martes, 24 de marzo de 2015

animales en extinción


Alca gigante (Pinguinus impennis)

Estos pingüinos habitaban de manera natural en colonias dispersas por todo el Atlántico Norte hasta el siglo XIX, cuando se extinguió. La última pareja a la que se le dio muerte que se sepa estaba en la Isla Eldey, Islandia, el 5 de junio de 1844. El último ejemplar vivo fue visto en los bancos de Terranova (gran isla en la costa nordeste de Norteamérica) en 1852. 


PINGÜINO 

A estos pingüinos también se les llama alca imperial, gran pingüino o simplemente pingüino, y es que estos son los verdaderos pingüinos. Posteriormente, los marineros y exploradores de los mares antárticos (en su mayor parte británicos, norteamericanos y escandinavos) comenzaron a llamar también pingüinos a las aves no voladoras del Hemisferio Sur (hasta entonces conocidas como pájaros o patos bobos), debido a su fuerte parecido externo fruto de la convergencia evolutiva. (Un ejemplo lo tenemos en el pingüino de penacho anaranjado (Eudyptes chrysolophus), un ave del hemisferio sur. Actualmente la gente utiliza casi indistintamente este nombre para las aves con similar parecido, aunque no sea lo más correcto. 

Una diferencia podría ser que los pingüinos del hemisferio sur tienen las alas más adaptadas a nadar que las alcas, que conservan más la forma de alas de aves comunes. De hecho, aunque el alca gigante no podía volar, estando más adaptado al buceo, el alca común (Alca torda) sí que puede volar. 


HISTORIA 

Es sorprendente ver cómo las alcas pasaron de ser extraordinariamente abundantes a la extinción en relativamente poco tiempo. Según relató Jacques Cartier, en 1534 sus hombres mataron más de un millar de pingüinos norteños durante un solo día, en un lugar de la costa del continente americano. Además agregó que dejaron vivos suficientes animales como para llenar cuarenta botes. Otro capitán informó que sus hombres mataron dos barcadas de alcas gigantes en media hora solo con sus manos. Aquí tenemos un resumen de su camino a la extinción


El problema de muchos animales aislados de depredadores es su falta de adaptación a la hora de tener que afrontar encuentros con nuevos enemigos, como fue el caso del alca o el del dodo (Raphus cucullatus) . Su incapacidad para volar y lo apetitoso de sus huevos y carne las hicieron unas presas perfectas ya en la prehistoria, como demuestran varios yacimientos paleolíticos. Llegó al punto de que a finales del siglo XVI el alca gigante ya había desaparecido de la Europa continental y en América del Norte sólo abundaba al norte de Nueva York. La situación se agravaba ya que como también ocurrió con el dodo o con la Tortuga Gigante de la Isla Pinta o Solitario Jorge (Geochelone nigra abingdoni), los marineros paraban a menudo durante sus viajes para aprovisionarse de su carne y, sobre todo, de sus huevos. Los naturalistas del siglo XVIII sin embargo no le encontraban tan buen sabor. 

Fue además en este siglo cuando Linneo nombró la especie, inicialmente como Alca impennis, (alca sin alas), concretamente en 1758. Aunque ya con poblaciones algo diezmadas, el alca gigante era un animal sumamente raro en Europa, incluso en islas del Mar del Norte donde un siglo antes abundaba. De hecho, en 1790 se capturó un ejemplar en Kiel, lo que causó gran extrañeza por ser el único visto en el Mar Báltico en años. Hacia 1800, la especie ya se había extinguido en Norteamérica y su distribución se reducía a Islandia. 

Sorprendentemente, en algunas zonas más aisladas seguían siendo abundantes en aquellas fechas, como por ejemplo ocurría en algunos lugares de Islandia, como en la isla de Geirfuglasker. Pero todo cambió cuando durante las Guerras Napoleónicas dos barcos arribaron allí en 1808 y 1813 (ésta última vez en plena época de nidificación) y capturaron cientos de aves y huevos. Para colmo, un terremoto hizo desaparecer la isla de Geirfuglasker bajo las aguas en 1830. Como consecuencia las aves que quedaban emigraron a otros lugares de Islandia donde no se habían visto en años, aunque fueron cazadas igualmente. La Isla de Eldey, cerca de la desaparecida Geirfuglasker, se convirtió en el hogar de las últimas parejas supervivientes. 

Aun así, la respuesta no fue la de proteger a estas aves, si no que al contrario, al convertirse en un ave rara, los coleccionistas europeos pagaban cantidades cada vez más desorbitadas por hacerse con una piel o un ejemplar disecado. Hasta tal punto, que en 1840, los marineros de la zona informaron de que la población había desaparecido después de varias expediciones furtivas. Realmente los negociantes sólo tenían que seguir los pocos ejemplares que quedaban en la isla de Eldey. De aquí salieron unas 20 aves en 1830 y otras 24 en 1831. En 1833 fueron recogidas 13 aves y un huevo; en 1834, 9 aves y 8 huevos. Después de una corta pausa, en 1840 fueron capturadas 4 aves más y 5 ó 6 huevos. Luego, los pescadores informaron que no había quedado ninguna. Poco tiempo después, en 1844, Carl Siemsen, de Reykjavík, persuadió al pescador Vilhjalmur Hakonársson para realizar una última expedición a la isla, pues había oído que en Dinamarca ofrecían 100 coronas por un solo pellejo de alca gigante que pudieran encontrar. Hakonársson desembarcó en Eldey el 2 de junio junto con otros tres hombres, y dos días más tarde consiguieron divisar entre las gaviotas una sola pareja de alcas en su nido. Las mataron y ya no se volvió a tener noticia de ningún otro ejemplar vivo. 

