jueves, 30 de marzo de 2017

Guerra de independencia de los Estados Unidos


La captura del doble convoy inglés de 1780 o batalla del cabo de Santa María (1780) se produjo en el marco de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, y más concretamente, en la Guerra anglo-española (1779-1783) cuando partiendo de la información proporcionada por los servicios de inteligencia españoles, una flota combinada hispano-francesa al mando del director general de la Armada Española, don Luis de Córdova, consiguió apresar —sin apenas resistencia y cuando aún no se habían separado— a dos convoyes ingleses, uno con destino a la India y otro con destino a América, que cargados de tropas, pertrechos y armas se dirigían a prestar apoyo a las guerras coloniales británicas en ultramar.

Captura del doble convoy inglés de 1780
Guerra de Independencia de los Estados Unidos
Santisima Trinidad.jpg
Navío Santísima Trinidad, buque insignia de la escuadra española responsable del apresamiento de 52 buques británicos el 9 de agosto de 1780.
Fecha9 de agosto de 1780
LugarOcéano Atlántico
Coordenadas35°50′01″N 13°14′00″OCoordenadas35°50′01″N 13°14′00″O (mapa)
ResultadoVictoria española.
Captura de 52 buques destinados a reforzar las guerras coloniales británicas. Importante golpe logístico y moral contra el Reino Unido de Gran Bretaña.
Beligerantes
Bandera de España España
Royal Standard of the King of France.svg Francia
Bandera de Reino Unido Reino de Gran Bretaña
Comandantes
Bandera de España Luis de Córdova
Bandera de España José de Mazarredo
Royal Standard of the King of France.svg Antoine Hilarion de Beausset
Bandera de Reino Unido John Moutray
Fuerzas en combate
España
27 navíos de línea
fragatas
2 de otro tipo
Francia
9 navíos de línea
1 fragata
1 navío de línea
2 fragatas
55 transportes armados
Bajas
Ninguna36 fragatas capturadas
10 bergantines capturados
paquebotes capturados
Total: 52 buques
1350 marinos capturados
1357 oficiales y soldados de infantería capturados
286 civiles capturados
Total: 2943 prisioneros
80 000 mosquetes
294 cañones
3000 barriles de pólvora
Vestimenta y equipación para 12 regimientos de infantería
Gran cantidad de provisiones para las flotas del Índico y de América
1 millón de libras en oro


