La teoría de la anomia: la anomia de Durkheim
La primera formulación de la teoría de la anomia aparece en El suicidio de Durkeheim, una obra publicada finales del siglo XIX. Esta es una de las obras fundamentales de las ciencias humanas y sociales tanto teórica como metodológicamente, y de hecho se la considera uno de los pilares sobre los que se erigieron nuestras disciplinas. En especial, Durkeheim, deseaba explicar que el comportamiento humano no sólo depende del libre albedrío, sino que se encuentra al menos en parte determinado por fuerzas que se encuentran fuera de su control y que incluso tienen una naturaleza social, o sea independientemente de su persona. La tesis es que existen fuerzas sociales que influyen en el comportamiento humano. El autor eligió el suicidio ya que este comportamiento tan radical parece intuitivamente que tiene que depender única y exclusivamente de una decisión personal.
En efecto, este autor encontró que ciertos factores sociales tienen una influencia agravante sobre las tasas de suicidios, como las crisis económicas, pero que también las épocas de aumento inesperado de bienestar elevan tal cifra. Por este motivo, razona el autor, no puede ser la penuria lo que explique el aumento de los suicidios ya que “ las muertes voluntarias aumentasen cuando la vida se hace más ruda, si deberían disminuir sensiblemente cuando el bienestar aumentas”.
Durkheim sugirió que lo que verdaderamente afecta al suicidio es una situación que denominó anomia, que quiere decir en ausencia de normas y que es resultante de tales coyunturas: “ solamente cuando la sociedad está perturbada, ya sea por crisis dolorosas o felices, por transformación demasiado súbitas, es transitoriamente incapaz de ejercer esta acción (de límite social a las aspiraciones humanas); y he aquí de dónde vienen estas bruscas ascensiones de la curva de los suicidios”.
Frente a sociedades básicamente agrícolas europeas anteriores al siglo XIX, en el mundo moderno se producen cambios muy rápidos y radicales que hacen que la gente ya no pueda confiar en las normas por las que han regido su conducta a lo largo de su vida, ni tampoco mantener sus expectativas, su visión del mundo, etc. Se produce una especie de sentimiento de provisionalidad en el que ya no está claro el sentido de la vida ni cómo conducirse por la misma. El debilitamiento de todo un sistema de valores morales (en especial la religión) también desempeña un papel en este escenario, puesto que ahora ya no puede moderar y controlar tales disfunciones: el malestar que sufrimos… angustia, no sólo una miseria económica crecida sino una alarmante miseria moral. Ante este panorama ocasionado por fuerzas a nivel social, el individuo se plantea si su vida tiene sentido y puede tomar la decisión de suicidarse.
La teoría de la anomia institucional
Algunos autores se han planteado las razones por las cuales los estados Unidos de América sufren unas tasas de delito tan altas. Se trata, pues, de enfoque macro que recurren a variables de esta naturaleza para explicar niveles de delincuencia y sus tendencias a lo largo del tiempo. A tal fin recurre también ahora a la rica tradición de la teoría del anomía. La idea de que la cultura norteamericana favorece el delito se remonta en criminología al menos a Merton y goza hoy en día de un gran predicamento. Messner y Rosenfeld, explican que las tasas de delito de los Estados Unidos son desde la II Guerra Mundial mucho más elevadas que las demás naciones occidentales.
Para estos autores, las mismas virtudes que son veneradas por la sociedad norteamericana son las mismas fuentes de los altos índices de delincuencia, llegando afirman que los Estados Unidos están organizados para el delito. Más concretamente recuerdan a la idea del sueño americano, esa concesión cultural que propone como meta el éxito material y que éste puede ser alcanzado por cualquiera. Lo más característico de los Estados Unidos de Norteamérica, eso sí, es la exagerada importancia que se pone en el éxito monetario y en el mucho menor énfasis que se colocan en la licitud de los medios. Por lo tanto, el elevado nivel de delitos no es causado por que algo vaya mal, por la maldad de sus ciudadanos o por otros motivos excepcionales, sino porque la cultura norteamericana pone un énfasis exagerado en el éxito monetario y económico y en que todo el mundo puede y debe aspirar al mismo; pero, a la vez, la realidad social y incluye diferencias estructurales que bloquean las oportunidades lícitas de muchos individuos. De este modo muchos recurren a medios ilegales para lograr un objetivo que se les presentan como necesario del modo que sea.
