La batalla del Fuerte Charlotte fue un sitio que se prolongó por dos semanas dirigido por el famoso general español Bernardo de Gálvez contra Gran Bretaña para proteger las fortificaciones de la actual Mobile durante la guerra revolucionaria americana. La fortaleza de Charlotte era el puesto fronterizo británico capaz de amenazar Nueva Orleans en la vecina colonia de la Luisiana española, cuya caída permitió a los británicos alcanzar el oeste de la Florida.
Antecedentes
Tras entrar España en la guerra de la Independencia de los Estados Unidos contra el Reino Unido en junio de 1779, Gálvez atacó las posiciones enemigas a orillas del Misisipí y se apoderó de ellas.1 A continuación, comenzó a preparar la conquista de los principales objetivos en la región, la Mobila y Panzacola.2 No contó para ello de importantes personas de la colonia, ni del gobernador de La Habana, que debía aportar el grueso de las tropas para la campaña.3 Ante los continuos retrasos en obtener al menos una parte de los soldados que se calculaban necesarios para la empresa, Gálvez decidió atacar por su cuenta la Mobila, sin esperar a las unidades que debían llegar de Cuba.4
Preparativos y fuerzas
En enero, reunió unos mil trescientos hombres, aunque anteriormente había considerado que para la ofensiva necesitaba unos cuatro mil.5Estos pertenecían tanto a las unidades regulares del Ejército (había soldados de cuatro regimientos: el de España, el del Príncipe, el Fijo de La Habana y el Fijo de la Luisiana), como a las milicias —de blancos, negros y pardos— y había también una veintena de angloamericanos.6 Entre los efectivos se contaban también varios barcos, de menor entidad que la planeada: una fragata de guerra (la Volante), otra mercante, dos paquebotes, cuatro saetías, tres bergantines y una galeota.6
Campaña
La fuerza de Gálvez zarpó de Nueva Orleans el 14 de enero,7 Tardó dos semanas en franquear el complicado delta del Misisipí.8 Hasta el 8 de febrero, no logró alcanzar alta mar.8 Al día siguiente, llegó a la bahía de la Mobila.8 Varias de las naves se encallaron al perseguir a una fragata mercante enemiga.8 Se perdió la Volante y el paquebote Rosario, pero a partir del día 12 se comenzó a desembarcar la tropa.9 Para entretener a los hombres, se empezaron a fabricar escalas y a desembarcar los cañones de la Volante para establecer una batería.10 A partir del 18, comenzaron a llegar refuerzos de Nueva Orleans y de Cuba.10 El 27 terminó el desembarco de tropa, armamento y víveres y comenzó el asedio del fuerte Charlotte, erigido por los franceses con ladrillo y cimientos de piedra, que protegía la Mobila.11 La fortaleza se encontraba en muy mal estado, pero contaba con cuarenta y nueve cañones.12
El 1 de marzo, Gálvez solicitó la capitulación de los defensores.12 Los británicos rechazaron rendirse, aunque apenas contaban con unos ciento veinte hombres frente a los mil trescientos de Gálvez.13 El 11 de marzo, mientras continuaban las operaciones de cerco del fuerte, los exploradores españoles regresaron a la localidad para informar del avistamiento de una columna de socorro británica que venía de Panzacola formada por unos mil soldados.14 Al día siguiente, empero, acabaron las obras de la batería de asedio, que comenzó a castigar el fuerte.15 Al anochecer, los defensores izaron la bandera blanca y al día siguiente, se ofrecieron a rendir la fortaleza.15 Tras ciertas negociaciones, se alcanzó un acuerdo de capitulación el día 13.16 Tras pasar la noche en vela para evitar ser sorprendidos por la columna de socorro británica, a las diez de la mañana del día 14 las unidades españolas tomaron posesión del fuerte, cuya guarnición se rindió con todos los honores.16 Finalmente, la fuerza que debía haber auxiliado a los defensores decidió retirarse sin acometer a los españoles.16
Su capitulación aseguró el dominio de la orilla occidental de la bahía de Mobile y permitió emprender pocas semanas después las operaciones españolas en Pensacola.
Maqueta del asedio español a Fort Charlotte en Mobila conservada en el museo Conde de Mobile
En realidad este era su ambicioso plan inicial, eliminar la presencia británica en todo el golfo de México. Para ello partió con premura hacia Mobila al frente de unos 1200 expedicionarios a bordo de 14 barcos menores pero al llegar a su bahía una tempestad los destrozó perdiéndose 6 de ellos y muriendo unos 400 hombres. El general Campbell recibe dicha información en Pensacola y sale con 1100 soldados para aniquilar a los españoles supervivientes.
Pero sorprendentemente Gálvez reorganizó la expedición y recibió los refuerzos de 200 hombres y 4 barcos, suficiente como para comenzar el asedio, cañoneando al anochecer el fuerte Charlotte que dominaba Mobila con 35 cañones y poco más de 300 ingleses e indios. Al día siguiente el fuerte presentaba una enorme brecha por donde los españoles empezaron a cargar de manera incontenible. La toma del fuerte sucedió a la vista de Campbell y sus tropas que no llegaron a tiempo para impedir la rendición de Mobila retirándose de vuelta a Pensacola sin poder hacer nada.
