domingo, 6 de noviembre de 2016

Monasterios por países - Perú


El Monasterio de Santa Catalina de Siena, o Convento de Santa Catalina, es un complejo turístico religiosoubicado en el centro histórico de Arequipadepartamento de ArequipaPerú.

Ubicación

La ciudadela se ubicó al sur del Perú en la ciudad de Arequipa fundada el 10 de setiembre de 1579 y ubicada en una zona que destaca por su belleza natural, clima acogedor y que dispone de un gran material con el cual se construye y se sigue haciendo la arquitectura de esta ciudad, el Sillar. En el monasterio existen dos tipos, el sillar blanco que proviene del Volcán Chachani y el rosado del Misti, este último emblema de la ciudad. La ciudadela ocupa un terreno de 20.000 metros cuadrados y está absolutamente aislada de la ciudad a pesar de que se ubica en el corazón de ésta. Un gran y sólido muro de 4 metros de altura aislaba la vida de las mujeres que habitaban el monasterio.

Reseña histórica

El virrey Francisco Toledo otorga la licencia necesaria para la fundación del tan deseado monasterio que solicitaba la ciudadanía. Doña María de Guzmán, viuda de Diego Hernández de Mendoza, decide recluirse en el monasterio en construcción cediendo para ello todos sus bienes. El 10 de septiembre de 1579 se realiza la memoria de la fundación del monasterio firmada por el Cabildo, regimiento de la ciudad y el obispado del Cusco, nombrando a María de Guzmán como la “Primera pobladora y priora de dicho Monasterio”. El 2 de octubre de 1580 se realiza una misa mayor en la ciudad para que desde ese día comenzaran los hábitos. Las mujeres que ingresaron como monjas al monasterio fueron criollas, mestizas y hasta hijas de familias nobles. La historia cuenta del ingreso de las denominadas “monjas pobres” que sin tener hábitos, ni abrazar a vida religiosa, ingresaban a ejercitar sus virtudes y ser emperatrices de muchas otras.Se sabe que a mediados del siglo XVIII, la ciudadela contaba con más de 300 mujeres de hábito y doncellas de servicio.
Monasterio de Santa Catalina.

