miércoles, 17 de mayo de 2017

Estilos arquitectónicos medievales


Elementos de arquitectura gótica


El abocinamiento es un modo de configurar una portada que consiste en el ensanchamiento de una puerta o ventana hacia el lado exterior de la pared en forma de trompeta o bocina.1
El efecto visual que se consigue es el agrandamiento del vano. Con esta configuración se consigue una impresión en el visitante que le invita a entrar. Esta estructura aumenta la cantidad de luz que entra al interior del edificio. Es propia del románico y del gótico.


ABOCINADO: Dícese de cualquier vano cuya anchura aumenta o disminuye progresivamente. Son característicos del Románico, principalmente, aunque también los encontramos en las portadas góticas, entre los siglos XI y XV, como podemos apreciar en el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela, del siglo XI, o en el Pórtico occidental de la Catedral de León, del siglo XIII.
          

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Un arco arbotante o simplemente arbotante (del francés arc-boutant, literalmente arco que transmite),1 es un elemento estructural exterior con forma de medio arco que recoge la presión en el arranque de la bóveda y la transmite a un contrafuerte, o estribo, adosado al muro de una nave lateral. Es un elemento constructivo distintivo de la arquitectura gótica, junto con el arco apuntado y la bóveda de crucería.
Como arco exterior de descarga suele estar en posición inclinada; es, por tanto, un arco rampante o arco por tranquil, ya que tiene los arranques a distinta altura. El arbotante forma parte de la estructura gótica, pero sólo se aprecia desde el exterior. La parte inferior se apoya en un estribo, contrafuerte, o botarel; y la parte superior sirve de sostén, generalmente, a una bóveda de crucería. Un pináculo corona el estribo, decorándolo, siendo denominado aguja cuando es muy elevado. Y hace fuerza, entonces sujeta más la estructura.
Se utilizó por primera vez en 1180 en la construcción de la nave central de Nuestra Señora de París, para reforzar su bóveda de ojivas. Mediante este sistema se consiguió transmitir las presiones desde el arranque de las bóvedas altas hasta los contrafuertes del exterior, permitiendo abrir mayores vanos en los muros de la nave central. Con el arco apuntado, gracias a su verticalidad, se consiguió elevar la altura del edificio.
Este sistema sustituyó a los estribos utilizados en el románico para contrarrestar los empujes laterales de la bóveda. Al liberarse el muro de la función de contrafuerte, se pudieron hacer más altos y esbeltos, propiciando la entrada de luz a través de los vitrales. Más tarde y con el fin de evitar el desplazamiento de los contrafuertes por el empuje de los arbotantes y, a su vez, contribuir al efecto ascendente de la arquitectura gótica, se les coronó con un pináculo o pilar terminado en forma apiramidada en su parte superior. El arbotante también se utiliza para conducir al exterior el agua de lluvia de las cubiertas, adornándose estos desagües habitualmente con figuras grotescas, las cuales reciben el nombre de gárgolas.

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