Existencia / Posibilidad / Necesidad
En la tradición filosófica, las Ideas de Existencia, Posibilidad y Necesidad forman parte de un “repertorio ontológico” que fue constituyéndose y enriqueciéndose a partir de la metafísica eleática. La ontoteología escolástica canalizó las más diversas corrientes, muy singularmente la aristotélica y su concepción de Dios como Acto Puro y entendimiento de sí mismo (noesis noesos). Acto Puro y entender absoluto son dos nombres teológicos de Dios cuya soldadura intentó justificarse por la teoría ad hoc del entender como acto. Pero los escolásticos mantuvieron siempre el testimonio de la artificiosidad de la soldadura: la tesis según la cual la esencia divina ha de ponerse del lado del Acto Puro (Dios es ser absoluto, esse a se, o aseidad) fue mantenida por Bañez o Ledesma; la tesis según la cual la esencia divina ha de ponerse del lado del Entender absoluto, fue defendida por Zumel, Suárez o Juan de Santo Tomás. Ambas tesis, venían a parar en lo mismo, en el Dios personal; pero, sin embargo, la tesis de la aseidad (Dios como ipsum esse) podría verse como la más genuina versión escolástica del “Dios de los filósofos”, mientras que la tesis del ipsum intelligere correspondería a la versión escolástica del deseo de mantenerse más cerca del Dios de Abraham, del “Dios de las religiones”. Y es en ese mismo entender puro, sin mezcla alguna de potencia, en donde las ideas de necesidad, posibilidad y existencia se nos muestran en su intrincación y despliegue más metafísico. Tomemos como mera referencia el tratamiento que Juan de Santo Tomás dio a esta cuestión en su Cursus Theologicus: Dios, en tanto es el mismo entender puro, tiene también el grado sumo de la vida; y por supuesto tiene como objetos primarios de su acto de entender a su propia esencia divina, que es el mismo ser necesario en acto, es decir, el esse o existencia necesaria; por lo que su ciencia de simple inteligencia es ciencia de lo necesario. Sin perjuicio de lo cual, la ontoteología cristiana admitirá también la posibilidad de una ciencia de visión que recae sobre “objetos secundarios” cuya existencia no es necesaria, sino contingente. Entre la necesidad y la existencia (contingente) se situará la posibilidad pura de aquellos sucesos (futuribles) que no van a ser pero que podrían haber sido; aquellos a los que Molina asignó su célebre ciencia media y Leibniz los mundos posibles (pero no efectivos). ¿Cómo no reconocer la correspondencia entre los términos de la célebre distinción leibniciana -verdades de razón y verdades de hecho- y los términos de la distinción escolástica, a saber, la ciencia de simple inteligencia y la ciencia de visión? Las verdades de razón son verdades necesarias que no es posible alterar (en concreto, son las verdades de las matemáticas); las verdades de hecho son las verdades positivas (que dimanan de la voluntad divina y que Dios podría alterar: son las verdades físicas, históricas y antropológicas). Pero lo que aquí nos interesa es esto: si las verdades intermedias, las que versan sobre lo meramente posible (y que Leibniz habría concretado en la figura de los mundos posibles, pero jamás realizados), no habría que ponerlas en correspondencia con la ciencia media de Molina.
Las tres ideas claves de la ontoteología pasarán a constituir, a través del hilo conductor de la lógica, las tres categorías que Kant asignó a los juicios, según la modalidad: existencia, necesidad y posibilidad. Pero no sólo la Ontoteología escolástica o la lógica transcendental kantiana, sino también la lógica formal, “libre de metafísica”, hubo de emprender, bastante más tarde (Frege y Russell, Lewis), la tarea de construir una “lógica sin ontología” de la existencia, de la necesidad y de la posibilidad, dando lugar a lo que se conoce hoy como “lógica modal”. Esta denominación tiene resonancias kantianas (por lo de “modal”), pero lo que es todavía más significativo, tiene también resonancias escolásticas (por la apelación a “los mundos posibles” leibnicianos que la lógica modal suele hacer al tratar de la posibilidad, de la existencia y de la necesidad).
http://www.filosofia.org/filomat/df145.htm
Posibilidad / Necesidad
Nos referiremos, por brevedad, a la posibilidad (pero lo que de ella digamos cabe extenderlo, mutatis mutandis al análisis de la idea de necesidad). La idea de posibilidad (que es un término sincategoremático –“posibilidad de A”) puede utilizarse en dos contextos: uno absoluto y otro positivo. La posibilidad absoltuta de A' se nos presenta en función misma de A' (es decir, en un contexto 0); por tanto, aquí A' sólo se relaciona con una hipotética situación suya preexistente (como esencia A') que, sin embargo, no la anularía del todo. La posibilidad positiva de A se nos presenta, en cambio, en función no ya del mismo A (o de su esencia), sino en función de un contexto [m,n,r…], como composibilidad. ¿Qué conexión cabe establecer entre estos dos contextos? Tres alternativas están disponibles:
(1) La que considera que los dos contextos (el contexto-0 y el contexto positivo) son independientes, primitivos; por tanto que hay que reconocer dos modos irreductibles de la idea de posibilidad.
