Estilos arquitectónicos del siglo XIX
El estilo romántico nacionalista fue un estilo arquitectónico nórdico que formó parte delmovimiento romántico nacionalista durante los fines del siglo XIX y los principios del siglo XX. Los diseñadores acudieron a precedentes de la Alta Edad Media e incluso prehistóricas para construir un estilo apropiado al carácter percibido de un pueblo. Se puede considerar el estilo como una reacción al industrialismo y una expresión del mismo nacionalismo "sueño del Norte" que dio ímpetu a un interés renovado en los Edday las sagas. Distinto de mucho de la arquitectura neogótica en otras partes, la arquitectura romántica nacionalista expresó ideales políticos y sociales progresivos, tras arquitectura doméstica reformada.
El nacionalismo romántico. La primera oleada de nacionalismo.Los anteriores procesos de modernización y unificación de los Estados pueden considerarse una primera fase del nacionalismo pero sólo en el sentido en que paralelamente se iban aproximando al incipiente modelo romántico (el cambio no fue brusco). Herder, Fichte, von Stein, Moritz, Mickiewicz, Palacký y otros se aplicaron a propagar la idea esencialista y eterna de la nación, a la que no se pertenece por deseo sinó por nacimiento y etnia.Ahora se trata de "otra nación" completamente distinta de la que se derivó de la Revolución Francesa.A la "soberanía popular" basada en el pueblo real, se contrapone una concepción del pueblo (Volk) que sólo se manifiesta a través del "espíritu del pueblo" (Volkgeist), y comprende tanto a los muertos como a los no nacidos aún, es decir se trata de un "pueblo" intemporal (no depende de los presentes) y es como un organismo vivo que permanece a lo largo de la historia mientras que las gentes pasan. La nación, a su vez, es concebida como un hecho aislado de las demás, la historia es historia propia y desconectada de las otras, la cultura es una realización exclusiva y única de la nación, es un designio.Los nacionalistas de esa época solían hablar del "despertar" de las naciones, "realidades" adormecidas por la opresión de Estados ajenos. Los desveladores de naciones partían de la suposición de que la preexistencia de una nación podía asegurarse si se daba la existencia de una lengua compartida, y de que la uniformidad lingüística era la condición previa para la existencia de una nación-Estado: las fronteras lingüísticas eran las fronteras naturales de ese Estado.La lengua fue elevada a la máxima categoría: es el factor cultural clave de diferenciación entre naciones y símbolo de identidad, es la única lengua en que cada persona puede realizarse auténticamente, y es la piedra de toque para afirmar la existencia de una nación (lo que automáticamente le confería derecho a tener su Estado propio).La unificación de Italia en 1860 y la de Alemania en 1861 ya tuvo lugar bajo estas nuevas concepciones de la nación. De hecho no reunían ninguna de las condiciones mencionadas, particularmente carecían de una lengua común, pero sí tenían un pasado histórico sobre el que inventar la nación.Bien, éstas son las fantasías que los nacionalistas dicen creer, o más bien, que describen cómo les gustaría que fuese el mundo. Tratar de convertir delirios en realidades, forzar la realidad para que encaje en esos esquemas es el origen de la violencia asesina del nacionalismo.La realidad fue, y es, muy distinta. Ni los Estados existentes que se nacionalizaron, un poco bajo el influjo de esta doctrina, contenían las homogeneidades esenciales en ningún aspecto ni, lo que es peor, tampoco las contenían las "naciones" que "despertaron" y se formaron en ese contexto (guerras revolucionarias del s.XIX, Convención de Viena de 1815, y posteriormente I Guerra Mundial).Los procesos por los que los Estados se transformaron en estados-nación, obedecen al cambio en la estructura de la sociedad forzado por la "extensión del industrialismo" y el nacimiento del "capitalismo". La sociedad agraria se transformó en sociedad tecnológica, y las mejoras en el nivel de vida estuvieron relacionadas con el desarrollo de procesos productivos y la acumulación de tecnología.La nueva manera de trabajar exigía formación académica (la sociedad agraria no), movilidad de las personas, interrelación compleja entre ellas, y todo ello exigió de los estados el establecimiento de un sistema general de educación, un lenguaje común y la extensión de un sistema cultural desarrollado, maduro y en buena parte depurado de tradicionalismos localistas. Además, el Estado para favorecer el desarrollo de la incipiente industria, y el crecimiento económico, en teoría del "conjunto", tenia que crear y proteger el mercado interior (o mercado nacional), tanto de los productos extranjeros, como de las trabas administrativas internas heredadas del pasado feudal así como perfeccionar y armonizar el sistema impositivo de forma que pudiera emprender las grandes obras públicas (ferrocarriles, puertos, carreteras etc.,) necesarias para facilitar la operación de la industria. Toda esta actividad fue perfilando las características del nuevo estado-nación.De este modo el Estado creó las condiciones para la nación, tanto si se mantuvo en el límite civil y ciudadano, como si pudo servir de base al fundamentalismo nacionalista.Al propio tiempo, el nuevo sistema propició la aparición de una nueva y extensa clase social: el "proletariado", las masas de trabajadores ajenos a la