"Papá no me quiere.
Está donde juzga
Y riñe a los hombres
Que tienen la culpa.
Si voy a buscarlo,
Él bota la pluma,
Se pone muy bravo,
Me ofrece una tunda.
"Mamá, soy Paquito;
No haré travesuras."

Y un cielo impasible
Despliega su curva.

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BEATUS ILLE...

¡Oh paz agreste! ¡Cuánto
a quien se acoge a ti brindas provecho!
¡Con qué divino encanto
llenas de olvido el pecho
¡ay! A torturas y a furores hecho!

De la cándida oveja
Que a sombra trisca en hondonada bruna,
O la cabra bermeja
Que asoma en alta duna
Su hocico rojo de carmín de tuna,

Ubre sana y henchida
Regala el apetito, aquí no escaso,
Con leche que, bebida,
Vale a dormir al raso
Y deja untado y azuloso el vaso.

¡Mesa digna de un justo
¡Oh Gay! La tuya, que de carne y vino
te guarda exento el gusto,
y no a perder el tino
es ocasión, ni a víctimas destino!

Égloga virgiliana
Abre y radica en tu heredad el seno,
Y de tu boca mana
En trasunto sereno
Y con almíbar oloroso a heno.

Antigua prez no humilla
Claro vestigio a torpe muchedumbre:
Él en tu ingenio brilla,
Como postrera lumbre
De occiduo sol, en levantada cumbre.

¡Plácidos los que orean
mi frente, que a baldón opone orgullo,
hálitos que menean
las frondas con murmullo
grato al reposo, cual materno arrullo!

Mas no Favonio engríe
El délfico laurel. Zozobras calma,
Y susurrando ríe
De la ceñida palma,
Con un desprecio que perfuma el alma!

¡Oh paz agreste! ¡Cuánto
a quien se acoge a ti brindas provecho!
¡Con que divino encanto
llenas de olvido el pecho
¡ay! A torturas y a furores hecho!

A la culta o salvaje
Corriente del vivir marcas y ahondas
Recto y seguro encaje,
Que por arenas blondas
Al mar la lleva en sosegadas ondas.

Sobre anónima huesa
Árbol piadoso y tétrico derrumba
"guirnalda que le pesa",
pompa que treme y zumba
y caricia y plañido es a la tumba.

La madre tierra es leve
Al cadáver que allí se desmorona,
Que sólo a un sauce debe,
En los palmos que abona,
Copioso llanto y liberal corona.

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PINCELADAS
I
Pardas o grises, donde no musgosas,
Tres tapias; y cuadrando el vergelillo,
Reja oculta en verdor florido en rosas,
Que son como de un ámbar amarillo.

Césped. Un pozo con brocal de piedra,
Lirios, Nardos, Jazmines, Heliotropos.
Un copudo laurel que al sesgo medra,
Con telarañas como grandes gropos.

Un firmamento rubio. Vésper brilla,
A manera de lágrima que brota
Y que creciente único se orilla
Para efundir o evaporar su gota.

Bien lejos, y en un arco de horizonte,
Rica y negral vegetación abunda;
Y descediendo los pliegues de tal monte,
Y en símbolo de tierra tan fecunda,

Volcán enhiesto y cónico alardea,
Como en robusta madre teta erguida
Que se vierte de tímida y albea
¡Medio empapada en su licor de vida!

II

Como tenue labor, hecha con vaga
Nieve ideal por manos de chicuelos,
Y que lenta fusión merma y estraga
En la sublime curva de los cielos.

Un trasunto se borra en una nube:
El de un ángel monstruoso por deforme.
Gloria. Silencio. Paz. La Luna sube
Del término del mar, flave y enorme.

Asciende y disminuye y palidece;
Y en el cerco irisado que la enviste
Como de sacra majestad, parece
La cabeza de un dios enfermo y triste.