Las instituciones desempeñó para Messner y Rosenfeld un papel decisivo en todo este entramado reciente descrito, así como, más en general, en la organización de la sociedad y en la prevención y control del delito. El problema, el cual repercute favoreciendo el delito, es que en las sociedades contemporáneas y en la norteamericana en concreto las instituciones económicas se han impuesto a las demás, y predominan sin contestación. La dominación de las instituciones económicas se manifiesta principalmente mediante tres fenómenos: la devaluación de las instituciones no económicas, su acomodo a las exigencias económicas y la penetración de las normas económicas.
Esta dominación de las instituciones económicas contribuye, entonces, al delito mediante dos procesos interrelacionados entre sí.
- La dominación económica estimula la anomía a nivel cultural.
- La dominación de las instituciones económicas erosiona los controles estructurales del delito porque dificulta que las demás instituciones funcionen de manera satisfactoria.
La teoría de la legitimidad de las instituciones
El cuidadoso y matizado estudio que lleva a cabo le permite concluir que los índices de la delincuencia aumentaron en los Estados Unidos de Norteamérica ocho veces entre 1945 y el principio de la década de los noventas.
LaFree recurrirá a todos los medios de medición del delito de que dispone la criminología contemporánea (datos oficiales, estudios de víctimación y estudios de auto informe sobre todo) y los comparará entre ellos: procede a desagregar las cifras según distintos tipos de delitos; o se preocupa por utilizar datos de agencias independientes, como el significativo caso de la organización mundial de la salud, que informa sobre homicidios. De este modo se puede tener confianza en los puntos de partida empíricos de su trabajo.
Más concretamente, de su análisis se derivan algunas importantes conclusiones.
El argumento de los índices de la delincuencia no siguió un ritmo regular; sino que a lo largo del tiempo pueden encontrarse tanto periodos de rápidos aumentos como otros de estabilidad. Especialmente importante es el hallazgo de que las tasas del delito en ocasiones varían de una manera extremadamente rápida.
LaFree afirma que las instituciones tienen una importancia básica para la orientación y control de las acciones humanas, y, por lo tanto, también para el control del delito. Las instituciones controlan el delito, a su juicio, a través de tres medios interrelacionados.
- En primer lugar porque reducen la motivación de los individuos para la comisión de hechos delictivos. Ello es debido a que las instituciones son de entrada responsables de enseñar a los niños lo que es correcto y lo que está mal… tienen un enlace directo con nuestra motivación para delinquir.
- Las instituciones pueden servir de control social, tanto formal como informal. Esto tiene lugar principalmente porque los individuos se encuentran inmersos en redes sociales que tienden alejarse del delito. Instituciones como la familia o el trabajo a menudo funcionan como medios de control social informal del delito en este sentido.
- Finalmente, las instituciones sociales pueden proteger a los individuos de sufrir victimaciones por delitos, o bien atenderlos cuando les pasa algún mal.
Ahora bien, en general, las instituciones son más eficaces para la regulación de la conducta humana cuando los participantes perciben o asumen que son legítimas. Ello es debido a que según LaFree, las personas que creen más firmemente en la legitimidad básica o en la equidad de las leyes es mucho menos probable que las infrinjan; a que en sociedades en las que las instituciones no se ven como legítimas es más difícil que los potenciales infractores interacciones con sujetos empeñados en que las normas se respeten; a que el declive en las instituciones puede incrementar la motivación de los individuos por delinquir y reducir la eficacia de los controles sociales; mientras que si las familias no funciona adecuadamente pueden, no sólo socializar de manera poco adecuada a los niños y fracasar a la hora de controlarlos, sino que también serán menos efectivas a la hora de protegerles de la víctimación.
