domingo, 15 de marzo de 2015

historia natural

TEORIA DE LA DESCENDENCIA.-

(TEORÍA DE LA EVOLUCIÓN: EL TRANSFORMISMO)
La teoría de la descendencia, o como también se dice, el transformismo, admite que todos los organismos se han desarrollado de una manera natural a expensas de uno o pocos, muy sencillos, que en el curso de los tiempos han ido transformándose y evolucionando.
Nada dice esta teoría sobre el origen de esas primeras formas, es decir, sobre el origen de la vida. Se limita a afirmar que entre las especies y grupos taxonómicos actuales y pretéritos existe una relación genética, es decir, un parentesco.
Según esto, cada especie animal o vegetal y cada grupo taxonómico zoológico o botánico tiene una historia propia a la cual se da modernamente el nombre de historia de la estirpe o filogenia, es decir, génesis de los filos o troncos orgánicos, para distinguirla de la historia del germen uontogenesis, es decir, de la génesis del individuo.
La teoría de la descendencia implica: 1º, la variabilidad de las especies, 2º, la realidad de la filogenia, es decir, la evolución de los organismos, y 3º, el parentesco biológico de los grupos taxonómicos.

1. La variabilidad de las especies.

a) El concepto de especie

Para Linneo las especies sunt constantisimmae, es decir, son entes inmutables que conservan fijamente sus caracteres propios a través de las generaciones. De aquí que afirmara Linneo en su Philosophia botanica: >>Hay tantas especies como formas diversas produjo en un principio el Ser infinito, y esas formas han producido otras, iguales siempre a sí mismas, según leyes determinadas de la generación<< (Species tot sunt, quot diversas formas ab initio produxit Infinitum Ens; quae formae secundum generationis inditas leges produxere plures at sibi semper similis.)
En esta definición caracterizan la especie cuatro factores: 1º, el ser diferentes unas de otras; 2º, la constancia de sus caracteres; 3º, las relaciones genéticas de los individuos que las forman, y 4º su origen divino. Prescindiendo de este último carácter, en razón a su naturaleza metafísica, puede decirse que para Linneo, como para Cuvier, y para todos los partidarios de la fijeza de las especies, los dos elementos de este grupo taxonómico son: 1º, la comunidad de origen, y 2º, la similitud de sus componentes individuales.
Ahora bien, se ha visto modernamente que tanto el criterio de la "semejanza" como el del "parentesco" ofrecen notables excepciones que quitan todo su valor a las definiciones fijistas de la especie. En efecto, pasando por alto el hecho importante de que los hijos de una misma pareja ni se parecen exactamente entre sí ni a sus progenitores, diremos que en ocasiones las diferencias entre los descendientes de unos mismos padres pueden ser tan grandes que si no se supiera su comunidad de origen se tendrían por especies y aun géneros distintos. Tal ocurre con las distintas razas o variedades de palomas, que se sabe proceden de la paloma silvestre (Columba livia), y con las de gallinas, caballos, árboles frutales, etc. además, la misma especie puede tener un aspecto muy distinto según que viva en el llano o en las altas montañas, en sitio seco o sitio húmedo, etc., etc.
Por otra parte, abundan extraordinariamente las especies, a veces pertenecientes a géneros afines, capaces de cruzarse con éxito. Son conocidos de todo el mundo los mulos, burdéganos y lepóridos, resultantes, respectivamente del cruce de caballo y burra, de garañon y yegua y de liebre y conejo. Entre los mestizos más raros citaremos el de faisán dorado(Chrysolophus pictus) y faisán común (Phsianus colchicus); el de pavo real (Pavo cristatus) y gallina pintada (Numida meleagris); el de cardelina (Carduelis carduelis) y canario (Serinus canarius); el de cabra (Capra hircus) y gamuza (Rupricapra tragus), y el de león (Felix leo) y tigre (Felix tigris). Cierto que algunos de estos mestizos no son fecundos (mulos) y otros muestran en su descendencia disjunción mendeliana, pero parece ser que hay ejemplos de permanencia de los caracteres mistos.
De estos hechos se deduce que la especie no puede delimitarse ni morfológica ni fisiológicamente, es decir, que la especie es un ente variable.

