«Beatus ille» es una expresión latina que se traduce como «Dichoso aquel (que...)», y con ella se hace referencia a la alabanza de la vida sencilla y desprendida del campo frente a la vida de la ciudad. La temática del beatus ille es una de las cuatro aspiraciones del hombre del Renacimiento, que son: el beatus ille, el carpe diem («atrapa el día»), el locus amoenus («lugar ameno», idealización de la realidad) y el tempus fugit («tiempo que corre») y la consciencia de ello.
Esta expresión proviene de unos versos del poeta romano Horacio:
Beatus ille qui procul negotiis,ut prisca gens mortaliumpaterna rura bobus exercet suis,solutus omni faenore,neque excitatur classico miles trucineque horret iratum mare,forumque vitat et superba civiumpotentiorum limina. Dichoso aquél que lejos de los negocios,
como la antigua raza de los hombres,
dedica su tiempo a trabajar los campos paternos con sus propios bueyes,
libre de toda deuda,
y no se despierta, como el soldado, al oír la sanguinaria trompeta de guerra,
ni se asusta ante las iras del mar,
manteniéndose lejos del foro y de los umbrales soberbios
de los ciudadanos poderosos».Horacio, Epodos, 2, 1.
Renacimiento español
Durante el humanismo se presta una gran atención a las ciencias, el arte y la literatura. Renace un sentimiento de optimismo después de la destrucción y la muerte que se prodigaron durante las últimas décadas de la Edad Media. Esta destrucción incluyó muchas muertes a consecuencia de las plagas que asolaron casi toda Europa, pero también la incultura del pueblo y la implantación de una sociedad feudal que separó a la gente medieval en tres niveles (la nobleza, el clero, y el pueblo). Durante el Renacimiento surgió la burguesía (una clase media), la mayoría de los efectos de las plagas había pasado y los libros y la educación se popularizaron a partir de la invención de la imprenta. Durante la Edad Media, la iglesia, el clero y el teocentrismo — la idea que todo se puede explicar por Dios, desempeñaron un papel central y dominante sobre la sociedad civil. El clero, como depositario de una cultura clásica, se encargaba de enseñar al pueblo tanto en el ámbito de lo divino como de lo humano. El Renacimiento se caracteriza principalmente por el antropocentrismo — en vez de Dios como el centro del mundo, pasa a ser el hombre el que ocupa ese lugar. Y la gente más educada del Renacimiento no necesitaba contar con el clero y la iglesia tanto como en la Edad Media.
Beatus ille
Según algunos críticos es probable que Horacio, no escribiese sino una crítica contra los ricos que se retiran sólo en teoría al campo despegándose de la riqueza terrenal, lo que queda patente en los cuatro últimos versos del poema. Por los peligros de las ciudades durante la Edad Media, la vida sencilla del campo parecía mucha más atractiva en el Renacimiento. Y el nuevo optimismo que vino después de la tristeza y la muerte de la Edad Media era una inspiración para muchos autores del Renacimiento. Escribieron mucho de una vida muy idealizada y celebrada del campo con mucho énfasis en la naturaleza perfecta y tranquila. También autores del Renacimiento combinaron elementos de la mitología con los de la realidad del campo. Se utilizan mitos de los dioses grecolatinos en la poesía del tema del beatus ille. Pero sobre todo, el beatus ille de las obras renacentistas describe la armonía del campo apartado del caos de la ciudad y de la Edad Media.
Ejemplos
El tema del beatus ille se puede ver en todos los tipos de escritura del Renacimiento español. La poesía del Renacimiento es muy expresiva y el tema del beatus ille es más marcado en la poesía que en otras obras. Se ve el tema en las obras de Fray Luis de León. El poema «A la vida retirada» compara dos tipos de vida y demuestra la actitud general de los temas renacentistas.La frase latina bellum se ipsum alet o bellum se ipsum alit1 (español: La guerra se alimenta a sí misma, francés: La guerre doit se nourrir elle-même)2 y su traducción alemana Der Krieg ernährt den Krieg3 describen la estrategia militar de alimentación y financiación de ejércitos con los recursos primarios de los territorios ocupados. La frase, acuñada por el político romanoCatón el Viejo, se asocia principalmente a la Guerra de los Treinta Años (1618-1648).
