viernes, 22 de enero de 2016

Patrimonios de la humanidad por países - España

«Bienes individuales inscritos Patrimonio de la Humanidad en España (Cueva de Altamira y arte rupestre del norte de España)»

La cueva de Altxerri (en euskera Altxerriko leizea o Altxerriko koba) está situada dentro del término municipal deAya (Guipúzcoa) en el País Vasco (España).
En la gruta original se conservan pinturas rupestres y grabados que han sido datados en el periodo Magdaleniense Superior final, dentro del Paleolítico Superior; las pinturas situadas en una galería superior, conocida como Altxerri B, han sido datadas en un estudio de 2013 como las pinturas rupestres más antiguas en Europa, con una edad estimada de 39 000 años.1
Su estilo artístico forma parte de la denominada escuela franco-cantábrica, caracterizada por el realismo de las figuras representadas.
Altxerri es uno de los grandes conjuntos de grabados del cantábrico. Posee alrededor de ciento veinte grabados de los cuales noventa y dos son de animales. El bisonte es el animal más representado con un total de cincuenta y tres grabados. Otros animales presentes en la cueva son el reno con seis grabados, cuatro ciervos y cabras, tres ejemplares de caballos y uros, dos saigas, un glotón, zorro, liebre o un ave.
Fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 2008, junto con otras 16 cuevas situadas en el norte de España, como parte del conjunto conocido como Cueva de Altamira y arte rupestre paleolítico del norte de España.

Localización

La Cueva de Altxerri se ubica en el término municipal de Aya, en la Provincia de Guipúzcoa (País Vasco). Sin embargo la cueva se encuentra más cerca del pueblo costero de Orio, de cuyo casco urbano apenas dista 1 km, que del propio casco urbano de Aya, situado a algo más de 3,5 km.
Para llegar a Altxerri hay que llegar en primer lugar al pueblo de Orio, distante 17 km de la capital provincial, San Sebastián. Si se llega desde San Sebastián por la N-634 hay que atravesar el casco urbano, cruzar el río Oria y siguiendo dirección a Zarauz desviarse al poco de atravesar el río por la GI-3161. Si se llega desde Bilbao y Zarautz el desvío de la GI-3161 se realiza justo antes de llegar a Orio. Tras atravesar un polígono industrial y recorrer unas decenas de metros se llega al caserío Altxerri situado justo al lado de la carretera. La boca de la cueva se encuentra a 100 metros de la carretera y 15 metros sobre el nivel del valle, ascendiendo por la ladera oriental del monte Beobategaña, justo después de atravesar el arroyo Altxerri y detrás del caserío. La entrada de la cueva se abre en un tajo casi vertical de la roca.
La cueva se encuentra actualmente a 20 metros sobre el nivel del mar y 2,5 km de distancia de la costa, aunque en el periodo magdaleniense el nivel del mar estaba más bajo, por lo que se estima que esta se encontraba 80 metros sobre el nivel del mar y a 6 km de distancia.

