Cuando las autoridades británicas estaban planeando la forma cómo tratar con sus
colonias norteamericanas rebeldes a fines de
1775 e inicios de
1776, decidieron enviar una gran expedición militar para ocupar la
ciudad de Nueva York. Dos hermanos, el almirante Lord
Richard Howe y el general
William Howe, recibieron el mando naval y terrestre de la operación, respectivamente. Puesto que creían que todavía era posible poner fin a la disputa sin más violencia, los hermanos Howes insistieron en recibir poderes
diplomáticos además de sus funciones militares.
1 El almirante Howe había discutido previamente sobre agravios coloniales de manera informal con
Benjamin Franklin en
1774 y
1775, sin llegar a resolverlos. Mientras que el general Howe creía que el problema de los impuestos coloniales podía ser resuelto manteniendo la supremacía del Parlamento.
2 En un primer momento, el
rey Jorge III accedió a regañadientes a conceder a los Howes poderes limitados, pero Lord
George Germain adoptó una línea más dura e insistió en que no se diera ningún poder a los Howes que pudiera ser visto como una cesión a las demandas coloniales para la exención de impuestos sin representación o las denominadas
Leyes intolerables. Como consecuencia, a los Howes solo les concedieron la capacidad para emitir
indultos y
amnistías, pero no para hacer concesiones sustantivas.
1
Una vez que llegó la flota en julio de
1776, el general Howe realizó varios intentos de establecer comunicaciones con el
general del
Ejército Continental,
George Washington. Dos intentos de enviar cartas a Washington fueron rechazadas porque Howe se negó a reconocer el título de Washington; sin embargo, este último accedió a reunirse en persona con uno de los ayudantes de Howe, el coronel
James Patterson. En la reunión, que tuvo lugar el
20 de julio, Washington se enteró de que los poderes diplomáticos de los Howes se limitaban fundamentalmente a la concesión de indultos, ante lo cual respondió que los americanos no habían cometido ninguna falta y, por tanto, no necesitaban indultos.
Preparación de la expedición.
Los preparativos para la partida no se hicieron con la diligencia deseable. Es cierto que todo lo que dependía del departamento de guerra se encaminó a
Brest con rapidez.
1 Pero el ministro de marina no actuó con la misma rapidez.
2
Era necesario, sin embargo, apurarse para zarpar ya que se estaba ante el riesgo de que la situación se volviese crítica y la travesía peligrosa. Se sabía que
Gran Bretaña armaba una escuadra para detener al cuerpo expedicionario francés, lo que le estaría facilitado por no tener que proteger a un convoy. Por otra parte se sabía que la situación de los americanos era cada día más grave y que necesitaban una ayuda inmediata. El consejo de ministros envió al Señor de Rochambeau la orden de embarcar inmediatamente una parte de sus tropas y material y partir con el primer viento favorable.
3
Partida de la flota bajo el comando de Ternay
El 12 de abril estaba todo preparado para hacerse a la vela y el 15, con viento norte, todo el convoy se mantuvo al ancla en la rada de Bertheaume. Al día siguiente, en el momento en que la flota levaba anclas, el viento giró al oeste y el convoy recibió orden de volver a fondear.
Los vientos fueron variables hasta el 1 de mayo, aunque generalmente soplaban desde el oeste.
4 El 2 de mayo, finalmente, a las cuatro de la mañana, el Señor de Ternay aprovechó hábilmente un buen viento del nordeste para hacer aparejar. Encabezó la escuadra con el
Duc de Bourgogne,
Neptune y el
Jazon. Luego de haber pasado la boca de la rada y salido a mar abierto, la escuadra y el convoy pusieron rumbo sur, atravesaron felizmente el paso del Raz y, reuniéndose, se pusieron en orden de marcha.
Inicios del viaje
Esta salida del convoy no había sido observada por el enemigo. La escuadra estaba en ruta y a punto de doblar el Cabo, cuando, tres días después de haber partido, los vientos se hicieron contrarios y lo retuvieron durante cuatro días en el
golfo de Gascuña. Sólo el 15 y el 16 de mayo la escuadra y el convoy prosiguieron su ruta aprovechando un viento del nordeste.
La flota británica había zarpado a favor del mismo viento que había inicialmente impulsado a los buques franceses fuera de Brest. La tempestad la había detenido antes de que saliese del
canal de la Mancha y la había forzado a volver a tomar puerto. Así, el convoy francés pudo tomar alguna ventaja.
Luego de la tormenta soportada en el golfo de Gascuña, el caballero de Ternay decidió tomar la ruta del sur, la misma que el año anterior había tomado el almirante
d'Estaing. La del oeste era más directa, pero menos segura, ya que podían producirse más encuentros con el enemigo y a la variabilidad de los vientos. La ruta del sur, por el contrario, permitía aprovechar los
vientos alisios y un clima más benigno que sería más favorable a la salud de la tripulación y de las tropas. Había además menos oportunidades de toparse con fuerzas enemigas. Finalmente, los vientos del sur, que reinan muy habitualmente durante el verano en las costas de América septentrional, debían llevar al cuerpo expedicionario fácilmente hacia el norte, al punto en que le sería más ventajoso desembarcar. El 25 de mayo, el navío
Le Lutin, armado en guerra y cargado de mercaderías, dejó la escuadra para dirigirse a
Cayena.
