domingo, 1 de marzo de 2015

APUNTES DE CRIMINOLOGÍA

El paradigma de las carreras criminales: la importancia del factor edad


Tras el sexo, la edad es el correlato más sólido de la comisión de hechos delictivos. Se sabe desde los inicios de lo que hoy consideramos criminología científica que los jóvenes son responsables de un número desproporcionado de delitos. Esta correlación se plasma en la curva de la edad (una curva con forma de punta de flecha o de tipi): comienzan a ascender vertiginosamente desde edades tempranas y hasta una edad que ronda los veinte años o poco más en el caso de España. A partir de ese momento, comienza a descender también muy deprisa.
Existe una importante polémica sobre su interpretación:
  • Puede no coincidir con la tendencia de los individuos.
  • Ninguna teoría tradicional es coherente con la misma.
El enfoque de las carreras criminales tiene un carácter marcadamente empírico y es por lo tanto compatible con distintas perspectivas teóricas. Al igual que una persona sigue una trayectoria a lo largo de su vida y en determinados ámbitos de la misma, y a eso se le denomina una carrera, por ejemplo profesional; también un delincuente puede seguir unas pautas y eso se puede considerarse, metafóricamente hablando, una carrera criminal.
Este enfoque proporciona el recurso a estudios longitudinales, frente a los transversales (de medición única), es decir, se toman muestras en distintos momentos temporales; verbigracia, se toma una muestra de jóvenes y se les entrevista cada pocos años.
Este enfoque ha inspirado numerosos estudios que han arrojado importantes hallazgos empíricos sobre la evolución que tiende a seguir el delincuente en su carrera criminal (No debe confundirse, el concepto de carrera criminal con el de delincuente de carrera, que se refiere a delincuente especialmente activos).
La primera cuestión de interés para los proponentes del enfoque de las carreras criminales es el estudio del número de personas que cometen delitos en un momento concreto. Esto es, que porcentaje de la población delinque en un determinado periodo de tiempo, por ejemplo un año. Esto se conoce como prevalencia o participación. La prevalencia es mayor entre jóvenes, menor que a edades adultas y prácticamente nula entre la tercera edad.
El número de delitos que comete un delincuente activo en un periodo concreto de tiempo, por ejemplo también un año; se llama incidencia o frecuencia individual. Los estudios han coincidido de manera abrumadora existen grandes diferencias en materia de incidencia entre los criminales: algunos comete muchos delitos, mientras que la mayoría sólo lo hace una vez en el mismo periodo de tiempo.
Una carrera criminal (que puede consistir en un único delito) debe tener un inicio o activación. El inicio de las carreras criminales suele producirse pronto en la vida de los delincuentes, siendo raro el inicio a edades superiores a los 30 años. Quienes comienzan su carrera criminal a una edad especialmente temprana suelen persistir más en el tiempo, y quizá también ser más activos y cometer delitos más graves.
Las carreras criminales pueden caracterizarse por la comisión de hechos delictivos de distinta naturaleza (o versatilidad) o bien por la concentración en delitos semejantes (o especialización).
Con el desarrollo de las carreras criminales, puede existir una tendencia a cometer delitos cada vez más graves, con lo que se hablaría de una agravación de la carrera criminal.
Las carreras criminales terminan con el paso del tiempo. Cuando se ha cometido el último delito se habla de la finalización de la carrera criminal. Como idealmente la habría que esperar a que el individuo falleciera para poder estar seguro de que su carrera criminal ha finalizado efectivamente, y como a menudo un delincuente puede acabar cometiendo solamente delitos muy leves y de manera muy esporádica, se suele preferir el término de decaída, que hace referencia a que durante un cierto periodo de tiempo, como puede ser uno o más años, no sean cometido delitos de gravedad.
La duración de la carrera criminal se refiere al tiempo que va de este la comisión del primer delito, o inicio, y la comisión del último o finalización.
El enfoque de las carreras criminales encuentra su origen en la idea de que un pequeño grupo de delincuentes es responsable de un porcentaje desproporcionado de los delitos que se cometen en una comunidad. Este planteamiento puede ser coherente con la siguiente propuesta de política criminal: ¿sí fuera posible identificar a dichos individuos a una edad temprana e impedir que delinquiera? entonces el delito de una comunidad cualquiera disminuiría en una medida importante. Esta política criminal se conoce como incapacitación o inocuización selectiva. Hasta ahora, sin embargo, la misma no ha dado señales de éxito por la dificultad que conlleva identificar a dichos delicuentes.