Antecedentes

En 1780, el Reino Unido de Gran Bretaña se enfrentaba a uno de los momentos más críticos de su historia, al sostener una guerra que acabaría perdiendo frente a los colonos rebeldes de Norteamérica, episodio conocido como la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. La situación se agravó cuando España y Francia se aliaron en su contra y decidieron apoyar militar y políticamente el alzamiento de las colonias americanas. Además, los británicos sostenían al mismo tiempo una dura guerra colonial en la India, subcontinente que acabarían anexionando a su imperio a lo largo del siglo XIX.
A pesar de que la Armada Real británica empezaba a emerger como la primera marina de guerra del mundo, las armadas española y francesa aún estaban en condiciones de hacer frente a la británica operando en flotas combinadas. Precisamente, en el verano de 1779, una operación de este tipo bajo mando del almirante francés Louis Guillouet, conde de Orvilliers, y del español Luis de Córdova, sembró el pánico en las costas británicas tras poner en fuga a la escuadra del canal de la Mancha y apresar el navío HMS Ardent, dejando el terreno libre para la invasión hispano-francesa del Reino de Gran Bretaña. La población abandonó precipitadamente las localidades costeras y el comercio naval inglés y la Bolsa de Londres cesaron su actividad, en un ambiente de terror que no se había vivido desde los tiempos de la guerra anglo-española del siglo XVI, acentuándose la situación de desamparo de los británicos por el hecho de que las mejores unidades del ejército británico se encontraban combatiendo en ultramar.1Finalmente, y a pesar de la insistencia del almirante español para lanzar de inmediato la invasión,2 Guillouet, comandante supremo de la escuadra combinada, no se decidió a ordenar el desembarco. Tras una espera de varios días, estalló una epidemia en los buques franceses que no tardó en extenderse a los españoles,1 por lo que la flota franco-española tuvo que retirarse a Brest perdiéndose la oportunidad de asestar un golpe definitivo al Reino de Gran Bretaña. En cualquier caso, este episodio condicionaría las actuaciones posteriores de la Armada Real británica, puesto que a partir de entonces la obsesión del Primer Lord del Almirantazgo fue la protección de las costas británicas a todo trance.
Así, en el verano de 1780 partió de la localidad de Portsmouth un convoy compuesto por 55 mercantes armados, escoltado por la flota del canal de la Mancha, que debería dividirse en dos en algún punto del Atlántico, dirigiéndose una parte a la India para apoyar la guerra colonial, y la otra a Norteamérica para combatir a los rebeldes de las trece colonias. Las órdenes del almirantazgo fueron que la escolta abandonara al convoy a la altura de Galicia para regresar inmediatamente al canal de la Mancha. Los mercantes debían navegar alejados de las costas ibéricas y de las rutas comerciales habituales para evitar encuentros fortuitos con navíos españoles o franceses, y contarían tan solo con el apoyo de un navío de línea y dos fragatas. Los agentes de inteligencia españoles destacados en Londres consiguieron averiguar la fecha de salida del convoy y la posible ruta que iba a seguir antes de dividirse, enviando inmediatamente la información al conde de Floridablanca.
En aquellos momentos, Luis de Córdova, que había sido nombrado en febrero director general de la Armada española, se encontraba vigilando el estrecho de Gibraltar al mando de una flota de veintisiete navíos de línea y varias fragatas, a la que se había sumado una escuadra francesa de nueve navíos y una fragata. Córdova ejercía el mando supremo de la flota combinada a pesar de las quejas de los franceses, que dudaban de su capacidad por haber cumplido el almirante español los 73 años. Por su parte, Floridablanca no dudaba en absoluto de la valía del viejo militar y ya en una carta fechada en noviembre de 1779 y dirigida al conde de Aranda afirmaba que «el viejo ha resultado más alentado y sufrido que los señoritos de Brest».2 Tan pronto como Córdova recibió la información obtenida por los espías españoles, comenzó a organizar la localización y captura del convoy británico.

Localización del convoy británico y «caza general»

La escuadra combinada hispano-francesa abandonó las aguas del estrecho y se adentró en el Atlántico guiándose por las suposiciones hechas a partir de la fecha de salida, las características del convoy británico y la ruta más probable suministrada por los agentes españoles. Se enviaron varias fragatas de exploración que batieron una amplia zona del océano. En la madrugada del 9 de agosto de 1780 una fragata exploradora española divisó en el horizonte un gran número de velas, que navegaban a unas 60 leguas al oeste del cabo de San Vicente. Con toda rapidez se envió la información al Santísima Trinidad, buque insignia de la escuadra combinada, bajo mando directo de don Luis de Córdova. La noticia fue recibida con cautela, pues había dudas sobre si las velas detectadas correspondían a la escuadra del canal de la Mancha o si se trataba en efecto del convoy pero éste iba fuertemente escoltado. El segundo mando español, don José de Mazarredo abogó inmediatamente por el ataque, ya que supuso que no había ninguna razón para que la flota británica se arriesgase a navegar tan alejada de las costas, salvo que no fuese escoltada.
Luis de Córdova y Córdova, director general de la Armada Española y mando supremo de la escuadra combinada.
Tras ordenar Córdova el ataque, las rápidas fragatas se dirigieron hacia la flota británica, seguidas por los navíos de guerra. El comandante británico, John Moutray, tras constatar la abrumadora superioridad del enemigo se dio a la fuga con los tres buques de escolta, iniciando los buques mercantes una desbandada. Ante esta situación, Córdova dio desde el Santísima Trinidad la señal de «caza general», empezando una desordenada persecución en la que los buques españoles y franceses iban seleccionando y capturando presas según su propio criterio. Una vez alcanzados, los mercantes se iban entregando sin presentar oposición ya que si bien todos ellos iban armados, poco podían hacer frente a los poderosos navíos de línea. La caza se prolongó hasta la noche, capturándose en total hasta 52 buques británicos de los 55 que componían el convoy. Las fragatas siguieron buscando a los buques huidos hasta bien entrada la madrugada, pero no consiguieron apresar a ninguno más.
Iniciada la inspección de los buques apresados, los aliados comprendieron la importancia del golpe asestado al Reino de Gran Bretaña, pues no sólo se habían capturado 52 buques, sino también 80 000 mosquetes, 3000 barriles de pólvora, gran cantidad de provisiones y efectos navales destinados a mantener operativas las flotas británicas de América y el océano Índico, vestuario y equipación para doce regimientos de infantería, y la ingente suma de 1 000 000 de libras esterlinas en lingotes y monedas de oro (todos los buques y bienes capturados estaban valorados en unas 600 000 libras). Además se hicieron cerca de 3000 prisioneros, de los cuales unos 1400 eran oficiales y soldados de infantería que pasaban como refuerzos a ultramar.

