domingo, 17 de enero de 2016

Estados de la península ibérica en la edad media


la corona de aragón
(1137-1707) Forma política que resulta de la coordinación del reino de Aragón y del principado de Cataluña, así como de su expansión ulterior por el Mediterráneo. En 1137 se celebra el matrimonio entreRamón Berenguer IV Buscar voz... (1137-1162) conde de Barcelona y la infanta doña Petronila Buscar voz..., hija de Ramiro II el Monje Buscar voz..., rey de Aragón (1134-37), y de doña Inés de Poitiers Buscar voz..., entregando el suegro a su yerno el reino a modo de dote, y renunciando a disponer de él, con lo que el señorío (dominatum) se transmite a la infanta, y el gobierno (principatum et ius) se confiere al conde catalán, consolidándose la unión en el hijo de ambos, Alfonso II Buscar voz... (1162-96).
La reunión de la titularidad del poder sobre los territorios de Aragón y de Cataluña en unas mismas manos no supone la fusión ni la pérdida de la autonomía de ambos, por lo que puede decirse que constituyen una forma pluralista coordinada de poder, una unión personal o una confederación, en la que el título superior por su dignidad corresponde a Aragón -que es un reino, y, por tanto, su titular es un rey-, lo que se confirma cuando Pedro II Buscar voz... (1196-1213) es coronado por el papa Inocencio III.
Hasta 1410, en que fallece sin sucesión Martín I el Humano Buscar voz... (1396-1410), los reyes, en cuanto sucesores de Ramón Berenguer IV pertenecen a la que puede llamarse Casa de Barcelona, en tanto que, elegido tras el Compromiso de Caspe Buscar voz...Fernando I Buscar voz... el de Antequera (1412-16), la dinastía gobernante es la castellana de los Trastámara Buscar voz..., a la que sucede la Casa de Austria con Carlos I Buscar voz..., de España (1516-56). La sucesión en el trono se realiza conforme a la costumbre aragonesa, fijándose ciertos principios en el Compromiso de Caspe y cuando aquélla no se observa, como en el caso de Carlos II, llega a provocar la guerra civil.
Hasta 1213, la política aragonesa se desenvuelve, preferentemente, en los territorios ultrapirenaicos, donde Alfonso II obtiene en 1172 el Rosellón y asegura la Provenza, pero a partir de la primera fecha citada, en que Pedro II muere frente a Muret Buscar voz..., aunque su hijo Jaime I (1213-76) adquiere el señorío de Montpellier de su madre, María de Montpellier, el interés se desplaza hacia el Mediterráneo, una vez que se fijan los límites con Castilla tomando Ariza como punto de referencia en el tratado de Almizra Buscar voz... de 1244, y en eltratado de Corbeil Buscar voz..., celebrado con Luis IX de Francia, éste renuncia a Barcelona, Urgel, Besalú, el Rosellón, Ampurias, Cerdaña, Conflente, Gerona y Vich, a cambio de que el monarca aragonés renuncie a todo el sur de Francia, incluido el condado de Provenza.
La fijación de límites se practica también entre los dos territorios integrantes de la joven forma política, pues al tratar de declararse en 1214 una tregua general en toda Cataluña, se considera que ésta llega hasta el Cinca, y en 1244 se considera que en Cataluña significa tanto como desde el Cinca hasta Salses, con lo que Lérida, ciudad que ha acudido a las Cortes aragonesas, queda en Cataluña, y se rechazan las pretensiones aragonesas, que eran las de que la línea de separación no fuera la del río Cinca, sino la del río Segre; aunque Monzón y Fraga, situadas a la derecha del Cinca, permanecen aragonesas, lo que también se confirma en 1283 para el condado de Ribagorza hasta la clamor de Almacellas.
Los títulos en que se funda la expansión catalano-aragonesa por el Mediterráneo son los de reconquista, como en el caso de Mallorca y de Valencia; la alianza matrimonial, que permite a Pedro III la ocupación de Sicilia; la concesión pontificia, que autoriza a Jaime II para dominar Córcega y Cerdeña; y la adopción, que erige a Alfonso V en protector y sucesor de la reina Juana, en Nápoles.
El reino de Mallorca se reconquista en 1229, integrando como «islas adyacentes» a Menorca e Ibiza, de las que la segunda se incorpora en 1235 por conquista del arzobispo de Tarragona, y la primera, en 1286, en los días de Alfonso III (1285-91). Por el mismo título, Jaime I ocupa el reino de Valencia entre 1232 y 1245, que, como Mallorca, no se incorpora ni a Aragón ni a Cataluña, sino que amplían la forma política coordinada.
La conquista de Sicilia por Pedro III (1276-85) en 1282 tiene lugar en virtud de que aquél acaudilla el movimiento gibelino en cuanto esposo de Constanza, hija de Manfredo, que ha regido la isla en nombre de Conradino, nieto por línea bastarda de Federico II de Alemania, y frente a la casa francesa de Anjou, pero su hermano Jaime II (1291-1327) tiene que renunciar a ella en 1295 por el tratado de Anagni, pasando a ser gobernada por una dinastía derivada aragonesa, hasta volver al tronco de la Corona de Aragón con Martín I y, sobre todo, con Fernando I.
La concesión de Córcega y Cerdeña a Jaime II por el mismo tratado ha empezado a ser conseguida por una expedición del futuro Alfonso IV en 1323-24 a Cerdeña, consolidándose con Pedro IV; con Martín I, que ha tenido que sofocar rebeliones en 1391 y 1410, y con Fernando I, sin que el éxito haya acompañado los intentos de dominar Córcega especialmente realizados por Alfonso V (1416-58) en 1420.
Por su propia cuenta, los combatientes desocupados tras algunas de estas campañas, en especial los conocidos como almogávares llegan a dominar los ducados de Atenas y de Neopatria entre 1311 y 1318, que Pedro IV consigue incorporar a la Corona en 1379, hasta 1388, por lo que se refiere a Atenas, y 1390, por lo que se refiere a Neopatria, ya en los días de Juan I (1387-96).
Alfonso V, adoptado por la reina Juana de Nápoles, ha entrado triunfante en este reino en 1442 frente a los angevinos, pero el reino no se ha incorporado a la Corona, sino que ha pasado a una línea derivada, a la muerte de aquél, hasta ser reconquistado por Fernando II (1479-1516) en 1504, lo que ya no corresponde a expansión de la Corona de Aragón, pues unida ésta a la de Castilla tras la boda de Isabel y de Fernando en 1469, aquélla se disuelve en la actuación de la Corona de España, dentro de la cual pierde importancia política, hasta desaparecer con los Decretos de Nueva Planta, dados a partir de 1707.
Dentro de los territorios nucleares, el reino de Mallorca ha sido el más fluctuante, pues se ha separado del tronco al morir Jaime I, reuniéndose nuevamente en 1285 y separándose otra vez como consecuencia del tratado de Anagni, si bien ligada por lazos feudales, hasta reincorporarse definitivamente en 1343-44 con Pedro IV. La expansión valenciana ha sido catalano-aragonesa, participando activamente la nobleza de la primera nacionalidad ávida de nuevos repartos de tierras. La participación aragonesa ha sido mucho menor en el resto de la expansión mediterránea, hasta el punto de que una de las reivindicaciones del Privilegio General ha sido la de no tener que seguir al rey en las empresas ultramarinas.
Esa expansión ha sido, fundamentalmente, de signo catalán y a fin de facilitar un activo comercio con los países ribereños del Mediterráneo y con el Oriente próximo, a través de la conocida como ruta de las especias, dado que la importancia de éstas, tan deseadas por el Occidente al elevarse el nivel de vida, es lo que ha atraído gran parte de la navegación y del comercio, dando lugar al desarrollo de los consulados o representaciones mercantiles que, asimismo, han asumido la actividad judicial entre los mercaderes. Ello ha implicado una actividad militar intensísima, unas veces, frente a Francia, poseedora de grandes intereses en el Mediterráneo, y frente al pontificado, que ha ayudado a aquella potencia; y otras frente a las florecientes repúblicas italianas, como Pisa, Venecia y, sobre todo, Génova.
La difícil situación en que han colocado estas empresas a los reyes, les han obligado a realizar importantes concesiones a la nobleza y a los concejos, destacando documentos como el Privilegio General, losPrivilegios de la Unión Buscar voz... o el Recognoverunt proceres. El rey ha sido el lazo de unión de todos los territorios, que han disfrutado de Cortes y parlamentos propios, aunque también han existido Cortes generales, en las que se han reunido aragoneses, catalanes, valencianos e, incluso, mallorquines. También se ha desarrollado alguna institución común, como es el caso de la Gobernación General, aunque ésta se ha diversificado después a través de diversos representantes.
El ordenamiento jurídico ha sido diferenciado e, incluso, ha cristalizado en sistemas de diversa naturaleza, y así, mientras Cataluña, donde el príncipe y las Cortes han legislado a través de constitutions, se ha abierto al Derecho común, especialmente desde 1408, lo que también ha sucedido en Mallorca con anterioridad y, en menor medida en Valencia, donde se ha legislado a través de furs; en Aragón se ha opuesto una notable resistencia al Derecho romano. Todavía mayor ha sido el contraste entre estos sistemas y el castellano cuya fuerza expansiva se han visto obligados a sufrir en la Edad Moderna, dando lugar a enfrentamientos violentos con la monarquía, sobre todo en Valencia y Aragón en el siglo XVI, y en Cataluña en el siglo XVII, que no han sido superados sino por la vía de la fuerza al advenimiento de los Borbones.

