Naturaleza (N) / Naturalezas (ns) desde el punto de vista de las relaciones “todo” a “partes”
Una vez distinguidas las dos acepciones del término “(N,ns)aturaleza” [69], la cuestión inmediata es determinar el tipo de conexión que pueda establecerse entre N y ns. Cabría distinguir dos grandes familias de respuestas según que “N” se interprete como una totalidad distributiva (𝔗) o bien como una totalidad atributiva (T) [24].
Interpretar la Naturaleza como un mero concepto clase de las “naturalezas” (por ejemplo, en contextos tales como el propio de los ecolegistas “defensa de la (N,ns)aturaleza”) puede ser tanto como eliminar la idea cósmica o global de la Naturaleza o, por lo menos, tanto como sepultarla en un fondo tan sombrío que equivaliera a hacer de ella un noúmeno incognoscible, o un postulado empírico de constatación de la existencia de múltiples naturalezas. Dice Cervantes en el Prólogo a Don Quijote: “Pero no he podido yo contravenir al orden de naturaleza; que en ella [hay que suponer aquí “Naturaleza”] cada cosa [habrá que suponer: “naturaleza”] engendra a su semejante”.
Suponemos, por tanto, que, Naturaleza, en su sentido global, se refiere a una totalidad atributiva (T). Por consiguiente, la “Naturaleza” tendría que concebirse como “el conjunto o coordenación de todas las naturalezas”, la complexio omnium sustantiarum. Por ejemplo, la idea de Naturaleza de Aristóteles comprende la idea de una totalidad finita, aunque eterna (“el conjunto de todas las cosas que se mueven”) separada de un Primer Motor que suministra eternamente la energía necesaria para el movimiento, pero que no forma parte de esa Naturaleza, por ser inmaterial e inmóvil. Ahora bien, la totalización por la que se construye la Idea de Naturaleza es sólo una operación intencional; su resultado como totalización efectiva es problemático. En efecto, podría considerarse que la totalización de las naturalezas, en cuanto partes de una Naturaleza global, convirtiese a ésta en una “naturaleza de las naturalezas”, lo que implicaría la disolución de las naturalezas particulares, lo que podría expresarse de este modo: la composición (n∧N) conduce a la composición (¬n∧n). Hay que considerar también las otras dos situaciones posibles: (n∧¬N) y (¬n∧¬N).
El análisis de estas situaciones nos lleva a la conclusión de que la Idea de Naturaleza se utiliza de hecho como un mito metafísico, paralelo, en cierto modo, al mito de la cultura (por lo demás la composición entre las Ideas de Naturaleza y Cultura es un contexto en el cual ambas Ideas se condeterminan mutuamente). Y si la Idea de Cultura fue definida por B. E. Tylor por la mediación de la idea de todo (“la cultura es un todo complejo”) [406], también la idea de Naturaleza, suele ser concebida (Aristóteles, Cicerón, Marco Aurelio, etc.) por la mediación de la idea de todo [414].
La relación de la Naturaleza con las naturalezas puede ser analizada, en efecto, a través de las relaciones entre el todo y sus partes. Ahora bien, según que el todo se considere “autocontextualizado” (I) o bien en función de otras totalidades envolventes o heterocontextuales (II) o, por último, (III), como un todo “intracontextual”, cabe establecer diversas disyuntivas, por ejemplo, (IA): la que niega la relación global y (IB) la que la afirma; (IIIr), la que presupone una totalidad no centrada [25] y (IIIs), la que presupone la totalidad centrada (con el hombre como pars centralis). Cruzando estas diversas disyuntivas obtendremos una tabla de doce modulaciones de la Idea de Naturaleza mediante la cual podemos considerarla exhaustivamente analizada. La crítica a cada una de estas modulaciones [789] de la idea de Naturaleza permitiría segregarla de sus componentes metafísico-físicos.
http://www.filosofia.org/filomat/df071.htm
Ontología especial y Doctrina
de los Tres Géneros de Materialidad
Materialismo, en el sentido ontológico especial o “materialismo cósmico”, es la doctrina de los Tres Géneros de Materialidad (M1, M2, M3) [65]. La materia ontológico especial puede representarse del modo siguiente: Mi={M1,M2,M3}, en donde Mi=Mundo.
La Filosofía como Ontología [81] –conjunto de doctrinas que giran en torno a la Idea de Ser– encontró, en Ch. Wolff, el reconocimiento de su más sólida estructura. La Metaphysica specialis se constituye por la exposición de la doctrina sobre los tipos ontológicos del Ser, que, según la Metafísica clásica (llamada “Ontoteología”), son tres: Mundo, Alma y Dios. Tras la Crítica kantiana, la estructura de la Ontología de Wolff pudo parecer desplomada para siempre. Sin embargo, más que un derrumbamiento, lo que tuvo lugar fue un cambio de orientación en el que permaneció la arquitectura general interna del edificio. Otro tanto debe decirse de la Filosofía Idealista. Comparándola con la Ontología clásica, la Ontología Especial del Idealismo ha sustituido la organización trimembre (Mundo, Alma, Dios) por una organización bimembre, edificada sobre la oposición Naturaleza/Espíritu (también designado como “Cultura”, “Costumbres”, “Historia”). El Materialismo Dialéctico, mantuvo, nominalmente al menos, una concepción isomorfa a la del Idealismo (Dialéctica de la Naturaleza/Dialéctica de la Historia). Es preciso, sin embargo, desde una perspectiva materialista, revisar esta estructuración bimembre y reivindicar la teoría wolffiana de la Ontología especial, por medio de la Doctrina de los Tres Géneros de Materialidad. Mundo, Alma y Dios deben ponerse en estrecha correspondencia, respectivamente, con el Primer (M1) [73], el Segundo (M2) [74] y el Tercer Género (M3) de materialidad [75]; pero correspondencia no incluye identidad.
