La península Ibérica presenta una gran variedad de climas debidos a su situación geográfica y a su orografía. Se encuentra situada en el límite sur de influencia del frente polar que, con sus borrascas asociadas, es responsable del clima húmedo continental de la zona occidental de Europa. Por otro lado, también se encuentra en el límite norte de acción de las zonas de altas presiones tropicales que, debido a que portan aire cálido y seco, generan las grandes extensiones desérticas del Sahara.
De manera general, el norte peninsular estará más influenciado por el sistema ciclónico de borrascas, mientras que el sur estará dominado por un clima más tropical. Debido a la dinámica de la atmósfera, es frecuente que durante el invierno las frentes húmedos provenientes del Atlántico barran la península, provocando lluvias intensas. Con la llegada del verano, la influencia de las altas presiones tropicales, el anticiclón de las Azores, se intensifica determinando un tiempo caluroso y seco del que escapa sólo la Cornisa Cantábrica, que sigue siendo influenciada por los frentes atlánticos, aunque en menor medida. Se puede decir que el clima de la península sólo presenta dos estaciones principales, verano e invierno, ya que tanto la primavera como el otoño son estaciones de transición en las que, de manera habitual, se alternan situaciones intermedias de verano o invierno.
Sin embargo, esta situación ideal se ve alterada con frecuencia debido a la naturaleza dinámica de la atmósfera. De esta forma, las ondulaciones del frente polar pueden ser más acusadas, provocando la alteración del patrón general y extendiendo las condiciones de humedad continental por la península. De la misma forma, estas ondulaciones pueden ser más débiles, de manera que los anticiclones tomen mayor relevancia y extiendan un clima más cálido y seco.
El relieve peninsular también va a condicionar los tipos de climas presentes. La península presenta un relieve abrupto, con numerosos sistemas montañosos que se concentran principalmente por la periferia, cerrándola ante la influencia marina salvo por la zona occidental. Cuando los frentes de lluvias del Atlántico penetran en la península, la recorren descargando el agua hasta topar con alguno de los sistemas montañosos, no pudiendo superarlos y creando zonas de sombra pluviométrica, donde la precipitación es menor que en zonas cercanas. Esta situación es la responsable de la aparición de zonas áridas en la zona sudoriental de la península, así como en otras regiones del interior. En otros casos, la orografía de la zona tiene el efecto contrario, cuando en la zona a favor del viento las montañas recogen toda la lluvia que portan los frentes, aumentando la precipitación en zonas determinadas. Este es el caso de algunas localidades del extremo occidental de los Sistemas Béticos o del Sistema Central.
En una primera aproximación, utilizando la clasificación de los climas del mundo basada en el movimiento de las masas de aire, la península Ibérica se divide en tres grandes zonas. La primera abarca casi la totalidad del territorio, con un clima mediterráneo semiárido 7s, es decir, estepario, con una zona sudoriental semidesértica 7sd, de transición entre la estepa y el desierto. La segunda zona ocupa una estrecha franja costera que comienza entre las desembocaduras de los ríos Tajo y Duero, sube hacia el norte y recorre toda la Cornisa Cantábrica. Su clima sería del tipo marítimo de la costa oeste, con regiones con el subtipo subhúmedo 8sh y otras de subtipo húmedo 8h. La tercera es una región de menor extensión que la anterior, que empieza en el extremo occidental de la Cordillera Cantábrica y termina en el extremo oriental de los Pirineos. Sería un clima de áreas situadas a grandes altitudes.
Usando la clasificación de Köppen, todo el Levante y la mitad sur de la península corresponde a un clima templado con veranos secos y calurosos Csa. Buena parte del cuadrante noroccidental también corresponde a un clima templado de verano seco, pero en este caso el verano sería menos caluroso que el anterior Csb. La Cornisa Cantábrica, junto con otras zonas castellano-leonesas y aragonesas presentarían un clima templado y húmedo con veranos suaves. Dentro de este marco principal se destacarían dos zonas. Los Pirineos, con un clima propio de altas altitudes H, así como tres núcleos de clima estepario seco y frío BSk, correspondientes a las zonas de Murcia y Almería, los Monegros y parte del valle del Ebro, y zonas al norte de la comunidad de Castilla y León, situadas en regiones de sombra pluviométrica al sur de los Montes de León y la Cordillera Cantábrica.
Sin embargo, estas dos aproximaciones resultan insuficientes para describir, aunque sólo sea de manera general, la diversidad de climas peninsulares. La descripción de los climas de la península no está exenta de cierta polémica, pero parece haber cierto acuerdo en distinguir tres grandes zonas climáticas, que son: atlántica, continental y mediterránea. Estas zonas no son uniformes, sino que presentan diferencias entre sí motivadas por su situación geográfica y por la influencia del relieve.
En primer lugar, la zona atlántica ocupa las regiones peninsulares en estrecho contacto con el océano Atlántico, del que reciben una gran influencia moderando sus temperaturas y son afectadas de manera directa por los frentes que provienen del mar, confiriéndoles un clima más húmedo. Esta zona ocupa el norte peninsular, desde el extremo oriental de los Pirineos hasta Galicia, el oeste, ocupando la franja oeste de Portugal, y buena parte de las zonas costeras de Andalucía hasta la zona oriental de la provincia de Granada.