Historia del descubrimiento

Detalle de la cueva con dos bisontesenfrentados y una cabra.
La Cueva de Altxerri permaneció cegada y oculta hasta 1956. Ese año se acometieron las obras de construcción de la carretera que une el pueblo de Orio con el barrio de Olaskoegia de Aia. Para aprovisionarse de material para dicha obra se abrió una cantera provisional en las calizas situadas unas decenas de metros detrás del caserío Altxerri, junto al que pasaba la nueva carretera. En una de las voladuras que se realizaron con dinamita en la cantera se abrió un boquete de un metro de ancho por 80 cm.de alto. A través de ese boquete se descubrió una larga y amplia galería excavada en el material calizo que había permanecido oculta durante miles de años. En principio el descubrimiento de la cueva atrajo únicamente la atención de algunos jóvenes de los pueblos de los alrededores que fueron los primeros en aventurarse en la cueva. El descubrimiento no tuvo mayor transcendencia. La cantera no fue explotada mucho más después del descubrimiento; como el material obtenido era ya suficiente para concluir la obra dejaron de realizarse voladuras y la cueva se pudo conservar casi intacta.
En 1962 la noticia de la existencia de simas que partían de la galería descubierta unos años antes atrajo a varios miembros de la Sociedad de Ciencias Aranzadi de San Sebastián a acometer una exploración espeleológica de la misma. Fueron los jóvenes Felipe Aranzadi, Javier Migliaccio y Juan Cruz Vicuña, quienes mientras estaban realizando los preparativos para descender por la sima, observaron unos trazos negros en una pared cercana que formaban la figura de un bisonte. A partir de este primer descubrimiento, los espeleólogos de Aranzadi descubrieron otros grupos de figuras en otros lugares de la cueva. Estos miembros de Aranzadi dieron cuenta de su descubrimiento a José Miguel de Barandiarán, que era el director del Departamento de Prehistoria de Aranzadi. Este insigne antropólogo fue el que certificó la autenticidad del hallazgo, además de hallar otras muchas figuras que habían permanecido ocultas a los inexpertos ojos de los jóvenes espeleólogos.
Sin embargo en los años entre 1956 y 1962 las personas que habían accedido a la galería de la cueva habían dejado escritos en la misma por lo que hubo que actuar con mucha prudencia para discernir las auténticas pinturas de la contaminación de los últimos años. Antes de hacerse público el descubrimiento arqueológico y como medida de precaución, la entrada de la cueva fue cerrada con una puerta. La cavidad fue bautizada como Cueva de Altxerri, por el nombre del caserío situado en sus inmediaciones.
El primer estudio de las pinturas de la cueva fue encargado a Barandiarán, que publicó en 1964 en la revista Munibe una primera memoria de las figuras encontradas. Barandiaran halló también la entrada natural de la cueva, situada cerca de la entrada abierta artificialmente. La entrada natural se encontrada cegada por sedimentos yestalagmitas. Esta boca natural se sigue manteniendo tapada hoy en día. Durante estos trabajos el equipo de Barandiarán practicó una calicata junto a la entrada natural de la cueva encontrando un yacimiento arqueológico, que fue estudiado. Se realizaron también catas junto a los grupos de figuras, encontrándose un raspador y unapunta de sílex junto a los grupos de figuras I y II.
En 1976 Jesús Altuna y J.M.Apellániz publicarían un segundo estudio de las pinturas en la misma revista. El libro Ekain y Altxerri - Dos santuarios paleolíticos en el País Vasco, del propio Altuna está considerado como el principal libro de divulgación publicado sobre esta cueva.
En 1982 se descubrieron dos bisontes dibujados en la base de la sima de 10 metros de profundidad. No se han hallado más dibujos en esa zona.
La cueva guarda en su interior grabados y pinturas. Los primeros se conservan bien, pero las pinturas se encuentran muy deterioradas debido a la gran humedad de muchas de las paredes. Desde el descubrimiento de las pinturas en 1962 la cueva ha estado cerrada al público y solo se permite el acceso a prehistoriadores que acrediten su condición de investigadores con publicaciones.
En 2008 la Cueva de Altxerri fue declarada Patrimonio de la Humanidad.

Las figuras de Altxerri

Yacimientos de arte rupestre en el área franco-cantábrica
Las pinturas y grabados de Altxerri están divididos en siete grupos de imágenes y grabados, que ocupan diferentes lugares de la cavidad. Además existen otras pinturas aisladas que no se incluyen en estos grupos..

Grupo I

Son las figuras más cercanas a la entrada de la cueva. Se encuentran en un nicho lateral de la galería principal. Las dos paredes laterales de dicho nicho se encuentran repletas de figuras hasta llegar a medio centenar. Las figuras llegan hasta lo más profundo del nicho, donde hay que acceder persona a persona.
Este grupo suele ser subdividido entre dos subgrupos, Ia y Ib, correspondientes a cada una de la paredes laterales del nicho. En este grupo predominan los grabados frente a los dibujos. Las figuras incluyen animales de muy diverso tipo: bisontes, peces, cabras, saigas, renos, aves, etc..

Grupo II

Figura de una cabra montesa en la cueva.
Siguiendo por la galería principal en la pared izquierda de la misma, se encuentra un grupo de figuras en las que predominan los dibujos frente a los grabados. Sin embargo se encuentran en un lugar muy húmedo de la cueva, por lo que la pintura prácticamente se ha borrado y su estado de conservación no es bueno.

Grupo III

En la pared enfrentada a la del grupo II y en una posición más elevada se encuentran 3 figuras. Destaca el dibujo de un bisonte de 40 cm.

Grupo IV

Siguiendo por la misma galería se encuentra un conjunto de 14 figuras realizadas mediante un grabado muy fino. Resultan muy difíciles de observar y prácticamente imposibles de fotografiar.

Grupo V

Este grupo contiene 7 bisontes, un caballo, una cabra, un sarrio y una figura que posiblemente represente un uro. También hay algunos campos rayados y algún signo.

Grupo VI

Este grupo incluye 4 bisontes, 4 renos, un animal con forma de serpiente y algún signo.