Tras su extinción las pocas pieles que quedaron recogidas entre los últimos años de la especie (1832 - 1842) se hicieron tan valiosas que se pagaron cantidades extraordinarias por ellas. Por ejemplo, en los últimos años antes de la primera guerra mundial alcanzaron unos precios que oscilaban entre los 120.000 y 200.000 dólares; tras su compra incluso llegaron a tener un valor incalculable, ya que sus nuevos poseedores se negaban a desprenderse de estas posesiones de ningún modo. 

El afán por estas pieles llegó a tal punto que los taxidermistas expertos comenzaron a falsificarlas. Como ejemplo tenemos el Museo de Darmstadt (Alemania), que se enorgulleció durante muchos años de la posesión de un alca gigante disecad, hasta que tras un examen exhaustivo se descubrió que eran plumas de algunas variedades pequeñas de alca, en modo alguno raras y reunidas para constituir el alca gigante. Sólo el cráneo era genuino, de un ejemplar de la isla de Funk. 

Actualmente varios museos de Europa y Estados Unidos conservan plumas, huesos y huevos de alcas gigantes, especialmente de los años entre 1830 y 1831. El Museo Americano de Historia Natural de Nueva York es uno de los que cuentan con una piel auténtica. 
Actualmente quedan unos 75 huevos, 24 esqueletos completos y 81 pieles. También hay miles de huesos sueltos que se han recogido desde su extinción de la isla de Funk, de ejemplares de miles de años o de unas pocas décadas. 


CARACTERÍSTICAS 

Se trata de un ave Charadriiforme de la familia Alcidae. De entre ellas, fue el más grande de los pingüinos que han existido hasta que el hombre lo exterminó. Estas aves medían aproximadamente un metro de altura. Machos y hembras eran similares en plumaje y tamaño. 

Estos pingüinos no podían volar, ya que se habían adaptado a la vida terrestre y a nadar; aun así sus alas aunque débiles y pequeñas, fuera de toda proporción con respecto al cuerpo, parecían todavía alas de ave. 

Su plumaje era negro en las alas, la espalda y cuello; su cabeza era pardo oscura. A los lados de la cabeza tenía dos manchas blancas (pen gwyn significa ´cabeza blanca´ en gaélico); el abdomen también era blanco. Sus patas eran oscuras y palmeadas, y el pico, usado para arponear peces bajo el agua, era muy robusto, razón por la cual los escandinavos la conocían como geirfugl o garefowl, que significa ´ave lanza´ en castellano. 
Realmente durante la temporada de cría era cuando tenían el parche blanco del ojo más grande; tras la temporada de cría el parche se convertía en una banda blanca y en una línea de color gris que se extendía desde el ojo al oído. 

Vivían entre 20 y 25 años 

El pingüino gigante estaba perfectamente adaptado a la vida acuática. Nadaba en superficie, sosteniendo su cuello vertical y su cabeza por encima del agua. A la más mínima alarma, buceaba y se ponía a salvo con una huida rápida. 

Su grito era una especie de graznido breve aunque sonoro. 

En tierra, el alca gigante se mantenía muy derecho y tenía aspecto altivo, aunque sus andares fuesen pesados y torpes. Las patas se encontraban muy atrás en el cuerpo para proporcionarle más potencia en el nado. 

MIGRACIÓN: En otoño, nadaba hacia el sur, y volvía hacia el norte en la primavera. Durante el invierno, frecuentaba las costas europeas, descendiendo hasta España. 

ALIMENTACIÓN: Los jóvenes se alimentaban de plancton y posiblemente al principio de pescado regurgitado por sus padres. Los adultos se alimentaban principalmente de pescados de entre 12 y 20 cm. 

REPRODUCCIÓN: Se sabe que criaban solo en islas rocosas aisladas probablemente debido a su temprana extinción en zonas más accesibles a las personas. 
Para criar formaban parejas que incubaban un único huevo extraordinariamente grande sobre los acantilados o las playas durante la época de reproducción. Estos huevos eran bellamente coloreados y moteados, y los ponían entre finales de mayo y principios de junio. 
Ambos padres construían el nido en montículos realizados en parte con guano, aunque parece ser que en ocasiones los ponían en suelo desnudo; las colonias de alcas ponían los huevos muy próximos unos de otros. 
Los huevos tenían una media de 12,4 cm de longitud y 7,6 cm de ancho en su punto más ancho. Eran de color blanco amarillento a ocre con un dibujo variable entre el negro, marrón o gris y líneas de puntos que a menudo se congregaban en una zona. 
La pareja incubaba el huevo durante seis semanas hasta su eclosión. Tras su eclosión se turnaban para alimentarlo. Los polluelos estaban cubiertos de plumón gris al principio. 
En dos o tres semanas tras su nacimiento abandonaban el nido para empezar a entrar en el agua. 