b) Formas de la variabilidad

Los estudios realizados ya en el siglo XIX han revelado que las variaciones que puede experimentar una especie son de tres clases, a saber: modificaciones, fluctuaciones y mutaciones.
1. modificaciones. Son variaciones no heredables originadas por factores externos (climáticos o tróficos) y que por tanto desaparecen en cuanto las circunstancias modificadoras cesan. Como es natural, experimentan este género de variación todos los individuos de la especie colocados en el medio modificador. El ejemplo típico de modificación lo ofrecen las plantas alpinas cuando se las cultiva en las bajas altitudes.
Las modificaciones que experimentan los individuos de una especie no afectan al plasma germinativo y por lo tanto no quedan representadas en los genes del idioplasma. Plate les dió en 1905 el nombre de somaciones para indicar que son simples variaciones somatógenas o somáticas.
2. Fluctuaciones. Son variaciones en las cuales los variantes extremos están relacionados por una serie continua de términos intermedios. Por este motivo se llaman también variaciones continua. Se aprecian muy bien las fluctuaciones de las especies cuando el carácter fluctuante es ponderable y puede expresarse numéricamente. Por jemplo, en el hombre y los animales, la estatura, el peso, etc.; en los vegetales, las dimensiones de las hojas, el peso de los frutos y el tamaño de las semillas.
La variabilidad fluctuante se puede representar gráficamente mediante la curva de Quatelet, curva binomial de probabilidades aplicada por Galton a las investigaciones biométricas. He aquí un ejemplo: Si talláramos un gran número de personas adultas de una localidad, veríamos que los individuos de la talla media son los más abundantes, mientras los de tallas diferentes son tanto más escasos cuanto más altos o más bajos sean. Si ahora tomamos los diferentes tamaños como abscisas y el correspondiente número de individuos como ordenadas, podríamos trazar la curva de esa fluctuación o cuando menos su polígono de frecuencia. El punto culminante de la curva representa el carácter típico de la población examinada, y las ramas descendentes, las llamadas plusvariantes yminusvariantes de la misma.
El estudio de las fluctuaciones ha sido objeto de especial atención por parte del biólogo danés Johansen. Teniendo en cuenta que la aparición de plus yminusvaloraciones puede ser efecto de una disjunción mendeliana, ideó Johansen el método del cultivo en líneas puras. una línea pura es la descendencia de un individuo que se reproduce partenogenéticamente o por autofecundación, o cuando menos la descendencia de una pareja homocigótica.
Johansen operó con plantas hermafroditas, especialmente con habichuelas, determinando las curvas de variabilidad del tamaño de las semillas. El resultado de la observación de varias generaciones sucesivas, en las cuales seleccionaba cada vez las variantes extremas, fué el siguiente: las fluctuaciones no son variaciones heredables, sino simples modificaciones tróficas, es decir, somaciones; las semillas descendientes de las minusvariantes dan la misma curva de fluctuación con el mismo máximo que las descendientes de las plusvariantes. Este resultado no deja de ser lógico, pues sólo son heredables los caracteres debidos a una variación del idioplasma, y éste es el mismo en todos los individuos homocigóticos de una línea pura.
3. Mutaciones. Las mutaciones son variaciones saltatrices que aparecen bruscamente, sin causa exterior que lo justifique, en unos cuantos individuos de una especie y que se transmiten por herencia a sus descendientes. Los individuos afectados de la mutación se llaman mutantes. Los caracteres de las mutaciones son dos: 1º, la falta de términos intermedios que las relacione con el tipo de la especie, por lo cual se han denominado variaciones discontinuas, y 2º, el tener por causa una transformación de los genes de la especie, por cuyo motivo se dice que son variaciones blastógenas o blastovariaciones.
En la literatura biológica antigua se encuantran numerosos ejemplo de mutaciones, tales como los toros sin cuernos del Paraguay descritos por el naturalista aragones Felix de Azara en 1770; el canario amarillo, aparecido bruscamente casi un siglo antes; el fresal monófilo de Duchesne, cuyas hojas tienen, en vez de tres foliolos, uno solo, y el caso representado en la figura.
Todas estas y otras muchas variaciones no fueron bien interpretadas hasta hace cien años en que el botánico holandés Hugo de Vries fijó su significado y las designó con el nombre de mutaciones (Darwins las denominó single variations).
Se han estudiado mutaciones en un gran número de especies animales y vegetales. Son particularmente rios en mutaciones los cereales, la boca de dragón (Anthirrhinum majus) en la la cual observó Baur cien mutantes, y la mosca Drosophila melanogaster, en la cual halló Morgan quinientos mutantes entre diez millones de individuos examinados. Las mutaciones más interesantes son, indudablemente, las de ese último animal, en el cual han aparecido individuos sin ojos, indiiduos con alas rudimentarias, hasta individuos totalmente ápteros.