Conducta de Ternay
El 30 de mayo, luego de una navegación muy tranquila, se encontraban a los 28° 58' Sur y 34° 44' W. La persistencia del Señor de Ternay en mantener la flota con el mismo rumbo hizo creer a los oficiales, para su gran disgusto, que se dirigían a las
islas de Barlovento y no a América del norte, justo cuando el almirante dio orden de poner proa al oeste. Durante los días siguientes cambió el rumbo al noroeste y ejercitó a la escuadra en pasar del orden de marcha al orden de batalla, manteniendo al convoy a sotavento. La fragata
Surveillante dio caza y capturó un brick británico armado con once cañones. Se supo por su comandante de la toma de
Charleston por el general británico
Clinton y de la presencia en ese puerto del almirante
Arbuthnot, quien aguardaba allí a la escuadra del almirante
Graves.
Reproches a la conducta de Ternay.
El 20 de junio, estando al sur de las
Bermudas, las fragatas de la vanguardia divisaron seis navíos navegando a toda vela hacia el convoy. El almirante Ternay hizo poner a sus fragatas en línea de batalla. El enemigo, sorprendido al ver siete buques de guerra desprenderse de un grupo de naves mercantes, se detuvo. Hasta la puesta del sol hubo sin embargo un intercambio de cañonazos sin gran resultado y el caballero de Ternay continuó su ruta con el convoy. "Prefirió -dijo Rochambeau- la conservación de su convoy a la gloria personal de tomar algún buque enemigo." La conducta del almirante fue juzgada de modo muy distinto por los oficiales franceses y pronto se presentó además una circunstancia del mismo tipo, aumentando el descontento del ejército contra este oficial.
Se supo más tarde que la fragata que se hubiese podido tomar era la
Rubis, de 74 cañones, y que la escuadra de la que formaba parte, comandada por el capitán
Cornwallis, regresaba a
Jamaica luego de haber escoltado a cincuenta naves mercantes hasta la altura de las Bermudas.
Insubordinación e indisciplina de los oficiales de la marina francesa
El comandante del
Jazon, Señor de la Clochetterie, había criticado duramente durante el combate la presunta falta de Ternay de mandar achicar el paño de sus buques de vanguardia, lo que había dado tiempo a la
Rubis de alejarse y retomar la línea de formación inglesa. En el consejo de guerra que se llevó a cabo en el buque almirante luego del combate, de la Clochetterie estuvo entre los que fueron interrogados acerca de cual pensaban era el destino de la escuadra británica. "Es demasiado tarde, Señor Almirante -dijo-, os lo hubiese podido responder ayer; de Ud. dependía interrogar al capitán del
Rubis. El almirante Señor de Ternay siguió escrupulosamente, con su conducta, las instrucciones que había recibido. No perdió de vista su misión, que consistía en llevar a los
Estados Unidos al cuerpo expedicionario, lo más rápida y seguramente posible. Sin embargo, cuando supo más tarde que los navíos británicos iban a las islas de Barlovento a reunirse con la flota de
Rodney y darle superioridad sobre la del almirante
Luc Urbain du Bouëxic de Guichen por toda la campaña, lo invadió una tristeza tan profunda que, aparentemente, apresuró su muerte.
El 21 de mayo la
Surveillante capturó un gran buque británico cargado de madera, proveniente de
Savannah.
Llegada a las costas de Virginia
Un sondeo hecho el 4 de julio mostró que estaban próximos a las costas de Virginia. A las diez de la mañana el Duc de Bourgogne el Amazone y la Surveillante capturaron un gran navío armado que no se rindió hasta haber recibido algunos impactos de cañón. Se juzgó que la nave había sido destacada son el único fin de vigilar el acercamiento de los franceses y se presumió que los seis navíos con los que habían combatido el 20 de junio se habían unido a las fuerzas de Graves y de Arbuthnot. Ternay se propuso en consecuencia evitar su ataque.
Pilotos de la isla
Martha's Vinyard y de los bancos de
Nantucket guiaron al convoy hacia el fondeadero de
Rhode Island. Allí, luego de cuatro días de brumas espesas y de calmas y vientos contrarios alternados, algunos bajaron a tierra con la guía del coronel Elliot, enviado por el
general Washington. Al día siguiente, luego de setenta días de travesía, la flota entraba en la rada de
Newport.
"Puede imaginarse -escribió Rochambeau- nuestra alegría, luego de una travesía larga y de alarmas tan justificadas; tocábamos finalmente esta tierra tan deseada donde la sola aparición del pabellón francés iba a reanimar las esperanzas de los defensores de la libertad. Fuimos recibidos por las aclamaciones del pequeño número de patriotas que habían quedado en esta isla, antes ocupada por los británicos quienes habían sido forzados a abandonarla."
Aunque la República holandesa no entró en una alianza formal con los
Estados Unidos y sus aliados, el embajador estadounidense (y futuro
presidente)
John Adams logró establecer relaciones diplomáticas con la República holandesa, el segundo país europeo en reconocer diplomáticamente al
Congreso Continental en abril de
1782. En octubre de ese año, ambas partes firmaron un tratado de amistad y comercio.
La mayor parte de la guerra consistió en una serie de operaciones británicas muy exitosas contra los intereses económicos coloniales neerlandeses, aunque las fuerzas navales británicas y holandesas también
se enfrentaron una vez en el
Banco Dogger, en la costa holandesa. La guerra terminó desastrosamente para los holandeses y expuso la debilidad de las bases políticas y económicas de la República.
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