Y su místico imán turba la calma
Y prende un ala torpe al grave anhelo,
Y suscita en el ponto y en el alma
Ciego y estéril ímpetu de vuelo.

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A UNA ARAUCARIA
¡Bien hayas, himno verde, que sublimas
en estrelladas y soberbias rimas
triunfante numen, y a cantar animas!

En la punta prolífica y derecha
De tu plumada y elegante flecha,
Mirlo garrulador plañe una endecha

Y abro el ala parnáside, y al crudo
Viento del agrio Cofre la sacudo,
Y con bárbara trova te saludo.

Corvas uñas, que amagan como en rabos
De incógnitos a mí reptiles bravos,
Echas por hojas en alternos cabos.

Y si la llama del rencor me ciñe
Corazón y laúd, la nota riñe
Y el verso es garra que la sangre tiñe.

¡Cuán peregrina con tus frondas nuevas!
Imán y encanto a las miradas pruebas
En las guirnaldas que a las nubes llevas.

Extraño soy también, y más atraigo
Con prez que ostento y con baldón que raigo,
Y de mayor encumbramiento caigo.

A mirífica lumbre te abandonas
E iridiscentes lágrimas temblonas
Adiamantan y emperlan tus coronas.

Y ardo en estro de amor, y no hay rocío
Como el que cubre las que a Dios envío
Ansias de que me cure el ángel mío.

¡En ti mi nombre que grabé se mezca!
¡Tal vez lo guardarás de que perezca!
¡Sólo así podrá ser que dure y crezca!

Xalapa. Septiembre de 1896.

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UN JORNALERO
Lírica gracia exorna y ennoblece
¡oh proletario! Tu mansión mezquina:
el tiesto con la planta que florece,
la jaula con el pájaro que trina.

Sospechoso el tugurio no parece,
Cuando hay en él, como señal divina,
El tiesto con la planta que florece,
La jaula con el pájaro que trina.

¡Lúgubre la morada que guarece
miseria que no luce, por mohína,
el tiesto con la planta que florece,
la jaula con el pájaro que trina.!

¡Siniestro el pobre que de hogar carece,
o a su triste refugio no destina
el tiesto con la planta que florece,
la jaula con el pájaro que trina.!

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¡AUDACIA!
Basta de timidez. La gloria esquiva
Al que por miedo elude la pelea
Y con suspiros lánguidos rastrea,
Acogido a la sombra de la oliva.

Sólo una tempestad brusca y altiva
Encumbra la pasión y la marea,
¡Y en empinados vórtices pasea
El abismo de abajo en el de arriba!

¡Oh rebelde¡ ¡Conquista la presea;
goza de la hermosura inebriativa
y horror a los demás tu dicha sea!

Arrostra por la gracia la diatriba,
¡Y en empinados vórtices pasea
El abismo de abajo en el de arriba!

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A LA SEÑORITA SOFIA MARTINEZ
Traigo por la cadena un bello tigre hircano
Que a tu neurosis, harta de júbilos de miel,
Inspira un acre gusto: el de pasar la mano
Por la incitante felpa de la vistosa piel.

Felino que figura el estro a que sonríes,
El numen que me alienta, gallardo y fiero al par
Y que gruñendo lame tus breves borceguíes,
Cual por el flujo a veces en la ribera el mar!
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A LA SEÑORITA JULIA ZARATE
En la Venus de Médicis el arte
Previó cuanto hay en ti, menos la túnica.
Irreprochable desnudez imparte
Al mármol gracia vencedora y única.

No te des al acaso. Dios no envía
La suprema beldad a cualquier gusto.
¡La manda para ser en la porfía
botín al fuerte y galardón al justo!

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IN HOC SIGNO...(Canción para mi hija Rosa.)

Cautivo un gorrión estaba,
Y de un astro se prendó;
Y en su música decía:
"Llegue a ti mi dulce voz."

Por azar, o por astucia,
El pajarillo escapó;
Y al cielo se fue trinando
"Alas tengo y libre soy."

