domingo, 15 de marzo de 2015

historia natural

isiología celular.

Las células, como unidades vivientes que son, tienen que realizar, necesariamente, las funciones elementales de la vida. Veamos cómo se manifiestan en los organismos unicelulares esas funciones.

I. Funciones de relación.

1. La motilidad de la célula. — La facultad que tiene el protoplasma de ejecutar movimientos activos se manifiesta de cuatro maneras diferentes:
1.ª MOVIMIENTO CIRCULATORIO. — Basta observar al microscopio durante unos minutos los pelos de los tallos jóvenes de la ortiga o de la calabaza, para percibir el desplazamiento de las granulaciones protoplásmicas, de los granos de almidón y aun del núcleo.
2.ª MOVIMIENTO AMIBOIDE. — Lo presentan las células libres desprovistas de membrana de secreción, como los glóbulos blancos de la sangre y las amebas de las aguas estancadas. Estas células deforman su cuerpo y emiten en su periferie prolongamientos sencillos o complicados y generalmente ectoplasmaticos, que se denominan pseudópodos, es decir, falsos pies. Por ser las amebas los seres en que primero se han estudiado, ese mo- vimiento recibe el nombre de movimiento amiboide (fig. 3).
Movimiento amiboide o de amabasa. Fases sucesivas del movimiento de una ameba para capturar una partícula alimenticia (según Verworn).
Figura 3. - Fases sucesivas del movimiento de una ameba para capturar una partícula alimenticia (según Verworn).
Algunos autores (Quincke, Bütchli) suponen que esas deformaciones del plasma obedecen a causas puramente fisicoquímicas y han ideado curiosos experimentos que permiten remedar el movimiento amiboide con gotas de diferentes substancias.
3.ª MOVIMIENTO VIBRÁTIL. — Las células libres provistas de una membrana de secreción que les impida la emisión de pseudópodos suelen poseer órganos locomotores especiales de carácter permanente que responden a dos tipos: flagelos y pestañas vibrátiles. Ambos son finísimos prolongamientos filiformes del protoplasma, que atraviesan la membrana y agitan el líquido en que la célula vive. Las pestañas vibrátiles son cortas y muy numerosas (fig. 4); los flagelos (látigos) son largos y en corto número (fig. 5).
La observación atenta de los órganos vibrátiles revela que no son simples prolongamientos del protoplasma, sino órganos especiales bastante complicados. En un cirro se distinguen, en efecto, tres partes: el cilio, propiamente dicho, el corpúsculo basal y la raíz. El corpúsculo basal es un granulo situado bajo la membrana; la raíz es un prolongamiento que partiendo de ese corpúsculo se hunde en el protoplasma.
En unas células la raíz es larguísima, pero en otras se reduce a la mínima expresión y aun desaparece. Para la mayoría de los autores las tres partes del aparato vibrátil forman conjuntamente un ofgánulo celular de carácter autónomo. Esta opinión halla un apoyo solidísimo en los notables experimentos de Peters. Según éstos, los flagelos de células vibrátiles aislados del núcleo y de la mayor parte del protoplasma son capaces de vibrar tranquilamente durante algunas horas.
Al parecer, de las tres partes del aparato vibrátil la del medio, es decir, el corpúsculo basal, es la motora. Este hecho, junto con algunos otros, ha conducido a gran número de autores a suponer que los corpúsculos básales son centrosomas diferenciados para la motilidad.
infusorioEuglena
Figura. 4. Esquema de un infusorio. En, endoplasma, EC, ectoplasma. Pv, vacuola pulsatil. ct, citostoma. En el protoplasma se ven cuatro vacuolas digestivas, el macronúcleo, y el micronucleo. Alrededor las pestañas vibrátiles. Según Grobben.Fig. 5. Euglena viridis (según Doflein). V, vacuolas. s, mancha ocular. chr, cloroplastos. k, núcleo. pa, paramilon.
4.ª MOVIMIENTO CONTRÁCTIL. — Que el protoplasma es capaz de contraerse, lo muestran claramente las amebas, pues cuando un pseudópodo toca a un objeto extraño experimenta una retracción. Esta contractilidad del plasma se localiza en ciertas células en orgánulos especiales llamados mionemas o filamentos musculares. Estos se han encontrado en un buen número de infusorios, y consisten en delicados filamentos subcutículares susceptibles de contraerse y distenderse enérgicamente.
La contractilidad del protoplasma se manifiesta también en muchas células libres (amebas, infusorios) por la existencia de vacuolas contráctiles o pulsátiles — una o dos por célula - que se llenan de un liquido acuoso y se contraen rápidamente para expulsarlo al exterior (fig. 4). Más adelante tendremos ocasión de hablar de la interpretación de estas vesículas.
2. La irritabilidad o sensibilidad celular. — La propiedad tal vez más maravillosa del protoplasma es su excitabilidad o irritabilidad, esto es, la facultad de percibir las excitaciones del medio ambiente y reaccionar a ellas en una u otra forma. Podríamos definir la irritabilidad como «la sensibilidad de la masa protoplásmica».
Las células son sensibles — irritables — a los contactos, a la gravedad, al calor, a la luz, a la electricidad y a las substancias químicas, podríamos decir, abusivamente, a los sabores. En algunas existen incluso organillos de los sentidos especializados para la percepción de alguno de esos excitantes. Los más notables son las manchas oculares de algunos seres unicelulares, como la Euglena (fig. 5), que pueden compararse a ojitos destinados a percibir la luz.
La manera más general que tienen las células de reaccionar a las excitaciones del medio es el movimiento. Particularmente notables son los movimientos de respuesta que realizan las células provistas de cirros vibrátiles o de flagelos. Gracias a la relación existente entre la excitación y la respuesta se ha podido estudiar de una manera muy perfecta este interesante problema de la fisiología celular. En efecto, las células libres impresionadas unilateralmente por un excitante tienen la propiedad de orientarse con relación a él y de desplazarse en seguida hacia el excitante o en contra suya.
Estos movimientos celulares dirigidos por los excitantes, reciben el nombre de taxias o tactismos, creado por Pfeffer. Las taxias se llaman positivas cuando el movimiento se verifica hacia el excitante, como si la célula quisiera ir en su busca; se denominan negativas en el caso contrario. Por la índole del excitante se distinguen varias clases de taxias. Las más importantes son: la fototaxia o fototactismo (tactismo provocado por la luz); la quimiotaxia o quimiotactismo (tactismo para las substancias químicas disueltas en el agua ambiente) y la geotaxia o geotactismo, en virtud del cual las células libres se orientan con relación a la Tierra. Menos importantes son la termotaxia, o tactismo para el color; la gálvanotaxia o tactismo para la corriente eléctrica, etc.

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