La teoría de legitimidad de las instituciones mantiene que los índices de la delincuencia de EEUU después de la II Guerra Mundial han estado determinados por el declive de la legitimidad de las principales instituciones de la sociedad americana han experimentado un marcado declive sobre todo desde la II Guerra Mundial y han visto que los niveles de confianza y legitimidad que despertaban han tendido a ser bajos. Esta falta de legitimidad ha determinado el aumento de la delincuencia y ha marcado los índices de la misma en los tres períodos antes reseñados.
La política ha generado en aquel país una gran desconfianza debido, entre otras cosas, a movimientos sociales y de protesta que comenzaron en los años sesenta.
Las desigualdades económicas han aumentado casi dramáticamente.
La familia tradicional ha visto cómo se disparaban las familias uniparentales y los índices de separaciones y divorcios.
Las teorías contemporáneas de la frustración: recientes desarrollos de las teorías de la frustración
Las teorías de la frustración han experimentado un resurgimiento, con ciertas innovaciones. Agnew afirma que estas teorías, así como los test de las mismas, se han centrado tradicionalmente en la frustración derivada del bloqueo de oportunidades, pero que en realidad existen otras fuentes relevantes de frustración, como es el caso del bloqueo del comportamiento dirigido a la evitación de situaciones dolorosas. Por ejemplo, algunas y algunos adolescentes pueden verse obligados a permanecer en ambientes, como la escuela, que les disgustan, pero a la vez no pueden desplegar acciones destinadas a evitar dichas situaciones, los cual tenderá a producirles frustración, y ello puede conducirles al delito.
El bloqueo del comportamiento dirigido a la evitación de un dolor o situación no deseada puede conducir al delito de diversas maneras según Agnew.
- Como medio de evitar el ambiente no deseado en que uno está, por ejemplo huyendo de casa o haciendo novillos.
- Cuando uno no puede escapar de dicho ambiente o eliminar la fuente de la incomodidad, puede responder con el delito en respuesta a una situación de ira o rabia.
- Se puede reducir el nivel de control social informal al que está expuesto el chico o la chica, por ejemplo porque a causa de la frustración disminuye el grado de apego a los prados o a la escuela.
Esta misma línea teórica insiste en que las teorías clásicas de la frustración se habían centrado en las aspiraciones en términos monetarios y de estatus de clase media y el bloqueo de las oportunidades para alcanzarlas, pero que los individuos aspiran también a alcanzar otras metas valoradas positivamente distintas de las anteriores, entre las que Agnew menciona “ buenas notas, popularidad entre el sexo opuesto, y ser bueno en el deporte” este autor denomina a este modelo teoría revisada de la frustración.
Lo importante de este planteamiento es que ofrece un punto de partida para la ampliación y renovación de las teorías clásicas de la frustración: el reconocimiento de nuevas fuentes de frustración así como una concepción más amplia de las aspiraciones de los jóvenes sobre todo. Para Agnew no cabe duda de que las teorías de la frustración deben ocupar un lugar importante en la teoría de la criminología contemporánea, pero que a la vez no es menos cierto que las mismas deben ser sometidas a una revisión sustancial si es que quieren ser tomadas en consideración.
La teoría general de la frustración
La teoría general de la frustración a nivel micro
La teoría general de la frustración ha sido propuesta sobre todo por el propio Agnew. Se trata de una teoría elaborada a nivel micro que recurre a variables referidas a los individuospara explicar el comportamiento delictivo de los mismos. La clave de la teoría general de la frustración es que ésta se centra en “ relaciones negativas con otros: relaciones en las que el individuo no es tratado como él o ella quieren ser tratados” y que el delito se explica por la presión que ejercen “ estados efectivos negativos” tales como la ira y otros semejantes que “ menudo resultan de relaciones negativas” a .