2. La filogenia.

(PRUEBAS DE LA EVOLUCION)
Trasladando lo dicho de la variabilidad de la especie a los diferentes grupos taxonómicos, nos será fácil imaginar cómo, partiendo de una especie primitiva, se puede derivar todo un árbol genealógico de especies, primero; de géneros después; de familias, luego, y así sucesivamente.
Es imposible observar directamente la filogenia de los grupos taxonómicos, ya que este fenómeno se realiza en lapsos de millones de años. No se crea, sin embargo, que la teoría de la descendencia es una mera hipótesis gratuita. Al contrario, pocas teorías científicas tienen por fundamento una tan grande y tan variada cantidad de pruebas.
I. Pruebas paleontológicas.
La paleontología, o ciencia que estudia los seres que vivieron en épocas anteriores, ha demostrado los siguíentes hechos que apoyan la filogenia:
1º Que en el curso de la historia de la Tierra han ido apareciendo animales y vegetales cada vez más complicados. Así, en el tipo de los vertebrados, los peces aparecen en el silúrico, los anfibios en el carbonífero, los reptiles en el pérmico, las aves en el jurásico, los mamíferos implacentarios en el triásico, los placentarios en el eoceno y el hombre en el cuaternario. Y lo mismo en el reino vegtal: los helechos aparecen en el devónico superior, los lepidodendros y calamites en el carbonífero, las gimnospermas en el pérmico y las angiospermas en el cretácico.
2º Que existen series de formas, aparecidas sucesivamente en el tiempo, que es necesario considerar como series evolutivas. Una de las mejor conocidas es la serie evolutiva del actual caballo, encontrada en los estratos terciarios de America del Norte.
3º Finalmente, ha demostrado la paleontología que grupos de animales (y de vegetales) hoy día perfectamente distintos, estuvieron representados en otra época por seres de caracteres mixtos o intermedios. El ejemplo más curioso de estas formas intermedias es el Archaepteryx lithographica, ave fósil del jurasico que tenía caracteres reptilianos y constituye el tipo intermedio entre los reptiles y las aves propiamente dichas.
II. Pruebas de la anatomía comparada
Analogía y homología. Adaptación y convergencia. - La anatomía comparada ha llegado a la conclusión de que, cuando se comparan animales o vegetales diferentes, es necesario distinguir dos clases de órganos: análogos, o fisiológicamente equivalentes, y homólogos, o equivalentes desde el punto de vista morfológico, es decir, constitucional. Los primeros son órganos que realizan la misma función. Por ejemplo: las aletas de los peces, las de los reptiles nadadores y las de los cetáceos; o bien, nuestras piernas, las patas de los cuadrúpedos y las de los insectos. Los segundos son órganos que, tengan la misma o diferente función, poseen una constitución semejante, reconocen un mismo origen y tienen una posición equivalente. Por ejemplo, las aletas laterales de los cetáceos; nuestros brazos; las alas de los murcielagos; las patas anteriores de los mamiferos, de los reptiles y de los anfibios, y las alas de las aves, todos los cuales se componen de las mismas piezas esquelétis, si bien diferentemente desarrolladas en consonancia con las diferentes misiones que realizan.
Se ha observado que los órganos análogos suelen tener un aspecto muy semejante aun cuando entre ellos no exista homología alguna. Así, las patas anteriores, cavadoras, del topo, son parecidísimas a las patas anteriores también cavadoras, del alacrán cebollero o grillo-topo, y los filodios del brusco, destinados a realizar la función clorofílica, parecen talmente hojas, a pesar de ser, morfológicamente ramas.
Los órganos análogos suelen llamarse también convergentes, expresándose de ese modo que su parecido es efecto de una adaptación convergente a la misma función. Este hecho permite definir la analogía como una semejanza fisiológica debida a la misma adaptación, y la homología como una semejanza morfológica debida a un mismo origen.
La adaptación convergente a un mismo género de vida por animales (o vegetales) de distinta organización, se traduce, generalmente, por la adopción de un aspecto semejante. Así ocurre con los cetáceos, ciertos reptiles nadadores fósiles y los tiburones, y con el topo t grillo-topo.
El estudio de los órganos homólogos - que al fin y al cabo no otra cosa es la anatomía comparada - suministra un cúmulo de datos que hablan en favor de la teoria evolucionista.
1º Formas intermedias. Al hablar de las pruebas paleontológicas indicamos ya qué se entiende por formas intermedias y citamos el ejemplo del desaparecido Archaeopteryx. En el mundo viviente actual hay también grupos intermedios interesantes. Citaremos cuatro tan sólo: el género Peripatus, que ocupa una posición intermedia entre los gusanos anélidos y los miriápodos; los monotremas, que tienen caracteres intermedios entre los reptiles y los mamiferos; los dipnoos, que son intermedios entre los peces y los anfibios, y el género Mastigamoeba, un protozoo que posee a la vez un flagelo y pseudópodos y es, por tanto, el puente de unión entre los flagelados y los rizópodos.
