«Bienes individuales inscritos Patrimonio de la Humanidad en España (Cueva de Altamira y arte rupestre del norte de España)»
La cueva de Chufín está localizada en la localidad de Riclones, Rionansa, enCantabria (España). Se encuentra ubicada en el lugar de confluencia de los ríosLamasón y Nansa, en un entorno con un abrupto relieve en el cual existen varias cuevas con arte rupestre. Es una de las cuevas incluidas dentro de la lista delPatrimonio de la Humanidad de la Unesco desde julio de 2008, dentro del sitio «Cueva de Altamira y arte rupestre paleolítico del Norte de España» (en inglés, Cave of Altamira and Paleolithic Cave Art of Northern Spain).1
Fueron descubiertas por el fotógrafo Manuel de Cos Borbolla, natural de Rábago (Cantabria).
En Chufín se han encontrado diferentes niveles de ocupación. Situamos el periodo de ocupación durante el periodo Solutrense Superior (hace 18.000 años), aunque si tenemos en cuenta las representaciones rupestres, obtenemos dataciones de entre unos 20.000 y unos 25.000 años. La cueva, de pequeño tamaño, cuenta con unos profundos grabados de sutil sentillez y unas pinturas rojas de ciervas, cabras, caballos y bóvidos (bisontes acéfalos). que aparecen representados muy esquemáticamente.
En ella también encontramos un gran número de símbolos. Un grupo de ellos, denominado de tipo "bastones", acompaña a las pinturas animales del interior. También hay un gran número de dibujos con puntillaje, entre los que destaca uno en torno al agujero de la roca que se ha interpretado como la representación de una vulva.
Su espacioso vestíbulo ha sido testigo de importantes ocupaciones humanas acontecidas hace unos 15.500 a.C. e incluso en momentos anteriores. Desde la boca de la cueva hubo de tenerse una percepción privilegiada del valle, lo que la convierte en un excelente cazadero.
Además, en este espacio los moradores prehistóricos grabaron figuras sobre la roca. Numerosas ciervas, un bisonte, algún posible pez y diversos signos realizados, todos ellos, en surco ancho y profundo, consecuencia de la técnica de abrasión, aparecen concentrados principalmente en un panel bajo el cual una pequeña abertura da acceso al interior de la cavidad.
Tras recorrer un espacio de techo bajo, se accede a una amplia sala en cuya parte final se encuentra un lago artificial, consecuencia del embalse. A pesar de ello, la cavidad continúa. Es en esa sala donde se localizan, a uno y otro lado, las representaciones artísticas más llamativas.
Por su intenso color rojo destacan las composiciones rojas realizadas a base de puntuaciones, algunas de las cuales han sido interpretadas como representaciones genitales. En ese mismo color se pueden observar caballos, un uro, diversas puntuaciones a veces organizadas en series, una figura femenina y un ciervo.
La realización de las figuras parece responder a más de una fase temporal. Los grabados del vestíbulo, y algunos de la parte interior, así como las figuras rojas, parece viable datarlos en un momento previo al Magdaleniense, hace más de 16.000 a.C., si bien no es posible determinar el grado de sincronía o diacronía entre todas ellas. Por el contrario, el resto de grabados interiores, por lo general de surco más fino y con detalles anatómicos, se asignan a un momento posterior, en torno al 11.500 a.C.
El arte parietal
El repertorio iconográfico de Chufín se distribuye en dos sectores: la zona exterior, o iluminada naturalmente, y la zona interior u oscura.
La primera de ellas está vinculada espacialmente al área del vestíbulo, donde los Homo sapiens desarrollaron actividades vinculadas a espacios domésticos y de habitación.
En los de la derecha e izquierda el soporte presenta un estado de conservación deficiente, no siendo posible reconocer claramente figuras, si bien algunos autores han señalado la posible presencia de una figura de pez.
El sector central, que se corresponde con el frente alargado de un gran bloque, contiene al menos dieciséis ciervas, un bisonte y una forma triangular, además de varias líneas que, en algunos casos, parecen ser restos de trazos de motivos figurativos hoy en día no reconocibles. Todos los motivos fueron grabados y los surcos corresponden a una técnica abrasiva que configura trazos anchos y profundos, por lo que generalmente son figuras fácilmente reconocibles.
