Efrén (o Efraín) de Siria, también conocido como Efraín de Nísibe o Nisibi, (Nísibis, 306-Edesa, 373) fue un diácono, escritor, músico, santo, Padre de la Iglesia y Doctor de la Iglesia(proclamado por Benedicto XV en 1920) sirio del siglo IV. Ya en su tiempo fue conocido como «el Místico», con el apelativo de «El arpa del Espíritu».
San Efrén | ||
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Icono medieval de Efrén de Siria
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Padre de la Iglesia | ||
Proclamado Doctor de la Iglesia en el año 1920 por el papa Benedicto XV | ||
Nacimiento | ca. 306 Nisibis | |
Fallecimiento | 9 de junio, 373 Edesa | |
Venerado en | Toda la Cristiandad | |
Festividad | 9 de junio | |
Patronazgo | Directores espirituales y líderes espirituales | |
Nació en Nísibis, la actual Nusaybin en Turquía, entonces en la provincia romana de Mesopotamia, en 306 ca.1 Desde joven quedó marcado por la vida intolerante de su padre, que era un tenaz pagano. Efrén, hostigado por su padre por haber abrazado el cristianismo, huyó de casa para evitar malos tratos y acudió a su obispo, quien lo acogió. El obispo Jacobo de Nísibe logró su plena formación y conversión (324). Más tarde, Jacobo lo ordenó diácono y, a pesar de la su insistencia para ordenarse como presbítero, Efrén siempre renunció porque no se veía digno.
Fundó una escuela de teología en Nesaybin que se distinguió por su alto grado de preparación y por el esplendor de sus alumnos. Cuando la escuela estaba en su apogeo, llegó una invasión persa y los sasánidas se apoderaron de su región natal. Efrén cruzó la frontera y fundó la escuela en Edesa dentro del Imperio romano. Aquí se convirtió en el gran defensor de la doctrina cristológica y trinitaria en la Iglesia siria de Antioquía. Escribió mucho: hizo el comentario de toda la Biblia, compuso poemas que sustituyeron a los cantos empleados en las fiestas populares de los paganos. La Iglesia antioquena se unió a él, y sus himnos fueron el inicio de la práctica del canto en la liturgia cristiana.
Es uno de los poetas más grandes en lengua siria. Vivía con absoluta austeridad.1
San Efrén en Astorga[editar]
No se debe confundir al personaje real con la leyenda surgida a principios del s. xvii que le menciona como primer obispo de Astorga: por estas fechas el padre Jerónimo Román de la Higuera compuso un falso Chronicónatribuido falazmente a Flavio Lucio Dextro en el que señalaba a Efrén como obispo de Astorga en el siglo i;2 dando crédito a éste, varios escritores34567 y religiosos astorganos8 contemporáneos contribuyeron sin saberlo a difundir la mentira, y aunque posteriormente quedó demostrada la falsedad del episodio e identificado su origen,910 todavía hubo autores que lo repitieron hasta bien entrado el s. xix.
San EfrénEl texto griego que lleva en la mano lee: "Hermano, camina por el camino estrecho y sálvate." Kontoglou, Photios Monsasterio de la Transfiguración, Brookline, MA, EEUU |
San Efrén de Siria, Diácono
Efrén: "fructífero" (que da mucho fruto)
Fiesta: 9 de junio
(306-373)
Diácono, Doctor de la Iglesia, escritor eclesiástico. Llamado "el arpa del Espíritu Santo".
Efrén: "fructífero" (que da mucho fruto)
Fiesta: 9 de junio
(306-373)
Diácono, Doctor de la Iglesia, escritor eclesiástico. Llamado "el arpa del Espíritu Santo".
De sus escritos:
Vigilad pues vendrá de nuevo
La palabra de Dios, fuente inagotable de vida
La cruz de Cristo, salvación del género humano
Vigilad pues vendrá de nuevo
La palabra de Dios, fuente inagotable de vida
La cruz de Cristo, salvación del género humano
BiografíaAdaptado de la Vida de los Santos de Butler por SCTJM
San Efrén alcanzó gran fama como maestro, orador, poeta, comentarista y defensor de la fe. Es el único de los Padres sirios a quien se honra como Doctor de la Iglesia Universal, desde 1920. En Siria, tanto los católicos como los separados de la Iglesia lo llaman "Arpa del Espíritu Santo" y todos han enriquecido sus liturgias respectivas con sus homilías y sus himnos. A pesar de que no era un hombre de mucho estudio formal, estaba empapado en las Sagradas Escrituras y tenía gran conocimiento de los misterios de la fe.