LA FORMACIÓN DE LA CORONA DE ARAGÓN Y SU EXPANSIÓN PENINSULAR
En 1137, Ramiro II, rey de Aragón, firmaba los esponsales de su hija Petronila, que contaba con un año de edad escasamente, con el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, si bien el matrimonio no se celebró hasta 1151. Se unían así, o, mejor dicho, se "confederaban" así el reino de Aragón y el condado de Barcelona, porque ambos estados conservaban su autonomía, de modo que el catalán jamás se tituló rey de Aragón. Surgía de esta manera, aunque entonces no se tenía conciencia de ello, la llamada Corona de Aragón.
Esta unión se efectuaba cuando uno y otro estado ni siquiera estaban próximos geográficamente, puesto que les separaban los condados independientes de Pallars, de Urgel y los almorávides de Lérida.
El concepto político e institucional de la denominada Corona de Aragón, suma de estados diferentes, no surgió en el siglo XII, sino en el XIV, durante el reinado de Pedro IV (1336-1387), a la par que su configuración territorial fue también lenta [v. mapa 56] y, desde luego, posterior al enlace de Petronila y Ramón Berenguer IV.
La confederación tomó el nombre del estado que en el momento de su formación, en 1137, tenía mayor categoría dentro de la escala política, el reino de Aragón frente al condado de Barcelona. Esta primacía tuvo también carácter jurídico, como puede observarse y se hizo valer en determinados momentos del proceso de Alcañiz-Caspe, cuando compromisarios aragoneses, valencianos y catalanes se reunieron para elegir un nuevo rey, una vez extinguida la línea directa de la dinastía que originara la "confederación".
La Corona de Aragón terminará siendo un amasijo de estados, de categoría jurídica muy diversa [v. mapa 58], y en lugares también diversos, destacando, entre los peninsulares, los reinos de Aragón y Valencia y el condado de Barcelona, además del reino insular de Mallorca, aunque éste no siempre estuvo unido a ella.
Cada territorio integrante conservó su propia identidad jurídica y administrativa, si bien el representante legal será uno sólo, el rey de Aragón.