Además de la superposición reiterada entre figuras de ciervas, a todas ellas las caracteriza el trazado sumario de la anatomía, ya que son motivos animales de contorno (con indicación de las orejas y una pata por par) en los que raramente se hacen referencias a regiones o partes anatómicas interiores; sólo en algún caso una pequeña línea indica la boca. Son figuras desproporcionadas, bien por el tronco hipertrofiado en relación a la cabeza, bien por el alargamiento del cuello, lo que pudiera ser, por otro lado, indicativo de una actitud expresiva.
Avanzando hacia el lago por esta pared y hasta el límite de éste, se suceden en la pared diferentes pinturas realizadas en color rojo. Los temas son variados y se identifican un caballo, un uro, dos zoomorfos indeterminados (probable caballo y/o uro), una representación humana (muy probablemente femenina), una forma que se asemeja a un claviforme, diferentes trazos (algunos se pueden describir como barras o bastones) formando series, dos conjuntos de pequeños trazos pareados, una forma arboriforme y una mancha sobre un pliegue estalagmítico. Estilísticamente, las figuras animales presentan rasgos similares a las figuras grabadas en el exterior, si bien no se puede asegurar para ambas un mismo momento de ejecución.
En el sector de la pared izquierda el soporte presenta una plataforma ancha o cornisa a lo largo de toda la pared. Sobre ésta, y desde ésta, se realizaron las manifestaciones gráficas.
La pared izquierda, y la zona de techo más cercana a ésta, presenta diversos motivos, destacándose claramente que el conjunto de pinturas se asocia preferentemente a motivos de signos y los grabados, ahora de surco más fino y estrecho que los del exterior, corresponden principalmente a figuras animales.
La única figura pintada en rojo en la pared derecha es una parcial representación de ciervo (cabeza y cornamenta). Aunque con la intensidad de color más apagada, destaca de ella su relación con la morfología del soporte, ya que algunos salientes pudieran estar representando parte de la línea cérvico-dorsal del animal.
Los grabados, cuyo estudio no puede darse todavía por concluido, muestran una diversidad temática animal. Se realizaron, principalmente, en un friso inclinado asociado a una cornisa. Se trazaron, al menos, tres cornamentas de ciervo, tres caballos (uno completo y dos incompletos) que destacan por el trazado mediante pequeñas lÍneas de la crin, un uro parcialmente trazado, una parcial figura de bisonte debido a la ausencia de la región de la cabeza y un zoomorfo indeterminado. Por último, existe un complejo motivo que ha sido interpretado, no sin dudas, como posible figura humana y numerosos trazos, algunos de los cuales pudieran corresponder a figuras. El repertorio temático se completa con líneas que no describen motivo figurativo alguno, si bien se pueden individualizar una forma de arco realizada mediante dos líneas en zigzag y pequeños grupos de trazos.
La cueva de La Covaciella está situada en el concejo asturiano de Cabrales, en la zona de Las Estazadas, en España. Está incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde julio de 2008, dentro del sitio «Cueva de Altamira y arte rupestre paleolítico del Norte de España» (en inglés, Cave of Altamira and Paleolithic Cave Art of Northern Spain).1
Se trata de una cueva con una galería de cuarenta metros de largo que finaliza en una sala con pinturas rupestres paleolíticas del periodo magdaleniense con una antigüedad de 14.000 años. Fue descubierta en 1994 cuando tras una voladura por obras en la carretera abrió un agujero en la cueva. El hecho de su cerramiento y su tardío descubrimiento hace que la calidad y conservación de las pinturas sea muy alta considerándose como los bisontes mejor conservados de la cornisa cantábrica.
La cueva se encuentra cerrada al público y está declarada como bien de interés cultural.
Existe una reproducción de ella en el parque de la prehistoria de Teverga.
Descubrimiento y entorno
La Covaciella está formada por una galería de unos 40 m de longitud que se abre a una gran sala, dividida en dos por los bloques vertidos antes de su descubrimiento; la parte oeste de la sala mide 11 x 13 m y la este 25 x 15 m. El desarrollo total de la cueva, de este a oeste, ascendente, es de 80 m; su entrada original es un pequeño orificio al noreste de la gran sala, y desde que fue cegado naturalmente hasta que se abrió a consecuencia de las obras, no hubo intromisión humana alguna en su interior.