San Efrén alcanzó gran fama como maestro, orador, poeta, comentarista y defensor de la fe. Es el único de los Padres sirios a quien se honra como Doctor de la Iglesia Universal, desde 1920. En Siria, tanto los católicos como los separados de la Iglesia lo llaman "Arpa del Espíritu Santo" y todos han enriquecido sus liturgias respectivas con sus homilías y sus himnos. A pesar de que no era un hombre de mucho estudio formal, estaba empapado en las Sagradas Escrituras y tenía gran conocimiento de los misterios de la fe.
San Basilio le describe como "un interlocutor que conoce todo lo que es verdad" ; San Jerónimo, al recopilar los nombres de los grandes escritores cristianos, le menciona con estos términos: "Efrén, diácono de la iglesia de Edessa, escribió muchas obras en sirio y llegó a tener tanta fama, que en algunas iglesias se leen en público sus escritos, después de las Sagradas Escrituras. Yo leí en la lengua griega un libro suyo sobre el Espíritu Santo; a pesar de que sólo era una traducción, reconocí en la obra el genio sublime del hombre". (Edessa, hoy llamada Urfa o Sanliurfa, está en Turquía)
San Efrén narra que en un sueño vio que de su lengua nacía una mata de uvas, la cual se extendía por muchas regiones, llevando a todas sus racimos. Este sueño llegó a ser profético por la gran propagación de sus obras.
A San Efrén debemos, en gran parte, la introducción de los cánticos sagrados en los oficios y servicios públicos de la Iglesia, como una importante característica del culto y un medio de instrucción.
Su Vida
Efrén nació alrededor del año 306, en la población de Nísibis (hoy llamada Nusaybin, en Turquía), región dominada por Roma. No se sabe por cierto si sus padres eran Cristianos. El reconoce que de joven no le daba mucha importancia a la religión hasta que llegaron las pruebas. A la edad de dieciocho años recibió el bautismo y, permaneció junto al famoso obispo de Nisibis, San Jacobo, con quien, se afirma, asistió al Concilio de Nicea, en 325. Tras la muerte de San Jacobo, Efrén mantuvo estrechas relaciones con los tres jerarcas que le sucedieron.
Efrén se hallaba en Nisibis las tres veces en que los persas pusieron sitio a la ciudad, puesto que en algunos de los himnos que escribió, hay descripciones sobre los peligros de la población, las defensas de la ciudad y la derrota final del enemigo en el año 350. Si bien los persas no pudieron tomar a Nisibis por los ataques directos, consiguieron entrar sin lucha a la ciudad trece años después, cuando Nisibis se les entregó como parte del precio de la paz que pagó el emperador Joviano, después de la derrota y la muerte de Juliano. La entrada de los persas hizo huir a los cristianos, y Efrén se refugió en una caverna abierta entre las rocas de un alto acantilado que dominaba la ciudad de Edessa. Ahí vivió con absoluta austeridad, sin más alimento que un poco de pan de centeno y algunas legumbres; y fue en aquella soledad inviolable donde escribió la mayor parte de sus obras espirituales. Era un asceta y se le notaba en su apariencia. Según dicen las crónicas era de corta estatura, medio calvo y lampiño, tenía la piel apergaminada, dura, seca y morena como el barro cocido; vestía con andrajos remendados, y todos los parches habían llegado a ser del mismo color de tierra; lloraba mucho y jamás reía.
Si bien la solitaria cueva era su morada y su centro de operaciones, no vivía recluido en ella y con frecuencia bajaba a la ciudad para ocuparse de todos los asuntos que afectaban a la Iglesia. A Edessa la llamaba "la ciudad bendita" y en ella ejerció gran influencia. Predicaba a menudo y, al referirse al tema de la segunda venida de Cristo y el juicio final, usaba una elocuencia tan vigorosa, que los gemidos y lamentos de su auditorio ahogaban sus palabras.
Algunos biógrafos nos dan una idea muy poco inspiradora de San Efrén, como si rechazara la alegría y a la amabilidad. El obispo lo nombró director de la escuela de canto religioso de su ciudad, y allí formó muchos maestros de canto para que fueran a darle solemnidad a las fiestas religiosas de diversas parroquias. Allí estuvo por 13 años (del 350 al 363).