Grupo VII

Este grupo incluye una cabeza de ciervo y un bisonte.

Otras figuras

Pintura del supuesto bisonte rojo de casi tres metros de longitud.
En la base de la sima de 10 metros de profundidad situada al final de la galería se encontraron en 1982 dos bisontes pintados. La pintura de estos bisontes está casi perdida. No se han encontrado más pinturas en esta parte de la cueva.
En una galería superior a la principal de la cueva, de difícil acceso, se encuentran una serie de pinturas de color rojo de difícil interpretación. Los expertos creen reconocer el dorso de un bisonte. Esta pintura de 3 metros de longitud sería la más grande la cueva.


Altxerri cave - Antelope.jpg
Altxerri cave - Big Bison.jpg
Altxerri cave - Bison 2.jpg
Altxerri cave - Black Bison.jpg

La cueva de Altxerri

El descubrimiento

56. Gran sala de entrada en la cueva de Altxerri.© Jesús Altuna
56. Gran sala de entrada en la cueva de Altxerri.© Jesús Altuna
El descubrimiento de la cueva de Altxerri y su santuario rupestre tuvo lugar en dos fases muy distintas. En la zona donde está enclavada la cueva no se conocía caverna alguna, hasta que en 1956 se construyó la carretera que pasa por delante del caserío Altxerri. Para ello se instaló una cantera provisional, con el fin de extraer material de las calizas, que se encuentran detrás del caserío citado. Una de las explosiones de dinamita abrió un boquete de un metro de ancho por 80 cm.de alto. Desde este boquete se decubrió una larga y amplia galería, que no tuvo, en un comienzo, más trascendencia que la de atraer a algunos muchachos de Orio y Zarautz, que penetraban en la cavidad con el único interés de la aventura juvenil. Afortunadamente los trabajos de la cantera concluyeron en este punto, porque habían obtenido ya el material suficiente para su propósito.
57. Caserío Altxerri (Aia) y entrada artificial de la cueva abierta por la cantera en las calizas del fondo.© Xabi Otero
57. Caserío Altxerri (Aia) y entrada artificial de la cueva abierta por la cantera en las calizas del fondo.© Xabi Otero
Seis años más tarde, enterados los miembros de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, mencionados más arriba, del hallazgo y de la existencia de simas en la galería abierta, procedieron a su exploración. Mientras efectuaban los preparativos para la misma, observaron unos trazos negros en la pared cercana a la sima, que formaban la figura de un bisonte. A partir de aquí descubrieron otros grupos de figuras en otros lugares de la cueva.
58. Bloques caídos a la entrada de la cueva de Altxerri.© Jesús Altuna
58. Bloques caídos a la entrada de la cueva de Altxerri.© Jesús Altuna
Dieron cuenta del hallazgo a José Miguel de Barandiaran, Director a la sazón del Departamento de Prehistoria de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Barandiaran acudió a la cueva junto con los descubridores, certificando la autenticidad del descubrimiento.
59. Pliegue en los estratos de la cueva de Altxerri.© Jesús Altuna
59. Pliegue en los estratos de la cueva de Altxerri.© Jesús Altuna
Sin embargo la presencia de escritos diversos en algunas paredes, procedentes de los visitantes de años anteriores, obligaba a actuar con mucha prudencia a la hora de realizar el estudio del conjunto rupestre paleolítico. La primera medida fue la instalación de una puerta, que cerrara convenientemente la cueva. Sólo entonces se dio conocimiento público del hallazgo. La cueva recibió el nombre de Altxerri, del caserío próximo a ella.
J.M. de Barandiaran realizó el primer estudio de las figuras, que se publicó en la revista Munibe en 1964. Años más tarde, en 1976, el autor de estas líneas con la colaboración de J.M. Apellániz, publicó un segundo estudio de las figuras en la misma revista Munibe.
60. Plano de la cueva de Altxerri.
60. Plano de la cueva de Altxerri.
Durante los trabajos llevados a cabo por Barandiaran se descubrió también, desde el interior de la cueva, la entrada natural de la misma, situada cerca de la artificial abierta por la cantera y que se encontraba totalmente taponada por sedimentos y mantos estalagmíticos. Esta boca natural no se ha abierto. Se ha preferido mantenerla tal como ha llegado hasta nosotros.
La cueva encierra grabados y pinturas. Aquellos se conservan bien, pero éstas se encuentran muy deterioradas por el paso de los milenios. La humedad de las paredes es grande en muchos lugares y ha sido nefasta para ellas, pues ha arrastrado la pintura haciéndola en muchos casos casi irreconocible.
61. Bisonte grabado con la técnica de rayado de pelaje, que indica la pelambrera que estos animales llevan en el tren delantero del cuerpo.
61. Bisonte grabado con la técnica de "rayado de pelaje", que indica la pelambrera que estos animales llevan en el tren delantero del cuerpo.
La cueva ha estado siempre cerrada al público y esta medida se sigue en ella con mucho más rigor que en Ekain, dada la fragilidad de las paredes donde se encuentran las figuras. Es visitada solamente por prehistoriadores que acreditan su calidad de investigadores con sus publicaciones.