La frase
La frase bellum se ipsum alit fue mencionada por primera vez en el Ab Urbe condita libri (XXXIV,9,12), escrito por el historiador romano Tito Livio (59 a. C.-17), quien la atribuyó al estadista Marco Porcio Catón("el Viejo", 234–149 a. C.).4 5 Según Tito Livio, Catón utilizó la frase en 195 a. C., durante la conquista de Hispania, cuando rechazó comprar suministros adicionales para su ejército en la península ibérica.2
El lema llegó a ser prominente en lo referente a la Guerra de los Treinta Años. Friedrich Schiller, en su drama histórico Wallenstein (I/2, Los Piccolomini),3 pone en boca de Johann Ludwig Hektor von Isolani, general del ejército de Albrecht von Wallenstein, las siguientes palabras en una conversación con otros comandantes:6
Illo: Ei was! Es war ein gutes Jahr, der Bauer kann / Schon wieder geben! ¡Y qué! ¡Fue un buen año, el campesino pudo pagar otra vez! Questenberg: Ja, wenn Sie von Herden / Und Weideplätzen reden, Herr Feldmarschall - ¡Sí, si usted se refiere a rebaños y pastos, señor mariscal de campo! - Isolani: Der Krieg ernährt den Krieg. Gehn Bauern drauf / Ei, so gewinnt der Kaiser mehr Soldaten. La guerra se alimenta de guerra. Los campesinos mueren, ¡ah! y de esta forma el emperador gana más soldados. Questenberg: Und wird um so viel Untertanen ärmer! ¡Y pierde más súbditos! Isolani: Pah! Seine Untertanen sind wir alle! ¡Bah! ¡Nosotros somos todos sus súbditos!
La estrategia
La Guerra de los Treinta Años
Antes de la Guerra de los Treinta Años, las leyes del Sacro Imperio Romano Germánico proveían de fondos a los ejércitos añadiendo impuestos especiales de guerra.7 Los fondos necesarios para grandes ejércitos aumentaron superando los ingresos de los señores de la guerra, lo que les obligó a recurrir a medidas desfavorables como el préstamo de dinero y la depreciación de la moneda.7 En el curso del conflicto, el principio de bellum se ipsum alet se aplicó en dos fases: en la primera, los víveres necesarios se obtenían directamente del territorio ocupado por el ejército;7 más tarde, la retribución a los soldados se basó en el propio terreno, es decir, que se entregaban tierras a los soldados.7
En 1623, Johann Tserclaes, conde de Tilly y líder de las tropas de la Liga Católica, implementó la doctrina en el territorio arrebatado al enemigo en la Circunscripción de Alta Sajonia.7 La circunscripción tuvo que crear un ejército para su defensa y dispersarlo por la zona,7 que fue dividida en Kontributionsbezirke ("distritos de contribución"), cada uno de los cuales debía proporcionar una cantidad de alimentos para la soldadesca, así como caballos.7 Los soldados eran acuartelados en las casas de la gente común, que tuvo que brindarles refugio, alimento y Servisgeld, una suma definida con la que el soldado compraba leña y sal.7 Estas medidas eran acordadas por la nobleza, y las autoridades locales se encargaban de su aplicación.7 En contraste, Tilly impuso medidas análogas el mismo año en el territorio que acababa de conquistar, Hersfeld.7 Las contribuciones que demandaba eran excesivamente altas, y fueron aplicadas por la fuerza.7
En 1625, Albrecht von Wallenstein prometió al sacro emperador romano Fernando II levantar un ejército y financiarlo él mismo.8 Fernando permitió a Wallenstein explotar los territorios ocupadosnota 1 con la advertencia de que no podría recaudar dinero por la fuerza sin su aprobación.9 Esta condición fue sin embargo descuidada,9 y las tropas se mantuvieron enteramente por los contribuidores y el botín.8 Posteriormente, todos los ejércitos participantes en la guerra adoptaron el principio de bellum se ipsum alet.9 Los recursos de las Kontributionsbezirke eran recogidos por las fuerzas armadas, y las autoridades locales forzadas a colaborar.9 Los territorios afectados a menudo se arruinaban y se veían en la necesidad de pedir dinero prestado para satisfacer las demandas militares durante la Guerra de los Treinta Años, y por ello muchas comunidades alemanas permanecieron endeudadas hasta el siglo XVIII.9
La Segunda Guerra Mundial
Un campesino pide piedad a un mercenario frente a su granja en llamas durante la Guerra de los Treinta Años. Ilustración contemporánea.
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