La criminología del desarrollo: el planteamiento de la criminología del desarrollo

La criminología del desarrollo considera que los factores relevantes para la criminalidad puede ser distintos según la edad de las personas, y así pueden constituirse tipos siguiendo criterios como la fase de la vida en que alguien se encuentra, la edad a la que se comenzó a delinquir, patrones de agravación, especialización, desistencia, etcétera, que pueden tener causas diferentes. Se trata de un enfoque teórico complejo.
La criminología del desarrollo parte y de la base de que las teorías criminológicas tradicionales son estáticas. Mientras que la criminología del desarrollo contemporánea es dinámica, las personas experimentan a lo largo de su vida nuevas experiencias, así como procesos puramente biológicos debidos al paso del tiempo. Esto quiere decir que tendencias que estaban más o menos fijadas en un determinado momento de la vida de las personas pueden verse alteradas dramáticamente en momentos posteriores; a la vez, factores causales que eran irrelevantes en cierto momento, pueden pasar a ser influyentes más adelante.
Frente a la comparación de grupos de delincuentes con grupos de no delincuentes, éste nuevo enfoque sugiere que también deben estudiarse las trayectorias y los cambios que tienen lugar de los individuos concretos con el paso del tiempo. Loeber y Le Blanc utilizaron el término criminología del desarrollo en este sentido: “ cambios intraindividuales temporales en los delitos que cometen”.
La criminología del desarrollo reconoce diferencias notables entre los distintos individuos; y asume que ello puede responder a causas al menos en parte biológicas o genéticas.
Loeber y Le Blanc mantienen que la criminología debe de recurrir a conceptos dinámicos que sean capaces de aprender el desarrollo de las actividades delictivas. Así, proponen el análisis independiente tres etapas:
  1. la activación se refiere al proceso que siguen las actividades criminales de un sujeto cuando éstas han comenzado ya. En las mismas pueden producirse, o no, fenómenos como los siguientes: acelerarse, en el sentido de que aumente la frecuencia de los delitos; estabilizarse, que la continuidad a lo largo del tiempo sea mayor; o diversificarse, que se tiendan a cometer distintas actividades delictivas.
  2. la agravación apunta a que con el paso del tiempo se puede producir una escalada en los delitos que se cometen, o sea que cada vez sean más graves.
  3. la desistencia hace referencia a un descenso en la frecuencia de los delitos o deceleración.
Las causas que influyen en cada uno de estos procesos pueden ser diferentes.
Lo importante es que las carreras criminales de los individuos pueden seguir diversas trayectorias que pueden ser estudiadas y quizá pronosticadas. Estas trayectorias no quedan fijadas y determinadas desde el principio, sino que pueden sufrir verdaderos cambios por el paso del tiempo o por determinadas experiencias de los individuos concretos, es decir, múltiples trayectorias de naturaleza dinámica.
De este el punto de vista metodológico la criminología del desarrollo reclama como imprescindibles estudios longitudinales, los que se llevan a cabo varias mediciones con individuos en distintos momentos de sus vidas.
Puesto que la criminología del desarrollo favorece la idea de proceso, entonces considera que el cambio es una figura que merece una atención destacada. Esta línea de investigación llama la atención sobre el hecho de que la mayor parte de quienes cometen hechos delictivos abandonen su carrera cuando termina su adolescencia o poco después, (teorías tradicionales, la delincuencia es un fenómeno que tiende a amplificarse hacía más delitos y más serios, y no a reducirse).
La criminología del desarrollo también ha mostrado una gran sensibilidad por la prevención y tratamiento de la criminalidad. La prevención es la política criminal preferida por este enfoque y su propuesta es que los esfuerzos preventivos comiencen cuanto antes en la vida de las personas y se centren en el mayor número de factores de riesgo y de comportamientos antisociales.