Es suficiente probar que en cada una de las tres Sustancias se encuentra el núcleo de lo que caracteriza a cada uno de los géneros de Materialidad. “Mundo” designa el conjunto de entidades físico-empíricas, corpóreas, que constituyen el Primer Género (M1). “Alma” designa el conjunto de fenómenos de la “vida interior” psicológica e histórica, es decir, el contenido del Segundo Género (M2). “Dios”, el Dios “mundano” ontoteológico-especial de los estoicos, el Dios de Cleantes de los Diálogos de Hume, el Dios de los filósofos de la Ontología especial, se corresponde con el Tercer Género de Materialidad (M3). Dios es, en efecto, “sujeto de todos los predicados positivos” (Leibniz, Specimen Inventionis), el depósito de las esencias eternas con respecto a las cuales el mundo y las almas están gobernadas según un orden invisible. Desde la perspectiva de la Teoría de las tres Materialidades, la Doctrina de las tres Ideas –Mundo, Alma, Dios– se nos presenta como una especie de sustantivación metafísica de los Géneros.
La Doctrina de los Tres Géneros de Materialidad ha sido ejercitada por prácticamente la integridad de la tradición filosófica y, explícitamente, aparece ya formulada por Platón. En la época moderna, la situación podría ser esquematizada del siguiente modo:
(I) El Idealismo clásico alemán (sobre todo, Kant, Fichte y Hegel) no ha ofrecido explícitamente una exposición de la Doctrina de las Tres Materialidades, aunque la ha ejercitado. El Idealismo clásico alemán, tras la crítica al noúmeno kantiano manifiesta una propensión a fundir o identificar la Tercera Materialidad (M3) con la Segunda (M2) en el sentido de elevar el reino psicológico, el reino del sujeto (M2), al reino de la sustancia (M3), es decir, a reducir M2 a M3 [M2 ⊂ M3].
(II) El materialismo (atomista o continuista) ha seguido el mismo camino del Idealismo (identificación de M3 y M2, pero en sentido contrario: reduciendo M3 a M2, en el caso del empiriocriticismo, las ideas objetivas a contenidos de conciencia [M3 ⊂ M2], y M2 a M1 en el caso del materialismo naturalista. No es posible reducir la posición de Marx a formulaciones tan sencillas. Pero esta doctrina ha sido usada (actu exercito) por Marx, aunque encubierta por los esquemas dualistas (Conciencia/Mundo).
(III) Ha sido en la Filosofía alemana de los últimos decenios del siglo pasado (algunas direcciones del neokantismo: Natorp y su aproximación de Kant a Platón; Teoría de las concepciones del mundo de Dilthey) y primeros decenios de nuestro siglo (Fenomenología, Axiología, Simmel, etc.), en donde aparece reexpuesta la dotrina de los Tres Géneros de Platón, que ha penetrado, incluso, en ámbitos más próximos al positivismo (Carnap y Teoría de los Tres Mundos de Popper). Esta doctrina es, precisamente, excelente criterio para separar el Idealismo clásico alemán del idealismo alemán moderno.
http://www.filosofia.org/filomat/df072.htm
Primer Género de Materialidad (M1)
Expresión que cubre la dimensión ontológica [72] en la que se configuran aquellas entidades dadas en el espacio y en el tiempo: materialidades físicas (cosas, sucesos, relaciones entre cosas, etc.), que se nos ofrecen como constitutivos del mundo físico exterior (campos electromagnéticos, explosiones nucleares, edificios, satélites artificiales, etc.); también colores (verde, rojo, amarillo), en cuanto cualidades objetivas desde un punto de vista fenomenológico. En M1 se disponen todas las realidades exteriores a nuestra conciencia y ciertas propiedades que van ligadas a los cuerpos [68], y que se manifiestan como objetivas a la percepción. Desde una perspectiva epistemológica, la división más importante dentro de M1 es la siguiente:
(1) Los contenidos exteriores dados fenomenológicamente, dentro de unas coordenadas históricas presupuestas (nuestros telescopios incorporan a un campo fenomenológico objetos desconocidos hace dos siglos).
(2) Los contenidos exteriores que no se dan fenomenológicamente, pero que son admitidos como reales, en este género, por otros motivos (la cara opuesta de la luna en fechas anteriores a su circunvalación, el centro de la Tierra).
http://www.filosofia.org/filomat/df073.htm
Segundo Género de Materialidad (M2)
Género ontológico [72] que acoge a todos los procesos reales, dados antes en una dimensión temporal que espacial, dados en el mundo como “interioridad”: las vivencias de la experiencia interna en su dimensión, precisamente interna (por ejemplo, los “ensueños”). El “dentro” no tiene por qué ser pensado como subjetividad en el sentido sustancialista.
La subjetividad [68] es una elaboración no materialista.
Epistemológicamente los contenidos M2 se clasifican en:
(1) Las vivencias de la experiencia interna inmediata de cada cual (sensaciones cenestésicas, emociones, etc.). La estructura de esta experiencia es puntual, debe ser pensada como acontecimiento en el “fuero interno” de cada organismo dotado de sistema nervioso. El dolor de apendicitis es tan material como el propio intestino.
(2) Los contenidos que no se presentan como contenidos de mi experiencia, sino de la experiencia ajena (animal o humana), en tanto que sobreentendida como interioridad: cuando hablamos del dolor que una herida le produce a un perro, esta entidad es entendida como interioridad. La realidad de los contenidos M2 es tan efectiva, aunque invisible, como pueda serlo la de M1 [73].
No hay comentarios:
Publicar un comentario