Descripción de la cueva

62. Bisonte actual que muestra la pelambrera en su tren delantero.© Xabi Otero
62. Bisonte actual que muestra la pelambrera en su tren delantero.© Xabi Otero
63. Signo grabado en Altxerri, que da comienzo a las representaciones de la caverna.
63. Signo grabado en Altxerri, que da comienzo a las representaciones de la caverna.
64. Cabra con la cabeza vuelta.© Jesús Altuna
64. Cabra con la cabeza vuelta.© Jesús Altuna
66. Zorro ártico en pelaje de verano.© Xabi Otero
66. Zorro ártico en pelaje de verano.© Xabi Otero
La entrada actual de la cueva se abre en un tajo casi vertical de roca. Está abierta en calizas bien estratificadas y con numerosas diaclasas. Estos estratos son relativamente delgados y rara vez sobrepasan los 40 cm. de espesor. Entre ellos se intercalan otros margosos finos, de aspecto pizarroso, por los que se infiltra el agua fácilmente.
65. Tren delantero de un reno grabado, con un zorro en su interior.© Jesús Altuna
65. Tren delantero de un reno grabado, con un zorro en su interior.© Jesús Altuna
El conjunto de estos estratos ha sido fuertemente afectado por la orogenia terciaria y pueden verse en ellos bellos ejemplos de pliegues y pequeñas diaclasas, que con frecuencia no pasan de un estrato al otro, pues son detenidos o amortiguados por los netos límites existentes entre los mismos. Todo ello ha contribuído a la caída de bloques, que cubre el suelo, especialmente en las proximidades de la entrada, haciéndola muy accidentada. En otras zonas la sedimentación de la arcilla acarreada por la constante infiltración de agua ha regularizado el suelo.
Todo esto hace que la cueva de Altxerri tenga un aspecto distinto de la mayoría de las restantes cuevas del País Vasco, abiertas frecuentemente en calizas compactas.
67. Zorro grabado en el interior del reno.© Jesús Altuna
67. Zorro grabado en el interior del reno.© Jesús Altuna
Las figuras han sido realizadas, bien en los frentes o cortes de los estratos mencionados, bien en los planos de estratificación. En el primer caso, la relativa delgadez de los estratos obliga a que las figuras no sean grandes, para que puedan entrar en esos frentes.
La cueva es muy amplia en su primer tramo, pero se estrecha después, dando una larga galería, de suelo muy accidentado por los bloques caídos.
68. Reno actual. Obsérvese el mechón de pelos del cuello-pecho y compárese con el de la figura grabada por el artista de Altxerri.© Xabi Otero
68. Reno actual. Obsérvese el mechón de pelos del cuello-pecho y compárese con el de la figura grabada por el artista de Altxerri.© Xabi Otero
Las primeras figuras, se encuentran a 100 metros de la entrada, en un divertículo estrecho y alargado de unos 8 metros. Son figuras grabadas en su inmensa mayoría.
La cueva se prolonga en otra galería, que tuerce hacia la derecha donde abundan las pinturas junto a los grabados.
Un poco más adelante la galería se desdobla en dos. Por un lado baja a una sima de unos 10 metros de profundidad, que da acceso a otras galerías inferiores. En la primera parte de la rampa de descenso hay otra serie de figuras. Luego viene el salto vertical a la sima.
Este salto parecía ser el límite de las correrías del hombre prehistórico por esta zona de la caverna, hasta que en la base misma de la sima descubrimos dos figuras más. Este hallazgo, de fecha posterior al de las publicaciones mencionadas más arriba, hizo abrigar la esperanza de hallar nuevos conjuntos en las magníficas galerías inferiores, dado que se veía que el hombre había podido descender hasta el fondo de la sima. Pero esta esperanza no se cumplió, pues estas dos figuras son las únicas de tales galerías.
Sobre el descenso a la sima hay un techo, relativamente estrecho, a modo de puente, al que es necesario llegar para contemplar las figuras más alejadas de la entrada. Se llega a ellas muy dificultosamente, trepando por un muro.