La propuesta del desarrollo de comportamientos antisociales limitados a la adolescencia y persistentes a lo largo del curso de la vida

La teoría de Moffitt es una de las más conocidas dentro de la criminología del desarrollo de comportamientos antisociales limitados a la adolescencia y persistentes a lo largo del curso de la vida. La autora toma como punto de partida de su trabajo la sólida correlación que existe entre edad y delito y las dificultades que existen para explicar de manera satisfactoria la curva de la edad. A continuación propone distinguir:
  • Delincuentes cuya actividad delictiva se limita a su adolescencia.
  • Delincuente persistente, que delinquen a lo largo de su vida.
Esta autora insiste en que se trata de una clasificación de dos tipos cualitativamente diferentes de personas cuyos actos delictivos responden a explicaciones distintas. Las de los que dejan de delinquir al final de su adolescencia tenderán a ser próximas y específicas de este periodo, mientras que las del otro grupo se ubican en sus infancias; en este último el cambio es difícil.
La propuesta de esta autora se inscribe de lleno en la criminología del desarrollo en el sentido de que reconoce que las tendencias delictivas no quedan fijadas de forma más o menos determinista, sino que acontecimientos de la vida de las personas (y, más en concreto, de la vida cotidiana) son decisivos para las carreras delictivas. Aunque para esta autora las posibilidades de cambio no son tan abiertas.
La criminalidad responde a un proceso y tiene causas distintas en cada uno de los dos tipos que describe Moffitt. El origen de la criminalidad de los delincuentes persistentes tiene una naturaleza neuropsicológica. La evidencia empírica apunta en la dirección de que mínimas anomalías biológicas que se han encontrado pueden ser reflejo de problemas de neuronales ocultos, o sea que todavía no han sido observados. El desarrollo neuronal durante el embarazo puede verse alterado por muy diversas razones que entre las que se incluyen el uso de drogas por la madre, una mala alimentación del efecto o la exposición agentes tóxicos antes o después del nacimiento. A mayor abundamiento, continúa la autora, algunas diferencia neuropsicológica entre individuos pueden ser heredadas. Por neuropsicológico la autora entiende estructuras anatómicas y procesos fisiológicos en el sistema nervioso que pueden influir en características psicológicas como el temperamento, el desarrollo del comportamiento, las habilidades cognitivas o lastres a la vez.
En determinados ambientes estas tendencias e interacciones pueden empeorar todavía más: este sería el caso de hogares, escuelas o barrios desfavorecidos en los que las respuestas al comportamiento de los niños sean contraproducentes (por el contrario, en ambientes favorables las tendencias pueden suavizarse). Como se puede observar, la clave entonces del comportamiento desviado y delictivo de estos chicos y chicas no se encuentra tanto en las disfunciones neuropsicológica que aparecían en primer lugar, como en las consecuencias acumulativas de tipo negativo que se van experimentando: “a lo largo del tiempo, las consecuencias de los problemas de personalidad y de los problemas académicos del joven que se van acumulando van reduciendo las opciones para el cambio. Esta teoría destaca el constante proceso de recíproca interacción entre rasgos personales y reacciones ambientales a los mismos”. De este modo, estos individuos tienden a comenzar a delinquir antes en el tiempo y también a mantener una continuidad en su comportamiento antisocial.
La gran mayoría de quienes delinquen en su adolescencia dejan de hacerlo como ya sabemos.
Estos sujetos, en la terminología de Moffitt, limitan su criminalidad a su adolescencia, y éste es el patrón más común de los jóvenes que delinquen. La causa del comportamiento desviado y delictivo de estos jóvenes no tiene nada que ver con disfunciones neuropsicológicas, sino que responde a un proceso de mimetismo. El mimetismo consiste en copiar, imitar un comportamiento que proporciona recursos valiosos; estos jóvenes, entonces, imitan el comportamiento delictivo que ven en otros porque ellos le proporcionan algo valioso para ellos como es el estatus adulto, con su consiguiente poder y privilegio. Aquí la autora recurre al conocido argumento de que, con la modernización, los jóvenes han visto cómo su paso al estatus adulto o maduro de la sociedad se ha ido retrasando más y más, y algunos de ellos encuentran en la delincuencia un proceso más rápido para algunos de sus beneficios. Naturalmente, procesos de reforzamiento de la delincuencia también pueden desempeñar ahora para algún papel: cada harto desviado o delictivo significa una reafirmación de la independencia personal del joven, y por lo tanto tiende a reforzar el comportamiento.
Con el paso del tiempo y en el momento de alcanzar la madurez en la sociedad, la tendencia es abandonar los comportamientos desviados y delictivos. Ello es una consecuencia lógica de que ya no precisan de los mismos para alcanzar lo que desean; más aún, lo que antes se veía como ventajoso ahora pasa al verse como perjudicial en cuanto que puede poner en peligro aspectos relacionados con su estatus.
Puesto que no han acumulado la pesada carga de desventajas de los delincuentes permanentes, no tienen mayores dificultades para abandonar el delito de incorporarse a la vida adulta.

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