La teoría general de la frustración reconoce tres fuentes principales de frustración que encuentran su origen siempre en relaciones negativas con otros:
- La frustración puede aparecer en primer lugar cuando no se logran metas valoradas positivamente que uno se ha propuesto. Esto puede acontecer cuando existe una diferencia entre las aspiraciones y las expectativas de uno, esto es cuando lo que se espera conseguir no se aproxima a lo uno quiere; también puede aparecer cuando se produce un desgaste entre las aspiraciones o expectativas de alguien y lo que realmente consigue o sus logros; por último, este tipo de frustración se puede dar cuando lo que uno considera un resultado justo o equitativo no coincide con lo que realmente logra.
- La frustración puede producirse cuando a uno le quitan o amenazan con quitarle estímulos valorados positivamente. Ejemplo incluirían la expulsión del colegio, el divorcio o separación de los padres o la introducción de condiciones negativas o adversas en el trabajo.
- Una fuente de frustración más es la exposición o amenaza de exposición a estímulos valorados negativamente. Esto puede tener lugar, verbigracia, cuando se sufren abusos en la infancia sobre todo, cuando se es víctima de un delito, cuando se tienen relaciones relativas con iguales u otras personas cercanas o malas experiencias en la escuela.
Los teóricos de la frustración ofrecen varias posibilidades para aclarar el proceso causal que une frustración e ira y sensaciones semejantes y delito, o sea por qué quien se encuentra en una situación tal puede recurrir al delito; posiblemente entre las que se incluyen las siguientes:
- Cuando no se logra lo que se desea o lo que se logra no se juzga justo o equitativo, el delito puede favorecer las metas ansiadas. Verbigracia, uno puede recurrir al tráfico de drogas para conseguir dinero o cualquier otro bien material, o incluso estatus.
- Cuando un individuo pierde o puede perder un estímulo valorado positivamente que ya tenía, puede recurrir al delito para evitar dicha pérdida, para recuperarlo o sustituirlo por otro o bien para vengarse; también puede caer en el consumo de drogas porque no encuentra o vía de afrontar la situación negativa en que se halla.
- Ante la presentación de un estímulo negativo, se puede delinquir para escapar del mismo, eliminarlo o aminorar sus efectos; buscar venganza; o, de nuevo, refugiarse en las drogas.
Todas éstas serían formas en las que una fuente concreta de frustración puede conducir al delito.
Como hemos visto, pues, y siempre según la teoría general de la frustración, existen una serie de fuentes de frustración que producen en el sujeto sentimientos negativos, como la ira o la culpabilización de otros sobre todo. Ante una situación de ira el sujeto tiende a tomar alguna medida, la cual tiene naturaleza precisamente de ser una adaptación o una estrategia para afrontar la frustración.
Un punto crítico de la teoría general de la frustración es la de aclarar cuándo un sujeto tenderá a recurrir al delito ante una situación negativa, ya que tiene otras alternativas. La decisión de delinquir como estrategia de afrontar una situación adversa se encuentra determinada, según la teoría, por una serie de limitaciones y disposiciones al delito y al comportamiento licito.
Agnew aclara que, aunque existen distintas estrategias que potencialmente uno puede seguir; tanto lícitas como ilegales, no todo el mundo tiene a su disposición el mismo número de ellas. Existen ya de entrada, pues, una serie de limitaciones en las estrategias a que cada uno puede recurrir. Así, el individuo carece de metas, valores o identidades alternativos, en los que refugiarse cuando por ejemplo no puede conseguir algo, verá limitadas sus posibilidades de enfrentarse a su situación mediante estrategias lícitas; unas características personales pobres también pueden limitar las respuestas potenciales, por ejemplo si tiene que buscarse un nuevo trabajo. Otras limitaciones tienen que ver con las posibilidades de delinquir, las cuales tenderán a ser bajas cuando las potenciales costes superen los beneficios, o cuando el nivel de control social del individuo sea elevado, entre otros supuestos.
El recurso al delito puede verse asimismo favorecido por que el individuo tenga una especial disposición hacia el mismo. Agnew afirma expresamente que “ esta disposición es una función de” ciertas variables del temperamento, del aprendizaje previo, de las creencias y de a qué achaque las causas de su adversidad; rematando con que “ una variable básica que afecta a varios de los factores anteriores es la asociación con pares delincuentes” .
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