El norte peninsular y buena parte de la franja costera de Portugal están influenciados por los continuos frentes de borrascas que recorren las latitudes medias, determinando un clima húmedo, con precipitaciones durante la práctica totalidad del año, y con temperaturas suaves tanto en verano como en invierno. La siguiente tabla resume estas condiciones climáticas.
Otra zona de influencia atlántica se encuentra en el interior de Portugal, donde la influencia oceánica es aún elevada. Sin embargo, conforme se penetra en el interior se refuerzan los rasgos continentales del clima que lo vuelven más extremo, con precipitaciones más reducidas y una aumento de las temperaturas medias.
La última zona de influencia atlántica se encuentra en la costa andaluza. Esta región conjuga varios factores que condicionan el clima. Por un lado, está aún afectada por los frentes de borrascas del Atlántico, pero en menor cuantía que en otras zonas más al norte. Sin embargo, la presencia de sistemas montañosos cercanos la costa provoca que los frentes descarguen mayor cantidad de lluvia que en zonas adyacentes, confiriéndoles mayor grado de humedad. Además, su localización latitudinal le proporciona un aumento de sus temperaturas medias.
La zona continental abarca la mayor parte del interior peninsular. Su clima general es más extremo, con veranos más cálidos e inviernos más fríos. Las precipitaciones son variables, dependiendo de la zona concreta considerada. El clima continental clásico se encuentra localizado en ambas mesetas, en el valle del Ebro y zonas del interior oriental de Andalucía, con veranos calurosos e inviernos fríos. Las precipitaciones son escasas, originando en esencia un clima que se podría clasificar como semiárido. La siguiente tabla resume las características propias de estas zonas.
Las regiones montañosas presentes en el interior de la península modifican este clima continental. Se localiza en los sistemas Ibérico y Central, en las estribaciones sudorientales de los Pirineos y en la parte oriental de los Sistemas Béticos. Debido a la orografía, los frentes de lluvia tienden a descargar en ellos, confiriéndoles un carácter más húmedo que en las zonas cercanas a menor altitud. Además, su altura les proporciona unas temperaturas más bajas que la media correspondiente a estas zonas.
Por último, otras zonas de clima continental más suavizado se localizan en el norte y oeste de Castilla y León, parte oriental de Portugal, zonas occidentales de Extremadura y Andalucía, y el valle del Guadalquivir. Esta zona presenta un clima continental con una notable influencia atlántica. Los frentes procedentes del océano tienen mayor incidencia que en otras zonas, más elevada conforme más al norte se encuentre la región considerada. Los veranos son más calurosos pero los inviernos son más suaves. Mención especial merece la cuenca del Guadalquivir que, debido a la depresión donde se asienta, los frentes atlánticos pueden penetrar en la península en mayor grado, suavizando el clima continental.
La zona mediterránea se localiza en las regiones situadas al este de la península. Se caracterizan por un clima templado y seco, con inviernos suaves y veranos calurosos. La sequedad del clima está determinada en buena medida por la influencia de los grandes sistemas montañosos cercanos Ibérico, Costero Catalana y Bético, que actúan como pantalla para los frentes de lluvia, convirtiendo a estas zonas en regiones de sombra de lluvia. La mayoría de las precipitaciones que reciben se originan a partir de frentes de lluvias generados en el Mediterráneo, los cuales suelen ser poco activos. Un fenómeno climático importante en estas regiones es la gota fría, que suele ocurrir en otoño cuando coincide la presencia de masas de aire frío en altura, de origen polar, y la temperatura del Mediterráneo es aún alta. En este caso, cuando las masas ascendentes de aire cálido y húmedo se encuentran con estas bolsas de aire frío, se condensan con gran rapidez y originan lluvias de gran intensidad y violencia.
Es posible establecer cierto gradiente en la zona mediterránea, aumentando las condiciones de aridez conforme se desciende hacia el sur, apareciendo en la zona sudoriental zonas semidesérticas.
Para terminar, habría que prestar atención a los climas insulares relacionados con la península. Las Baleares van a presentar un clima del tipo mediterráneo, de condiciones más suaves que el presente en el continente provocado por su condición de islas, en las que el mar Mediterráneo suaviza las temperaturas y aumenta el grado de humedad de las mismas.
El clima del archipiélago canario es diferente a los presentes en la península. Al estar situadas en latitudes más bajas, la influencia de las borrascas oceánicas es mucho menor, mientras que la presencia de los anticiclones tropicales es casi permanente. Este hecho debería provocar en las islas un clima tropical seco, desértico. De hecho, este es el clima que presentan las islas con menor relieve y el sur de las de mayor relieve. Sin embargo, el norte de las islas de mayor relieve está muy influenciado por los vientos alisios, de componente noreste, que proporcionan una elevada humedad a estas vertientes insulares, provocando la aparición en ellas de un clima tropical húmedo.
Esta tabla presenta la descripción resumida de ambos archipiélagos. La precipitación correspondiente a las Canarias no aparece debido a su gran heterogeneidad.
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