2º Cambio de función de los órganos. Cuando un animal se adapta secundariamente a un nuevo género de vida, no se le forman, en general, nuevos órganos adecuados a la nueva función, sino que utiliza los que ya tenía, transformándolos de la manera adecuada. Así, la adaptación al vuelo de los reptiles antepasados de las aves consistió en transformar en ala el primer par de patas. La adaptación de los peces a la respiración aérea se realiza convirtiéndose en pulmón la vejiga natatoria. Los mamíferos forman sus glándulas mamarias a expensas de las sudoríparas. La primera hendidura branquial de los peces origina el conducto auditivo y la trompa de Eustaquio del oído de los vertebrados terrestres, etc.
3º Organos rudimentarios. Cuando determinados órganos del cuerpo se robustecen sufriendo una hipertrofia, absorven gran cantidad de alimento y en consecuencia, otros órganos situados en su vecindad se debilitan y empequeñecen, es decir, sufren una atrofia y pueden incluso llegar a desaparecer. Cierto que esto es sólo una suposición teórica, pero en su favor habla el hecho de que muy frecuentemente se encuentran juntos elementos progresivos y regresivos. Así el desarrollo filogenético de la pata del caballo consiste en una hipertrofia o desarrollo progresivo del dedo medio y en una atrofia o desarrollo regresivo de los otros. Cuando un órgano se ha atrofiado hasta el punto de perder su utilidad se dice que es un órgano rudimentario.
En todos los animales, singularmente en los de organización elevada, se encuentran órganos en fases más o menos avanzadas de atrofia. En el hombre señala Wiedersheim nada menos que 90, entre los cuales citaremos: los musculos de la oreja; el plegue semilunar del ángulo interno de los ojos, que es el residuo de la membrana nigtitante de las aves y reptiles; el coxis (rudimento de la región caudal de la columna vertebral de nuestros antepasados dotados de rabo); el apéndice vermiforme, que es el residuo del gran intestino ciego de nuestros antepasados herbívoros; las muelas del juicio, que en el hombre salen tardíamente y para eso de una manera incompleta, mientras los monos antropomorfos las poseen bien desarrolladas; etc.
Un ejemplo sumamente curioso de órgano rudimentario lo tenemos en las extremidades posteriores de las ballenas, representadas por unos pequeños huesos homólogos de la pelvis, fémur y tibia, englobados en los tejidos y sin hacer saliente al exterior. Cosa parecida ocurre en un gran número de animales, siendo notable el caso de ciertas grandes serpientes que presentan rudimentos de sus patas posteriores. En los lagartos se conocen varias familias en cuyas especies se pueden seguir la reducción y atrofia progresiva de las patas hasta su desaparición total. Citaremos para terminar, que en los animales oscurícolas (los que viven perpetuamente en tinieblas) los ojos se atrofian hasta hacerse rudimentarios.
Los órganos rudimentarios son de gran importancia teórica, porque prueban que los organismos no están organizados finalísticamente, sino que poseen piezas superfluas.
III. Pruebas embriológicas.
Ley biogenética fundamental. En 1821 el anatómico y embriólogo Meckel observó que los animales superiores recorrían, durante su desarrollo embrionario, las formas inferiores de la serie animal, y en 1864 Friz Müller afirmó que existía un paralelismo entre la ontogenia y la filogenia. La significación de este paralelismo no fué bien comprendida hasta que Ernesto Haeckel la plasmó en su famosa ley biogenética fundamental: <>, o de otra manera: <>
Ejemplos típicos de la ley biogenética.
1º Las acacias propiamente dichas (Acacia) tienen típicamente hojas pinnado-compuestas. En Australia viven unas trescientas especies que, adaptadas a un clima seco, tienen hojas transformadas en filodios, es decir, en láminas verdes resultantes del aplanamiento del peciolo. Pues bien, las primeras hojas que aparecen en las plántulas de esas especies son siempre pinnadas.
2º Los lenguados son peces comprimidos de pronunciada asimetría. Uno de los flancos tiene dos ojos y está pigmentado, mientras el otro carece de ojos y de pigmento. Sobre este flaco reposa el animal corrientemente en el fondo del mar. La ontogenia prueba que los antepasados del lenguado son peces normales. Los jóvenes en efecto son perfectamente simétricos y nadadores, pero en el curso de su desarrollo se aplanan, se echan sobre el fondo y correlativamente el pigmento del flanco inferior desaparece y el ojo correspondiente emigra hasta situarse en el flanco superior.
3º Las ballenas adultas carecen de cuello, de extremidades inferiores, de pelo y de dientes. En sus embriones todos estos órganos tienen existencia. Los dientes, por ejemplo, están dentro de las encías y se reabsorven sin llegar a perforarlas.
4º Los embriones humanos y de los monos superiores poseen cola a pesar de que en la fase adulta carecen de ella.
5º Los embriones de los mamiferos, aves y reptiles, poseen a los lados del cuello hendiduras branquiales semejantes a las de los peces, a pesar de que ellos no las utilizan para nada y los adultos respiran por pulmones. Más aún, el aparato circulatorio de esos embriones es completamente idéntico al de los vertebrados branquiales, es decir, al de los peces.
Es evidente que tan extraños hechos ontogenéticos sólo tienen explicación lógica admitiendo que en la ballena, los dientes; en los monos superiores, la cola, y en los vertebrados aéreos, las branquias, fueron órganos funcionales en estados remotos de su filogenia.