Arquitectura

El encanto de esta ciudadela reside en la solidez y plasticidad de sus volúmenes, y la belleza que maestros y alarifes lograron en la arquitectura de esos recintos mediante soluciones arizantes como los arbotantes o la construcción de recias arquerías asentadas sobre pilares.
En los interiores, las cúpulas y las cubiertas de bóveda amplían considerablemente el espacio y aumentan la sensación de fortaleza de los edificios. Se percibe así mismo, sobre todo en la zona de las callejas, la intervención de albañiles que, carentes de un diseño propiamente arquitectónico, fueron levantando muros, tejados, celdas, patios y portadas de sencillo planteamiento.
El actual edificio atesora espléndidas piezas de arte, como un altar barroco de madera tallada y dorada, de un cuerpo y tres calles, que exorna la capilla, y varias pinturas de la escuela cusqueña.
Debido a los constantes terremotos que se vio afecto el monasterio, las familias de las religiosas optaron por construir celdas únicas y privadas para cada uno de ellas. Lo que provocó que hubiera sectores ordenados y a falta de un plan otros con un notorio desorden. Durante casi dos siglos en la época virreinal, los claustros y celdas del monasterio han sufrido diversas modificaciones, agregados y nuevas construcciones que hacen que Santa Catalina se haya convertido en un mostrador escala humana de la arquitectura colonial arequipeña.
Portada del Monasterio
La portada de ingreso está adornada con un relieve de Santa Catalina de Siena, bajo cuyo patrocinio se fundó el convento. Está labrado en el sólido muro de sillar que bordea toda la manzana. La sobria sencillez de formas y color de esta portada, contrasta con el alegre colorido que el visitante encontrará en los ambientes interiores.
Claustro los Naranjos
Data de 1738. Debe su nombre a la presencia de árboles de naranjo. Las tres cruces ubicadas en medio del claustro forman parte de una tradición del Monasterio de Santa Catalina, donde las religiosas representan la Pasión de Cristo todos los Viernes Santo.
Patio el Silencio
Era el lugar donde las monjas se reunían a rezar el Santo Rosario y leer la biblia en completo silencio.
Claustro Mayor
Construido entre 1715 y 1723, es el claustro más grande del Monasterio, al costado izquierdo se encuentran 5 confesionarios que contaban con la privacidad requerida. Alrededor se ubican pinturas destinadas a la preparación, enseñanza y catequización de religiosas, al igual que en los otros dos claustros. Hay un total de 32 cuadros, 23 hacen referencia a la vida de María y 9 a la vida pública de Jesús.
Cocina
Esta cocina llama mucho la atención por la particularidad de su ambiente que nos remonta siglos atrás. Algunos expertos creen que su techo tan alto y de cúpula se debía a que fue o iba a ser destinado a una capilla. La cocina funcionaba con carbónleña y otros combustibles, por eso todas las paredes se ven tiznadas y los utensilios que en ella se aprecian son originales de esa época.
Lavandería
Fue construida en 1770, cuando Arequipa se abastecía de agua mediante acequias, en ella encontramos 20 medias tinajas, que son grandes recipientes de barro, usados antiguamente para almacenar granos, maíz o vino, que servían de bateas. El agua corría por un canal central, que se desviaba a cada tinaja colocando una piedra y en el fondo de la batea ponían un tapón, que luego de lavar quitaban y el agua corría hacia el canal subterráneo que llevaba los desechos al río.
Torre del Campanario
La distinguida torre que luce el Monasterio de Santa Catalina fue construido en 1748 siendo Presidenta del Consejo, la supriora Sor Catalina de San José Barreda y Obispo Juan Bravo de Rivero.Su campanario tiene cuatro campanas dispuestas con frente a las calles que rodean el monasterio: Con frente a la calle Santa Catalina (al este) una antigua campana sin ninguna inscripción. Con frente a la calle Ugarte (al sur) está la campana más antigua con la inscripción “Santa Catalina Ora Pronobis ,1749”. Con frente a la calle Bolívar (al oeste) existe la campana con la inscripción “R.M. María de Villegas, 1787”
Iglesia
Bella y antigua iglesia de larga nave y de cúpula de media naranja, que tiene una construcción de planta básica de 1660 aproximadamente. Debido a diversos terremotos que sacudieron la ciudad de Arequipa desde la época de la colonia, ha sido reconstruida varias veces respetando su original diseño. Su altar principal es de plata repujada que representa un trabajo muy esmerado, con bellos y delicados motivos religiosos, de los antiguos artesanos a los que se les encomendó la obra. En la misma encontramos interesantes habitáculos para los confesores de las religiosas que se encontraban en clausura. Asimismo, se aprecia un bello altar dedicado a la Beata Sor Ana de los Ángeles Monteagudo. Existe una gran reja de metal entre la iglesia y el coro bajo, que es donde se ubicaban y lo siguen haciendo las religiosas para la celebración de la sagrada misa, para separar la clausura del mundo exterior. En la parte superior se encuentra el coro alto donde hay un grande y antiguo órgano europeo de muy bella manufactura.
El Convento de Santa Catalina, se envolvió en un velo de misterio y silencio hasta 1970 en que una parte grande del convento abrió sus puertas para el público. Las religiosas permitieron que una empresa privada lo administrara. Todavía viven monjas en el área norte del complejo.
En gran parte fue restaurado para poder lograr un mejor atractivo del público, conservando su planta y características originales. Las pequeñas calles y claustros están llenas de flores coloridas y las paredes son pintadas en tintes frescos. Los callejones estrechos llevan a las diversas partes del convento que atraviesan por sitios pintorescos y sitios de estar y dormir con los muebles originales.
Pileta del Convento de Santa Catalina.
Al interior se puede apreciar el claustro de la beata Sor Ana de los Ángeles Monteagudo la cual fue beatificada en la visita de Juan Pablo II en 1985 debido a su ejemplar vida conventual y a la atribución de algunos milagros. Uno de ellos aprobado por la Iglesia, fue una curación de un cáncer uterino verificado en el primer tercio del siglo pasado. La favorecida, doña María Vera de Jarrín, vivió más treinta años después del prodigio.



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El Monasterio de Santa Rosa de Lima o Monasterio de Santa Rosa de Santa María, más conocido como Santa Rosa de las Monjas, está conformado por la Iglesia y el Monasterio, fue construido en los siglos XVII y XVIII, junto a la casa en la que vivió y falleció Santa Rosa de Lima, Patrona de LimaAmérica y Filipinas, destaca la habitación (convertida en capilla) en la cual pasó los últimos tres meses de vida, agonizante hasta fallecer el 24 de agosto de 1617.