Consecuencias

Las pérdidas supusieron para el Reino Unido el mayor desastre logístico de su historia naval, superando incluso al sufrido por el convoy PQ 17, perdido frente a fuerzas alemanas más de un siglo y medio después, durante la Segunda Guerra Mundial. El número de buques y hombres capturados, así como la cantidad de más de 1 millón de libras esterlinas en lingotes y monedas de oro que pasaron a manos españolas, provocaron fuertes pérdidas en la Bolsa de Londres, lo que perjudicó gravemente las importantes finanzas que el Reino de Gran Bretaña mantenía para poder sostener las lejanas guerras que libraba.
Los españoles se comportaron con gran humanidad con sus prisioneros, devolviendo el generoso trato recibido por sus compañeros por parte del Almirante George Brydges Rodney.3
Esta victoria española, añadida a las graves pérdidas ocasionadas por los temporales del Caribe provocó una crisis financiera entre los aseguradores de marina de toda Europa.4 Muchos entraron en bancarrota, y las tasas de seguro de guerra, ya elevadas, subieron a niveles desorbitados. También se incrementó el descontento público contra el ministro británico y la dirección de la Royal Navy.
Cinco de los barcos capturados fueron puestos al servicio de la flota española. La armada de España comisionó el Hillsborough de 30 cañones como Santa Balbina de 34 cañones; el Mountstuart de 28 cañones como el Santa Bibiana de 34 cañones; el Royal George de 28 cañones como el Real Jorge de 40 cañones.5 6 El Godfrey de 28 cañones como el Santa Paula de 34 cañones y el Gatton de 28 cañones como el Colón de 30 cañones.

La captura del doble convoy inglés de 1780 o Batalla del Cabo de Santa María la caza de 52 buques ingleses por Armada Real Española
La batalla de la captura del doble convoy inglés de nuevo desmonta los mitos de los historiadores anglosajones donde muestras a los piratas y a la marina inglesas como dueños absolutos de los mares y a la Real Armada Española como una banda de botarates a su merced.Hoy vamos a descubrir como la Royal Navy no era tan invencible y como los mayores desastres navales ingleses han sido continuamente ocultados por los historiadores anglosajones hegemónicos en el mundo.
La captura del doble convoy inglés de 1780 o Batalla del Cabo de Santa María (1780)
 
La captura del doble convoy inglés de 1780 o Batalla del Cabo de Santa María (1780) se produjo en el marco de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, cuando partiendo de la información proporcionada por los servicios de inteligencia españoles, una flota combinada hispano-francesa al mando de  Luis de Córdova, consiguió apresar sin apenas resistencia y cuando aún no se habían separado a dos convoyes ingleses, uno con destino a la India y otro con destino a América, que cargados de tropas, pertrechos y armas se dirigían a prestar apoyo a las guerras coloniales inglesas en ultramar.
 
Antecedentes de la captura del doble convoy inglés de 1780 o Batalla del Cabo de Santa María (1780)
 