Grabado de la rendición de Fort Charolotte a Gálvez
Una vez más el tesón del malagueño logró llevar a cabo la conquista y una vez más se mostró incapaz de detenerse con ella pidiendo continuar hasta Pensacola. Pero no era una presa fácil, junto a Nueva Orleáns se trataba del principal puerto de la zona y su posesión daba el dominio de toda la costa occidental de la Florida. Por eso don Bernardo se dirige a La Habana para pedir y preparar un contingente adecuado. Sin embargo allí se encuentra algo que resulta familiar en cuanto indagamos en la Historia: envidias y lucha de egos.
Bernardo era un militar de éxito muy joven para la graduación que poseía, teniendo además a su padre como Virrey de México y a su tío como Ministro de las Indias. A pesar de sus méritos, muchos lo veían como un advenedizo. Si es cierto que dichas influencias le beneficiaron no es menos cierto que sus acciones justificaron con creces su ascenso.
Estatua de Gálvez en la Plaza de España de Mobile (Alabama)
Todo aquel que estaba a su cargo e incluso los oficiales extranjeros se deshacían en elogios hacia su persona, destacando su cercanía a la tropa y su jovial energía en el mando. Algo que no tenían ni mucho menos los veteranos militares de La Habana, oficiales de otra generación que carecían de ese ímpetu ofensivo de Gálvez, y que incluso pusieron todo tipo de excusas disminuyendo y retrasando los refuerzos que necesitaba el malagueño para sus operaciones. A tal punto llegaron las trabas y el inmovilismo sus superiores que hasta los franceses se quejaron de ello ante Carlos III.
A pesar de todo Gálvez logró imponer la lógica de un ataque por mar en vez de uno terrestre procedente de Mobila. Se le entregaron 3800 soldados y 2000 más fueron aportados por México, Puerto Rico y Santo Domingo. Dos meses después de la conquista de Mobila la flota española parte de La Habana con dirección a Pensacola, pero es interceptada por un huracán que dispersa la escuadra desde la península de la Florida a la del Yucatán. Cualquiera hubiera tirado la toalla ante semejante desgracia y mal augurio pero don Bernardo volvió a Cuba y pidió de esta manera volver a intentar el ataque: “Los ingleses que se dirigían a Charleston fueron sorprendidos por una fuerte tempestad, a causa de la cual sus barcos fueron diseminados hasta tal punto que algunos fueron arrastrados hasta casi Inglaterra. Esto es lo que, más o menos, nos ocurrió a nosotros.
Plaza de España en Mobile (Alabama)
Pero los ingleses no se desanimaron. Se volvieron a organizar y atacaron a Charleston, obteniendo los resultados afortunados que todos conocemos. ¿Es que nosotros no somos capaces de cosa semejante? ¿Ha desaparecido la virtud militar que tanto nos caracterizó atacando a nuestros enemigos? ¿Somos tan pusilánimes e inconstantes que una simple tempestad tropical nos amilana en nuestra gloriosa empresa? Esto es lo que pensarán los ingleses de nosotros, derrotados por un simple contratiempo, a no ser que nos mantenga un propósito de mucha mayor importancia…”. No había en aquellos mares empresa más importante para los españoles que la toma de Pensacola.
Gálvez atacó el orgullo de los mandos pero siguió encontrando dificultades y en tres meses sólo consiguió reunir un contingente de 1300 hombres. El Rey ya había dado orden disponer todo lo necesario para la recuperación de la Florida, pero a pesar de todo tuvo que enviar incluso a Francisco de Saavedra, emisario especial del rey, para hacer que se cumplieran sus deseos. Este no logró gran cosa ante la desidia de esos mandos, pero prometió a Gálvez enviarle refuerzos para tomar Pensacola.
Celebraciones por el 230 aniversario de la toma de Fort Charlotte por los españoles. Mobile (Alabama)
Mientras tanto los ingleses, enterados del desastre sufrido por los españoles, atacaron Mobila el 7 de enero de 1781 con 900 soldados, 11 dragones, 400 indios, 2 cañones y 2 fragatas. Pero a pesar de contar con una superioridad de 3 a 1 fueron incapaces de doblegarlos y tuvieron que retirarse una vez más a Pensacola. Esa noche un reducto de 190 españoles había resistido el ataque inicial de aquellos 1300 enemigos luchando bravamente en el cuerpo a cuerpo. Así lo contaba Ezpeleta, el oficial a cargo de la defensa: “Nuestros hombres, que habían decidido vender caras sus vidas, abrieron fuego organizado contra el enemigo”. “Con esas pequeñas victorias nuestros hombres adquieren poco a poco un cierto sentimiento de superioridad sobre el enemigo”.
Ya comenzado el año, el 28 de febrero de 1781 leva anclas de La Habana la nueva escuadra de Gálvez, al mando de José Calvo Irázabal con 29 buques y 3295 hombres desglosados así:
1 navío de línea: San Ramón (64) insignia de Irázabal.
2 fragatas: Santa Clara (34) y Santa Cecilia (28) al mando de Miguel Alderete y Miguel de Goicoechea respectivamente.
1 Chambequín: Caimán (22) de José Serrato.
1 Paquebote: San Gil (18) de José María Chacón.
6 fragatas de transporte.
4 paquebotes de transporte.
3 polacras.
1 saetía.
3 bergantines: entre ellos el Galveztown.
4 balandras: entre ellas la Valenzuela y Carmen.
1 goleta: San Servando
1 navío de línea francés.
1 fragata francesa.
1.516 granaderos: Regimientos de Infantería de Navarra, Guadalajara, Hibernia, Soria, Flandes, del Príncipe y del Rey.
102 gastadores de fortificación.
50 artilleros.
1627 marineros.
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