CONFIGURACIÓN DE LA FRONTERA ENTRE LAS CORONAS DE CASTILLA Y ARAGÓN
Como se ha indicado, hasta el reinado de Alfonso I la iniciativa y la dirección de la reconquista de la Península correspondió a los reyes de Castilla-León [v. mapa 53]. Tras su gobierno, el Batallador logró que Aragón alcanzara la autoridad moral, política y militar suficiente para que, en adelante, las previsiones de las acciones reconquistadoras tuvieran que ser pactadas.
Porque la reconquista peninsular, desde el siglo XII es, en realidad, fruto del equilibrio de fuerzas existente fundamentalmente entre la Corona de Castilla-Corona de Aragón y la Corona de Castilla-Portugal, dado que Navarra, restaurada como reino en 1134, se ve envuelta por castellanos y aragoneses y pronto necesitará inclinarse hacia Francia para no verse absorbida por ambos.
Desde el siglo XII, la configuración de la frontera entre las Coronas de Castilla y de Aragón se fue realizando con anterioridad a las acciones bélicas del campo de batalla; la frontera se fraguó merced a sucesivos tratados divisorios entre ambas, tratados que recoge el mapa, con indicación de las tierras a incorporar cada uno: Tudilén (1151), Cazola (1179), Almizra (1244), Campillo (1304) y Monreal (1305).
La Corona de Aragón, en cuanto al escenario peninsular, quedará completa en 1305, con la incorporación definitiva al reino de Valencia de la zona Villena-Alicante-Elche-Orihuela y la renuncia a la de Cartagena y Mar Menor.


 LA EXPANSIÓN MEDITERRÁNEA CATALANO-ARAGONESA
La Corona de Aragón, con territorios Peninsulares [v. mapas 55 y 56] y extrapeninsulares [v. mapa 57], fue el resultado de la mezcla de entidades políticas diversas, incorporadas en fechas distintas y cada una de ellas con alternativas territoriales cambiantes. Quiere ello decir que su composición fue mudable y que el mapa ofrecido varió según las fechas.
Entre los estados que constituyeron la Corona de Aragón hubo reinos:
Aragón, Valencia, Mallorca (independiente entre 1276 y 1344), Sicilia (1282-1296 y 1409-1713); Cerdeña (1322-1708), Córcega (sólo en determinados momentos) y Nápoles (desde Alfonso V hasta 1707). Asimismo la integraban ducados, como Atenas y Neopatria; un marquesado, Provenza, aunque de manera intermitente; varios condados (Barcelona, Urgell y Rosellón) y un señorío, el de Montpelier.
Cada uno de ellos era independiente de los demás en lo administrativo, económico y político, y sólo se hallaban unidos en la persona del rey, que siempre comienza encabezando sus títulos por el de "rex Aragonum".
El ocaso de este conglomerado fue paulatino. El primer paso hacia su destrucción lo dieron los Reyes Católicos al transformar la Corona de Aragón en el llamado "Consejo de Aragón" (1493), paralelo al Consejo de Castilla: frente a la independencia de cada territorio integrante (Corona de Aragón) se pasa a la unificación (Consejo de Aragón). La siguiente medida fue tomada por Carlos I en 1555, al desgajar del "Consejo de Aragón" el de Italia. Por último, Felipe V, vencedor de la "guerra de Sucesión", desintegró la Corona de Aragón por completo, sustituyéndola, con fines administrativos, por las Audiencias de Zaragoza (1707), Valencia (1707), Palma de Mallorca (1716) y Barcelona (1716). Cerdeña, Sicilia y Nápoles corrieron suerte diversa entre 1707 y 1713.

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