propiedad de los medios de producción (instalaciones, maquinaria, etc.,) cuyas condiciones de vida inicialmente fueron absolutamente miserables. Pronto los trabajadores, por el hecho de estar concentrados en las zonas fabriles, empezaron gradualmente a adquirir conciencia de su estado de explotación y de su fuerza, surgieron así las primeras organizaciones obreras bajo la forma de sindicatos, alianzas, y partidos políticos, como medios de defensa de sus intereses dando lugar al "socialismo", nueva ideología para la nueva sociedad.La fuerza y peligrosidad de las reivindicaciones obreras amenazó a la estabilidad de los estados, quienes encontraron en las doctrinas nacionales una forma de cohesionar a la sociedad y paliar el fraccionamiento y antagonismo social.Hay que señalar que el mundo obrero, el mundo del trabajo, no era en absoluto sensible a las tonterías esencialistas de los nacionalistas: ni las lenguas, ni las culturas, ni la historia, tenían relación con su mundo, ni con su verdadera "cultura", la que se iba creando en el mundo del trabajo; por consiguiente, más que identificarse con la nación eterna, con lo que inicialmente se identificaron fue con los trabajadores de las demás naciones, con quienes sí compartían experiencias y necesidades actuales y reales (no eternas) .El nacionalismo jamás arraigó (significativamente) en el mundo obrero; siempre fue, y es, expresión de las clases medias que tienen cerrados los caminos al ascenso social, y en cambio, se ven amenazadas de descenso social en los sistemáticos períodos de crisis económica que se producen.Así pues la transformación de los estados no es producto del nacionalismo, sinó de las transformaciones sociales que impuso la modernidad con el industrialismo. El mayor o menor recurso al nacionalismo, una vez alcanzada la integración requerida por el nuevo contexto, pudo tener una mera finalidad legitimadora.
Fueron, pues, los Estados quienes hicieron a las naciones, no al revés; las naciones no tienen existencia previa, inmemorial, según la pretensión nacionalista.El nacionalismo no "despierta" naciones adormecidas, las inventa.Hacia el final de esta etapa (aproximadamente 1870) nos encontramos con:
estados-nación próximos a la "nación de ciudadanos" estados-nación étnicos según el modelo germánico (romántico) "naciones sin estado". En la terminología del modelo germánico a cada nación debería corresponderle su estado, mientras que según el modelo de la nación de ciudadanos, no existen naciones sin estado (puesto que la nación es una creación del Estado).Aceptar la denominación de "naciones sin estado" es aceptar, plenamente, las tesis románticas, étnicas y culturalistas de la identidad y de la pertenencia. Esta denominación es debida a Hegel, empezaron a utilizarla, para referirse a sí mismos, movimientos que no lograron hacerse con un Estado, y aunque no sea aceptable, con el tiempo ha logrado permanecer (lo cual indiscutiblemente es un exito del nacionalismo) pues realmente responde a realidades tangibles que han creado, y están creando actualmente, intenso malestar, inestabilidad social, y violencia, en numerosos lugares del planeta.Ya hemos dicho que el mundo nacionalista no era pacífico, en los años anteriores a la 1ª Guerra Mundial, en Francia, el desasosiego social por la crisis económica y la frustración por la reciente guerra franco-prusiana, eran notables (otras poblaciones, por razones análogas, experimentaban la misma inquietud), en ese contexto enraizó la concepción del nacionalismo que Charles Maurraspropuso como ideología de salvación nacional, y que simplemente llevaba a sus últimas consecuencias los contenidos del nacionalismo romántico, lo llamó "nacionalismo integral" (otros autores suelen denominarlo nacionalismo reaccionario, de derechas, extremo, ultranacionalismo, etc., pero en realidad el nombre original es el correcto, no hay que buscarle más significaciones, pues el nacionalismo romántico ya contiene en sí mismo las semillas de la transgresión y el crimen).El nacionalismo integral define a su nación como la "única y absoluta", no en plano de igualdad con las demás a las que ignora e incluso niega (y por tanto no reconoce a todos el derecho a profesarlo), rechaza todo compromiso ético o moral en la actuación de la nación (solo es ético lo que sirve a la nación y a su poder; sin límites) y no concibe el mundo como una armonía de naciones sinó todo lo contrario, como una lucha constante de la que saldrá vencedor el fuerte (como en el reino animal). El compromiso y la subordinación del individuo con la nación son absolutos. La religión debe sustituirse por el culto místico a la nación, a la tierra y a los muertos (Barrès).Suele decirse que el nacionalismo integral se desarrolló en estados-nación recientes, donde el nacionalismo romántico había sido profundamente asumido, y no estando situados en la primera posición del desarrollo industrial y carentes de un "imperio" colonial, desarrollaron un complejo de inferioridad que exacervó su nacionalismo a niveles agresivos y expansionistas.Antes de los influyentes escritos de Maurras y su organización radical Action Française, ya existían, en diversos lugares de Europa, particularmente en Alemania, asociaciones nacionalistas que manifestaban y propagaban ideas de éste tipo, que, por otra parte, tampoco están tan alejadas del nacionalismo romántico.
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