DEPREDADORES: Los pocos depredadores naturales eran mamíferos marinos y aves de presa, no teniendo miedo a las personas, de lo cual se aprovechaban para atraparlas. 


HÁBITAT Y ÁREA DE DISTRIBUCIÓN 

Esta especie se encontraba difundida en la época romana a lo largo de las costas del Océano Atlántico, desde Florida a Groenlandia, Islandia, Escandinavia, Islas Británicas, Europa Occidental y Marruecos, viéndose también en todo el Mar Báltico y más raramente al oeste del Mar Mediterráneo. Más tarde fueron quedando restringidas a zonas cada vez más inaccesibles incluso en barco, hasta su completa extinción. 


AMENAZAS 

Fueron conducidos a la extinción por la caza para obtener sus plumas, carne y grasa, aunque los detalles no se conocen muy bien. Cuando se fueron haciendo más escasos, la captura de ejemplares por coleccionistas y museos seguramente le acercó más rápidamente a la extinción. 


TAXONOMÍA 

Reino: ANIMALIA 

Filo: CHORDATA 

Clase: AVES 

Orden: CHARADRIIFORMES 

Familia: ALCIDAE 

Nombre científico del alca gigante: Pinguinus impennis 






La trágica extinción del Alca Gigante


 Publicado el 2/05/2010
El alca gigante fue un ave del género pinguinus. Este género pertenecía a la familia de los álcidos, y las especies que formaban parte de él tenían la peculiaridad de no poder volar debido al tamaño de sus alas respecto a su peso. De hecho, el parecido del alca gigante con los pingüinos cuando fueron visto por primera vez por los ingleses hizo que les llamaran por el mismo nombre, pese a que ambas especies nunca estuvieron emparentadas (caso ejemplar de evolución convergente). Esta ave pesaba en torno a 5 kilos, y media entre 75 y 85 centímetros de altura, siendo de este modo el animal más grande de la familia de los álcidos.

I: Alca Gigante disecado
Pese a su gran agilidad en el agua, era un animal extremadamente patoso en tierra, siendo bastante fácil cazarlo por todos sus depredadores, entre los que además de los osos polares y algunos tipos de águilas se encontraban los humanos. Durante más de 100.000 años fueron cazados por el hombre, siendo un manjar importante en distintas culturas paleolíticas y neolíticas de América del Norte y Europa, tal y como muestran las punturas encontradas algunas cuevas datadas en 35.000 años de antigüedad.
El progreso y la evolución cultural en Europa a finales de la Edad Media, y su consecuente crecimiento de población, provocó que la demanda de carne del alca gigante creciera en exceso, llevando a la extinción de las comunidades de este animal en Europa a lo largo del siglo XVI.
Algunos escritos del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX comentan cómo el sabor de su carne no era del todo agradable, pero la facilidad de capturarlo, así como lo sencillo de coger sus huevos, hizo que siguiera siendo fuertemente perseguido por los marineros que cruzaban el Océano Atlántico.
En torno al año 1800 se cree que el alca gigante también se extinguió de América del Norte, quedando únicamente relegada su existencia a Islandia e islas del alrededor, entre la que destacaba Geirfuglasker, lugar donde muchos marineros se detenían para aprovisionarse de su carne. Fue entonces cuando las cercanas localidades de Kyrkjevogr y Utskála comenzaron a pedir la mitad de la caza de los marineros por cazar en su territorio. Eso, unido a que era una zona rocosa y de difícil acceso permitió a los alcas gigantes mantener su existencia unos años más.

II: Alca Gigante pintado por John Gerrard Keulemans
Con las Guerras Napoleónicas, varios barcos llegaron a la isla de Geirfuglasker arrasando con prácticamente la totalidad de las alcas sin siquiera tener en cuenta los tributos que debían pagar. 20 años, en 1830, después de que un fuerte terremoto en la isla de Geirfuglasker hizo que ésta quedase sumergida bajo las aguas, las pocas parejas de lacas existentes tuvieron que emigrar a otras zonas de Islandia donde fueron cazadas impunemente.
El hecho de que cada vez esta ave fuera más rara despertó el interés de varios coleccionistas europeos que comenzaron a pagar grandes cantidades para hacerse con un ejemplar o simplemente la piel del alca gigante. En tan sólo 10 años los pocos ejemplares de alca desaparecieron por completo. Los últimos ejemplares de alca gigante fueron cazados el 3 de julio de 1844 cerca de Geirfuglasker, dejando de este modo la especie extinta para siempre.
Durante años después de la extinción del alca gigante sus huevos y pieles fueron altamente cotizados por coleccionistas, llegando los precios de los huevos a alcanzar la misma cuantía que un trabajador ganaba a lo largo de 11 años de trabajo. A día de hoy aún se conservan 75 huevos de alca gigante en colecciones en distintos museos junto a un total de 24 esqueletos completes y 81 pieles.



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