A escasos metros de la entrada original existe un abrigo usado por los lugareños para refugiar el ganado, conocido como cueva de Los Gitanos, Covariella o Covariellas, de 25 m de fondo por 7 de ancho. Aparentemente nunca estuvo comunicado con La Covaciella, pero debido a su cercanía si existió una relación, ya que excavaciones en el mismo demostraron la existencia de varios niveles solutrenses o magdalenienses.
Representaciones
Las representaciones parietales de La Covaciella se desarrollan de este a oeste sobre la pared sur. La primera parte, conocida como el Panel Principal, se inicia a unos 55 m del extremo este de la cavidad. A unos 10 m de la última figura aparece una zona pintada, el Panel del Signo, y a unos 4 m se localiza el Panel del Bisonte; unos 2 m al oeste, un trazo corto, de 8 x 1.5 cm, situado en la pared opuesta y pintado en rojo, pone fin a las representaciones de la cueva. Apenas a unos metros de este trazo un tapón de arcilla ciega una posible salida de la cueva al exterior.
El Panel Principal
La organización de este panel (fig. II), corre a cargo de una grieta vertical que lo recorre de arriba abajo; los animales de la parte izquierda miran a la derecha, y los de la izquierda (salvo uno), a la derecha, dando una sensación de claro afrontamiento. En este panel aparecen un ciervo, un prótomo de caballo, siete bisontes, un reno, puntuaciones, bastoncillos y trazos digitales de enmarque.
La primera figura de este panel, comenzando por su parte este (izquierda al mirarlo de frente, fig. III), es un ciervo grabado de 103 cm, cuyo perfil aparece representado con un trazo digital único sobre la arcilla de descalcificación (ver fig. IV). En su interior, la manchas del anca, cuello y parte masetera presentan un modelado formado por varios trazos digitales entremezclados.
Sigue una figura de un bisonte de 88 cm (fig. V), perfilado con trazo digital y asociado con pintura negra sólo en el tren anterior; en su interior, la parte dorsal y posterior están modeladas con trazos digitales aplicados con suavidad.
Bajo este bisonte, casi a nivel del suelo, aparece el prótomo de un caballo, de unos 12 cm de longitud, pintado en negro (fig. VI).
Tras esta figura aparece otra que se corresponde a un bisonte macho con la cola levantada; su longitud es de 76 cm (fig. IX). Se realiza empleando las mismas técnicas que en la figura anterior y los grabados y modelados son similares.
Bajo esta figura o entre sus patas aparece un bisonte pintado en negro del que únicamente se representó la línea dorso - cervical, la crinera (casi borrada por el agua), los cuernos grabados con una línea simple y el perfil nasofrontal; puede verse la línea en la figura X, donde también se aprecia el conjunto de los bisontes pintados de esta parte del Panel Principal.
Por delante de la anterior aparece otro bisonte macho, de 69 cm, también con la cola levantada (fig. XI); para la representación de la línea cervical el artista aprovechó un resalte de la roca. Está realizado con pintura negra a la que se añade una roja que aparece tan sólo contorneando al negro en las patas trasera; la barbilla y la parte ventral del pecho presentaron un difuminado, que hoy ha borrado el agua de escorrentía. Bajo este bisonte, entre sus patas delanteras y el sexo aparece una mancha roja difuminada, y tras él dos puntuaciones también en rojo. Bajo las patas hay cuatro trazos cortos, uno más largo y dos más cortos.
Por encima del segundo bisonte de esta parte del panel, aparece una curiosa figura, ya que se aprovechó la forma natural de la superficie para crearla. Se trata del cuarto trasero de un bovino que mira a la derecha, al contrario del resto de animales de esta parte del panel; aprovechando una oquedad se representa la cola (que aparenta estar erguida gracias a un resalte curvado) y el comienzo del anca, cuya parte inferior se completa con un trazo digital para diferenciarla de las grietas contiguas; otro trazo finaliza la pata posterior, realiza el pliegue inguinal e inicia el vientre. En la parte dorsal, después de la cola, otro trazo digital inicia al comienzo de la grupa, que es marcada luego por el resalte de la cornisa. Por el contexto figurativo, correspondería a la parte trasera de un bisonte; puede apreciarse en la fig. XII.