3. El parentesco biológico.

Consanguinidad de los grupos taxonómicos próximos. Así como entre los individuos pertenecientes a una misma especie hay, además del parecido morfológico, una relación genética, también entre los grupos taxonómicos relacionados morfológicamente hay un parentesco más o menos próximo.
Desde hace largo tiempo hablan los naturalistas de <> cuando quieren señalar el grado de semejanza entre dos grupos taxonómicos vecinos. Pero hasta hace poco no se vió que ese parentesco es una verdadera consanguinidad delatora de la relación genética establecida por la teoría de la descendencia.
Si se inyecta una pequeña dosis de suero de sangre humana en las venas de un conejo, al cabo de un cierto tiempo aparecen en la sangre de éste unas substancaias específicas llamadas precipitinas, en virtud de las cuales el suero sanguíneo de ese conejo tiene la propiedad de precipitar los albuminoides del suero sanguíneo humano. Por esta razón dicho suero se denomina suero antihumanao.
La sensibilidad de los sueros preparados es tan grande que gracias a ellos se puede saber si una pequeña mancha de sangre es o no humana. Basta diluir la mancha en suero fisiológico, filtrar el líquido hasta que quede transparente, y dejar caer en él unas gotas de suero antihumano. Si la mancha es de sangre humana se producirá un precipitado blancuzco.
Pues bien, mediante experimentos bien llevados, el biólogo Nutall ha conseguido poner de manifiesto la consanguinidad existente entre numerosos grupos taxonómicos animales.
El suero antihumano produce un abundante precipitado en el sangre de los monos antropomorfos (gorila, chinpancé y orangután) que son los más próximos al hombre, y un precipitado más ligero en la sangre de otros monos.
El suero antillama precipita en regular proporción la sangre de camello evidenciando el parentesco de los animales que los naturalistas han reunido en la familia Camélidos.
El suero antilagarto precipita copiosamente la sangre de todos los saurios y en proporción regular la de ofidios, mientras apenas actúa sobre los cocodrilos y tortugas. Con ello se evidencia el acierto de los zoólogos que reunieron en un solo Orden los ofidios y los saurios, mientras separaron en Orden aparte los cocodrilos.
Importancia de la teoria de la evolución para la sistemática. Clasificaciones naturales y artificiales. Los primeros naturalistas se proponían, al clasificar los seres vivientes, formar un catálogo metódico de ellos. Para conseguirlo creaban los grupos taxonómicos, atendiendo a un carácter o a un corto número de caracteres muy salientes y de fácil apreciación. Se comprenderá que los grupos resultantes por este procedimiento eran sumamente caprichosos. Las clasificaciones de este género reciben el nombre de sistemas artificiales y se emplean aún hoy día (siendo de gran utilidad) en las obras destinadas a la determinación de las especies, es decir, cuando solamente deseamos conocer su nombre.
Cuando se pretende representar en las clasificaciones las analogías y deferencias reales existentes entre los distintos seres naturales se necesita atender, para hacer los distintos grupos taxonómicos, al conjunto de los caracteres, subordinandolos según su relativa importancia, prescindiendo de toda otra consideración. Siguiendo estas ideas se llegaría a la clasificación o método natural de los seres vivientes. El estado actual de la ciencia no permite, sin embargo, alcanzar tal perfección, y por eso existen en la actualidad varios sistemas naturales perfectamente cientificos.
Durante algún tiempo se miró como fin de la clasificación el ordenar las especies según el <>. La teoría evolucionista, al revelar que ese plan de la creación no es tan sencillo como los primitivos naturalistas creyeron, ha hecho variar las pretensiones de los sistemáticos. Las clasificaciones modernas de los seres vivos tienden a reunir los distintos animales de tal manera que quede expresado implícitamente, en la clasificación, el parentesco o comunidad de origen, es decir, el grado de consanguinidad de los distintos grupos formados. Dicho está que se prescinde por completo de los parecidosexistentes a veces entre especies convergentemente adaptadas, y que sólo se tienen en cuenta las homologías de la anatomía comparada y la embriología ponen de manifiesto. Estas clasificaciones difieren, por tanto, enormemente, de los sistemas artificiales, en los cuales se reunen los seres con arreglo a caracteres fáciles de apreciar y, con frecuencia, superficiales y de insignificante importancia.