Las representaciones de Altxerri

71. Pareja de animales cornúpetas, probablemente saigas.© Jesús Altuna
71. Pareja de animales cornúpetas, probablemente saigas.© Jesús Altuna
70. Roca de aspecto de pez, que contiene  los dos peces planos.© Jesús Altuna
70. Roca de aspecto de pez, que contiene los dos peces planos.© Jesús Altuna
72. Pez plano, probablemente platija.
72. Pez plano, probablemente platija.
69. Antílope saiga, que vive actualmente en Kazastan, pero que llegó al Golfo de Bizkaia durante el Magdaleniense.
69. Antílope saiga, que vive actualmente en Kazastan, pero que llegó al Golfo de Bizkaia durante el Magdaleniense.
Altxerri es una cueva de bisontes. Es éste el animal más veces representado en la caverna. Sin embargo existe además una variadísima gama de especies, no solo de ungulados, que eran los animales preferidos por los artistas magdalenienses, sino de carnívoros, aves, peces y hasta un serpentiforme.
El primer grupo de figuras se encuentra, tal como hemos dicho, en un pequeño divertículo y encierra más de medio centenar de ellas. Nos fijaremos en las más conspicuas.
El conjunto comienza con un signo consistente en una incisión profunda y alargada, de 10 cm de longitud. Por su derecha e izquierda convergen una serie de incisiones oblicuas a la primera, más cortas y menos profundas. Este signo introduce al conjunto de representaciones del divertículo y del resto de la cueva.
73. Cabra montés grabada. La forma de sus cuernos indica que se trata de la especie pirenaica, separada ya de la alpina para esta época.© Jesús Altuna
73. Cabra montés grabada. La forma de sus cuernos indica que se trata de la especie pirenaica, separada ya de la alpina para esta época.© Jesús Altuna
Pocos metros más adelante, hay un panel de grabados en parte superpuestos. Sobresale un bisonte, en el que se ha grabado profundamente el cuarto trasero con la cola desflecada, dos patas por par y la línea ventral. Es decir, las partes donde el animal lleva pelo más corto. La pata anterior lleva un grabado menos profundo. En el resto del animal se ha hecho un rayado abundante, estructurado, mucho más fino, que parece representar, en forma expresionista, la masa de pelo que los bisontes llevan en su parte anterior, en especial en librea de invierno. Es como si se dijera: un bisonte es un cuarto trasero preciso y después ...todo pelo. Por eso podemos denominar a ese rayado, “rayado de pelaje”.
74. Cabra montés  de la especie  pirenaica.© Xabi Otero
74. Cabra montés de la especie pirenaica.© Xabi Otero