Historia del monasterio

La canonización de Santa Rosa de Lima, el doce de abril de 1671, hizo que la ciudad de Lima vibrase ante las virtudes de su patrona. Varias jóvenes piadosas concibieron la idea de reunirse para imitar a la Santa y desde 1678 ocuparon, con autoridad del Ordinario, una casa próxima al Santuario y dominicano y vistieron el hábito dominicano.
Como el número de "Beatas Rosas" —así se llamaban— creciese, se pensó erigir para ellas un Monasterio y se pidió al Rey licencia para su fundación. Por la Real Cédula, dada en Madrid el veintiséis de enero de 1704, concedió su Majestad Felipe V de España que el Beaterio fuese elevado a la categoría de Monasterio. Aunque la cédula fue concedida el año 1704 no hubo clausura hasta el dos de febrero de 1708, día en que se inauguró solemnemente el monasterio.
Las donaciones que recibieron las Beatas Rosas influyeron mucho en el ánimo de su Majestad para inclinarse a conceder la fundación. La suma de estas donaciones ascendía a cuatrocientos mil pesos.
Este hecho fue un acontecimiento grande en Lima. El Señor Arzobispo, Monseñor Melchor de Liñán y Cisneros, hizo el traslado de tres monjas del Monasterio de Santa Catalina al Beaterio; que ya no se encontraba junto al Santuario sino en la cuadra de San Sebastián, a donde se había trasladado.
En procesión solemne, fue acompañado el prelado por los ministros del Juzgado Eclesiástico y por casi toda Lima. Recibió en la rígida clausura de las dominicas a las tres monjas que fueron destinadas para dirigir el nuevo monasterio y a Doña Josefa Portocarrero, hija del Virrey, Conde de la Monclova, la cual esperaba en Santa Catalina el momento de fundarse el Real Monasterio.
El Beaterio de Santa Rosa, ubicado en una casa cercana al actual Santuario, se trasladó a la cuadra de San Sebastián en cuyo lugar se elevó oficialmente a la categoría de monasterio. Parece que allí mismo se intentaba edificar definitivamente, pero no se hizo por ser un sitio malsano como atestiguó el médico, por cuya causa se pensó en un nuevo traslado.
El Reverendo Padre Alonso Messia hizo todo lo posible para inclinar al Virrey a conceder esta gracia y así lo consiguió, pues el Marqués de Casteldusrius por el Decreto del dos de enero de 1709 ordenó fuese entregada la casa de los Sres. de la Maza, donde Santa Rosa había vivido los últimos años de su vida y exhaló el último suspiro, a estas religiosas, juntamente con el Beaterio de Recogidas de la Purísima, fundación del v. P. Castillo y a las cuales, el Virrey Conde de Lemos había proporcionado la casa contigua al lugar en que murió la Santa en los Barrios Altos.

El nuevo local

Gran alegría debió producir a las monjas la entrada a este nuevo lugar, que tenía el recuerdo de los últimos momentos de Santa Rosa.
Fecha trascendental para el monasterio fue el 17 de mayo de 1710, en que tuvo por primera vez priora propia. Concedida la licencia para la elección de Priora, todas pusieron sus ojos en Doña Josefa Portocarrero Laso de la Vega y fue nombrada priora, por el Reverendo Dr. Don Francisco Alonso Garcés, con el beneplácito de todas.
El ejemplo que dio la priora fue causa de que en muchas jóvenes limeñas de altas clases sociales, se despertase la inquietud del llamamiento a la vocacióncontemplativa, y pronto se vio el monasterio lleno de ellas. Más tarde el Excelentísimo Monseñor Arzobispo Soloaga nombró priora a Sor Ana María de Jesús el 5 de mayo de 1718.
Las monjas cuentan en su monasterio con una joven descendiente de la familia de Santa Rosa, Doña Laura Flores de Oliva, llamada Sor Laura de San Joaquín, hija de Don Gaspar Flores de Oliva y Doña Isabel de Arsave.

Otros monasterios

A imitación de este monasterio se fundaen otros monasterios y casas con el título de «Rosa de Santa María», como,1 Santiago de Chile, Morelia, Guatemala y también en Cuzco.
De todos estos monasterios, el de Santiago de Chile fue fundado por monjas del Monasterio de Lima. En el año 1754, siendo virrey el Señor Don José Manso y Arzobispo el Señor Don Pedro Antonio de Barraeta y Ángel, salieron de la clausura, con la venia de la priora, la Madre Teresa de San José, y de toda la comunidad, el día 16 de agosto, las Madres Laura Rosa de San Joaquín, Maria Antonia del Espíritu Santo y Rosa de Santa María, para embarcarse con rumbo a Santiago y desempeñar en el monasterio que se iba a inaugurar los respectivos oficios de priora, maestra de novicias y portera. Las recibió jurídicamente el reverendo padre Fray Diego Flores de Oliva, de la Real Orden de la Merced, el cual, también las acompañó hasta Chile, porque haría allí las veces de capellán. Cuando el Monasterio de Santiago pudo funcionar por sí mismo regresaron las madres fundadoras a su primera clausura dejándole floreciente.
Actualmente en el mnasterio se custodia como capillita, la habitación en la cual falleció Santa Rosa.
En lo material, está debidamente refaccionado y cuenta con 22 religiosas de votos solemnes, de votos simples y tres novicias.

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