Tras el bisonte anterior aparece grabado otro (fig. XIII), mirando a la izquierda, de 44 cm, y del que sólo se representó barbilla, boca, la lengua saliendo, nariz, ollar, ojo y línea del párpado superior; la pelambrera anterior aprovecha alguno de los trazos del bisonte inferior y la crinera está realizada a base de numerosos trazos paralelos, sin estar delimitada por arriba y abajo como en los otros; le sigue la línea dorsal. Carece por tanto de las patas, vientre y cola.
La última figura del panel es una que ha sido identificada como un posible reno (fig. XIV). Está realizado magistralmente mediante un trazo que alisa la arcilla de descalcificación para perfilar la figura, que se amplia para reflejar los despieces del cuello, de la zona ventral del pecho y de la escápula; en la cabeza tiene unos largos cuellos arqueados. En total, la figura mide 71 cm de longitud.
En el Panel Principal existen otras representaciones, como los trazos meandriformes digitales antes del primer ciervo, trazos que se repiten de forma discontinua hasta el reno. En la cornisa de la mitad oeste existen dos espeleotemas teñidos de rojo, que posiblemente fueran trazos en su inicio.
El Panel del Signo
Este panel está formado por una mancha roja de 42 x 27 cm, situada a ras de suelo y muy lavada por el agua de escorrentía; además, los frotamientos que realizaron en ella las personas que entraron cuando se descubrió la cueva han contribuido aún más a su pérdida.
El Panel del Bisonte
Aparece aquí representado un bisonte macho pintado en negro, de 56 cm, similar a los anteriores, pero sin tanta complejidad técnica, ya que no está grabado. A su derecha aparece otro que quizás pueda ser un bisonte joven, con las patas posiblemente replegadas.
Estilo y cronología
Para conocer la creación de las pinturas se realizaron dataciones con C14 para el bisonte de la figuras VIII y IX, obteniendo los resultados de 14260 ± 130 años para el primero y 14060 ± 140 años para el segundo; esto indica que la realización de las pinturas de La Covaciella ocurrió hace 14100 ± 130 años. Según la definición de los estilos de Leroi-Gourhan, la temática bisonte - caballo + reno - ciervo, hace de La Covaciella uno de los claros ejemplos del estilo IV.
Conservación
En tan sólo el día que estuvo abierta la cueva al ser descubierta, entraron en ella numerosas personas que provocaron graves daños. La primera consecuencia fue la alteración del suelo, que había permanecido intacto, y que fue pisoteado, borrando las huellas que habían dejado los artistas que realizaron las pinturas; también se frotaron, rasparon y se realizaron otras manipulaciones sobre las pinturas y grabados, lo que causó daños irreparables al conjunto.
La gran parte de las representaciones se encuentran sobre una capa de arcilla de descalcificación, lo que hace que cualquier mínima alteración del equilibrio de la cueva sea un peligro. Un aumento de la cantidad de agua de escorrentía supondría la dispersión de esta arcilla y por tanto de la dispersión de las pinturas, mientras que un aumento de la temperatura supondría la precipitación del carbonato cálcico y la formación de placas de descamación de la arcilla, que acabarían por caer, lo que conllevaría la desaparición de las representaciones. Estos dos procesos existenten en el Panel Principal, y debido a esto es inviable para la conservación de la cueva una alteración de su microclima; por esta causa no debería ser abierta nunca al público.
La gran parte de las representaciones se encuentran sobre una capa de arcilla de descalcificación, lo que hace que cualquier mínima alteración del equilibrio de la cueva sea un peligro. Un aumento de la cantidad de agua de escorrentía supondría la dispersión de esta arcilla y por tanto de la dispersión de las pinturas, mientras que un aumento de la temperatura supondría la precipitación del carbonato cálcico y la formación de placas de descamación de la arcilla, que acabarían por caer, lo que conllevaría la desaparición de las representaciones. Estos dos procesos existenten en el Panel Principal, y debido a esto es inviable para la conservación de la cueva una alteración de su microclima; por esta causa no debería ser abierta nunca al público.
No hay comentarios:
Publicar un comentario