No hay en sus obras el influjo de las controversias trinitarias de la época. Esto posiblemente se debe a que no conocía el griego. Mas bien se dedicó a defender la doctrina antigua por medio de la poesía. Bardesanes y otros utilizaban las canciones y la música populares para propagar falsas doctrinas. Efrén comprendió la importancia de estos medios y valoró mucho los cánticos sagrados como un complemento del culto público. Se propuso imitar las tácticas del enemigo y, sin duda, gracias a su prestigio personal, pero sobre todo el mérito grande de sus propias composiciones, las que hizo cantar en las iglesias por un coro de voces femeninas, consiguió suplantar los himnos gnósticos por sus propios himnos.
No llegó a ser diácono sino a edad avanzada. Su humildad le obligaba a rehusar la ordenación y, el hecho de que a veces se le designe como a San Efrén el Diácono, apoya la afirmación de algunos de sus biógrafos en el sentido de que nunca obtuvo una dignidad eclesiástica más alta. Por otra parte, en sus escritos hay pasajes que parecen indicar que era sacerdote.
Alrededor del año 370, emprendió un viaje desde Edessa a Cesarea, en la Capadocia, con el propósito de visitar a San Basilio, de quien tanto y tan bien había oído hablar. San Efrén menciona aquella entrevista, lo mismo que San Gregorio de Nissa, el hermano de San Basilio, quien escribió un encomio del venerable sirio. Una de las crónicas declara que San Efrén extendió su viaje y que visitó Egipto, donde permaneció varios años, pero semejante declaración no está apoyada por alguna autoridad y no concuerda con los datos cronológicos de su vida, ampliamente reconocidos.
Hombre de caridad
La última vez que tomó parte en los asuntos públicos fue en el invierno, entre los años 372 y 373, poco antes de su muerte. Había hambre en toda la comarca y San Efrén se hallaba profundamente apenado por los sufrimientos de los pobres. Los ricos de la ciudad se negaban a abrir sus graneros y sus bolsas, porque consideraban que no se podía confiar en nadie para hacer una justa distribución de los alimentos y las limosnas; entonces, el santo ofreció sus servicios y fueron aceptados. Para satisfacción de todos, administró considerables cantidades de dinero y de abastecimientos que le fueron confiadas, además de organizar un eficaz servicio de socorro que incluía la provisión de 300 camillas para transportar a los enfermos. Supo escuchar así la voz del Señor: "Estuve enfermo y me fuiste a visitar: tuve hambre y me diste de comer. Ven al banquete preparado desde el comienzo de los siglos". (Mt. 25, 40). Terminada su misión en Edessa, regresó a su cueva y sólo vivió treinta días más. Las "Crónicas" de Edessa y las máximas autoridades en la materia, señalan el año de 373 como el de su muerte, pero algunos autores afirman que vivió hasta el 378 o el 379.
Escritor prolífico
Entre las obras suyas que han llegado hasta nosotros, algunas están escritas en el sirio original y otras son traducciones al griego, al latín y al armenio. Se las puede agrupar como obras de exégesis, de polémica, de doctrina y de poesía, pero todas, a excepción de los comentarios, están en verso. Sozomeno afirma que San Efrén escribió treinta millares de lineas. Sus poemas más interesantes son los "Himnos Nisibianos" (carmina Nisibena), de los que se conservan setenta y dos de un total de setenta y siete, así como los cánticos para las estaciones, que todavía se entonan en las iglesias sirias. Sus comentarios comprenden todo el Antiguo Testamento y muchas partes del Nuevo. Sobre los Evangelios no utilizó más que la única versión que circulaba por entonces en Siria, la llamada Diatessaron, la que, en la actualidad no existe más que en su traducción al armenio.
A pesar de que es poquísimo lo que sabemos sobre la vida de San Efrén, no poco es lo que nos ayudan sus escritos a formarnos una idea sobre el hombre que fue. Lo que más impresiona al lector es el espíritu realista y cordialmente humano con que discurre sobre los grandes misterios de la Redención. Se diría que se anticipa a esa actitud de emocionada devoción ante los sufrimientos físicos del Salvador, que no llegó a manifestarse en el occidente antes de la época de San Francisco de Asís.
Ana María Taigi (en su tiempo Anna-Maria Gesualda Antonia Gianetti, esposa de Taigi; Siena, 23 de marzo de 1769 - Roma, 26 de noviembre de 1837) fue una laica terciaria trinitaria y mística italiana.
Beata Ana María Taigi | ||
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Particular de un vitral en la iglesia de Santo Tomás in Formis, Roma.