Y el ave a la rica estrella
Pudo subir, y cantó:
"Ni cadenas ni distancias
vedan triunfos al amor."

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ENTRE DOS LENTES(En un establecimiento fotográfico)

Bruno el sombrero que a lucir campea
Con alto moño y superior plumaje.
Faz que vela su olímpico linaje
Y que de negro el tul raya y puntea.

Azabache tejido el noble traje;
Y al cuello en un listón rica presea:
Adamantino aljófar que chispea
En dos aros que intrincan maridaje.

Al pecho y relumbrando en el ropaje,
Áurica soga. La beldad ladea
El torso; mas no elude mi espionaje.

Y con gesto hermosísimo florea
Faz que vela su olímpico linaje
¡Y que de negro el tul raya y puntea!

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ÓPALO
A la vieja necrópolis me arrimo;
y en el tumulto del desborde rimo
la postrera canción,
no conforme a la Lógica y al Arte,
sino según el verso brinca y parte
¡del mismo corazón!

Así surgida de la oculta vena
el agua pura se levanta y suena
en curva de cristal;
y al extremar la iridiscente ojiva,
toca en tierra y se alarga fugitiva,
¡caprichosa y triunfal!

¡Cuál voy! El hombre labra su fortuna,
como el río su cauce; mas la cuna
y el medio siempre son
árbitros ¡Ay! Para las dos corrientes,
pues que dan a las linfas y a las gentes
¡impulso y dirección!

Si resulté raudal turbio de cieno
y espumante de cólera en un trueno,
en un fragor de alud,
la margen verdeció, y un espejismo
puso en mí, como prez, el otro abismo:
¡el de la excelsitud!

Entro. ¡-Hierbas y nichos y pendientes:
ponto con arrecifes rompientes-!
Alzo del polvo un lar:
un caracol cuyo tortuoso hueco
reproduce al oído, como un eco,
¡el murmullo del mar!

Ando en maleza vil donde no hay ruta;
y el temor a una víbora me inmuta,
cuando aventuro el pie.
-Una virtud suprema y exquisita
baja del firmamento y precipita
¡la zozobra en la fe!

Lleno de la esperanza de la gloria,
y arrostrando la inquina, y en la escoria,
fuelvo al éter la faz,
miro esplender la eternidad del cielo,
y reporto a mis lágrimas consuelo
¡y a mis enconos paz!

Mi espíritu de bronce con acíbar
se torna cera que desprende almíbar.
D'Annunzio dice bien:
la sazón lleva plácido atributo,
y dulcifica el alma, como el fruto,
¡aunque mina el sostén!

Con los jaspes del ónix mexicano
la tarde brilla en el inmenso vano,
en la veste de Ormuz;
y el pobre y aflictivo cementerio
refleja en su abandono y su misterio
¡la policroma luz!

Un adiós, hecho turba de colores,
como el de triste madre suelto en flores
a muerto chiquitín,
radia en el dombo, que prepara luto
y luminaria, por el sol hirsuto
¡que cayó en el confín!

Al rincón venerable llego al cabo.
Hurgo la herida con el propio clavo,
memoro trance cruel;
y ante un espectro gemebundo y bronco,
reclino intenso afán en firme tronco
¡de cercano laurel!

Trepadora vivaz orna la tumba,
que el estrago del tiempo se derrumba,
exenta de inscripción;
y en la cruz una ráfaga menea
follaje que parece que chorrea
¡lastimero festón!

Laúd solemne, sensitivo y pulcro,
enmudeció a la orilla del sepulcro
que atesta olvido tal...
a ti mi libro fiel ¡Oh poesía,
honrada solamente por la mía
y la de un vegetal!

Y a vos dama gentil, soberbia y dura,
que guardáis en desdén y en hermosura
¡un cadáver de amor!
planto y riego distinta enredadera
para que gane cumbre más severa
¡ídolo superior!

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