4. Teorías evolucionistas.

Si es cierto que hoy en día hay unanimidad completa entre los naturalistas para admitir la realidad de la evolución de las especies, no es menos cierto que las opiniones se hallan muy divididas cuando se trata de precisar las causas o factores que la han determinado. Se han emitido tres grandes teorías:
Teoría de Lamarck. Según este eminente naturalista francés, la evolución de las especies ha tenido lugar en virtud de transformaciones paulatinas ocasionadas por las variaciones del medio ambiente (humedad, luz, calor, alimentación, naturaleza del suelo, etc.) y asimismo, en los animales, por el mayor o menor uso que hicieran de sus órganos. Para Lamarck, el empleo activo de los órganos determinaria su desarrollo, mientras la falta de uso los atrofiaría. Aun cuando los ejemplos aducidos por Lamarck en apoyo de su hipotesis pecaban de infantilismo y no resisten la crítica moderna, multitud de experimentos recientes ponen de manifiesto la importancia de esos factores y permiten explicar, mediante el lamarquismo, infinidad de hechos. Modernamente la teoría de Lamarck ha adquirido notable incremento, si bien ha sido modificada y perfeccionada de acuerdo con los progresos cientificos (neolamarquismo).
Teoría de Darwin. Este genial naturalista inglés, tras extensas y profundas observaciones realizadas durante muchos años, se percató de la importancia que tiene la selección en la formación de razas y variedades de animales domésticos y plantas cultivadas. ¿Habrá en la Naturaleza - se preguntó Darwin. - una fuerza capaz de hacer de una manera natural una selección semejante a la que realiza consciente y artificialmente el hombre? Darwin llegó a la conclusión de que esa fuerza existe realmente: es la lucha por la existencia que se entabla entre los individuos de cada generación en virtud e la falta de alimento y de espacio para todos. De esta lucha -que generalmente tiene un carácter manso- únicamente sobreviven y dejan, por tanto, descendencia, los individuos que ofrezcan alguna ventaja sobre sus congéneres. Por ejemplo, entre las fieras, los individuos más fuertes, ágiles y astutos; entre los herbívoros, los de carrera más rapida para escapar de sus perseguidores y los menos expuestos, por su coloración, a ser vistos y apresados por sus enemigos; entre las plantas, las de germinación más rápida, las más resistentes a los cambios de temperatura, etc.
La lucha por la existencia determina, evidentemente, la supervivencia de los más aptos o mejor adaptados, los cuales legarán a sus descendientes sus excepcionales cualidades. De esta manera, por la suma continua de las pequeñas ventajas logradas, mediante esta selección natural, por los individuos de las generaciones sucesivas, tendría lugar, según Darwin, la evolución de las especies.
Teoría de la mutación. Para el botánico Hugo de Vries la aparición de nuevas especies solamente tendría lugar por mutación. La evolución del mundo de los seres vivos habría tenido lugar, por tanto, no paulatinamente, sino de una manera explosiva. Desde luego ya sabemos que la aparición de nuevas especies por mutación es un hecho que parece bien comprobado.

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