En la parte anterior del rayado han grabado, también finamente, el ojo. De la misma zona emerge un largo cuerno, que sobrepasa al rayado.
A 25 cm. por encima de la grupa del bisonte anterior hay otro bisonte menor, dirigido hacia la izquierda.
Bajo la parte anterior del primer bisonte descrito hay una cabra montés dirigida hacia la izquierda, con la cabeza vuelta hacia atrás. El grabado de la grupa, cola corta, patas posteriores y línea ventral es profundo. El resto es muy fino. En el vientre lleva un modelado en grabado profundo, que puede representar la zona oscura que estos animales llevan en ese lugar.
75. Cabra montés de la especie alpina.© Xabi Otero
75. Cabra montés de la especie alpina.© Xabi Otero
A la derecha del conjunto descrito hay un tren delantero de un magnífico reno hecho con grabado profundo. Podría interpretarse como un animal que, estando sentado, comienza a incorporarse.
La cabeza ha sido muy cuidada. Entre el ojo y la región nasal lleva un grabado de trazos finos, tal como es frecuente verlo en las representaciones de este animal en el arte mobiliar. La parte anterior de la cuerna palmeada, la oreja corta, el hocico redondeado y el mechón de pelos situado entre cuello y pecho hacen inconfundible al animal.
Las patas están tratadas con mucho cuidado. Se han indicado las muñecas (mal llamadas rodillas) y los extremos, con pezuña y cernejas.
Dentro de la región del cuello del reno aparece el grabado de un zorro. El animal está casi completo y está realizado con un grabado profundo hecho a punta seca. Las orejas son relativamente cortas, lo que sugiere, unido al reno, que puede representar la especie ártica y no la que vive hoy entre nosotros.
76. Bisonte grabado, para cuyo perfil fronto-nasal de la cabeza se ha aprovechado un reborde rocoso del muro.© Jesús Altuna
76. Bisonte grabado, para cuyo perfil fronto-nasal de la cabeza se ha aprovechado un reborde rocoso del muro.© Jesús Altuna
La incisión de la línea del cuello del reno corta a la incisión de la pata del zorro, lo que supone que el zorro fue grabado antes que el reno.
A la derecha de este panel, en una roca que tiene ella misma forma pisciforme, se han representado dos peces planos. El superior, que está orientado verticalmente con la cabeza hacia abajo, está completo y ha sido realizado con un grabado profundo, que se hace más suave en las aletas longitudinales que rodean por dorso y vientre al animal. En el otro extremo aparece claramente la aleta caudal. Entre ambas corre la línea lateral. Se trata de un pez plano, como las platijas, gallos o lenguados. El ejemplar de Altxerri se parece más al grupo de las platijas. A favor de esta especie estaría también el hecho de que la platija es la especie más litoral, hallándose no sólo en la zona salobre de los ríos, sino incluso en zonas más profundas. Hoy mismo existen platijas en el río que corre bajo la cueva.
77. Pez grabado, probablemente dorada.© Jesús Altuna
77. Pez grabado, probablemente dorada.© Jesús Altuna
Enfrentado con el anterior hay otro contorno inacabado de pez plano. La clasificación zoológica puede ser la misma.
Penetrando aún más en el nicho y en posición más elevada se encuentran dos figuras hechas con un grabado profundo. La primera representa la cabeza, cuello y comienzo del tronco de un animal. Lleva dibujado el ojo y una serie de trazos oblicuos modelan la parte ventral del cuello.
El animal a que más se parece esta figura es a un macho de saiga (las hembras no tienen cuernos) en su actitud típica de salto vertical. La forma de los cuernos cortos, no ramificados y subverticales, excluye a los cérvidos, bisontes, uros, cabras monteses y sarrios. Entre los cornúpetas würmienses no queda más que el antílope saiga. Por otro lado coincide en el perfil convexo del hocico.
78. Bisonte grabado en posición vertical. Lleva un venablo que le alcanza bajo la giba. Del punto de penetración sale un trazo de pintura negra, que parece indicar que el animal iba manando sangre.© Jesús Altuna
78. Bisonte grabado en posición vertical. Lleva un venablo que le alcanza bajo la giba. Del punto de penetración sale un trazo de pintura negra, que parece indicar que el animal iba manando sangre.© Jesús Altuna
79. Bisonte actual en un bosque de abedules.© Xabi Otero
79. Bisonte actual en un bosque de abedules.© Xabi Otero
80. Antropomorfo sin cabeza.© Jesús Altuna
80. Antropomorfo sin cabeza.© Jesús Altuna
81. Ave para cuya realización se ha utilizado un reborde rocoso natural que fo5rma la cabeza, cuello y dorso del animal. El grabador de Altxerri se ha limitado a hacerle el ojo, la línea ventral y la cola.© Jesús Altuna
81. Ave para cuya realización se ha utilizado un reborde rocoso natural que fo5rma la cabeza, cuello y dorso del animal. El grabador de Altxerri se ha limitado a hacerle el ojo, la línea ventral y la cola.© Jesús Altuna
A su derecha aparece una silueta grabada, más simplificada, de una segunda saiga. Muestra solamente el perfil fronto-nasal y el cuerno. Esta figura por sí sola sería de difícil determinación. Pero ligada a la anterior, apoya a aquélla en la atribución que hemos hecho y recibe a la vez apoyo de ella. El perfil fronto-nasal se acerca más al de la saiga. El cuerno arranca también aquí como en este animal.