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Esposa y madre de familia Terciaria Trinitaria | ||
Nombre | Anna-Maria Gesualda Antonia Gianetti de Taigi | |
Nacimiento | 23 de marzo de 1769 Siena, Gran Ducado de Toscana | |
Padres | Luigi Giannetti y Maria Masi | |
Fallecimiento | 26 de noviembre de 1837, 68 años Roma, Estados Pontificios | |
Venerada en | Iglesia Católica | |
Beatificación | 30 de mayo de 1920 por Benedicto XV | |
Principal santuario | Basílica de San Crisógono, Roma. | |
Festividad | 9 de junio | |
Atributos | Se la representa normalmente con sus hijos, tejiendo y en éxtasis contemplando un sol o un globo luminoso. | |
Patronazgo | Acción Católica de Italia, esposas, madres y víctimas de abuso verbal por parte de su esposo. Terciarios trinitarios |
Biografía[editar]
Infacia y juventud[editar]
Ana María era hija de Luigi Giannetti y Maria Masi, una familia acomodada que tenía una botica en Siena, pero sus padres perdieron toda su fortuna y se vieron obligados a ir a Roma para buscar una vida mejor. En la nueva residencia frecuentó la escuela de las religiosas Filipinas durante dos años. Desde muy temprana edad comenzó a trabajar en diversos oficios para ayudar económicamente a sus padres.1
Matrimonio y familia[editar]
Ana María contrajo matrimonio el 7 de enero de 1789 con Domingo Taigi, un sirviente de la noble familia Chigi. Domingo era un hombre trabajador, serio y buen cristiano, según los preceptos del catolicismo, pero rudo y colérico, por lo que su esposa tuvo que hacer una gran prueba de paciencia para soportar su carácter agrio y difícil. Tuvieron siete hijos, de los cuales, tres murieron a corta edad.
Vida cristiana[editar]
El 26 de diciembre de 1802 fue recibida públicamente en la Tercera Orden de los Trinitarios en la Iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane de Roma.
Era una mujer muy piadosa y seguidora del Evangelio. Su marido diría de ella: Habla de Dios sin ser fastidiosa como lo son muchos devotos. Su casa era un lugar donde recibía a los pobres al mismo tiempo que se ocupaba activamente de sus hijos y de su esposo. Se siguió siempre por los principios de su religión, Dios tenía el primer puesto en su casa.
Todo el dinero que podía ahorrar lo dedicó a los pobres y miserables y, aunque no era muy rica, era muy caritativa. No dejaba de practicar, en cuanto podía, las obras de misericordia. Nunca usó de su propia conexión con las personas de buena posición para tomar a sus hijos fuera de su humilde entorno social. Toda la familia acostumbraba a reunirse para orar en una pequeña capilla privada. Sus devociones preferidas eran la Santísima Trinidad, Jesús Sacramentado y la Virgen María. De quienes se vio favorecida por medio de visiones y otras experiencias místicas.2
Visiones y éxtasis[editar]
Durante muchos años, cuando oraba en su capilla, tuvo frecuentes visiones y éxtasis, en los que preveía el futuro. Se dice que predijo la caída y muerte de Napoleón Bonaparte. También se afirma que un día se le aparecieron la Virgen María y el Niño Jesús sentados dentro del sol, y que fue la segunda mujer del siglo XIX en ser estigmatizada.
Dios se manifestaba en Ana Maria donde ella se encontrara, en medio de cualquier tarea, por medio de visiones, de éxtasis, a tal punto que decía con familiaridad y simplicidad: Déjame, tengo cosas que hacer, soy madre de familia.
Por más de 40 años, tuvo la visión de un globo luminoso, como un pequeño sol rodeado de espinas. Observándolo, ella podía leer en él eventos futuros y estados de conciencia de las personas que la venían a visitar. Ese don de profecía y de preciencia (ciencia infusa) hacia que muchos fueran a pedirle consejo y durante toda su vida, les acogió con alegría y paciencia.3
Fallecimiento y culto[editar]
Ana María murió en Roma, en 1837, a la edad de 68 años y fue sepultada en la cripta de la iglesia de los trinitarios de San Carlo alle Quattro Fontane en Roma.
La causa para su canonización fue introducida el 18 de enero de 1863 y el 4 de marzo de 1906, san Pío X decretó la heroicidad de sus virtudes declarándola venerable. Fue beatificada el 30 de mayo de 1920 por el papa Benedicto XV. Sus reliquias fueron trasladadas a la Basílica de San Crisógono de Roma, también de los trinitarios, y depositadas en una imagen de cera, de tamaño natural y yaciente, que se puede apreciar en el interior de una urna de cristal.
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