En el verano de 1779 una de estas flotas combinadas bajo mando del almirante francés Luis Guillouet, conde de Orvilliers, y del español don Luis de Córdova, sembró el pánico en las costas británicas tras poner en fuga la escuadra inglesa del Canal de la Mancha y apresar el navío HMS Ardent, dejando el terreno libre para la invasión hispano-francesa de Gran Bretaña. La población abandonó precipitadamente las localidades costeras y el comercio naval inglés y la Bolsa de Londres cesaron su actividad, en un ambiente de terror que no se había vivido desde los tiempos de la guerra anglo-española del siglo XVI y acentuándose la situación de desamparo de los británicos por el hecho de que las mejores unidades del ejército inglés se encontraban combatiendo en ultramar. Finalmente, y a pesar de la insistencia del almirante español para lanzar de inmediato la invasión, Guillouet, comandante supremo de la escuadra combinada no se decidió a ordenar el desembarco. Tras una espera de varios días, estalló una epidemia en los buques franceses que no tardó en extenderse a los españoles, por lo que la flota franco-española tuvo que retirarse a Brest, perdiendo la oportunidad de asestar un golpe definitivo a Inglaterra. En cualquier caso, este episodio condicionaría las actuaciones posteriores de la armada inglesa, puesto que a partir de entonces la obsesión del Primer Lord del Almirantazgo sería el mantener protegidas las costas británicas a todo trance.
 
A la caza del doble convoy inglés
 
En la madrugada del 9 de agosto de 1780 una fragata exploradora española divisó en el horizonte un gran número de velas, que navegaban a unas 60 leguas al oeste del cabo de San Vicente. Con toda rapidez se envió la información al Santísima Trinidad, buque insignia de la escuadra combinada, bajo mando directo de don Luis de Córdova. La noticia fue recibida con cautela, pues había dudas sobre si las velas detectadas correspondían a la escuadra del canal de la Mancha o si se trataba en efecto del convoy pero éste iba fuertemente escoltado. El segundo mando español, don José de Mazarredo abogó inmediatamente por el ataque, ya que supuso que no había ninguna razón para que la flota inglesa se arriesgase a navegar tan alejada de las costas, salvo que no fuese escoltada.
 
Tras ordenar Córdova el ataque, las rápidas fragatas se dirigieron hacia la flota inglesa, seguidas por los navíos de guerra. El comandante inglés, John Montray, tras constatar la abrumadora superioridad del enemigo se dio a la fuga con los 3 buques de escolta, iniciando los buques mercantes una desbandada. Ante esta situación, Córdova dio desde el Santísima Trinidad la señal de "caza general", empezando una desordenada persecución en la que los buques españoles y franceses iban seleccionando y capturando presas según su propio criterio. Una vez alcanzados, los mercantes se iban entregando sin presentar oposición ya que si bien todos ellos iban armados, poco podían hacer frente a los poderosos navíos de línea. La caza se prolongó hasta la noche, capturándose en total hasta 52 buques ingleses de los 55 que componían el convoy. Las fragatas siguieron buscando a los buques huidos hasta bien entrada la madrugada, pero no consiguieron apresar a ninguno más.
 
El tesoro del doble convoy inglés capturado por los españoles
 
Iniciada la inspeccion de los buques apresados, los aliados comprendieron la importancia del golpe asestado a Inglaterra, pues no solo se habían capturado 52 buques, sino también 80.000 mosquetes3.000 barriles de pólvora, gran cantidad de provisiones y efectos navales destinados a mantener operativas las flotas inglesas de América y el Océano Indico, vestuario y equipación para 12 regimientos de infantería, y la ingente suma de 1.000.000 de libras esterlinas en lingotes y monedas de oro (todos los buques y bienes capturados estaban valorados en unas 600.000 libras). Además se hicieron cerca de 3.000 prisioneros, de los cuales unos 1.400 eran oficiales y soldados de infantería que pasaban como refuerzos a ultramar.
 
Consecuencia de la captura del doble convoy inglés
 
Las pérdidas supusieron para Inglaterra el mayor desastre logístico de su historia naval, superando incluso al sufrido por el convoy PQ 17, perdido frente a fuerzas alemanas más de un siglo y medio después, durante la Segunda Guerra Mundial. El número de buques y hombres capturados, así como la cantidad de más de 1.000.000 de libras esterlinas en lingotes y monedas de oro que pasaron a manos españolas, provocaron fuertes pérdidas en la bolsa de Londres, lo que perjudicó gravemente las importantes finanzas que Inglaterra mantenía para poder sostener las lejanas guerras que libraba.
 
Otras capturas de convoy ingleses en el Canal de Mancha
En la campaña de 1781, asimismo en el canal de la Mancha, gracias a las acertadas disposiciones que tomó el general Córdova secundado por su mayor general José de Mazarredo,en dicha campaña también le cupo el éxito de apresar otro convoy británico de 24 barcos.

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