82. Bisonte pintado, cubierto en su mitad por un manto estalagmítico.© Jesús Altuna
82. Bisonte pintado, cubierto en su mitad por un manto estalagmítico.© Jesús Altuna
El intenso rayado situado bajo las saigas representa un bisonte en posición vertical con la cabeza hacia abajo y el dorso hacia la izquierda.
Junto a estas figuras, pero más metida en el nicho, hay otro bisonte. Está grabado y dirigido hacia la izquierda, completo y con muchos detalles. Para el perfil fronto-nasal se ha aprovechado el borde de la roca. Se ha completado la cabeza con el extremo del hocico y el orificio nasal, el ojo y el cuerno.
En el muro derecho del nicho o divertículo en el que nos encontramos existen, entre otras, las siguientes figuras:
83. Bisonte pintado sobre un campo rayado, que domina una de las  galerías de la cueva.© Jesús Altuna
83. Bisonte pintado sobre un campo rayado, que domina una de las galerías de la cueva.© Jesús Altuna
Una cabra montés macho dirigida hacia la derecha. Sus cuernos, mucho más grandes en los machos que en las hembras, muestran que se trata claramente de la especie pirenaica y no de la alpina, lo que indica que estas dos especies estaban perfectamente diferenciadas en esta época. En efecto, los cuernos de la forma alpina describen un solo arco simple, cuya curvatura se dispone en un único plano. En cambio en la especie pirenaica primero se elevan verticalmente y luego divergen el uno del otro, para dirigirse hacia arriba. Las patas delanteras, reducidas a simples apéndices, están recogidas como en una actitud de saltar.
A 20 cm a la derecha de la cabra se encuentra grabado verticalmente un pez, que mira hacia arriba. Parece tratarse de un pez, tipo dorada. La cabeza con el ojo grande, la aleta dorsal alargada y la raíz de la cola estrecha y larga le cuadran bien. Esta especie suele penetrar en los estuarios de los ríos.
84. Bisonte para cuya realización se han utilizado rebordes y grietas de la roca. El pintor de Altxerri se ha limitado a pintar en negro la línea del vientre, el comienzo de la pata anterior y del cuello.© Jesús Altuna
84. Bisonte para cuya realización se han utilizado rebordes y grietas de la roca. El pintor de Altxerri se ha limitado a pintar en negro la línea del vientre, el comienzo de la pata anterior y del cuello.© Jesús Altuna
Más abajo, en la misma zona, se ha grabado un antropomorfo acéfalo. Aparece grabado el tronco y la extremidad inferior. De una zona intermedia entre pecho y abdomen sale un miembro alargado. Está situado demasiado bajo para ser un brazo y demasiado alto para ser un pene hipertrofiado, aunque el aspecto de glande, que tiene su extremo, lo recuerda. En la parte baja de la espalda lleva incrustado un disco, formado por dos círculos concéntricos, con una serie de líneas que salen del círculo externo. Pueden recordar un esfínter con pilosidad.
Cerca de la dorada, pero en otro plano de roca, hay una figura grabada de bisonte, dirigida hacia abajo, mostrando su flanco izquierdo. El animal está casi completo y dibujado en perpectiva lateral y en actitud de marcha, a juzgar por la posición de sus patas delanteras. La cola está alzada y arqueada hacia adelante. El sexo está de nuevo bien marcado.
85. Friso de bisontes pintados sobre campos rayados y caballo situado en una hornacina que  domina el friso.© Jesús Altuna
85. Friso de bisontes pintados sobre campos rayados y caballo situado en una hornacina que domina el friso.© Jesús Altuna
Sobre el animal caen dos líneas rectas, una sobre la parte posterior de la giba y la otra sobre la grupa, tocando a ésta en el otro extremo, al final de cola. En el punto en que la anterior incide en el cuerpo, hay un trazo de pintura, como si quisiera señalar la sangre que fluye de la herida a causa de la penetración del arma.
Cerca de las figuras anteriores, sobre la grupa de un bisonte no descrito en esta obra hay un ave, cuyo dorso, cabeza y cuello están formados por un borde natural de la roca. La forma de este borde sugirió al artista paleolítico la imagen de un ave. Este la completó grabando el ojo, pecho y vientre, la parte posterior del dorso y la cola. Esta lleva varias incisiones paralelas que representan las plumas de que está formada. El “encontrismo” o “trouvisme” de la representación es patente. No cabe una determinación específica ulterior. El grabado es profundo en el ojo y pecho y de profundidad media en el resto. Este encontrismo lo veremos bien representado en Ekain.
87. Bisonte pintado, para cuya realización se han aprovechado los volúmenes de la roca.© Jesús Altuna
87. Bisonte pintado, para cuya realización se han aprovechado los volúmenes de la roca.© Jesús Altuna
Saliendo del divertículo en el que se encuentran las figuras que hemos descrito, la galería principal, que nos ha traído hasta él, tuerce hacia la derecha y 12 metros más adelante, en una zona de paso, contiene nuevos grupos de figuras.