(2) La que postula el contexto-0 como el originario; por consiguiente la composibilidad será derivativa (presupone la posibilidad absoluta de A', la posibilidad absoluta B', C', etc., para después establecer com-posición entre ellas).
(3) La que postula el contexto positivo como el originario de suerte que haya que considerar al contexto absoluto como derivativo o límite.
Desde luego adoptamos la tercera alternativa para definir la idea primitiva de posibilidad. Elegir la primera, sin perjuicio de sus ventajas léxicas, nos llevaría a romper la unidad de la Idea de posibilidad y, sobre todo, nos llevaría a acumular las dificultades que suscita la segunda alternativa. Es ésta, en efecto, la que parece más difícil de asumir, por su carácter marcadamente metafísico: una posibilidad absoluta presupone una existencia negada, retirada la “reflexividad pura”, para luego ser puesta de nuevo (dado que si la posibilidad absoluta no se funda en una existencia previa es porque la hemos construido -por ejemplo, la posibilidad del polígono de 855.000 billones de lados-, con lo cual ya no sería absoluta).
Posibilidad es composibilidad, es decir, compatibilidad de A con otros términos o conexiones de términos tomados como referencia. La misma definición (negativa) de la idea de posibilidad como “ausencia de contradicción” sólo en este contexto alcanza algún sentido, pues una “ausencia de contradicción” pensada en absoluto, no significa nada; ni, por tanto, significa nada la llamada “posibilidad lógica” que muchos definen precisamente por la “ausencia de contradicción”. Ha de sobrentenderse “ausencia de contradicción de algo” (de A); pero este algo debe haber sido dado como complejo (por ejemplo, un decaedro regular). Si el decaedro regular no es posible es porque “envuelve contradicción”, pero no “él mismo”, que no es nada (el sintagma gramatical no envuelve contradicción alguna), sino sus componentes (la imposibilidad topológica no afecta al decaedro regular, sino a la composibilidad de las caras con los vértices y aristas según la regla de Euler). De otro modo: la ausencia de contradicción (dado que todo lo que puede ser pensado es complejo) deja de ser un concepto negativo-absoluto y se nos manifiesta él mismo como contextual.
La “posibilidad absoluta” es así un desarrollo límite de la idea de composibilidad (“composibilidad de A' consigo mismo”) que sólo tendrá un significado diferencial si se supone que A' es simple (por tanto, impensable); pues si A es complejo, al “relacionarlo consigo mismo” estamos forzosamente insertándolo en contextos exteriores a él, a través de componentes múltiples. La idea de posibilidad se nos muestra, por tanto, en función de las operaciones por las cuales construimos el concepto de A; pero esto no se aplica a las operaciones, sino a los objetos por ellas construidos (en relación con otros objetos). Es decir, la posibilidad es objetiva (“posible” no es sólo concebible, como pretende K. Popper, Apéndice x,8 de su Lógica de la Investigación) y no va referida, por tanto, a la existencia concreta (en cambio la probabilidad va ya referida a la existencia concreta; desde luego, la probabilidad presupone la posibilidad, pero no recíprocamente). El concepto lógico formal-modal de posibilidad se obtiene aplicando esta misma idea de com-posibilidad, y sin necesidad de apelar “al menos a un mundo posible”.
http://www.filosofia.org/filomat/df146.htm
Existencia
Es un término sincategoremático; existencia es “existencia de algo” (de una esencia posible), no una exsistencia absoluta pura. Este algo (o esencia) respecto del cual hablamos de existencia puede ser un objeto físico (“el Sol existe”) o un símbolo gráfico (una función proposicional en ∃ x∅ (x), donde el “existe al menos un x tal que…” significa que afirmamos que a algunos de los valores de x, cuyo campo de variabilidad suponemos se da en el mundo físico o algebraico, corresponde un término existente en el mundo físico o algebraico).
Supuesta la estructura sincategoremática del término podemos distinguir dos modos de utilizar este término (paralelos a los modos de la posibilidad y de la necesidad): un modo absoluto (existencia absoluta de algo, considerado en sí mismo, absuelto de todo contexto exterior a él) y un modo positivo (existencia positiva o coexistencia). Las alternativas disponibles, en el momento de establecer la conexión que pueda mediar entre estas opciones son aquí (como en el caso de la posibilidad) tres:
(1) La existencia absoluta y la existencia positiva (o coexistencia) son dos modos independientes, primitivos e irreductibles.
(2) La existencia absoluta es el modo originario; la existencia positiva resulta de la composición de dos o más existencia absolutas.
(3) La existencia positiva (o coexistencia) es el modo originario; la existencia absoluta es un modo límite y metafísico.
Para inclinarnos, como lo hacemos, por la tercera alternativa, será suficiente impugnar la segunda (puesto que con ella queda automáticamente descartada la primera). La impugnación de la segunda alternativa la fundamos en la idea misma de “existencia absoluta”. Esta idea presupone un término absoluto que fuese posible, también como posibilidad absoluta. Pero hemos considerado absurda esta hipótesis: un ser absoluto, simple, etc., con existencia absoluta, no puede ser un concepto originario o primitivo (como defiende el ontologismo), porque es impensable como tal. Advertimos que con esto no estamos tratando de eliminar, desde el principio, la validez del “argumento ontoteológico”, sino sólo sus eventuales pretensiones de argumento originario y primitivo.
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