En ellos a la inversa de lo que hemos visto en el divertículo, la pintura domina sobre el grabado. El problema es que algunas de las figuras se encuentran en un lugar muy húmedo y la pintura ha sido borrada en su mayor parte. A duras penas se distinguen manchas de pintura, que permitan identificar los animales representados. La fotografía de los mismos es prácticamente imposible.
Destaca entre ellas un bisonte. Se conserva la cabeza y el primer tramo de la giba, así como el extremo posterior del tronco con la cola. Por encima de él ha corrido ampliamente una estalagmita que lo recubre en toda su zona central.
En la pared derecha de la misma galería, en posición elevada, dominando la galería, se encuentra un bisonte, pintado y grabado, que ocupa el frente de uno de los estratos. La pintura del tren delantero no se advierte tan bien como la del resto del animal. La pintura ha reproducido con gracia la línea dorsal, la ventral, los cuartos traseros con la cola y las patas posteriores, una adelantada respecto a la otra. Se ha señalado también el sexo. La técnica de representación empleada, en la que el grabado acompaña a veces a la pintura, otras la completa y otras por fin la supera, es distinta a lo que hemos visto hasta ahora.
88. Uno de los bisontes del friso pintados en la bajada a la sima.© Jesús Altuna
88. Uno de los bisontes del friso pintados en la bajada a la sima.© Jesús Altuna
Para acceder a los grupos de figuras más alejados de la entrada, es menester trepar por un manto estalagmítico, pasar por debajo de un pequeño arco formado por otra parte de la misma concreción y colocarse en un estrecho puente situado entre dos simas. Uno de los grupos se encuentra en el muro N y el otro en el muro S. Mientras éste está constituido por planos de estratificación, el otro está formado por los estrechos frentes de los estratos. Es en un frente de éstos donde está representada la mayor parte de las figuras: siete bisontes, un caballo, un sarrio, una cabra y un probable uro, además de algunos campos rayados y algún signo. He aquí algunas de ellas.
En el mismo estrecho arco de paso hacia las figuras, en uno de los frentes de estrato, hay un bisonte para cuya realización se ha utilizado la pintura y el grabado, además de los bordes y grietas de la roca. En realidad el animal ha sido concebido a partir de accidentes de la roca, que han sido completados. El borde superior del estrato sirve de dorso. Una diaclasa del estrato sirve de nalga y arranque de la pata posterior. Otras grietas completan la pata por delante y marcan la línea del muslo en el vientre. Otra diaclasa marca la zona escapular y el arranque de la pata anterior. Entre la pata anterior y posterior se ha pintado la línea del vientre.
Vamos viendo que el artista paleolítico veía animales en muchos de los accidentes de la cueva o, si se quiere, le brotaban los animales de las rocas en las profundidades de las cavernas.
Otro frente de estrato forma un friso de figuras, separadas por diaclasas. Las más conspicuas son un probable sarrio y tres bisontes.
El sarrio se encuentra en un campo rayado que sobrepasa a la figura. La pintura recorre casi toda la silueta del animal y modela el interior de la cabeza y del tronco.
89. Reno grabado. Desde encima de su cuello asciende un serpentiforme.© Jesús Altuna
89. Reno grabado. Desde encima de su cuello asciende un serpentiforme.© Jesús Altuna
Situado en el mismo friso y en el mismo campo rayado que la anterior, separado por una diaclasa, hay una figura pintada de bisonte, a la que el rayado le acompaña en buena parte. El animal está dirigido hacia la izquierda y enfrentado con otro bisonte. Sus tamaños son tan grandes cuanto lo permite el grosor del estrato en que se encuentra.
Detrás del bisonte anterior y siguiéndole hay otro bisonte pintado y grabado, de tamaño parecido. Dibuja parcialmente la cabeza, el dorso, el cuarto trasero, la melena ventral y la pata anterior.
En una ornacina de concreción calcárea blanca, en cuyo borde cuelgan algunas estalactitas, sobre el friso que contiene los bisontes y el sarrio, hay un caballo pintado. La pintura se ha perdido en parte del dorso del animal, pero persiste, mejor o peor, en el resto. No lleva grabado alguno. La coloración blanca de la concreción pudo hacer innecesario el “blanqueamiento” de la roca, producido en otras zonas por el rayado.
Frente a este grupo se encuentra otro situado sobre la superficie de planos de estratificación, en lugar de sobre frentes de estratos. Contiene cuatro renos, cuatro bisontes, un serpentiforme y algún que otro signo.
Todo el lienzo de muro guarda mucha humedad y la pintura se ha desvanecido casi por completo. Se conserva mejor el grabado.
Sobresale un reno, casi completo. Los detalles dibujados hacen inconfundible su determinación: el porte general, el hocico, la cuerna, el hirsutismo del pecho, la línea de modelado del tronco etc.
Sobre el cuello de este reno hay un serpentiforme, que asciende en forma ondulada. Su tronco está hecho mediante dos líneas paralelas, a las que se superpone, en su extremo superior, un ángulo que podría cerrar la cabeza.

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